LA "CAPITANA" DE LA GUERRA CIVIL

Mika Feldman fue la única mujer que estuvo al frente de un batallón republicano

Fue la única 'capitana' en la incivil guerra española, la única mujer que comandó un batallón de milicianos republicanos. Se llamaba Mika Feldman (1902-1992), era argentina de origen ruso-judío, y su memoria quedó arrumbada en los recovecos de la historia hasta que otra argentina, Elsa Osorio (Buenos Aires, 1952), se fajó con una historia que le rondó durante muchos años. Desde que supo por Juan José Hernández de la existencia de Feldam, "un personaje real que parece de ficción" cuya peripecia vital ha reconstruido en 'La Capitana' (Siruela). Es una novela con mucho de historia que alterna los anhelos revolucionario de una mujer excepcional y con sus pasiones emocionales e intelectuales y sus temeridades.

Concienciada por sus padres rusos, que habían huido de los pogromos, Feldman fue una ardiente revolucionaria desde su adolescencia. Odontóloga de profesión, agitadora y activista por convicción, antes de aterrizar en Madrid poco antes del estallido bélico había combatido la opresión y los abusos del poder y luchado por la igualdad, la justicia en la Patagonia, en el Berlín del ascenso nazi, en el París libertario, en la revolución de la minería asturiana en 1934 y en el Madrid republicano, recorriendo junto a su marido Hipólito Etchebéhère, puntos calientes de la gran aventura ideológica del siglo XX.

Nacida como Micaela Feldman en Santa Fe, adoptaría el apellido de su marido y compañero de militancia. Comprometida con el anarquismo, con 15 años da su primer discurso. Licenciada como dentista en la universidad de Buenos Aires, donde conocería a su esposo, se bautiza en el activismo con el grupo 'Insurrexit' en la Patagonia argentina, sin dejar de arreglar dentaduras tras una brutal represión militar que se llevó la vida de cientos de obreros.

Tras saltar de París a una Asturias en llamas en 1934, llegó a Madrid en el verano de 1936, conoció a 'Pasionaria' y se metió de lleno en el huracán político que vivía España. Mika se enroló con su marido en una temeraria columna motorizada del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista) que acabaría comandando a su pesar. Sin saber nada de técnicas y estrategias militares, expulsada del PC, sin ligazón a ningún poder y mujer en un universo radicalmente machista, las circunstancias le marcarían el camino.

En Atienza, en la cruenta batalla de Guadalajara en agosto del 36, una bala fascista parte el corazón de su marido. Mika quiere matarse, "pero le puede su propio compromiso", dice Osorio. Son los mismos milicianos de su batallón quienes la eligen capitana y le dan el capote hurtado a un guardia civil, el fusil y la pistola del marido abatido como símbolos de mando. "Lo acepta con temeridad, pero su carisma y su talento para comprender a los otros y tomar decisiones la vuelven indispensable ante estos 150 combatientes republicanos", resume Osorio.

Protagoniza Mika proezas bélicas en Sigüenza, Moncloa, Pineda de Húmera y arriesga cada vez más. Martilleada por sus propias dudas, perseguida por los fascistas como "una que manda entre los rojos", acusada por el feroz estalinismo de "desafecta a la República" y acosada por un siniestro agente de la GPU, el conmovedor relato de Osorio sobre su vida se lee como una apasionante novela.
A pesar de que ella misma daría su visón de aquellos años en 'Mi guerra de España' -publicado aquí en 2003 y en Francia en 1976-, Mika Feldman es un personaje poco menos que secreto, conocido solo en su círculo más próximo. "Quizá por no haberse mantenido en ningún partido, ni aceptado componendas de nadie, como el ser libre y revolucionario que siempre fue", diagnostica Elsa Osorio. "Su vida fue acción. Era plenamente libre y quería cambiar el mundo", resume la escritora, que ha tratado de ofrecer las luces y las sombras de un personaje tan tierno como implacable "capaz de abofetear y tirar de los pelos a uno de los mismos milicianos acobardado que impulsaba a combatir y que en la retaguardia trataba como hijos, preocupada por su alimento, su salud o su higiene". "Supo tomar decisiones duras en momento muy duros y ganarse el respeto de los suyos, revolucionarios pero muy machistas".

"La guerra la cambió radicalmente. La militante intelectual acabó en medio de la refriega esquivando balas y consciente de que se enfrentaba con sus hombres a una muerte más que segura cuando sus ineptos jefes militares le obligaron a luchar por una posición en el cerro del Águila, un episodio que fue una escabechina para su batallón", explica Osorio, que cierra la novela con el fin de la guerra pero que ha investigado toda la vida de Mika.

Acabada la guerra, tras ser detenida por los franquistas, se refugia en el liceo francés de Madrid, gracias a su pasaporte. Se enfrentará a otra guerra en la Francia ocupada a la que regresó. Estudiante de Arte en la Sorbona, amiga de André Breton, de Alfonsina Storni, de Silvina Ocampo y luego de Copi o Cortázar, en la segunda mitad de su vida mantuvo una notable actividad intelectual, aunque eligió mantenerse en segundo plano. Publicó con seudónimo en revistas francesas y brasileñas, y colaboró con publicaciones argentinas como la conservadora revista 'Sur' que dirigía Ocampo. "Toda un paradoja", destaca Osorio.

Combativa hasta el final de sus días en París, peinaba canas cuando enseñó a los jóvenes de mayo del 68 a alzar barricadas y qué debían hacer con las piedras que levantaban de los bulevares parisinos. Acogió a un buen puñado de aquellos que buscaban la playa bajo los mismos adoquines que arrojaban a los gendarmes. "Tuvo el cuidado de aleccionarles para que los cogieran con guantes, como ella, y los churretones en las manos no les delataran ante la Policía", explica Elsa Osorio, que no llegó a conocer personalmente a Mika, pero que conoció su casa en las afuera de París y tuvo acceso a sus papeles, custodiados por un amigo.

Como su personaje, Elsa Osorio ha alternado su vida entre Madrid y su Buenos Aires natal. Profesora de talleres literarios, había publicado antes 'Ritos privados', 'Reina mugre', 'Beatriz Guido', 'Mentir la verdad', 'Las malas lenguas' y 'A veinte años, Luz'.

FUENTE: DIARIO VASCO (Miguel Lorenci), 30 ENERO 2012

"LA CONSPIRACIÓN", OBRA DE OLEA SOBRE MOLA

Pedro Olea ha dedicado su último trabajo cinematográfico al general Mola para así recrear el golpe militar de julio de 1936. Con el título de La Conspiración, este telefilme, que fue presentado ayer en Bilbao, será estrenado el próximo martes, 31 de enero, en ETB-2. Coproducida por EITB y RTVE, la película ha contado con un presupuesto de un millón de euros.

"Todo el mundo piensa que el artífice de la sublevación fue Franco, pero él no hizo prácticamente nada, quien diseñó todo fue el general Mola desde Pamplona", detalló ayer Olea en su comparecencia ante los medios. En realidad, su obra retrata un capítulo histórico previo a la Guerra Civil española que se inicia con la llegada del general Mola a Pamplona como gobernador militar el 14 de marzo de 1936. Desde allí, Mola organiza y dirige una conspiración contra la II República que culmina con la sublevación militar del 18 de julio de ese mismo año, en el que se declara el estado de guerra.

"Mola era un hombre siniestro que le gustaba pasar desapercibido y así he querido reflejarlo en la película", admitió Olea acerca del personaje interpretado por Manuel Morón, actor conocido por interpretar al padre de Juanjo Ballesta en la película El bola. El reparto está completado por Silvia Marsó, que interpreta a la esposa del general; Jorge Sanz, que encarna a un comandante de la Guardia Civil; y un grupo de actores vascos entre los que figuran Alex Angulo, Iñaki Miramón, Aitor Merino y Ramón Barea.

La película adopta el género de thriller político que muestra cómo Mola "va conspirando con diferentes grupos como los falangistas y los carlistas", añade su director. La satisfacción es plena en el equipo de la película. "Creo que es uno de mis mejores trabajos", reconoció Olea, quien alabó al resto de colaboradores.


FUENTE: EL PAÍS, 28 ENERO 2012

LA JUSTICIA Y LAS PALABRAS (Antonio Elorza)



El estado de derecho deberá ejercer la generosidad, pero como respuesta a una asunción de su responsabilidad por quienes se embarcaron en el crimen político y cuando ETA renuncie a toda posibilidad de reincidir

Los acontecimientos de los últimos meses han venido a recordarnos dos verdades de Perogrullo: la primera, la significación esencialmente política del terrorismo, y la segunda, la necesidad de mantener el uso apropiado de las palabras, sin caer en la trampa de los eufemismos. Conviene recordarlo en la paradójica situación actual, cuando los demócratas deberían estar celebrando el éxito de una política que desde el Estado de derecho ha llevado, con la decisiva colaboración francesa, a un desmantelamiento de ETA, a su vez causa del viraje político de la izquierda abertzale. Sin embargo, desde el punto de vista político hay pocas cosas que celebrar tras la hibernación autodeclarada de la banda (que permite sin embargo a sus miembros circular armados y con bases para fabricar explosivos). Desde la rocambolesca legalización por el Constitucional de Batasuna en forma de Bildu, la iniciativa ha correspondido siempre a quienes siguen siendo los herederos de ETA, sobre una sociedad que lógicamente celebra el aparente fin de una pesadilla y no encuentra un relato alternativo.

Del mismo modo que Ibarretxe proponía un cambio legal que ponía a Euskadi a un paso de la independencia, y luego con expresión ingenua se preguntaba de cara al público qué había de malo en ello, la izquierda abertzale, como pudo verse en la manifestación de Bilbao, se pregunta qué hay de malo en que se aplique la ley (sic) y se resuelva el problema de los presos etarras, de acuerdo con la premisa enunciada por el juez supremo para estas cosas, Brian Currin: ETA ya ha cumplido con su parte; ahora toca a 'los Estados' cumplir con la suya, como medio para asentar definitivamente 'la paz'. Esto es, convertir la derrota militar de ETA en su victoria política.

El relato de base apenas repinta algún aspecto del planteamiento tradicional de ETA. Existiría un «conflicto vasco», que obviamente sólo puede ser resuelto mediante la independencia de Euskal Herria (Euskadi para el PNV), agudizado por la permanente «opresión» ejercida sobre «el pueblo vasco». ETA habría sido el instrumento providencial para mediante la «lucha armada» (no hablemos de terrorismo) poner al Estado español contra las cuerdas y obtener su reconocimiento del «derecho a decidir» para el citado pueblo. Como mucho, ahora cabe reconocer el «sufrimiento», pero de todas las víctimas sin prioridad declarada de ninguna de ellas; sólo que al ir precedido tal reconocimiento del discurso sobre la opresión, la balanza queda de hecho desequilibrada. Para terminar, una vez constatado el gesto generoso de ETA, solo cabe que «los Estados», y por supuesto ante todo el Estado español, recorra por etapas, pero muy rápidamente, el camino hacia la amnistía. A continuación, se abre la lucha final con un solo objetivo: la independencia.

Desde hace años, el primer obstáculo para una rotunda deslegitimación de ETA surgió del nacionalismo democrático, cuyas posiciones arrastraban al PSE para no romper puentes. La intervención de Urkullu en la última Asamblea del PNV es ilustrativa al respecto. El sabinianismo, y Urkullu es sabiniano confeso, no tiene remedio: se trata de convertir el mito de las 'lege zaharra' en 'lege berriak': la falsa independencia del pasado legitima del futuro. Y para eso, al Estado democrático, aun censurando a ETA, ni el pan ni la sal. Urkullu está ni con 'unos' ni con 'otros', pero su fin político es el de aquella y por eso el rechazo de ETA le resulta compatible con la condena de una 'legislación de excepción', de una 'justicia vengativa'. Sigue la perversión de las palabras.

Por esta vía tomaron carta de naturaleza en el léxico democrático, dos eufemismos: 'violencia', en vez de terrorismo, y 'paz' como objetivo, en lugar de sociedad liberada del terror y de la presión totalitaria de ETA y su entorno. El término 'violencia' difumina y oculta el sujeto de una estrategia política fundada sobre el ejercicio sistemático del terror, en tanto que 'paz', como ha explicado Manu Montero, sugiere una situación de guerra entre dos contendientes al mismo nivel, enlaza así indirectamente con el famoso 'conflicto vasco' y determina en último término, como ahora sucede, que el único desenlace razonable, la autodisolución de ETA con la entrega de las armas, pierda toda importancia, ya que cuenta solo la apertura de un proceso de resolución del 'conflicto', en clave abertzale.

La ceremonia de la confusión ha acabando envolviendo al PSE. Ahí está lo sucedido con el razonable propósito de impulsar un plan de «convivencia democrática y deslegitimación de la violencia», ahora reducido y privado de su objetivo inicial de dejar claro lo que ETA significó como factor de perversión para la sociedad vasca, en el 'Plan por la educación y para la convivencia democrática'. La afirmación de los Derechos Humanos como cimiento de la sociedad vasca post ETA se encuentra perfectamente recogido en el nuevo texto, pero resulta tan explicable como trágico que para lograr un amplio respaldo, sembrado de críticas primarias de otros firmantes (PNV), haya habido que renunciar a la explicación de por qué y por quien tal iniciativa resultaba imprescindible en Euskadi.

La difícil supervivencia de una mentalidad democrática depende aquí y ahora de que los demócratas sepan romper el cerco a que están sometidos, tal y como ha propuesto Maite Pagazaurtundúa recordando la exigencia de que en el tema ETA se haga justicia, y ello supone contemplar el problema de sus presos teniendo en cuenta el 40% de casos sin resolver, no poniendo en la calle gratis a quienes tienen causas pendientes. Conviene dejar claro que el Estado de derecho deberá ejercer la generosidad, pero como respuesta a una asunción de su responsabilidad por quienes se embarcaron en el crimen político y cuando ETA renuncie, negociando la entrega de las armas, a toda posibilidad de reincidir.

FUENTE: DIARIO VASCO (Antonio Elorza), 24 ENERO 2012

LA RABIA DE TARANCÓN




El religioso Martín Patino recuerda escenas clave de la vida del cardenal, entre ellas cuando quemó sus memorias tras haber sido separado de su puesto al frente de la Iglesia española



Lo cuenta José María Martín Patino, que trabajó con él desde 1965 (fue primero director de liturgia, a las órdenes del cardenal, y luego fue su vicario general en Madrid hasta 1983). En 1983, a Vicente Enrique y Tarancón (1907 -1994), que descansaba en Vila-real, cerca de su Burriana natal, lo llamó el nuncio de su santidad, Antonio Innocenti. Tenían que hablar, véngase a Madrid. El cardenal que había enrojecido a la ultraderecha española en dos fechas clave (el asesinato de Carrero, cuando le gritaron, en las honras fúnebres, ¡Tarancón al paredón!, y la homilía de bienvenida democrática al Rey tras la muerte de Franco) se preparó para el viaje; tomó sus puros, se arrellanó en el coche. Tenía 75 años, una edad que marcaba el final de su carrera, pero seguía siendo cardenal, aún no era preciso dimitir. Puso la radio, y a la altura del pueblo conquense que lleva su nombre, Tarancón, escuchó que le había sido aceptada su dimisión. Él no la había presentado...

Debió de arrojar el puro por la ventanilla, de rabia, le pidió al chófer que parara junto a una cafetería, buscó un teléfono público y llamó a la Nunciatura.

-¿Nuncio?

El cardenal no dio rodeos. "Como usted ya le ha dicho a la radio lo que quería de mí, no veo objeto alguno en el viaje". Le dijo al chófer que diera media vuelta, y se volvió a Vila-real presa de rabia, con el orgullo herido.[...]

"¡ESE HOMBRE YA HA MUERTO!"

Franco murió de madrugada; dormía la sociedad civil, dormía la Iglesia. José María de Areilza, el diplomático que sería luego ministro de Asuntos Exteriores del primer Gobierno posfranquista, sabía que Patino estaba de guardia, atento para darle noticias al cardenal de la difícil situación del Caudillo, que se estaba muriendo. "¡Patino, ese hombre ya está muerto!". 

La mecánica religiosa se puso en marcha, y era altamente delicada. Tarancón quería decir la misa en El Pardo. "Y un cura-monseñor que estaba en el Buen Consejo me dijo: 'No, esa misa es solo para los familiares". Le correspondía a Tarancón, pero donde manda militar..., o más bien donde mandaba Arias Navarro... El presidente del Gobierno quería que la misa la dijera el cardenal de Toledo, Marcelo González Martín, más afín. Pero Tarancón hizo "una homilía suave, pequeña, corta, aunque dijo que Franco era un hombre que había cometido sus errores como todos". No fue hostil a Franco, pero decir que a veces se equivocaba sí que era inédito. Había otra misa prevista, en la plaza de Oriente, y ahí sí tendría que oficiar el cardenal de Madrid. 
Podía ser un lío espantoso..., a no ser que lloviera y se suspendiera. La víspera de ese acontecimiento religioso, un comandante del Alto Estado Mayor llamó a Patino: "Tranquilo, Patino, que el Alto Estado Mayor ha decretado que llueva mañana". "Y se echó a reír", respondió el vicario. "Ya he entendido', dije yo". El desafío vendría después; muerto Franco, venía la homilía del cardenal ante el Rey. Y la intervención hablada de Tarancón era como el certificado de nacimiento de una nueva época de la relación Iglesia-Estado. La homilía se estaba escribiendo. Y no fue solo lo que vio la gente.

EL CARDENAL QUE MIRA POR ENCIMA DE LAS GAFAS

A Tarancón se le olvidaron las gafas de leer, y tenía que leer, ante el Rey y las autoridades, un texto muy delicado. "Se me olvidaron las gafas, Patino; usaré las de ver de lejos". Por eso en las fotos el cardenal mira por encima de la montura mientras lee, y a veces se dirige al Rey como si le estuviera advirtiendo. Ha pasado a la historia como el gran texto de Tarancón. Intervinieron muchas manos, de obispos o cardenales, del propio Patino, hasta llegar al último toque, "que se lo dio", recuerda Martín Patino, José Luis Martín Descalzo, periodista, escritor y religioso, autor de una excelente vida de Jesús. "Y más gente... Tarancón escribió un folio y pico, por ambas caras, a máquina y a lápiz... Se había cambiado, con gran contento del Rey, el tedeum de los Jerónimos, previsto por la Operación Lucero [programada para asegurar el orden tras la muerte de Franco], por una misa con homilía". Martín Patino buscó a quienes podían ayudar a redactarla "como veinte días antes de que se produjera el fallecimiento, pues Franco se estuvo muriendo mucho tiempo". Los dos folios de Tarancón fueron manejados por un equipo en el que estuvieron, en distintos momentos, Fernando Sebastián (obispo de Zaragoza), el arzobispo de Navarra, el periodista Luis Apostúa, el político y comentarista (luego padre de la Constitución) Gabriel Cisneros, el sacerdote Jesús Iribarren... "Empezamos a darle vueltas y determinamos las líneas de por dónde debía ir la homilía...". Tras una Iglesia que había llevado bajo palio al Estado tendría que venir una Iglesia que conviviera con un Estado aconfesional..., "y nosotros sabíamos que el cardenal tendría que avanzarlo". Tarancón había estado en el Concilio, "y ahí se había declarado que la libertad debía presidir las relaciones Iglesia-Estado". ¿Cómo decirlo? Tarancón lo dibujó; pero Martín Patino tuvo que patearse España con el papel redactado por él y por sus compañeros de equipo. "Teníamos mucho interés en que él, que sería la última pluma, no lo corrigiera, pues era un poco fuerte lo que se iba a decir". Había que decir que la Iglesia no habla de quien gobierna, ni de cómo lo hace, "la Iglesia solo tiene que rezar y decir que todos tienen derecho a la libertad".

"¡LES SALIÓ UNA HOMILÍA COJONUDA!"

A Tarancón podía haberle dado "por suavizar" algunas partes de ese discurso, con el que, por otra parte, se inauguraría la libertad en las relaciones Iglesia-Estado... Para que el cardenal no tuviera esa tentación, Patino fue a ver, con el texto final aún no leído por Tarancón, al cardenal Jubany, de Barcelona. Este leyó atentamente la homilía, y al cabo de una hora vino a decirle al enviado Patino: "Esto no se debe tocar, está estupendamente". "A Jubany le pedí", recuerda Patino, "cuando me dijo que le parecía bien, que le pusiera una nota al cardenal diciéndole que no la tocara. Y lo hizo. 'Vicente, no toques ni una coma, que está muy bien, eso es lo que hay que decir". Y luego el enviado se fue a Sevilla, a ver al cardenal Bueno Monreal. Faltaban unas horas para la homilía, y Martín Patino llegó a la casa del cardenal Tarancón a las once de la noche. "¡Hombre, todavía no tengo la homilía!". Allí estaba, "aquí se la traigo", le dijo su vicario general. "Cuando la iba leyendo vi que metía la mano en la chaqueta para sacar el bolígrafo, y le dije: '¡No la toque!'. Me preguntó por qué, y entonces le dije que ya la habían visto dos cardenales, y podía ocurrir que, como habían estado tantos en la comisión que la escribió, la tuviera hasta algún periodista... 'Pues nada', dijo el cardenal Tarancón, 'diré esta homilía". Después de pronunciarla, con el Rey ya bendecido por la Iglesia, hubo una recepción en el Palacio Real. Las lentitudes del protocolo dejaron a Martín Patino solo con el Monarca un rato, y este remarcó su opinión sobre la homilía que acababa de escuchar con esta frase: "¡Os ha salido una homilía cojonuda!". No todos estaban tan eufóricos. Antonio Carro, ministro con Arias Navarro, le dijo en un aparte a Patino: "Oye, ten cuidado con el cardenal, porque con menos argumentos hemos metido a muchos curas en la cárcel". "Bueno, pues nada", le respondió el vicario, "si quieres voy yo con él". [...]

La Iglesia, en su sitio



Ante el Rey, Tarancón pronunció su homilía el 27 de noviembre de 1975. Extractos de lo que dijo.
"La fe cristiana no es una ideología política ni puede ser identificada con ninguna de ellas, dado que ningún sistema social o político puede agotar toda la riqueza del Evangelio, ni pertenece a la misión de la Iglesia presentar opciones o soluciones concretas de Gobierno en los campos temporales de las ciencias sociales, económicas o políticas. La Iglesia no patrocina ninguna forma ni ideología política, y si alguien utiliza su nombre para cubrir sus banderías, está usurpándolo manifiestamente".
"La Iglesia (...) sí debe proyectar la palabra de Dios sobre la sociedad, especialmente cuando se trata de promover los derechos humanos, fortalecer las libertades justas o ayudar a promover las causas de la paz y de la justicia con medios siempre conformes al Evangelio. La Iglesia nunca determinará qué autoridades deben gobernarnos, pero sí exigirá a todas que estén al servicio de la comunidad entera; que respeten sin discriminaciones ni privilegios los derechos de la persona; que protejan y promuevan el ejercicio de la adecuada libertad de todos y la necesaria participación común en los problemas comunes y en las decisiones de gobierno...". -






LA DESCONOCIDA HISTORIA DE LA DIVISIÓN AZUL


El cineasta Gerardo Herrero filma un «thriller» con un asesino en serie y el asedio de Leningrado como telón de fondo
Inspirado en la novela de éxito El tiempo de los emperadores extraños, de Ignacio del Valle, el director Gerardo Herrero realiza un filme de intriga con la segunda guerra mundial como telón de fondo. La acción se sitúa en el asedio de Leningrado, donde participaron varias compañías de la División Azul. 

«Estaba buscando un thriller y me llego esta novela, cuenta Herrero en exclusiva para Levante-EMV; cuando la leí me sorprendió lo poco que conocemos sobre la División Azul. Eran voluntarios que se alistaron después de la guerra civil con el único objetivo de combatir contra el Ejército rojo. Hemos trabajado mucho consultando libros y documentales para respetar el rigor de los hechos reales».

«Hay elementos importantes que se muestran en esta historia, indica el cineasta, como son los recelos entre falangistas y militares, lo mal que se llevaban los soldados españoles con los alemanes, la relación con la población civil rusa y el ambiente que se respiraba entre los soldados». 

Otro hecho poco conocido que señala Herrero es que, una vez terminada la guerra civil, «comenzó una caza de brujas contra los masones, tanto de derechas como de izquierdas, este dato histórico aparece de forma sutil en nuestro argumento.»

Frente de Rusia, invierno de 1943, un pelotón de la División Azul se encuentra con el cadáver de un oficial asesinado. En el pecho lleva grabado a cuchillo un enigmático mensaje: «Mira que te mira Dios». El soldado Andrade, antiguo inspector de policía, se hace cargo de la investigación para encontrar al asesino. Pronto se desvelará que detrás de este crimen se encuentra una terrible venganza y que pueden aparecer más cadáveres.

«Todos los personajes viven con una simbólica soga al cuello, tambaleándose en la frontera intangible entre la vida y la muerte, señala el director. Están en medio de una guerra que está a punto de acabar. Todos ellos se mueven en un paisaje helado, constantemente cubierto de nieve y en el que reina la soledad, lo que se refleja en el estado emocional de los personajes: aparentemente son fuertes, pero si se les mira detenidamente puede verse lo frágiles que son en realidad.»

En la película se muestra una macabra fiesta en la que se practica la «violeta», una modalidad de la ruleta rusa. El protagonista de la reunión es el actor valenciano Sergi Calleja. El actor ha comentado para Levante-EMV, que el filme «muestra un escenario dantesco que es la guerra, donde su personaje —Tiroliro— es el más extremo de todos. Él tiene un conflicto íntimo que lo lleva a ser como es».

La película, que fue preestrenada en el Club Diario Levante, ha sido principalmente rodada en Lituania, para reproducir las condiciones extremas, con temperaturas de 25ºC bajo cero, que se vivieron en la realidad de los hechos. «Nuestro propósito siempre fue hacer una película que cautivase al público involucrándolo en el relato y apasionándolo, y, por otra parte, que la película reflejase una parte de la historia que los europeos y los españoles mismos desconocen en gran medida», concluye Gerardo Herrero.

FUENTE: levante-emv.com, 20 ENERO 2012

SAURA Y QUEREJETA VIAJAN JUNTOS AL PLANETA PICASSO

Pablo Picasso, pintando el Guernica en su estudio de París, en la primavera de 1937.
La foto es de su amante de entonces, Dora Maar


El director y el productor firmarán al alimón un filme sobre el proceso de preparación del 'Guernica' en París


Todo ocurrió en el viejo atelier del número 7 de la rue des Grands Augustins, a dos palmos del Sena y tan lejos de una España temblorosa que ya rumiaba la masacre mutua. Todo ocurrió en 33 días. Los que el genio universal (no tan universal: en su propio país aún se le miraba con escepticismo) tardó en ejecutar el Guernica, una de las obras capitales de la Historia del arte, aunque ni él ni nadie lo supiera entonces. Pablo Picasso había recibido con cierta renuencia el encargo que una delegación del Gobierno de la República, integrada por Max Aub, Juan Larrea y José Bergamín, le había hecho en enero del 37 en su residencia parisiense de la rue de la Boëtie: un gran mural para decorar una de las entradas al Pabellón Español de la Exposición Internacional de París. Pero el bombardeo indiscriminado de la Legión Cóndor sobre la población civil de la villa de Gernika el 26 de abril de aquel año le hizo cambiar de opinión. Picasso se puso a pintar de forma frenética. Y su amante Dora Maar se puso a documentar fotográficamente el proceso.


Esta es la historia -la historia de un cuadro, aunque también la de los líos sentimentales de un genio y sus mujeres- que contará 33 días, la película que dirigirá Carlos Saura sobre una idea original del productor Elías Querejeta y en la que, con toda probabilidad, el actor francoespañol José García pondrá rostro y voz al pintor malagueño.
El rodaje tendrá lugar a partir de junio entre París y Gernika; en una nave industrial de la localidad vizcaína será reconstruido, centímetro a centímetro, el estudio que Pablo Picasso utilizó en el palacete situado en la confluencia de la rue des Grands Augustins y del Quai des Grands Augustins de París, justo donde se encontraba -y se encuentra- Lapérouse, uno de los restaurantes más célebres y caros de la ciudad. Picasso alquiló sin pensárselo el estudio que había localizado Dora Maar, y lo hizo fascinado por dos cosas: una, el propio espacio de techos altos y luz insultante, y dos, la historia del lugar. Y es que antes de él, allí había vivido el gran actor de teatro francés Jean-Louis Barrault, allí había acuartelado el escritor surrealista Georges Bataille al movimiento izquierdista Contre-attaque... y allí había situado Balzac la acción de su libro Chef- d'oeuvre inconnue (La obra maestra desconocida).
33 días es una historia fascinante para un reencuentro histórico en el cine español: Querejeta y Saura no se daban la mano en un proyecto desde que rodaron juntos la película Dulces horas, hace ya 30 años. Antes de eso, el tándem llevó a las pantallas películas esenciales de la cinematografía española como La caza (su primera colaboración), Cría cuervos, Mamá cumple cien años o Deprisa, deprisa.
Los dos están inmersos ahora mismo en un mar de discusiones ("Es que Elías insiste siempre en discutir, aunque yo esta película la verdad es que la tengo muy clara en mi cabeza", cuenta entre risas Carlos Saura) en torno al guion, que corre a cargo del propio director sobre una vieja idea que Querejeta ha tenido en la cabeza durante largos años. "¡Joder, parece que estamos otra vez haciendo La caza!", suelta en un bar del centro de Madrid Elías Querejeta, que no figurará como productor de la película debido al proceso judicial en el que se halla inmerso tras el cierre de su oficina, Elías Querejeta Producciones Cinematográficas.
33 días será una historia sobre el Guernica pero será ante todo una loca historia de amor, unas locas historias de amor: las que Picasso compartió con su joven esposa Marie-Thérèse Walter (madre de Maya Picasso) y con su fiel amante, la fotógrafa Dora Maar, autora de aquella frase definitiva: "Después de Picasso, solo Dios". La primera visitaba al pintor en su estudio por las mañanas. La segunda lo hacía por las tardes. Hasta que un día, un error de agendas y horarios propició un encuentro inesperado y... ahí alcanza su cénit el guion de esta película.
"Dora Maar fotografió todo el proceso de creación del Guernica, que unos dicen que fue de 33 días y otros, de 35, pero yo creo que es más riguroso lo de 33", explica Elías Querejeta, quien puso en marcha este viejo proyecto hace algo más de un año. La película será una coproducción entre España, Francia, Canadá y, casi con toda seguridad, China.
"Quiero recrear alrededor del Guernica el mundo personal de Picasso, cómo el hecho de pintar este cuadro fue casi una salvación para él en un momento de crisis personal, y sobre todo quiero retratar su relación con Dora Maar, un personaje fascinante que me ha interesado toda la vida", cuenta Saura, quien admite su obsesión por el tema: "Llevo desde octubre documentándome sin parar, rodeado de libros por todas partes... la verdad es que estoy casi saturado de Picasso, un personaje al que adoro, como le ocurría a mi hermano Antonio".
Y en un momento en el que el director del Prado, Miguel Zugaza, acaba de reabrir el debate sobre una posible entrada de la obra de Picasso en el museo, Querejeta y Saura, metidos ahora hasta el pescuezo en la vida y la obra del artista, quieren opinar al respecto: "Me parece estupendo, Picasso tendría que estar en El Prado, compartiendo un mismo espacio con Goya y Velázquez", señala Querejeta. "La verdad es que estaría bien, porque es lo que él deseaba, aunque también está bien donde está", zanja Saura.

Un reencuentro

Saura y Querejeta son coautores de títulos claves del cine español. Aquí están los principales:
La caza (1965).
Peppermint Frappé (1967).
Ana y los lobos (1972).
Cría cuervos (1975).
Elisa, vida mía (1977).
Mamá cumple cien años (1979).
Deprisa, deprisa (1980).

FUENTE: EL PAÍS (Borja Hermoso), 19 ENERO 2012



VÍCTIMAS DEL FRANQUISMO EN DONOSTIA PIDEN AL ALCALDE MEDIDAS PARA HONRAR SU MEMORIA

Entrada de los "nacionales" en San Sebastián (septiembre 1936)

La Asociación de Víctimas del Genocidio de Donostia ha reclamado al alcalde, Juan Karlos Izagirre (Bildu), medidas para honrar la memoria de los «represaliados, asesinados y voluntarios muertos en las calles de la ciudad y en el campo de batalla frente al fascismo o fueron víctimas del terrorismo de Estado». Las portavoces de este colectivo Pepi Berasategi y Marisa Urra han ofrecido una rueda de prensa en el Ayuntamiento de San Sebastián para informar de la reunión que mantuvieron el lunes con el regidor y en el que le plantearon varias demandas.

La asociación le solicitó un local para poder desarrollar sus objetivos, un monumento en el Boulevard que recoja los nombres de los cerca de 400 donostiarras asesinados por los franquistas, otro en la Plaza de Gipuzkoa en honor a los 500 voluntarios muertos en combate, una céntrica calle con la denominación Víctimas del Franquismo, placas conmemorativas en los lugares en los que se desarrolló la «resistencia de los voluntarios antifascistas» (Escuelas de Amara, Plaza Easo, Ayuntamiento de Donostia, Boulevard, Hotel María Cristina y Loiola), un monolito recordatorio de la cárcel de Ondarreta y en los lugares en los que se produjeron fusilamientos (Bidebieta, Alto del monte Ulía y Puente de Hierro), la retirada del callejero municipal de los nombres de personas «de ideología fascista» (Luis Pradera, Alcalde Elosegi, Pío XII, conde de Plasencia y Avenida Satrústegui, entre otros), y retirada de la medalla de oro de la ciudad al ministro franquista Silva Muñoz.

La asociación le planteó, asimismo, un censo municipal de lugares de la memoria; la rehabilitación de funcionarios y trabajadores de las instituciones locales afectados por los expedientes de depuración realizados tras la victoria franquista; la búsqueda, reparación y preservación de la documentación que contenga referencias a las víctimas de la represión franquista en Donostia, y la creación de una Comisión de la Verdad de Euskal Herria.

Berasategi y Urra han señalado que la reunión con el alcalde se desarrolló en un «buen tono» y que les prometió que estudiaría sus peticiones. Han mostrado su confianza en que este mismo año se pueden llevar a cabo algunas de estas iniciativas y han abogado porque cuenten con el consenso del mayor número posible
de grupos municipales. En este sentido, han anunciado que prevén reunirse con el PNV, y con el PSE y el PP «si estos quieren». Han recordado que ya realizaron estas mismas peticiones al anterior regidor, Odón Elorza, en abril de 2010, y han asegurado que nunca obtuvieron una respuesta.

FUENTE:; DIARIO VASCO (A. Iparragirre), 18 ENERO 2012

MANUEL FRAGA FALLECE EN MADRID A LOS 89 AÑOS




* UNA BIOGRAFÍA: EL "PATRÓN" DE GALICIA (DIARIO VASCO, R.C.,  16 FEBRERO 2012)

* PERFIL: EL "LEÓN DE VILLALBA", GENIO Y FIGURA (DIARIO VASCO, Magis Iglesias, 16 FEBRERO 2012)

* ANÁLISIS: FRAGA, MEDIO SIGLO DE POLÍTICA ESPAÑOLA (DIARIO VASCO, Antonio Papell, DIARIO VASCO 16 ENERO 2012)

* ANÁLISIS: FRAGA, ENTRE LA DICTADURA Y LA DEMOCRACIA (DIARIO VASCO, Manuel Montero, 19 ENERO 2012)

* TODA LA INFORMACIÓN EN EL PERIÓDICO "EL PAÍS".

MUERE TXILLARDEGI, FUNDADOR DE ETA Y RENOVADOR DE LA CULTURA VASCA



El lingüista, escritor y político Jose Luis Alvarez Enparantza, Txillardegi, falleció ayer a los 84 años. Impulsor del euskera batua, abandonó ETA en 1967 y participó en la creación de Herri Batasuna y Aralar.


La cultura vasca perdió ayer al padre de la narrativa moderna en euskera y una de las personalidades más destacadas de la cultura y la política vasca de la segunda mitad del siglo XX. El lingüista, escritor y político donostiarra José Luis Alvarez Enparantza, Txillardegi (San Sebastián, 1929), falleció ayer a la mañana a los 84 años de edad. Considerado como uno de los teóricos más influyentes del nacionalismo vasco, Txillardegi fue uno de los fundadores de ETA -propuso el nombre de Euskadi ta Askatasuna- y de Herri Batasuna y Aralar. Su fallecimiento causó ayer una honda impresión en la cultura y política vasca, que siempre la ha tenido en cuenta como uno de su referentes. La izquierda abertzale, cuyo dirigente Joseba Alvarez era su hijo, ya ha anunciado que celebrará el próximo día 29 en San Sebastián un «homenaje nacional» en su memoria.

José Luis Alvarez Enparantza fue a lo largo de sus 84 años un renovador del ADN del euskera y la cultura vasca. Prueba de ello es que fue uno de los precursores del euskera batua pese a que tuvo que aprender la lengua vasca por su cuenta -se puso con seriedad a ello hacia 1948- dado que sus padres no lo hablaban. Seis años más tarde empezó a usar el sobrenombre con el que es más conocido, Txillardegi, la denominación de un lugar próximo a su casa natal.
Su obra 'Leturiaren Egunkari Ezkutua' (El diario escondido de Leturia, 1957) se considera la primera novela moderna escrita en euskera, donde aborda el existencialismo y con la que nace la nueva narrativa vasca.
En su faceta política, Txillardegi fue uno de los jóvenes fundadores de Ekin, precursora de lo que luego fue ETA, y del propio grupo armado, en 1958. Las tensiones entre los miembros de Ekin y el PNV se agudizaron en 1958, año en el que Txillardegi, junto con otros miembros de la organización juvenil, se entrevistó con el lehendakari en el exilio José Antonio Agirre. Los desacuerdos llevaron, en diciembre de 1958, a la constitución de una nueva organización que sucedió a Ekin y que fue bautizada como ETA. De hecho, fue el propio Txillardegi el que propuso adoptar el nombre de Euskadi Ta Askatasuna (ETA). La otra denominación que se barajó fue Aberri Ta Askatasuna (Patria y Libertad), que fue finalmente descartado porque sus siglas, ATA, significan 'pato' en euskera.
En 1960, José Luis Alvarez fue detenido por segunda vez y encarcelado durante tres meses en la prisión de Martutene. Tras quedar en libertad huyó a Francia, lo que hizo que fuera el primer miembro de ETA que se fue al exilio. Las autoridades francesas le prohibieron su estancia en el país, por lo que a principios de 1965 se trasladó a Bruselas, donde permaneció residiendo durante cinco años.
Desde la capital belga encabezó una tendencia dentro que se oponía a la tendencia marcada por la Oficina Política de ETA, a la que acusaba de españolista. La facción encabezada por Txillardegi se articuló en torno a la revista Branka publicada en Bruselas.
En abril de 1967, poco después de la celebración de la segunda parte de la V Asamblea, Txillardegi, junto a otros destacados miembros de ETA, enviaron una carta al comité ejecutivo de la organización dándose de baja y denunciando la línea marxista leninista que, en su opinión, estaba siguiendo el grupo que él mismo había fundado.
En 1970 regresó de nuevo al País Vasco francés, aunque las autoridades de París emitieron una orden de expulsión contra Txillardegi y Telesforo Monzón que, finalmente, no fue hecha efectiva.
Precursor de HB
En 1976 fue uno de los promotores de uno nuevo partido, Euskal Sozialista Biltzarrea (ESB) y posteriormente participó en el nacimiento de la coalición de fuerzas abertzales de izquierdas que dio lugar a Herri Batasuna (HB), formación por la que logró acta de senador en 1978 y de cuya mesa nacional formó parte.
Txillardegi volvió a marcar distancias con ETA y la izquierda abertzale después de que la banda terrorista rompiera la tregua que había anunciado en septiembre de 1998 y que mantuvo durante todo el año siguiente. Esas diferencias las plasmó en un artículo en el que, refiriéndose a ETA, señalaba que «una cosa es ir por delante del pueblo. Y otra muy distinta ir por libre. Y suponer, contra la evidencia y el sentido común, que el admirable, abnegado y respetabilísimo movimiento «ya nos seguirá» es absurdo». Txillardegi acusaba a ETA y a un sector más amplio de la izquierda abertzale de estar «haciendo tragar decrépitas estrellas rojas de cinco puntas a troche y moche». A esta imputación, añadía la de prescindir de PNV, EA e IU, no tener en consideración a nacionalistas gallegos y catalanes, convocar huelgas sin el apoyo explícito y claro de los sindicatos abertzales, la quema de cajeros automáticos «porque sí». «Suponer -añadía- que eso no parezca un hara-kiri político puro y simple, exige de todos nosotros una fe que, sinceramente, muchos ya no tenemos».
El padre de las siglas ETA defendía que la dirección política «del movimiento nacional» debía corresponder a Lizarra-Garazi. «No tiene ningún sentido que las decisiones políticas fundamentales sigan siendo tomadas de otra manera. Creo que estoy hablando con claridad suficiente», añadía en una directa alusión a la organización terrorista a la que además dedicaba otra frase no menos contundente: «Aunque algunos (no tantos además, si somos sinceros) van a tener que pasar a un papel histórico menos determinante, nuestro pueblo saldrá ganando. La retirada de un buen montón de líderes políticos abertzales a su vida personal no será un mal preámbulo».
Mientras seguía con su trabajo como lingüista, publicando obras sobre la fonética o los acentos vascos, ensayos y novelas, en su paralela actividad política las diferencias con ETA y HB en aquel momento se manifestaron con su adhesión al partido Aralar, formado como una escisión de Herri Batasuna. Sin embargo, en 2007 decidió abandonar el partido en desacuerdo con la participación en un homenaje a las víctimas de ETA organizado por el Gobierno Vasco y por presentarse a las elecciones municipales en coalición con Ezker Batua (EB). Tras esto, volvió a acercarse a la izquierda abertzale tradicional y en 2008 fue candidato al Senado por ANV.
FUENTE: DIARIO VASCO (J. ARTOLA), 15 ENERO 2012
Más artículos:

* UN INTELECTUAL VASCO (Necrológica de Andrés Urritia), EL PAIS 15 ENERO 2012
* HUNTAZ, HARTAZ, HORRETAZ (N. Azurmendi), DIARIO VASCO 15 DICIEMBRE 2012
* EUSKAL INTTELIGENTSIAREN HARITIK (Andrés Urrutia), DIARIO VASCO 15 DICIEMBRE 2012

* GIZON POLIEDRIKOA (Felix Ibargutxi), DIARIO VASCO 22 ENERO 2012


 BERRIA ENGUNKARIAN AGERTUTAKO ARTIKULUAK


UNAMUNO: 75 AÑOS DE LA MUERTE DE UN REBELDE




Sin duda ha sido Albert Camus uno de los autores contemporáneos que mejor ha dibujado el paradigma
del hombre rebelde. Es aquel que dice 'no' porque previamente ha dicho 'sí' a unas serie de
convicciones y valores. Este es el caso de Miguel de Unamuno, hombre rebelde por excelencia y una de
las máximas figuras de la España contemporánea. Su radical rebeldía estaba impulsada por una profunda
comunión con los ideales de honradez, veracidad, justicia, amor al saber y a la cultura, fidelidad a su yo
más profundo, a la voluntad de superación de la muerte por obra de un Dios inmortalizador ante todo.

El joven Unamuno vivió durante su niñez y juventud los años negros de la opresión del mundo obrero en
fábricas y minas de la orilla izquierda del Nervión, cuando la mano de obra proveniente de las provincias
limítrofes era condenada a interminables horas de trabajo, a dormir en barracones inmundos y a cobrar
en bonos de latón canjeables tan sólo en cantinas de la empresa. Quiso afiliarse a la UGT y al Partido
Socialista y mantuvo amistad con Pablo Iglesias. Siempre que pudo tomó parte en la manifestación del
1 de mayo.

La rebeldía de Unamuno se dirigió también en sus años juveniles contra el estado de postración
en que yacía a su juicio la cultura española. Los acentos del prólogo a su '¡Vida de don Quijote y
Sancho', denunciando este estado de languidez, son propios de un profeta. La verdad es que la
figura de don Miguel era la de un hombre de extraordinaria cultura. Basta con visitar su biblioteca
en Salamanca para caer en la cuenta del dinero invertido en libros impresos en una diversidad de
lenguas. Yno olvidemos los sueldos siempre exiguos para los que en este país se han dedicado
a la enseñanza y la circunstancia unamuniana de esposo y padre de nueve hijos.

Nuestro autor se rebeló asimismo contra la Iglesia católica. Contra su falta de talla intelectual.
Contra un clero más dedicado a la política y a la conspiración que al estudio y renovación de la
teología. Desgraciadamente su inquietud religiosa no pudo encontrar satisfacción en una ciencia
religiosa que no estaba a la altura del tiempo. Unamuno tuvo que acudir a autores cristianos
luteranos como Harnack y Ritschl.

La rebeldía de nuestro autor se dirigió durante muchos años contra los dirigentes políticos.
Profesó una antipatía manifiesta contra la Monarquía y contra la dictadura de Primo de Rivera.

Ello le valió el exilio a Fuerteventura. De aquí huyó a París, donde pasó en profunda depresión
unos meses amargos. La rebeldía unamuniana nunca fue gratis. Si contribuyó junto a una serie de
intelectuales al advenimiento de la II República, la deriva hacia la anarquía y la quema de iglesias
y conventos le llevó a compartir el «no es esto, no es esto» de Ortega. Tal 'no' al régimen
republicano le llevó a un 'sí' que resultó incomprensible para muchos. Unamuno aplaudió la
insurrección militar del 18 de julio de 1936. Pero pronto se rebeló contra ella y de manera sonora
cuando levantó su voz de profeta contra el grito absurdo de Millán Astray: «¡Abajo la inteligencia!
¡Viva la muerte!».

Pero había en Unamuno un capítulo de rebeldía más profundo. Era el de la perspectiva de la
muerte como final absoluto. Las palabras que nos dejó al respecto en su mejor obra filosófica -
'Del sentimiento trágico de la vida'- no ofrecen duda. Dicen así: «En una palabra que con razón o
sin razón o contra ella no me da la gana de morirme. Ycuando al fin me muera si es del todo no
me habré muerto yo, esto es, no me habré dejado morir sino que me habrá matado el destino
humano. Como no llegue a perder la cabeza o mejor aún el corazón, yo no dimito de la vida, se
me destituirá de ella».

La rebelión contra la muerte es a la vez una protesta contra la no certeza racional de un Dios
inmortalizador. El impacto de la primera 'Crítica' de Kant contra las razones en pro de la
existencia de Dios le duró toda la vida. No le convencieron tampoco las aproximaciones y
postulados de la segunda 'Crítica'. Mucho menos el 'Il faut s'abêtir' de Pascal. Unamuno fue hasta
el final el racionalista radical de los principios a pesar de las apariencias. La razón rebelde le
hará mantenerse hasta el final en ese claroscuro teologal que aparece en las páginas últimas de
su magistral 'San Manuel Bueno, mártir' incorporado a los personajes de don Manuel y de Èngela
Carballino. Los cuales «se murieron creyendo no creer lo que más nos interesa, pero sin creer
creerlo, creyéndolo en una desolación activa y resignada».

Tras aquella actitud de rebeldía del 12 de octubre de 1936, el año más sangriento de la Historia
de España al decir del historiador Hugh Thomas, frente al desaforado militar Millán Astray y tras
experimentar el desaire de sus compañeros de claustro académico, Unamuno se recluyó en su
domicilio. Creo que nadie ha descrito mejor que Luciano González Egido la tristeza y la
desolación en que se va a ver envuelta la existencia de don Miguel en sus últimas semanas de
vida. Sigue revolviendo en su alma las noticias que le van llegando una tras otra, todas de odio,
fusilamientos a mansalva, incendio de iglesias, saqueos. Era de nuevo «los hunos contra los
otros». Era la guerra incivil en la que, como ha escrito hace no mucho Paul Preston, uno de los
bandos pretendía más que vencer al otro, aniquilarlo.

En esos días de tinieblas, Unamuno redacta unas nerviosas y sintéticas notas sobre los
acontecimientos en curso que años más tarde serán publicadas con el ominoso título de 'El
resentimiento trágico de la vida'. Merece la pena leerlas para hacerse cargo de cuán en el fondo
llevaba a tragedia de España. En esos día aciagos apenas recibe visitas. Una de ellas, la del
literato griego Nikós Katsantsakis. La otra y el último día del año, la de un joven amigo, Bartolomé
Aragón. Unamuno le ruega que no venga uniformado con su atuendo azul de falangista. Así lo
hace y Unamuno se lo agradece. La conversación transcurre tranquila hasta que el amigo expone
la conjetura de si Dios no habrá vuelto ya las espaldas a España. Entonces Unamuno se yergue
encolerizado y dice a su interlocutor: «Aragón, eso no puede ser. Dios no va a volver nunca las
espaldas a España. España se salvará porque así tiene que ser». Bajó la cabeza y la hundió
sobre sus brazos. Siguió un largo silencio. Aragón pensaba que se había dormido. Pero no.
Unamuno estaba muerto. Era la consecuencia del último grito de protesta y rebeldía.

FUENTE: DIARIO VASCO (Alfredo Tamayo Ayestarán), 10 ENERO 2012

DESMONTANDO A "LA PEPA"

¡Vivan las cadenas!, de Noaz, que juega con la imagen de Fernando VII, en el centro Huarte de Navarra, programada por Acción Cultural Española.-

A La Pepa le ocurrió lo que a James Dean. Murieron jóvenes, cargados de promesas y alcanzaron similar podio: tanto el protagonista de Al este del Edén como la Constitución de Cádiz de 1812 son mitos en sus respectivos parnasos. ¿Fueron en realidad el mejor actor de su generación y el arranque de la democracia en España? Dean aparte, los historiadores tienen una respuesta clara a propósito de la Carta Magna de 1812.
"Fue mítica a pesar de que estuvo pocos años vigente porque marcó dos pasos decisivos que son la base del sistema político liberal: la soberanía nacional y la división de poderes", reflexiona Emilio La Parra, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante. "No se puede decir que es el inicio de la democracia, porque no reconoce derechos políticos a todos, excluye a las mujeres, a los indígenas, a los negros y a los esclavos, pero probablemente sea uno de nuestros textos jurídicos referenciales", añade.
El Consorcio del Bicentenario de la Constitución de 1812 conmemora con múltiples actividades los dos siglos desde la aprobación de un texto que, según el presidente del organismo, Francisco Menacho, "estableció que las personas dejasen de ser súbditos y pasasen a ser ciudadanos". Por vez primera la soberanía reside "en la nación", aunque el catedrático La Parra aclare que la soberanía "popular", base de la democracia, no se reconoce hasta 1931.
A la efeméride se llega después de unas décadas de revisiones historiográficas que han puesto las cosas en su sitio. En 1812, como ya se ha dicho, no nació la democracia aunque se asentaron pilares de un modelo político que rompía con el antiguo régimen. A pesar de que solo se aplicó 15 meses en un territorio que convalecía de una guerra de liberación contra Napoleón y, de nuevo fugazmente, entre 1820 y 1823, se incrustó en el imaginario liberal y popular como icono de la libertad. "Tiene una carga simbólica muy fuerte, durante el XIX y el XX encarnó una idea del mito democrático, aunque tuviese resabios del siglo XVIII", sostiene Isabel Burdiel, premio Nacional de Historia en 2011 por su biografía sobre la reina Isabel II (Taurus). "Es una Constitución que hace de puente, se plantea los derechos y la idea de ciudadanía (masculina), pero su mundo de reflexión pertenece al XVIII", añade.
"Hoy sabemos que la Constitución se lee mucho más acertadamente si se advierte que en ella hay más de mantenimiento del tradicional mundo de las corporaciones y de los pueblos del antiguo estado jurisdiccional, que de establecimiento de un Estado liberal de nueva planta", plantea Javier Barrientos, miembro de la Academia chilena de la Historia.
Del pasado se arrastra igualmente la monumental injerencia eclesiástica: la nación se declara católica, se prohíbe el culto de cualquier otra religión y se otorgan fueros privilegiados al clero. Sobre La Pepa, mote acuñado por la fecha de su aprobación (19 de marzo de 1812, san José), elegida a su vez como guiño al rey Fernando VII que arrancó su reinado el 19 de marzo de 1808, han corrido algunos bulos históricos inherentes a los mitos. A la ya falsa idea de que fue la primera constitución democrática española, se suman otras como la prohibición de la Inquisición. Emilio La Parra, que hizo su tesis doctoral sobre el tema, es rotundo: "Es mentira. La Inquisición se suprime el 23 de febrero de 1813, casi un año después, aunque es verdad que los diputados se plantean la supresión de la Inquisición tomando como punto de partida la Constitución de 1812".
En su artículo 303, la Carta Magna aprobada en Cádiz prohibía expresamente las torturas a los detenidos, lo que casaba mal con las técnicas usadas en procesos inquisitoriales. La protección del individuo es una de las premisas jurídicas que recorre el espinazo del texto gaditano. En España, sin duda supone la primera consagración de los derechos humanos (entendidos en su contexto histórico, esto es, sin mujeres, negros ni indios). Se reconocen la libertad de expresión e imprenta y otros derechos como el de propiedad o la seguridad personal. Se establece como objetivo del Gobierno "la felicidad de la nación".
"La consecución de la felicidad es una de las utopías de la Ilustración", explica Alberto Ramos, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz y coordinador de un proyecto de investigación de historia comparada. "Cádiz se convirtió en una escuela política que influyó en América y Europa, como modelo de un país que lucha por su independencia contra un ejército invasor y al tiempo es capaz de hacer una revolución política", indica Ramos.
Para el historiador chileno Javier Barrientos, el momento más relevante para la América hispana arranca con la convocatoria de las Cortes porque introduce la discusión política entre las élites para elegir a sus diputados y porque el debate sobre la Constitución permite discutir "cuestiones americanas que habían permanecido en el olvido: se es consciente de la existencia de una mayoría de población indígena respecto de la cual hay que tomar una posición política frente a su declaración como ciudadanos, se es consciente de la diversidad americana, de la existencia de castas, se es consciente del peso económico de América en la monarquía...". Contribuyó en muchos casos, añade, a los procesos de independencia. En el caso de Chile, fue uno de los textos que nutrieron la Constitución liberal de 1828. Hasta aquí lo real, pero el mito tuvo tal auge que hasta Albert Camus situó en el Cádiz de la época su obra El estado de sitio.


FUENTE: ELPAÍS (Tereixa Constenla, 9 ENERO 2012)

Al servicio de la felicidad y el civismo

- Artículo 3. La soberanía reside esencialmente en la nación, y por lo mismo pertenece a esta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes fundamentales.
- Artículo 13. El objeto del Gobierno es la felicidad de la nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen.
- Artículo 303. (...) No se usará nunca del tormento ni de los apremios.
- Artículo 339. Las contribuciones se repartirán entre todos los españoles con proporción a sus facultades, sin excepción ni privilegio alguno.
- Artículo 366. En todos los pueblos de la Monarquía se establecerán escuelas de primeras letras, en las que se enseñará a los niños a leer, escribir y contar; y el catecismo de la religión católica, que comprenderá también una breve exposición de las obligaciones civiles.
- Artículo 371. Todos los españoles tienen libertad de escribir, imprimir y publicar sus ideas políticas sin necesidad de licencia, revisión o aprobación alguna anterior a la publicación, bajo las restricciones y responsabilidad que establezcan las leyes.