"YO, CURA, PECADOR, OS PIDO PERDÓN"

Partidas de defunción de los fusilados
escritas por el sacerdote Victorino Aranguren
 
Relato de un grupo de curas que abrió fosas de fusilados y reprobó la actitud de la Iglesia con Franco

No quisieron esperar más, y a la muerte de Franco, un grupo de viudas e hijos de fusilados se lanzaron a la búsqueda y apertura de las fosas donde los asesinos habían arrojado a sus familiares. En Navarra y La Rioja, arrodillados en la tierra, sin más herramientas que una pala y las propias manos, les acompañaban algunos sacerdotes. Sacerdotes como Victorino Aranguren, Eloy Fernández, Dionisio Lesaca, Vicente Ilzarbe... que ayudaron a aquellas viudas a desenterrar a sus maridos y que en los funerales que oficiaban en su memoria pidieron perdón por el comportamiento de la Iglesia durante la Guerra Civil: “Esta sangre nos salpicó también”, “si decimos que no hemos pecado, hacemos a Dios mentiroso”, “desde aquí, yo, sacerdote, aunque pecador, os pido perdón en nombre de la Iglesia...”.

“Participé en muchas exhumaciones. Era muy impactante. Las viudas decían: ‘Ese es mi marido, que era un poco chambo’, ‘ese otro es el mío, que le puse yo esa medallita...”, recuerda hoy Victorino Aranguren, sacerdote, de 80 años. “Besaban los huesos como si fueran reliquias y me pedían que los besara yo también. Todos tenían el cráneo agujereado por el tiro de gracia”.

Lo llamaron Operación Rescate. “Les cogimos por sorpresa. Aprovechamos el inicio de la democracia para hacer algo que queríamos hacer desde hacía mucho”, añade. En septiembre de 1971 había hecho un primer intento para que la Iglesia “reconociera el daño causado y pidiera perdón” en la Asamblea Conjunta de Obispos-Sacerdotes, celebrada en Madrid. Aranguren redactó la propuesta, que no obtuvo los votos suficientes (dos tercios) para salir adelante.

Estos curas recibieron presiones y cartas muy desagradables, “de seglares y de curas”, aclara Aranguren. “Nos llamaban sinvergüenzas. Otros sacerdotes nos decían que parecía mentira que no justificáramos la guerra del 36. Muchos estaban convencidos de que había sido una cruzada [en una pastoral conjunta en julio de 1937, los obispos declararon el golpe militar “cruzada religiosa salvadora de España”], algo muy bueno, porque después de la guerra vino un resurgir de las prácticas religiosas, que desde mi punto de vista era un resurgir un poco engañoso. Los obispos estaban ciegos. No veían la falta de libertades. La Iglesia siempre tiene el peligro de apoyarse en el poder, y se apoyó mucho en Franco”.

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ATLANTIAR MOSTRARÁ ÚLTIMOS DESCUBRIMIENTOS SOBRE PREHISTORIA VASCA Y AMERICANA

El ente Jauzarrea (Fondo para el estudio y la difusión de la cultura vasca), liderado por el fotógrafo y editor Xabi Otero, ha organizado para el día 18 de mayo en Ficoba (Irún) el primer congreso internacional Atlantiar, con el título 'Huella humana en la fachada atlántica europea. Territorios en torno al Golfo de Bizkaia. Paleolítico'. El comité científico está compuesto por Stephen Oppenheimer (Universidad de Oxford); el propio Xabi Otero (Jauzarrea); José Antonio Mujika (Universidad del País Vasco); y Dennis Stanford (Smithsonian Institution). La asistencia es mediante inscripción, que cuesta 50 euros.
Entre las 9 y las 20 horas del día 18 de mayo se desarrollarán en Ficoba cuatro congresos, todos reunidos bajo el nombre genérico de Atlantiar. Se hará un recorrido desde hace 45.000 años hasta el Neolítico.
La organización de Atlantiar arranca hace cuatro años, cuando Xabi Otero se propuso hacer un congreso con especialistas de primera línea, «con la finalidad de que se difunda nuestra historia de una manera atractiva a la gente».
La ponencia de Stephen Oppenheimer se titula 'El origen del hombre: humanos antiguos y modernos, la salida de África y la recolonización de Europa Occidental'.
Jean Clottes es especialista en arte rupestre y chamanismo, y asesor del Ministerio de Cultura francés. En Ficoba hablará sobre chamanismo, creatividad y aspectos de identidad. Joëlle Darricau y Aude Labarge explicarán, por su parte, las últimas investigaciones sobre el enclave de Isturitz, donde se desarrolló una sociedad definida por un complejo tejido de relaciones sociales, que tuvo que cohabitar con grupos de Homo neanderthalensis, que poblaban la zona de Kanbo. Bruce Bradley, de la Universidad de Exeter, expondrá la llamada Solución Solutrense, que aboga por una migración desde el Golfo de Bizkaia a América del Norte hace unos 17.000 años.
Por su parte, Dennis Stanford y Margaret Jodry, que conjugan la antropología y la arqueología en el seno del Smithsonian Institution, hablarán del poblamiento temprano en el Norte de América, en base a las excavaciones y hallazgos más relevantes.
José Antonio Mujika, de la UPV, y Andoni Tarriño, del Centro Nacional de Investigación de la Evolución Humana, versarán sobre la cultura material del Magdaleniense en la zona del Golfo de Bizkaia. Hablarán sobre unos muy bellos ejemplos del arte parietal y mobiliar, que evidencian la movilidad de las poblaciones de la época.
Xabier Peñalver realizará una exposición sobre los relevantes hallazgos del nivel Magdaleniense del yacimiento de Praileaitz I, en Deba. Este yacimiento es una verdadera joya dentro de una zona, la del Bajo Deba, especialmente rica en yacimientos del Paleolítico Superior. Existen allí lugares como Ermittia, Iruroin, Urtiaga y Aizkoltxo.
Un precedente puede ser el congreso internacional 'Tras la estela de los balleneros vascos: Patrimonio Cultural y Genético de Vascos y Nativos Americanos del Atlántico Norte', que se celebró en setiembre de 2011, en la UPV en Bilbao.

fuente: diario vasco 20 marzo 2012

LAS LECCIONES DE JOAQUÍN COSTA (Gabriel Jackson)

Durante mis estudios en la Universidad de Toulouse entre 1950 y 1952, escribí mi tesis doctoral sobre la carrera intelectual y política de Joaquín Costa (1846-1911), y en febrero de este año mis colegas españoles me invitaron a dar una de las conferencias conmemorativas del centenario de su muerte, ocurrida el 8 de febrero de 1911.

Siempre he recomendado fervientemente la lectura de Costa a los estudiantes que leen español, porque considero que fue uno de los analistas más singulares y brillantes de los problemas que tuvo su país a finales del siglo XIX y en la década posterior a la desastrosa guerra hispano-estadounidense de 1898. Pero hasta que no preparé esa conferencia conmemorativa no comprendí, de repente, la relevancia de la personalidad y el pensamiento de Costa para los problemas a los que no solo se enfrenta España, sino toda la humanidad, un siglo después de su muerte.

En los siguientes párrafos me ocuparé primero de sus muchos talentos y pasiones, para después centrarme en el valor de su ejemplo. Desde su más tierna infancia hasta el día de su muerte fue un lector voraz, de ficción y de ensayo, interesándose por la historia de las instituciones, la importancia de la naturaleza, el desarrollo a lo largo de los siglos, tanto de la agricultura y la industria, como del derecho y las instituciones políticas, y también por la importancia de la filosofía, la poesía y la religión. Ya en sus años de estudiante dominaba el latín y el griego, y de adulto aprendió por su cuenta a leer inglés, francés y alemán. Sus ensayos sobre temas políticos y sociales contienen multitud de citas de importantes autores del momento que escribían en esas lenguas.

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FUENTE: EL PAÍS, 1 OCTUBRE de 2011

!VIVA EL ESTATUTO! (Francisco J. Llera Ramo)

El 25 de Octubre de 1979 la mayoría de la sociedad vasca y de sus fuerzas políticas democráticas refrendamos el Estatuto de Guernica, con el que se materializaba la restauración constitucional de nuestro autogobierno. Era la primera vez en la historia que las tres provincias vascas gozaban del reconocimiento institucional de un estatus político unitario de autogobierno. Así lo entendieron casi todas las fuerzas políticas vascas que tejieron el consenso en torno al Estatuto (PNV, PSE, UCD, EE, PCE, ANV y ESEI), con las únicas excepciones de AP, por un lado, y ETAm y HB, por el otro. Y así lo entendió, también, la sociedad vasca que acudió mayoritariamente a las urnas para refrendar el acuerdo de sus representantes políticos. En efecto, votamos algo más de 921.000 electores (un 58,9 %) del poco más de millón y medio censados de entonces, en un referéndum sobre cuyo resultado ratificatorio había muy pocas dudas. El sí obtuvo el respaldo de casi 832.000 papeletas (el 91,3% de los votos válidos y el 53,1 % del censo) frente a las algo más de 47.000 del no (un 5,2 % y un 3%, respectivamente) y las poco más de 40.000 blancas y nulas. El contexto era de ilusión y celebración plural y unitaria, pero también de acoso por parte de quienes no creían en las urnas, ni aceptaban el pluralismo. Durante ese año las distintas organizaciones del complejo ETA perpetraron 234 acciones violentas, asesinaron a 78 personas, secuestraron a otras 13, al tiempo que la violencia de respuesta de los grupos de extrema derecha causaban otros 22 asesinatos y se convocaban 2 huelgas generales en el País Vasco. La sociedad vasca cerraba así la transición en la creencia de que el autogobierno estatutario, su consenso y su pluralismo eran el mejor antídoto para acabar con el vestigio más dramático del franquismo. Lo que ha venido después es bien sabido.

Han tenido que pasar 32 años para que la sociedad vasca pueda celebrar, institucional y socialmente, ese día, sin duda, histórico ya. Vamos a celebrarlo, además, sin que la presión violenta y el terror sean dueños de nuestras calles y ensombrezcan nuestros ánimos. Y lo vamos a hacer, a pesar del sectarismo y la mezquindad de aquellos que el día 22 de abril de 2010 se negaron, una vez más, a celebrar y declarar festiva esta fecha fundacional de lo que nos une. Paradójicamente, habiendo sido la primera comunidad que recuperaba y ponía en marcha su autogobierno consensuado, éramos la única que no teníamos un día para celebrarnos todos juntos, dando cuenta de las limitaciones que el síndrome identitario vasco imponía a la expresión plena de nuestro pluralismo. Sin embargo, la minoría excluyente no ha podido imponerse en estos años al sentimiento mayoritario de una identidad, a la vez, plural y abierta, pero orgullosa y amante de sus tradiciones y rasgos diferenciales. El Estatuto se ha constituido, por derecho propio y por su voluntad fundacional, en el mejor marco de convivencia posible para la sociedad vasca, además de un factor de desarrollo económico, cohesión social y modernización. 

Así, lo atestigua el hecho de que, aún hoy y según la última oleada de nuestro Euskobarómetro, tres de cada cuatro ciudadanos y ciudadanas se muestran satisfechos con él (frente al 19 % de insatisfechos), manteniendo el mismo respaldo de hace tres décadas de repetirse hoy aquel referéndum. Todos los electorados, con mayor o menor intensidad, lo siguen respaldando y tan solo el electorado de Bildu se muestra más dividido entre el sí (33 %) y el no (46 %). Sabemos que hay una minoría nacionalista importante que aspira, legítimamente, a la independencia (en torno a una cuarta parte) y que a una parte del nacionalismo le gustaría superar el actual autogobierno en clave soberanista, como ya lo intentara con el llamado plan Ibarretxe, aún a costa de romper la unidad y el consenso democráticos. Sin embargo, la mayoría plural de la sociedad vasca no está por tales aventuras a cualquier precio, apostando por un autogobierno ampliable en clave federal (65 %). Así, es como el 25 % (incluido el 20 % del electorado del PNV) no cree que haya que tocar el Estatuto, otro 24 % (incluido el 38 % del PNV) se conformaría con completar las transferencias pendientes) y otro 22% querría una ampliación del autogobierno con un horizonte federal (incluidos el 23% del PNV, el 21% de Bildu o el 31% de Aralar), frente a una minoría explícita del 17% que apuesta por el soberanismo (el 58% de Bildu, el 34% de Aralar y el 10% del PNV).

Han sido 32 años en un estado permanente de excepción, cuyo final empezamos a vislumbrar. El Estatuto, como una pieza clave de nuestra democracia, también ha sido un factor que nos ha ayudado a la victoria sobre la intolerancia y el totalitarismo violentos. Convirtamos el día del Estatuto en la fiesta unitaria y cívica por excelencia y hagámoslo recordando a tantos y tantos que hoy no lo pueden celebrar con nosotros y cuyo sacrificio impagable exige, cuando menos, reconocimiento, gratitud y justicia. Por todos ellos, por la sociedad vasca plural, ¡viva el Estatuto!


* Francisco J. Llera es catedrático de Ciencia Política de la Universidad del País Vasco, director del Euskobarómetro y autor de 'Los vascos y la política'

FUENTE: DIARIO VASCO 25 OCTUBRE 2011

LA TRANSICIÓN POLÍTICA (1975-1982)

Como la vida misma: en el CENTRO, Adolfo SUÁREZ; a la DERECHA, Leopoldo CALVO SOTELO;
y a la IZQUIERDA, Felipe GONZÁLEZ.


Parecía que nunca llegaría este momento, pero sí, ha llegado. Estamos en el último, si, has leído bien, el ÚLTIMO tema de Historia.

Como decían los clásicos FINIS CORONAT OPUS, lo que traducido de una forma aproximada significa "ya era hora, _ _ _ _".

Carlos Garaikoetxea jura el cargo de lehendakari

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LA DICTADURA FRANQUISTA EN EL PAÍS VASCO




Esto es lo que hay...

CON MOTIVO DEL BICENTENARIO DE LA CONSTITUCIÓN DE CÁDIZ

* LA VIDA EN CÁDIZ HACE DOS SIGLOS de Alberto Ramos Santana, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Cádiz.

* DERECHOS  Y LOTERÍA, HERENCIA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812, de Tereixa Constenla

(EL PAÍS, 18 MARZO de 2012)

LAS PREGUNTAS DE CÁDIZ (Editorial de EL PAÍS)

La Constitución de Cádiz, cuyo bicentenario se conmemora hoy, marcó el destino político de España y de América Latina, al abrir la puerta al ciclo de independencias que se desarrollaría a lo largo del siglo XIX. El intento napoleónico de sustituir la dinastía reinante en la Península provocó una crisis de legitimidad del sistema político español, y los constituyentes de Cádiz intentaron cerrarlo mediante un texto que buscó inspiración en otros anteriores y sirvió también de modelo a los que vendrían después. Todavía reciente en aquellos tiempos la polémica sobre las aportaciones de España a la cultura europea, la Constitución de Cádiz vino a recordar que ningún país, ni entonces ni ahora, está genéticamente incapacitado para sumarse a las corrientes políticas y de pensamiento que garantizan mayor libertad a los individuos.

Con la Constitución de Cádiz los españoles dejaron de ser súbditos y se proclamaron ciudadanos, poco importa que los instrumentos para lograrlo fueran incompletos o insuficientes si se contemplan con criterios actuales. La igualdad ante la ley tendría que recorrer aún un largo camino, lo mismo que el derecho al sufragio, los límites entre los poderes separados, la relación de la Iglesia con el Estado o la concepción de la soberanía. No pocos de los avances contemplados por la Constitución fueron, incluso, revisados durante las turbulencias políticas que desde entonces tantas veces sumieron la historia de España en la violencia y el caos. Como aspiración a recuperar o como referente a combatir, el texto de Cádiz hizo de la lucha política una lucha por imponer una Constitución u otra, pero, en cualquier caso, una Constitución. Ello significaba admitir la idea imprescindible para cualquier régimen democrático de que el poder político no puede ser ilimitado frente a los ciudadanos.

No todos los constituyentes de Cádiz eran liberales; lo que sí aceptaron todos, los que lo eran y los que no, fue la idea liberal de que se necesitaba alcanzar un pacto entre concepciones distintas, y hasta contradictorias, para resolver la quiebra de legitimidad causada por la invasión napoleónica. Sería el propio rey Fernando VII quien primero actuó con deslealtad hacia ese pacto, desencadenando el trágico vaivén de la historia de España cuya inercia llegaría hasta la Guerra Civil de 1936. La lección que se desprende al revisar ese pasado sobrecogedor es que ningún sistema político podía ser la imposición de la mitad de los españoles sobre la otra mitad, sino el que todos en conjunto decidieran.

La Constitución de Cádiz tiene vigencia, no porque todas las respuestas que ofreció sigan siendo válidas dos siglos después, sino porque lo son las preguntas que formuló. Son esas preguntas las que conviene no perder de vista dos siglos después de que se las hicieran un puñado de españoles acosados por el ejército más poderoso de aquel tiempo; no perderlas de vista ni en nombre de una tradición que pretende preservar las supuestas esencias de España ni tampoco en nombre de las siempre inciertas elucubraciones sobre el futuro.

FUENTE: EL PAÍS, 19 MARZO 2012 (200 aniversario de la aprobación de la Constitución de Cádiz)

CABALLEROS DE MATXITXAKO

El 'Gipuzkoa', gemelo del 'Nabarra', también participó en la batalla./ D. Seymour


Franco indultó por su valor a los 20 supervivientes del bou 'Nabarra' condenados a muerte. Hoy se cumplen 75 años de unas de las batallas más desiguales y dramáticas disputadas en la mar

Un vigía del crucero 'Canarias', con un millar de marinos a bordo y en misión de caza por el Cantábrico, avistó el humo del convoy republicano a las 14.40 horas del 5 de marzo de 1937. Un vapor se recortaba contra el horizonte, 30 millas al Norte del puerto de Bilbao. Había mar gruesa del Oeste, con olas de casi cinco metros y fuertes chubascos y turbiones que azotaban las cubiertas.

El gigantesco 'Canarias' venía de batirse con el pesquero artillado 'Gipuzkoa', al que perseguía ahora tras causarle cinco muertos y numerosos daños. El propio Manuel Galdós, comandante del bou, gobernaba, herido, el barco desde la popa con el timón de respeto. La andanada del destructor había alcanzado el puente, matando al piloto y al segundo y había dejado el pesquero al garete.

El capitán de fragata Salvador Moreno, comandante del 'Canarias', ordenó seguir el rumbo del 'Gipuzkoa', que dejaba una estela de humo y fuego, pero sin perder de vista la línea de la costa. Debía evitar que el crucero entrara en el radio de acción de los cañones costeros de Punta Galea y Punta Lucero. De la enfermería le llegó un escueto informe: el guardiamarina José María Chereguini Lagarde, con las piernas amputadas por un disparo del 'Gipuzkoa', agonizaba en el sollado.

Las máquinas lanzaron al buque, con sus inconfundibles cuatro torres dobles erizadas de cañones, capaces de hacer blanco a 22 kilómetros de distancia con proyectiles de 113 kilos, a toda velocidad tras su presa. 25 nudos. Pero hubo de desistir ante la posibilidad de ser batido desde tierra.

El serviola del crucero de la flota sublevada observó entonces otra columna de humo entre el temporal. Era el mercante 'Galdames', con 173 pasajeros a bordo y una carga de tres toneladas de monedas de níquel de 1 y 2 pesetas para el Gobierno de Euzkadi, que quería llegar también a Bilbao. La confusión de la noche, el navegar en silencio radio y sin luces y, en fin, la mala mar, desbarataron el orden del convoy republicano que había zarpado la víspera de Baiona y de los bous de escolta. El comandante clavó la vista en el mercante. Al no hacer caso de las señales del buque de guerra para que detuviera su andar, Moreno ordenó dos disparos con las piezas de 120 mm. que alcanzaron al 'Galdames' en el puente bajo y en la carbonera central, provocando una carnicería. «El remedio fue eficaz, al instante izó bandera blanca y paró máquinas», escribiría luego en su informe Moreno.

En el tiro al blanco
El 'Canarias', con su superioridad incontestable, enfiló poco después hacia un nuevo enemigo. Otro bou. Se trataba del 'Nabarra', un bacaladero artillado con dos modestos cañones Vickers de 101,6 milímetros, al servicio de la Marina Auxiliar de Guerra de Euzkadi y en misión de escolta.

En realidad, era el antiguo 'Vendaval', armado en Aberdeen para la compañía Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España (PYSBE), un auténtico veterano del Ártico y Terranova y de las agotadoras campañas de seis meses de los bacaladeros. El casco había sido pintado de un gris aplomado con ínfulas militares que no lograba disimular su honrado pasado laboral.

A bordo venían 49 hombres bravos, un conglomerado variopinto de marinos mercantes y pescadores voluntarios llegados de toda España(la mayoría, vascos) y al mando de Enrique Moreno Plaza, un murciano de la Unión con 30 años recién cumplidos y el culo pelado por el océano, al que le gustaban las motos y la mar. Afincado en Pasajes, acababa de casarse en Navidades con Natividad Arzac, hija de un farmacéutico del puerto guipuzcoano. Nunca lo supo, pero Enrique Moreno, todo un galán con su uniforme azul marino y su gorra de la Mercante, había dejado a Natividad en tierra, embarazada.

No había nada que hacer. Aún así, Enrique Moreno ordenó zafarrancho de combate. El comandante alzó su voz sobre el ruido de la máquina y ordenó ponerle proa al mastodóntico buque de guerra y disparar a mansalva con el cañoncito de proa. Nadie rechistó. En los bacaladeros la disciplina era sagrada y jamás se discutía una orden de aquellos tipos bregados. «Los capitanes eran queridos y respetados», asegura el historiador Juan Pardo San Gil, especialista en la batalla de Matxitxako, de la que mañana se cumplen 75 años.

El 'Canarias' se empleó a fondo. Desde 7.000 metros lanzó una andanada con las piezas de 203 mm. que acertó en el puente y roció después la cubierta con metralla disparada por los cañones de 120.

El 'Nabarra', un barco muy marinero de 65 metros de eslora, trató de jugar sus bazas, escondiéndose entre el alto oleaje, enmascarándose en los chubascos, cambiando de rumbo sin cesar para dificultar el tiro de los militares y tratando de acercarse al 'Canarias' para poder dispararle con sus dos cañones «bastante bien dirigidos y manejados», como reconoció el propio comandante enemigo en su informe. El combate duró una hora. «Otros dos impactos de grueso calibre, casi consecutivos, consiguieron acallar las piezas y lo pusieron en situación insostenible».

A bordo del 'Nabarra', su comandante reunió a los hombres y les dijo que prefería hundirse con el barco a entregarlo, pero que ellos eran libres para abandonarlo. Se botaron dos lanchas y subieron a bordo 20 hombres. Otros 29 (había ya varios muertos; los fogoneros, abrasados por la explosión de las calderas) se quedaron a bordo, orgullosos de su destino. El marmitón Juan Elguezábal blandió un cuchillo, asomado en cubierta, y se encaró a lo lejos con los marineros del buque de la Armada franquista, como confirma el historiador Juan Pardo. «¡Venid si tenéis huevos, cabrones!», les gritaba animado por el coñac. Poco antes de anochecer, se escuchó un estampido y hubo una gran llamarada. El 'Nabarra' se fue a pique y todos los supervivientes fueron condenados a muerte.

Pero es aquí donde esta historia da un giro espectacular y la batalla del cabo Matxitxako adquiere tintes míticos.

Manuel Calderón y López Vago, de Deba (Gipuzkoa), capitán de corbeta y comandante de tiro del 'Canarias', demostró, según relata el escritor Arturo Pérez Reverte, «una admiración por la valentía del enemigo derrotado, una compasión y calidad humana que situaron en el mismo plano de grandeza moral (...) a vencedores y vencidos». Calderón, destinado como edecán naval al Estado Mayor de Salamanca, trabó allí amistad con Carmen Polo de Franco y con el propio general, a quien aburrió con sus peticiones de clemencia. «Son unos héroes y merecen vivir», le espetó al Caudillo. «Y lo eran, aquel día todos lo eran», resume desde su hogar sobre el puerto de Bermeo Juan Azkarate, 91 años, último superviviente del 'Araba', otro de los bous artillados de la Marina Auxiliar de Euzkadi.

El 30 de noviembre de 1938 Franco firmó el indulto para los 20 supervivientes del 'Nabarra' a instancias del comandante Moreno (que llegó a ministro de Marina) y de Calderón. Pero este último no se contentó con salvarles la vida. Veló por ellos e hizo cuanto estuvo en su mano para ayudarlos. «En el franquismo, y con sus antecedentes, no lo tenían fácil. Calderón se ponía su uniforme y les acompañaba a pedir un préstamo, a conseguir un trabajo... Hizo todo lo que pudo por los hombres del 'Nabarra'», apunta Juan Pardo.

El ocupante de Hendaya
El propio Calderón posee también una biografía fuera de lo común. Además de su encomienda ante los supervivientes del 'Nabarra', el marino hizo algunas sonadas: ocupó Hendaya cuando era comandante naval del Bidasoa aprovechando la desbandada de los militares franceses ante el avance de Hitler, dio refugio a pilotos aliados abatidos al otro lado de los Pirineos (en sus memorias, subraya Pardo, escribió que cobijó a un tal Robert Mitchell o Mitchum «que se hizo famoso en Hollywood»), ordenó quemar los valiosísimos archivos cuando llegó a la comandancia de Marina de Santander y cometió la terrible falta de pedir al Ejército de Tierra que se hiciera cargo de la factura de una comida de gala para la oficialidad del buque escuela 'La Argentina'... Esa gota colmó el vaso y quedó sin destino. Pero aún así siguió ayudando a los del 'Nabarra', quienes le visitaron y le correspondieron haciéndole padrino de varios de sus hijos y nietos.

Victoria moral
Los detalles del combate de Matxitxako fueron conocidos a los pocos días por la población. La batalla librada por los bous (en catalán, toros, un arte para la pesca de arrastre) contra el 'Canarias' convirtió a los marineros en héroes.
200 obuses fueron empleados por el 'Canarias' en el combate, según el historiador Juan Pardo. Las baterías de 203 mm. usaron entre 80 y 100 obuses mientras que las piezas de 120 mm., un centenar largo.


Hermandad. Los supervivientes del 'Nabarra' jamás olvidaron a sus compañeros; el 5 de marzo de 1976 salieron a la mar desde Bermeo y arrojaron flores en la zona del combate, costumbre que repiten cada año. Con el tiempo se sumaron tripulantes y familiares de otros buques, unidos en la Asociación Matxitxako. Hoy, de la Marina Auxiliar de Euzkadi solo sobrevive Juan Azkarate.


FUENTE: EL CORREO (Julián Méndez) 5 MARZO 2012

ENTREVISTA A PILAR URBANO, PERIODISTA, CON MOTIVO DEL LIBRO QUE HA ESCRITO SOBRE JUAN CARLOS I, REY


`El rey supo pronto que no se podía fiar de nadie. Y se blindó de dureza. Aguantó porque el trono merecía la pena´´


Su libro sobre la reina causó tanto revuelo que tuvo que intervenir hasta la Casa Real. Con este del rey volverá a conmocionar. Un recuento histórico lleno de datos inquietantes, testimonios sorprendentes, documentos inéditos que narran cómo don Juan Carlos consiguió recuperar el trono para los borbones. Un relato imparcial, como ella misma advierte: ``Ni con el rey, ni contra el rey´´.


Cartas Manuscritas del rey y de su padre, informes de la CIA, documentos confidenciales de la casa blanca... pero también notas de embajadores, secretarias, policías y hasta terroristas. Todo perfectamente archivado en anodinas carpetas dentro de un sencillo armario.

Son los documentos que configuran el más inquietante y apasionante relato de la historia reciente de nuestro país. Pilar Urbano los ha ido reuniendo durante años de investigación, al mismo tiempo que hablaba con los protagonistas y, lo que es más importante, ``con ese tercero que sale en la foto, pero que como no es importante no escribe sus memorias´´; traductores, asistentes y camareros han sido sus confidentes. Todo para escribir El precio del trono, editado por Planeta, un libro de 1200 páginas en las que cuenta cómo don Juan Carlos recuperó la corona para los Borbones. No fue fácil. En un escenario internacional dominado por Estados Unidos, manipulado por sus servicios secretos y regido en conspirativos clubes secretos; en un país asolado por una dictadura y sembrado de espías; con una familia derrotada por el exilio, se forjó un rey: Juan Carlos I. Y se perdió otro, su padre, don Juan. ``A mí me gusta la figura de don Juan´´, comenta mientras nos muestra su impresionante archivo. ``Un hombre algo ingenuo. Bonachón. El marinero, un hombre de soledades. Un misterio. Aunque, por otro lado, fuese de amantes, tatuajes..., pero creyó que los generales lo iban a coronar. Siempre lo creyó. Él, siempre tan seguro de su legitimidad...´´. 

XLSemanal. Es cierto, en su libro muestra a un don Juan que nunca duda de su legitimidad, pese a que sus dos hermanos mayores son obligados por su padre a renunciar: uno, por hemofílico (muere joven); el otro, por sordomudo, don Jaime, que luego reclamará la corona para su hijo don Alfonso.
Pilar Urbano.
 Don Jaime era sordo y con un retraso, no había recibido formación. Todos hemos visto la película del rey tartamudo y simpatizamos con esa minusvalía, pero las cosas no eran así. No había logopedas ni traducciones simultáneas. No podía hacer muchas cosas. Y le daba al sexo... 

XL. ¿Cómo? ¡Eso no lo cuenta en el libro! De hecho, hay poco cotilleo en su libro.
P.U.
 No cabía. Pero está investigado. Yo tengo cartas muy comprometedoras de la familia real. De líos. Don Juan ya advierte en una carta: ``Esta casa es una conejera. Aquí todo se cotillea, el deporte favorito es atacar a la gente por las faldas´´. 

XL. ¿Había tantas faldas?
P.U.
 Había. Ya lo decía Alfonso XIII: un rey en el exilio o conspira o se divierte [risas]. 

XL. Cotilleos al margen, don Juan, que en un principio intentó combatir con las tropas de Franco, acaba enfrentado con el dictador y no solo por `legitimidad dinástica´. Se distancia de los principios del Movimiento y empieza a hablar de ser «el rey de todos los españoles´´. ¿Qué pasó?
P.U.
 Don Juan asiste a un acto hitleriano y se queda espantado. No tiene información todavía de los campos de concentración, pero le espanta. No por eso se hace demócrata. No. Pero él es muy anglófilo. Su ideología y la de su madre, Victoria Eugenia, es muy distinta a la de Alfonso XIII. Siempre estuvieron con los aliados. Franco en un momento dado le ofrece volver a España, porque está agobiado, presionado. Ha hecho un pacto con Hitler y otro, secreto, con Roosevelt. Juega a tahúr con los dos bandos y le sale bien. Pero incluso entonces la oferta que Franco le hace a don Juan no es ``véngase a reinar´´, sino hágase de la Falange y puede venir como ``príncipe a la espera´´. Don Juan no puede aceptar. Dice: ``O rey o nada. Y rey de todos los españoles´´. 

XL. Se niega a aceptar cosas que -según él mismo dice- sí acaba transigiendo su hijo.
P.U.
 Ahí esta. Y dice eso de: ``¡Para eso podía yo haber sido rey desde el año 43!´´. Vamos a ver: Juan Carlos es el hijo de la derrota. Es de una familia real sin trono y sin dinero. Es enviado a España por su padre con diez años. Es el pupilo y el becario de Franco. Tiene que estar a sus órdenes. Es un muchacho de conciencia dividida: por un lado, la tradición, su legitimidad, su padre y, por otro, la obediencia a quien le está dando de comer, que es Franco. Está en el eje de un tejado a dos aguas haciendo de funambulista. 

XL. Una situación difícil que, sin duda, forja su carácter...
P.U.
 Claro. Entre el informe que hace de él el conde de Fontanar en 1953, cuando Juan Carlos tiene 15 años, aquello de que ``es un muchacho irreflexivo, superficial, incapaz de leer un libro...´´, demoledor, y el Juan Carlos que en 1975, con Franco todavía vivo, anuncia ante los ministros que se va al Sáhara, en plena crisis, y organiza todo personalmente ¡hay un abismo! Es un hombre que se ha hecho a sí mismo. Y se ha hecho con una enorme dureza. Durísimo. Si hay ternura en él, es... gratis. Lo dudo. No hay espacio para eso. Solo hay lugar para el trono y, luego, para no perderlo. 

XL. Parecido a su padre en eso.
P.U.
 Sí, pero enfrentado a él. Eran rivales. Y su padre no lo valora intelectualmente. Nunca lo hizo. Pero él es un príncipe superviviente. Se salva a sí mismo. Por eso, Juan Carlos dice: ``Aprendí de Franco a escuchar, a mirar y a callar´´. 

XL. Según cuenta, Franco se sostiene sobre un servicio de espionaje impresionante. El príncipe es espiado desde la infancia, le interceptaban hasta las cartas a sus novias.
P.U.
 Era tremendo. Estaban los espías de Falange, los servicios secretos de Carrero, los de información militar... La propia reina me dijo: ``Nosotros aquí estábamos espiados no solo por teléfono, sino por la cerradura de la puerta´´. Él, para llamar a su familia, se iba a una cafetería o a un hotel. ``No me puedo fiar de nadie´´, decía. Me contó Carrillo que la primera vez que lo vio, muchos años después, notó que estaba acostumbrado a ser espiado, porque le hablaba con gestos, con mímica. ``Yo decía la frase y él hacía gestos afirmativos o no´´. Vivía rodeado de enemigos. 

XL. ¿Quiénes eran sus grandes enemigos?
P.U.
 No es que Franco fuese su enemigo. Franco es su examinador continuo. El enemigo es la gente de Falange y del movimiento, que no quieren la monarquía. Con Franco hay otra relación: es su segundo padre, su padrino, por así decirlo. Desde pequeño, desde que le regala la escopeta y le enseña a cazar... incluso no quiere que se examine en la academia militar por si acaso queda mal, lo protege. Don Juan desconfía del hijo. Franco confía más en él y confía en sus propios poderes para protegerlo. 

XL. ¿Y si Franco hubiese tenido un hijo varón? ¿Habría sido diferente esa relación y, de paso, la historia?
P.U.
 Bueno, luego tuvo la posibilidad de hacer que lo sucediera alguien de su familia, pero Franco no entró nunca en ese juego. [Se refiere a don Alfonso, primo de Juan Carlos y casado con su nieta Carmen]. 

XL. Entre otras cosas, no apuesta por don Alfonso porque desconfiaba del marqués de Villaverde, su yerno y el gran valedor de don Alfonso.
P.U.
 Sí, eso es verdad. Pero es que Franco quería elegir un rey, como él decía, de `sangre real´. Tenía mitificada la sangre azul. Era monárquico. Nunca hubiese hecho una dinastía suya. 


Lee esta interesantísima entrevista completa en este enlace de EL SEMANAL (Ana Tagarro), 20 NOVIEMBRE 2011

18-J: CARTOGRAFÍA DE UNA SUBLEVACIÓN



Un libro detalla con más de 60 mapas los movimientos y las reacciones de los primeros días del golpe militar de 1936 en una veintena de ciudades españolas

 18 de julio. 13.15 horas. Queipo de Llano sale del hotel Simón de Sevilla, gira a la izquierda y sube hacia Capitanía General. Apenas 45 minutos después conmina allí al general Fernández de Villa-Abrile a unirse a la sublevación. Este, el general López Viota y otros oficiales responden con tibieza y son encerrados en un despacho... sin mediar llave alguna. ¿Pudo depender el sino del golpe que llevó en 1936 a la Guerra Civil de un oficial que se quedó quieto, retenido en una habitación sin cerrar? Puro Berlanga si no fuera porque casi tres días después, los combates entre sublevados y republicanos por las calles de Triana la roja y el Moscú sevillano (el barrio de La Macarena) son dantescos: los legionarios disparan puerta a puerta, sin distinguir a los civiles, obligados por la numantina resistencia a usar bombas de mano y, luego, a tomar a cuchillo una a una las 17 grandes barricadas que hacen de la calle San Luis y alrededores un infierno.

Se pueden seguir en el barrio los movimientos de tropas, los disparos de artillería, la ubicación de ametralladoras y barricadas de unos grupos y otros... Es lo más parecido a un documental, pero el realismo lo genera uno de los mapas que conforman La sublevación (Dau), primer libro monográfico de historia que traduce en imágenes infográficas las jornadas iniciales del golpe militar, detallado al milímetro en una veintena de ciudades, de las que hasta hace listado del bando por el que optaron los grandes oficiales.

"El déficit y los vacíos son brutales; falta tradición sobre el uso de cartografía", observa Víctor Hurtado, historiador y cartógrafo casi accidental (lo aprendió en Económicas pero lo aplicó en un mapa carolingio como historiador medieval), autor de un volumen que, para alimentar sus 78 páginas y 60 ilustraciones, ha buceado en 59 monografías ("un capítulo por ahí; un párrafo por allá donde se concreta que unas tropas bajaban por tal calle"). También en menos mapas del Estado Mayor del Ejército de los que hubiese querido, apenas supervivientes en los archivos del Ejército de Ávila y Salamanca; asimismo, en el de Juan Negrín. "Muchos de los que he hallado son de esos de carretera de Michelin, apenas coloreados de rojo o azul según los avances".

Para subsanar lagunas, Hurtado utilizó guías turísticas de la época para reconstruir la trama urbana y los nombres de las calles, que no siempre obtuvo. Muchos salieron de buscar "en la Espasa Calpe de la época".

Sin tocar ordenador (trabaja a la antigua usanza, con papeles vegetales sobre mapas de la zona), ha ido reconstruyendo, por ejemplo, planos con los asesinatos de febrero de 1936 (67 en Madrid; 34 en Sevilla, 12 en Barcelona) o el número de huelgas (56 en la capital; 125 en Barcelona), todo con un grado de detallismo que le ha permitido hacer cronologías casi al minuto y detallar trayectorias, como el asesinato de Calvo Sotelo.

"Por los dos bandos, hubo mucha improvisación", resume. Y desde el principio: en los primeros momentos del 18 de julio en el protectorado de Marruecos, el mapa refleja cómo, por desobediencia y desorganización, los únicos aviones republicanos en activo (dos Fokker VII y un Douglas DC-2 modificado) no bombardearon las plazas militares y dejaron intactas las pistas de los aeródromos, con lo que no se evitó su uso para el cruce del Estrecho por los sublevados. Todo lo contrario de Barcelona donde, visto desde el frente litoral, se aprecia como los aparatos republicanos atacaron los cuarteles de los rebeldes en las Atarazanas, la Ciudadela y las dependencias militares del Paseo Colón. También el crecimiento de la trama urbana dificultó la movilidad de los sediciosos, que hallaron una barricada en cada esquina. En las antípodas, Valladolid: la ubicación central de los cuarteles en una ciudad con pocadensidad callejera facilitó el éxito faccioso.

Al caos generalizado ayudó, en el lado republicano, el miedo de los gobernadores civiles a armar a la población. Un caso flagrante fue la actitud del de Córdoba, Rodríguez de León, que sobre las 15.00 del 18 de julio se opuso a ello y rechazó la ayuda de una columna de mineros pertrechados con dinamita. Siete horas después, los insurrectos tenían la ciudad en sus manos. Algo parecido se refleja en Mallorca, donde la tarde de la sublevación el gobernador se negó a abrir los arsenales argumentando que el sedicioso general Goded le había dado su palabra de seguir fiel al Gobierno.

Las dudas de muchos mandos golpistas compensó parcialmente la situación. Ocurrió en Madrid, donde la falta de información retuvo a muchas tropas rebeldes en los cuarteles hasta la mañana del día 19, lo que dio tiempo a la resistencia a evitar que fuerzas del cuartel del Conde-Duque participaran en la defensa del de la Montaña. La toma de este por los frentepopulistas tiene dos páginas, lo que permite apreciar líneas de asalto o como a las 14.00 del día 19 aún entraban falangistas y voluntarios de partidos derechistas que eran armados y uniformados para defenderlo.

El descontrol de los rebeldes también fue notable en San Sebastián y Málaga. En esta, con la situación controlada dada la rapidez con la que la tropa sublevada cubrió la distancia que separaba el cuartel de Capuchinos del centro de la ciudad, la retirada por motivos nada claros de la Guardia Civil a sus cuarteles dio un giro copernicano a la situación.

Esos despistes entre los fascistas fue una constante en el golpe de Estado que, por otra parte, según Hurtado, "fue decimonónico, de manual: primero detenían a las autoridades militares leales a la República; posteriormente, sacaban las tropas a la calle a leer el bando de guerra y después anulaban la autoridad civil". El papel más deleznable se lo llevó el coronel Aranda, responsable militar en Asturias, que hizo un maquiavélico doble juego: organizó la salida hacia Madrid de columnas de mineros, lo que le permitió allanar la sublevación en la ciudad; además, el día 19, media hora antes de declararse partidario de los sublevados, se ofreció a entregar armas a los milicianos como le requería el Ministerio de la Guerra, orden que, claro, no cumplió.

"Azaña se equivocó: tenía controlados a los generales de brigada y de división, pero no dominaba a los que tenían mando en tropa: que casi todos eran fascistas", suelta el cartógrafo, que planea un atlas de la Legión Cóndor y otro sobre las Brigadas Internacionales, mientras ojea sus mapas sobre el golpe militar en los puertos de Cartagena, Ferrol... "Una pena: en muchos casos, el éxito de la sublevación fue cosa de pequeños detalles, de horas...". Todo está ahora en sus mapas.

FUENTE: EL PAÍS (Carlos Geli), 5 DICIEMBRE 2011

EL DÍA EN QUE FUSILÉ

Vicente Torres, durante la mili en el cuartel de Paterna. / ÁLBUM FAMILIAR

"Apunté a dar, a la cabeza, para ayudarle"
Era un militante de izquierda, tenía 21 años y estaba haciendo la mili. El destino le colocó en un pelotón de ejecución. No huyó. Disparó a matar. Era 8 de enero de 1972; hace hoy 40 años. Su historia le persigue. Ahora la cuenta en primera persona

Desfilábamos con la cabeza baja, el fusil colgado del hombro. Ese fusil que parecía abrasar, que aún estaba caliente, aunque había pasado un buen rato desde que se había disparado. Qué casualidad que el camión que nos había llevado estaba aparcado en cabeza de la fila, y todos tenían que esperar a que llegara el último grupo, el nuestro. Todos los demás soldados llevados a presenciar el espectáculo estaban ya subidos a sus camiones, asomados al final de la caja, mirando muy serios al pelotón que desfilaba. Una mirada a la vez de compasión y de miedo: miraban a los verdugos, al pelotón de ejecución, a los que habían matado a otro soldado, a un compañero. Le podría haber tocado a cualquier otro: no éramos voluntarios, sino forzosos. Pero habíamos sido precisamente nosotros. Y ninguno había flaqueado, ninguno se había derrumbado o se había negado a disparar. Era el 8 de enero de 1972.

Circularían muchos rumores, historias, después del suceso. La famosa leyenda del cartucho de fogueo, que se había repartido a escondidas a uno de los soldados, con lo cual todos podíamos tener la esperanza de que nos había tocado, que nosotros habíamos disparado sin bala. Pero no cabía ese respiro: nosotros sabíamos que todos los cartuchos eran de verdad: cada uno de nosotros habíamos llenado el cargador del CETME de munición "de guerra". Sólo nos quedaba el escape de disparar a fallar, de apuntar demasiado cerca o demasiado alto. ¿Cuántos lo harían? Yo no sé si fallé, pero apunté a dar, apunté a la cabeza. Era la única manera que veía de ayudar a aquel pobre chico a acabar cuanto antes. Éramos 15, quién sabe cuantos le dieron en el mismo sitio. Quizás no le di, después de todo. Pero yo estaba allí, y el recuerdo de mi participación en aquella historia, en aquel solemne acto de ajusticiamiento militar sigue amargándome algunos instantes de mi vida, cada año de los 40 que han transcurrido desde entonces. Aquel infeliz había cometido dos asesinatos, pero no por ello tenía que morir, y menos de aquella manera. Para mi desgracia, yo era seguramente el único de los participantes directos que sentía que aquello era injusto, que era un crimen legalizado. El resto tenía el consuelo de pensar que se hacía justicia.
Mi mala suerte, el hecho determinante de que me tocara precisamente a mí formar parte del pelotón de ejecución se produjo un par de días antes. Yo era cabo segundo en el Regimiento de Artillería n.º 17, de guarnición en Paterna, Valencia. Estaba en mi pueblo de residencia: por eso había hecho la mili "voluntario" en aquella unidad (a cambio de 6 meses más de mili, podías elegir destino: en aquella época te podían mandar a la Marina dos años, o al Sáhara...).
Era el día de Reyes, 6 de enero, de 1972, y estaba de guardia. Como cabo de guardia me tocaba organizar los turnos y efectuar los relevos, y dar la novedad al suboficial que mandaba el puesto de guardia del botiquín, en la puerta trasera del acuartelamiento. Los ritos y rutinas eternos de esa institución milenaria que es el Ejército.
A media tarde, el soldado que estaba apostado en la barrera, sin arma, vio llegar a un capitán en un coche particular que le hacía señas de levantar la barrera. Obedientemente, el soldado le dejó pasar y le saludó marcialmente. Yo lo vi cuando ya había pasado, le dije al soldado que me tenía que haber llamado a mí: "¡Cabo de guardia!", que a esas horas no podía entrar cualquiera, aunque llevara estrellas de oficial. Pero, como yo no tenía demasiado espíritu militar, no di parte al suboficial, para que no le metieran un paquete al soldado. Por eso, un poco más tarde, el paquete lo recibí yo: cuando el capitán apareció por sorpresa en el despacho del teniente de guardia. Resulta que se trataba del capitán de cuartel, el máximo responsable del acuartelamiento en ese día, y había pillado en bragas (militarmente hablando) al oficial de guardia, el responsable de la seguridad y el blindaje del recinto. Le había colado un gol, vamos. La secuencia correcta habría sido esta: al grito de "cabo de guardia" yo habría comprobado que era un capitán que quería entrar, y habría llamado a mi vez al suboficial, que estaba haciendo la siesta en ese momento. Este debía saber que se trataba del capitán de cuartel, nos habría hecho formar presentando armas y, al tiempo que se abría la barrera, le habría soltado: "Sin novedad en la guardia". Inmediatamente, habría llamado por teléfono al oficial de guardia, para que estuviera preparado y repitiera el ritual. Porque los ritos y los rituales reglados son muy importantes en el Ejército, también para fusilar a un chico de veintipocos años, como tendría ocasión de comprobar un par de días más tarde.
Bueno, pues me cayó un paquete. Al día siguiente, al acabar la guardia, nos tocó presentarnos, al soldado de la barrera y a mí, ante un oficial para que nos aplicara un correctivo. Fueron magnánimos, solo nos impusieron un día de arresto, un día entero que tenía que permanecer y dormir en el cuartel, sin poder salir a la calle. El compañero al que le tocaba cabo de cuartel aquel día se alegró: rápidamente, el cabo furriel de la batería le quitó el turno y me lo pasó a mí, no había necesidad de que se quedara él. Aunque, para mí, ser cabo de cuartel era un factor de riesgo añadido, porque odiaba tener que mandar, y entre mis responsabilidades estaba la de ordenar la limpieza del local de nuestra batería. Con lo que a veces acababa fregando yo, que lo tenía prohibido por llevar galones. Mi obligación era mandar que lo hicieran otros, y si me pillaba el oficial me podía caer otro paquete.
El día 7 de enero de 1972, por la tarde, empezaron a circular rumores extraños por el cuartel de Artillería de Paterna (Valencia), donde estaba cumpliendo el servicio militar. Se veía movimiento de oficiales, corrillos. Hicieron una cosa muy extraña: nos habían llamado a dos soldados de cada batería del acuartelamiento para formar un destacamento, con uniforme de campaña y correajes, y el fusil de asalto. Después de hacernos formar en el patio, sin aclararnos de qué se trataba, se nos dijo que estuviéramos localizables, que nos podían llamar en cualquier momento. Éramos dos cabos y diez soldados, creo recordar.
Lee la historia entera en este enlace de EL PAÍS.
FUENTE: EL PAÍS (VIcente Torres), 8 ENERO 2012

"LOS NIÑOS JUGABAN A LOS FUSILAMIENTOS" (José Moreno Villa)

Dalí, Moreno Villa, Buñuel, Lorca y Antonio Rubio Sacristán, en 1926 (Residencia de Estudiantes, Madrid)



Moreno Villa, tutor en la Residencia de Estudiantes en tiempos de Lorca y Buñuel, relató en un diario, inédito hasta ahora, el inicio del asedio franquista a Madrid

¿Quién es ese hombre maduro que aparece en las fotos de juventud de Lorca, Dalí y Buñuel? Si esa es la pregunta la respuesta es: José Moreno Villa, un malagueño de 1887 muerto en el exilio de México en 1955. No mucho menor que Juan Ramón Jiménez (le llevaba seis años) ni mayor que Pedro Salinas (al que llevaba cuatro), la manía clasificatoria ha dejado a Moreno Villa fuera de foco. El mismo Rafael Alberti reconoció en La arboleda perdida que cuando se decidió a escribir sus recuerdos, el único referente que tenía para retratar la edad de plata de la cultura española era Vida en claro, la autobiografía que Moreno Villa publicó en 1944, uno de los grandes libros de memorias de la literatura hispánica. La obra es el primer testimonio del mundo roto con el golpe franquista, también el primero que narra la vida en la Residencia de Estudiantes de Madrid. Allí llegó el escritor y dibujante en 1917 para ejercer como tutor de la casa, y de allí fue evacuado, 20 años después, junto a los intelectuales -Machado entre ellos- que siguieron al Gobierno republicano a Valencia.

"No sacaré nada; puede que dentro de unos días volvamos todos, pensé para engañarme", recordó que dijo al dejar su habitación. En la maleta, eso sí, metió el manuscrito de un diario que llamó Notas desde el Madrid sitiado. Aquellas cuartillas han permanecido inéditas 74 años, pero la próxima semana verán la luz dentro de un volumen de 700 páginas titulado escuetamente Memoria. Recopilado por Juan Pérez de Ayala y editado por la Residencia de Estudiantes, el libro incluye Vida en claro y todos los textos autobiográficos del autor malagueño.

Desde la colina de la Residencia de Estudiantes, convertida en cuartel y en la que apenas quedan seis "fijos", el Madrid que retrata Moreno Villa es una ciudad en la que los tranvías marcan la normalidad. Su sonido es la señal de que los "facciosos" no han entrado en la capital. La suciedad de las calles -"no se barre, casi ni se riega"- es otra señal: hay una guerra y los sublevados acechan la Casa de Campo. Él lo sabe bien: mientras puede trabaja como archivero en el cercano Palacio Real, rebautizado como Nacional. "En estos días, que son los más críticos", escribe el 30 de octubre de 1936, "sorprende la cantidad de milicianos que contraen matrimonio. Dice la gente que los novios piensan en la viudedad que puede quedar a las novias".

Todo es inquietante. Demasiado silencio o demasiado poco: "Los hombres que antes no levantaban su voz son los únicos que ahora vociferan y cantan". Quince días después, las incursiones aéreas son una costumbre. "El ataque a Madrid dura ya una semana. Los periódicos extranjeros afectos a los nazis comienzan a ver fracasado el intento. Hoy, a las ocho y media de la mañana, hubo un combate de aviones sobre la población. Lo vi desde mi cuarto. Es un espectáculo que entusiasma a la gente. Yo creo que por lo que tiene de deportivo. No se ve la sangre y sí la agilidad y el ataque, el esguince y la vuelta". Son los tiempos en que todavía hay niños en los parques: "Jugaban a la guerra y a los fusilamientos".

Con los primeros bombardeos, que "respetaban una zona de Madrid, la de lujo, y se cebaban en los barrios pobres", el drama baja de las nubes. Aunque fiel a la República hasta considerarse un "miliciano de la cultura" después de ser rechazado por su edad en la oficina de alistamiento, Moreno Villa no deja de consignar los desmanes dentro de su propio bando: "¡Cuántos amparados no habrá en las embajadas! Durante estos meses he visto que estas necesitaban echar mano de otros edificios, indudablemente refugios de gente insegura, es decir, culpable o simpatizante con el movimiento. Aunque también de otras que no hicieron nada malo. ¡Es tan complicada la situación!".

En una guerra, dirá, la conducta está por encima del razonamiento -"ya no valen literaturas"-, pero él alcanza a ver claro en el río revuelto: "Estoy por creer que las ferocidades mayores cometidas en esta hecatombe doble se debieron a estos cobardes que se camuflaban de revolucionarios o purificadores; de estos cucos y ventajistas de retaguardia. Conozco casos terribles de bajas venganzas cometidas por individuos ínfimos resentidos por las órdenes antiguas de un superior administrativo".

Moreno Villa estaba en Estados Unidos dando conferencias como enviado del Gobierno cuando se convirtió en el primer refugiado invitado oficialmente por México. Llegó en mayo de 1937. Allí se casó y tuvo un hijo, José Moreno Nieto. Fue él quien donó a la Residencia de Estudiantes el archivo que contenía el diario inédito. "Mi padre murió cuando yo tenía 14 años. No recuerdo que me hablara mucho de la guerra. Hablaba más de su infancia", dice por teléfono desde Friburgo, donde vive. Curiosamente, ahí había estudiado química José Moreno Villa. "Todavía se le recuerda más en México que en España", dice su hijo. Cosas de la mala memoria.

Tres genios antes de serlo

Poeta, narrador, artista y crítico de arte, José Moreno Villa rayó a gran altura en todo lo que hizo pese a no gozar de la popularidad de sus amigos más ilustres, para los que fue un precursor. Pasado el tiempo, Antonio Muñoz Molina lo convirtió en personaje de la novela La noche de los tiempos y José Ramón Fernández hizo lo propio en la obra de teatro La colmena científica o El café de Negrín, último premio Nacional de Literatura Dramática. Gran dibujante -"una exposición de dibujo español moderno sin Moreno Villa está coja", dice Juan Pérez de Ayala-, trazó una famosa caricatura de Lorca al piano y el autor de Yerma le dedicó un poema. Pero el tutor de la Resi trazó también grandes retratos con palabras, los consagrados, entre otros, a la tríada formada por Buñuel, Dalí y el propio Lorca: "Se sentían los gallitostriunfadores, aunque pasaban días sin blanca".

A Dalí nunca le perdonó sus coqueteos con Franco: "Melenudo, no muy limpio, enfrascado siempre en las lecturas de Freud", de vocación "indudable" y buen oficio, termina "en Estados Unidos dedicado a pasmar a los esnobs con sus extravagancias y payasadas". Buñuel, entretanto, terminó convirtiéndose en uno de sus íntimos en el exilio mexicano. Así, en un artículo de 1952 incluido en Memoria, matiza su visión del cineasta aragonés, al que había pintado en los años veinte, "un mocetón atlético, hijo de padres ricos" que saltaba con pértiga "semidesnudo". "No quedamos satisfechos de tales líneas ni él ni yo", dirá luego. De ahí que, admirador de su cine, lo defina como "una conjunción feliz entre lo tosco y lo fino. Un baturro no puede ser cursi".

FUENTE: EL PAÍS (Javier Rodríguez Marcos), 18 DICIEMBRE 2011

LOS SIETE DÍAS QUE HICIERON TEMBLAR LA TRANSICIÓN

Funeral por los abogados laboralistas asesinados en la calle Atocha (Foto: Marisa Flórez)

Martín Villa recuerda la semana de enero 1977 en que España estuvo al borde del abismo

"Solamente en aquellos días de enero vi seriamente amenazada la Transición”. Quien lo dice tiene sobrados argumentos para hacer tan rotunda afirmación. Es Rodolfo Martín Villa, ministro de Gobernación en 1977, quien entonces, hace ahora 35 años, hubo de hacer frente a una ofensiva criminal que colocó a la naciente democracia al borde del precipicio. A esa situación se llegó por la concatenación de episodios como los secuestros de Antonio María de Oriol y del general Emilio Villaescusa, el asesinato de los abogados laboralistas de la calle Atocha, la muerte del estudiante Arturo Ruiz por disparo de un ultraderechista y la muerte de la joven universitaria María Luz Nájera al ser alcanzada por un bote de humo de la policía antidisturbios. España iba de sobresalto en sobresalto tras los “cuarenta años de paz” de la propaganda de régimen franquista.

A sus 77 años, Martín Villa conserva una lucidez y una memoria prodigiosas. Recuerda nombres y fechas con precisión. Es un magnífico guía para recorrer de su mano aquellos intrincados —y delicados— acontecimientos. Ministro de Relaciones Sindicales en el primer Gobierno de la monarquía presidido por Carlos Arias Navarro, fue llamado de nuevo al Ejecutivo encabezado por Adolfo Suárez, quien le asignó una cartera “de primera”: nada más y nada menos que la de Gobernación. Así, con solo 42 años, se convirtió en personaje clave de la Transición.

“En ese primer Gobierno de Suárez se hicieron las grandes transformaciones que luego consagraría la Constitución”, afirma. Y el Ministerio de la Gobernación era un macrodepartamento del que dependían la seguridad pública, la política de la Administración local y la administración de las libertades ciudadanas (asociación, reunión y manifestación). Ese Ejecutivo, encabezado sorpresivamente por Suárez, estaba formado por personas que, excepto cuatro militares, no habían participado en la Guerra Civil, aunque muchos de ellos sí habían tenido puestos destacados en la dictadura del general Francisco Franco.

Lee el artículo entero en este enlace de EL PAÍS.

"ME SALVÉ ASIDO A UN TROZO DE PROA"

Ilustración de la voladura de La Mercedes durante el ataque inglés a la escuadra española en octubre de 1804
El relato de supervivientes permite reconstruir el combate de 1804 entre España e Inglaterra en el que se hundió el tesoro que recuperó Odyssey

Durante dos horas y cuarto, Pedro Afán de Ribera permaneció en el agua sobrecogido, aferrado a un trozo de la proa con el único brazo posible, el izquierdo, tras haber perdido el derecho en la explosión de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. El navío acababa de irse a pique con un tesoro de vidas (se salvaron apenas medio centenar de sus casi 300 tripulantes y pasajeros) y haciendas, incluido medio millón de monedas de oro y plata que dos siglos después extraería del fondo del mar una empresa de cazatesoros llamada Odyssey.

Pedro Afán de Ribera ignoraba aún que era el único oficial que había sobrevivido a la voladura de la fragata. Pero en esas horas aciagas del 5 de octubre de 1804, mientras continuaba el combate entre cuatro embarcaciones inglesas y la disminuida escuadra española frente al cabo de Santa María, a la altura de la costa del Algarve, cuando ya avistaban la sierra portuguesa de Monchique, el teniente de navío Pedro Afán de Ribera solo debió pensar que su vida se había acabado.

El ataque inglés le sorprendió en el castillo de la cubierta pasadas las 9.30. Un solo cañonazo. Certero. En la diana: el corazón de la santabárbara, el lugar donde se depositaba la pólvora del barco. La Mercedes voló por los aires sin que sus 34 cañones hubieran siquiera abierto fuego.

La cruda crónica de lo ocurrido fue firmada por el propio Pedro Afán de Ribera en una carta al rey Carlos IV, mediante la que solicitó un ascenso que le permitiese pasar sus últimos años con cierta dignidad tras el desastre que le había arruinado, física y económicamente. El documento, junto a los usados en este artículo, se conserva en el Archivo General de la Marina Álvaro de Bazán y es una de esas joyas testimoniales que ha salido a flote gracias al pleito entre España y Odyssey por la propiedad de La Mercedes.

Como en todas las tragedias, el azar había repartido cartas marcadas. Afán de Ribera, embarcado hasta entonces en otra fragata, recibió la orden de transbordar a La Mercedes para la travesía que zarpó de Perú con “caudales” de la Hacienda real y particulares. Godoy había recomendado fletar una flota de guerra al ministro de Marina, Domingo de Grandallana, en septiembre de 1802 dada la inseguridad en la navegación, con Inglaterra al acecho. Un sabio consejo, que resultaría insuficiente: los ingleses apresaron las fragatasFama, Clara y Medea y volaron La Mercedes.

“Solo tuvo la fortuna de salvarse milagrosamente el suplicante de la primera”, escribe el oficial Afán de Ribera, que relata su tragedia en tercera persona, “y como 48 hombres de la segunda, habiendo estado debajo del agua con parte de la artillería del castillo (cuyo puesto cubría) y otros fragmentos sobre sí (...) y después asiendo un trozo de la proa, se sostuvo sobre él como dos horas y cuarto, hasta que finalizado el combate, lo recogieron, habiendo padecido extraordinariamente, de cuyas resultas ha quedado cojo con parte del pie izquierdo menos, manco del brazo derecho por la clavícula, con un afecto al pecho continuado, y en general toda su máquina trastornada”.

El teniente suplica al monarca un ascenso a capitán de fragata para elevar su “retiro” y compensar la pérdida de sus ahorros (“se halla en una indigencia tal que le han cubierto las carnes sus compañeros de limosna”, se conduele) y un traslado a Montevideo por beneficiarle para sus achaques. Carlos IV accede a ambas peticiones el 23 de junio de 1805.

No fue el único testimonio de la batalla. Miguel de Zapiaín, a bordo de laFama, aportó una minuciosa reconstrucción. A las 6.30 los españoles habían divisado cuatro navíos ingleses y habían mantenido el rumbo “con una confianza que daba conocer la ninguna sospecha que tenía nuestro general de un rompimiento de guerra con la Inglaterra”. Pero a las 7.30 se toca a zafarrancho. Las fragatas inglesas se sitúan estratégicamente, a barlovento de las españolas, a una “distancia de algo menos de medio tiro de cañón” (unos 50 metros). “El comodoreinglés envió un oficial a bordo de la Medea, cinco minutos después tiró el mismo comodore un cañonazo con bala que pasó entre la Clara y La Mercedes, a los 15 minutos tiró otro cañonazo sin bala llamando según comprendimos a su bote”.

En ese tiempo, prosigue el relato, La Mercedes se había “sotaventeado bastante”, lo que hizo sospechar a los ingleses que pretendía huir. Poco después de las 9.30, tras el regreso del bote inglés a su fragata, los ingleses abrieron fuego. “La primera descarga nos hizo mucho daño (...) sin embargo ya habíamos contado con la primera descarga cuando de repente oímos una fuerte explosión. Creímos un instante que había sido la Medea, pero poco después conocimos que había sido La Mercedes”. No tardaron en arriarse las banderas españolas en dos fragatas. La tercera, Fama, trató de defenderse y huir a pesar de los daños y las bajas. “Seguimos el fuego esperando zafarnos de un enemigo bien superior a nosotros y de quien nos hubiéramos burlado si después de la rendición de nuestros buques no se hubiese destacado otra fragata inglesa que nos alcanzó a la hora y media”. Fama aún combatió hasta pasado el mediodía, cuando arrió la bandera y pudo contar sus bajas: 11 muertos, 40 heridos, cinco pies de agua en la bodega y timón y piezas auxiliares rotas. Un amargo anticipo de lo que aguardaba un año después: Trafalgar.

FUENTE: EL PAIS (Tereixa Constenla) 5 FEBRERO de 2012

LÍNEA DIRECTA CON LOS VASCOS DE HACE 15000 AÑOS

Cueva de Urdax
Un estudio sitúa a los habitantes de Baztan entre los linajes más antiguos de Europa. La investigación de un equipo de la UPV-EHU, que confirmaría que Europa se repobló desde aquí, será de utilidad en cuestiones de salud 

Un proyecto del Grupo Biomics de la UPV/EHU, dirigido por la doctora Marian Martínez de Pancorbo e integrado por investigadores especializados en diversas áreas de la genética, ha permitido, mediante el estudio del ADN mitocondrial de más de 200 habitantes de Baztan, establecer línea directa con los vascos de hace 15.000 años.

El estudio, que completa otros similares realizados con anterioridad en el valle vizcaíno de Arratia y en la comarca guipuzcoana de Goierri y que ha ganado en precisión gracias a los avances tecnológicos de los últimos años, sitúa a los habitantes de Baztan entre los linajes genéticos europeos más antiguos.

Sobre esa base, tiene dos interesantes derivadas: por una parte, todo parece indicar que volverá a confirmar la teoría que defiende que, tras la última gran glaciación, Europa se repobló desde la cornisa cantábrica; por otra, como subraya Martínez de Pancorbo, «esperamos que los resultados den bastante luz sobre cuestiones relacionadas con la salud y la enfermedad».

En los últimos años, se acumulan las evidencias que dan por buena la tesis planteada en los noventa por el genetista Antonio Torroni. El investigador italiano ponía en duda que tras la última gran glaciación el continente europeo se repoblara gracias a la llegada masiva de gentes procedentes de Oriente, que trajeron consigo conocimientos avanzados en materia de agricultura y domesticación de los animales.

Frente a esa propuesta, que hasta entonces parecía incuestionable, Torroni y su equipo comenzaron a sugerir que Europa continental, tras permanecer 10.000 años helada y volver a tener un clima que la hizo habitable, comenzó a recobrar vida gracias a las poblaciones que durante el denominado Último Máximo Glacial, que comenzó hace 20.000 años, lograron sobrevivir gracias a los refugios que encontraron en zonas como la Franco-Cantábrica -la nuestra-, y algunas áreas de Italia, los Balcanes y Ucrania.

Esa teoría, divulgada con éxito por genetistas como el británico Stephen Oppenheimer y
«bastante fundamentada» según Martínez de Pancorbo, implica admitir «que los que se desplazaron no fueron tanto las personas, sino los conocimientos y los avances en materia de agricultura y de domesticación de animales, y que quienes recolonizaron Europa fueron los que ya estaban asentados allí», y pasaron los miles de años del Último Máximo Glaciar refugiados, al igual que los animales de los cuales dependía su supervivencia, en las zonas donde el clima era más benigno.

El aislamiento, una ventaja
Son muy numerosas las investigaciones que sustentan esa teoría, y lo que busca el Grupo Biomics es «ver, estudiando las poblaciones actuales, qué linajes genéticos coinciden con la ola neolítica y ver cómo se difunden». Para esos fines, Baztan ha resultado un campo de pruebas privilegiado.

Por una parte, en sus trabajos previos habían comprobado que algunos tipos de linajes genéticos aparecían en el valle navarro con mayor frecuencia que en otras zonas, y «por esa razón elegimos hacer un estudio más extenso centrado en esa región». Por otra, «en zonas más aisladas es más fácil detectar esos linajes antiguos», y también en ese sentido Baztan se presentaba como la opción más idónea, porque tiene «una población asentada desde hace mucho tiempo, muy bien datada y con pocos aportes externos, que se ha mantenido más o menos aislada genéticamente». En ese sentido, Baztan sería una especie de «registro de los linajes genéticos de aquel refugio».

Esas circunstancias, que no se producen en el resto de los refugios europeos «que han recibido más aportes», también pueden encontrarse «en otras zonas del País Vasco y Navarra, por eso la población vasca es tan interesante y despierta tanto interés». Marian Martínez de Pancorbo reconoce, no obstante, que el tiempo corre en contra de este tipo de trabajos, porque esas condiciones tan ventajosas «se han mantenido y se mantienen, pero están cambiando rápidamente y dentro de 20 años va a ser muy difícil» obtener muestras tan genuinas.

Por fortuna, las que ya se han obtenido se conservan, y además se les puede sacar cada vez más partido: «Las técnicas han avanzado mucho. En linaje materno, que es el que nosotros estudiamos, son unas 15.000 bases del genoma mitocondrial. Cuando trabajábamos con las muestras de Arratia y Goierri, hace doce o catorce años, solo podíamos estudiar unas 500 bases. Ahora acabamos de recibir un equipamiento que nos permite estudiar las 15.000 bases completas». La diferencia es muy notable.

Los mejor adaptados
Los resultados, no obstante, se harán esperar y no se prevé que sean concluyentes. Los relativos al trabajo realizado en Baztan, que en muestra de agradecimiento a los habitantes del valle se presentaron el 19 de enero en Elizondo, permiten anticipar «conclusiones muy preliminares, y algunas que después no se sostendrán, porque para avanzar más necesitaríamos 3.000 o 4.000 muestras en lugar de 300 ó 400».

Por preliminares que sean las conclusiones, les han permitido encontrar entre los baztaneses linajes genéticos que se remontan a hace 8.000, 10.000 e incluso 15.000 años. «Cuando esos linajes se miran en el resto de Europa -dice Martínez de Pancorbo-, es como ver un mapa que aquí tiene un gran foco rojo que se va diluyendo a medida que la población se fue extendiendo y recibiendo otros aportes».

El estudio puede tener utilidad en el campo de la salud, ya que «los linajes que se han ido quedando son los que mejor se han ido adaptando a las condiciones». Teniendo en cuenta, además, «que las mitocondrias juegan un papel fundamental en la adaptación», los datos procedentes «de una población muy bien adaptada y asentada durante un tiempo muy largo» pueden abrir interesantes vías de trabajo.

No obstante, como los factores ambientales y el estilo de vida tienen mucha incidencia en las cuestiones relacionadas con la salud y con la enfermedad, también estudian a la población de la diáspora vasca en América para ver qué sucede «con la misma población viviendo en lugares y condiciones diferentes». Y, en colaboración con arqueólogos y prehistoriadores, seguirán buscando y analizando restos humanos «para ver si los genomas mitocondriales de los linajes de hace 4.000 o 6.000 años están en consonancia con lo que vamos encontrando». Es decir, que los cálculos que permiten afirmar que un linaje se remonta a hace 10.000 o 15.000 años coinciden con la realidad. «Con lo que vamos encontrando y por lo que vamos viendo, coinciden», afirma Martínez de Pancorbo pero, de momento, la constancia se remonta 'solo' a unos 6.000 años. «Nos gustaría tener la evidencia física de restos de hace 12.000 o 15.000 años para poder estudiarlos y comprobar si hay una continuidad». Es complicado, pero siguen buscando.

FUENTE: DIARIO VASCO (Nerea Aurmendi) 19 FEBRERO 2012