LA PENÚLTIMA CAMPAÑA DE LAS GUERRAS NAPOLEÓNICAS (I). UNA REFLEXIÓN SOBRE LA HISTORIA DE LA CONMEMORACIÓN DE UN CENTENARIO. DONOSTIA, 1813-2013 (Carlos Rilova)

Hoy comenzamos en este correo de la Historia, que ya ha cumplido su primer año, una serie de artículos que llegarán hasta el 9 de septiembre. Todos ellos tendrán un mismo denominador común: estarán dedicados a reconstruir los hechos históricos que tuvieron lugar, fundamentalmente, en territorio alavés y guipuzcoano hace ahora doscientos años, y tratarán de ofrecer información inédita, y de primera mano, sobre ellos.

La retirada hacia Francia a finales de 1813. Ilustración de Job para el "Napoléon" de Georges Montorgueil. Ejemplar de La colección Reding

Ese objetivo es producto tanto de la mera inercia del trabajo del historiador -se supone que eso, precisamente, es lo que debe de hacer-, como del preocupante horizonte que plantea el modo en el que, según los indicios disponibles, se ha decidido conmemorar alguno de los principales hechos históricos de esa penúltima campaña de las guerras napoleónicas liderada nada más, y tampoco nada menos, que por el general que acabará con Napoleón en Waterloo: sir Arthur Wellesley, desde 1809 conocido como Lord Wellington.

Para mí, quizás, habría sido más fácil pasar por alto un hecho fundamental. A saber: que hoy mismo todo apunta a que, si no hacemos algo para remediarlo, la conmemoración de esos hechos históricos no dejará un relato históricamente válido.

Sólo para centrarnos en un único caso, el  título oficial de la conmemoración dirigida desde el Ayuntamiento de San Sebastián, y el enfoque de la misma, resultan terriblemente reduccionistas, localistas -un fallo que comparte con el otro gran hito de este bicentenario, la batalla de Vitoria- y, por lo tanto, terriblemente empobrecedores de ese relato histórico que, se supone, sería precisamente lo que deberían generar este tipo de conmemoraciones.

El título oficial de ese evento es “Bicentenario 1813-2013. 200 años construyendo San Sebastián”. Una afirmación excesivamente neutra, incluso aparentemente cándida vista desde el punto de vista del historiador -que algo, se supone, podrá decir respecto a algo que, se supone, es una conmemoraciónhistórica- y que no mejora mucho con la explicación que da el programa oficial del Ayuntamiento de San Sebastián, donde se señala, literalmente, que lo que se pretende conmemorar es “la quema, destrucción y reconstrucción de Donostia/San Sebastián”. A lo que sólo se añade, para contextualizar ese hecho histórico, que dicha “quema, destrucción y reconstrucción” fue producto de “un trágico episodio de las Guerras Napoleónicas” perpetrado por tropas aliadas anglo-portuguesas…

Si seguimos leyendo dicho programa descubriremos que, básicamente, se pretende dar a conocer ese hecho, pero en ningún momento se habla de aprovechar esta fecha redonda para realizar la trabajosa -y necesaria- tarea de reconstruir aquellos hechos, ahondando en el conocimiento histórico de los mismos.
Así las cosas, a fecha de hoy, y ya sólo con ese punto de partida, entramos en un discurso histórico que, voluntariamente o no, deforma, y aliena, el recuerdo de esos acontecimientos. Para empezar se aísla ese hecho,“la quema, destrucción y reconstrucción de Donostia/San Sebastián”, del contexto histórico que lo generó.

Es decir, de una importante campaña militar que, como nos indica la obra clásica de José Gómez de Arteche, comienza el 26 de mayo de 1813 en Salamanca, donde se inicia una decidida marcha hacia el Norte con hitos como Osma, San Millán, Subijana… que culmina en la batalla de Vitoria el 21 de junio de 1813 y se remata -en territorio peninsular, ya que la última batalla se libra en Tolouse en abril de 1814- con la de San Marcial el mismo 31 de agosto en el que San Sebastián es tomada por las citadas tropas anglo-portuguesas. Algo que sólo se logra después de vencer la obstinada resistencia del general Rey, mantenida durante dos meses, y que hará pagar a esas tropas anglo-portuguesas un altísimo saldo de bajas, que superan los dos mil efectivos muertos ante la brecha por la que San Sebastián es tomada al asalto para desalojar a las tropas napoleónicas acantonadas en ella.

Se nos priva así de saber que la ciudad es un punto clave, estratégicamente hablando, en dicha campaña de la que depende en esos momentos el destino de toda Europa. El mismo que se está jugando sobre una mesa de negociaciones en Dresde, donde el emperador Napoleón se esfuerza por ocultar la derrota de Vitoria y la pérdida, ya casi definitiva, de toda la Península, a excepción de Pamplona y Cataluña.


Se nos priva así también con ese enfoque reduccionista de saber que el objetivo inicial de esas tropas organizadas para batir a los restos de la “Grande Armée” napoleónica en Portugal y España, era hacerse con un recurso estratégico de primer orden, fundamental para que el ejército aliado de España, Portugal y Gran Bretaña no sufriera un descalabro quizás definitivo. También se nos priva así de considerar que el fin oficial y declarado de ese ejército aliado -dejando aparte, de momento, desmanes aún por esclarecer- era, tal y como lo esperaban sus habitantes, liberar una ciudad invadida, tomada por un golpe de mano desde el año 1807, del mismo modo que, de acuerdo al designio de Napoleón para apoderarse de España sin disparar un sólo tiro, se toman otras plazas fuertes y depósitos militares estratégicos de esa monarquía.

Una ciudad, San Sebastián, que, partidarios de la causa bonapartista aparte -caso, por sólo citar un ejemplo, de José María Soroa, que, a la sombra de las bayonetas francesas, actúa como un verdadero tirano-, vive en una incómoda y tensa situación con un ejército de invasión que se mantiene, básicamente, esquilmando la Hacienda pública de esa ciudad como la del resto de las poblaciones de tránsito de la “Grande Armée” napoleónica.

Es éste un panorama nada alentador y que, a medida que nos acercamos a la recta final de esa conmemoración, quedaría reforzado -incluso se podría decir que definitivamente sellado- por la ausencia para el recuerdo, para el Futuro, de algo que explique realmente la Historia -no el Mito, ni la Leyenda o leyendas, o las omisiones deliberadas o no- de aquellos acontecimientos con el nivel y la calidad de las obras que vieron la luz en el año 1963. El año en el que se cumplió el 150 aniversario de esa que, con toda corrección histórica, podríamos llamar la batalla de San Sebastián, pues, salvando ciertas distancias, responde, en sus características básicas, a un esquema muy similar, por ejemplo, al de una de las más vastas operaciones de la Segunda Guerra Mundial. Es decir, la lucha por el control estratégico de la ciudad de Stalingrado por medio de un férreo asedio entre agosto de 1942 y febrero de 1943, que actualmente se conoce, precisamente, como “batalla de Stalingrado”.

Se han invertido cantidades notables en organizar multitud de pequeños actos para recordar esos hechos de esta penúltima campaña de las guerras napoleónicas en el País Vasco a través de esa conmemoración histórica -“Bicentenario 1813-2013. 200 años construyendo San Sebastián”- tan mal enfocada desde el punto de vista del historiador. Unos han sido populares -como el Carnaval de este 2013-, otros más académicos, como visitas guiadas, ciclos de conferencias, algún que otro curso de verano y un largo etcétera que ha abrumado, o aún va a abrumar, la agenda de los donostiarras y los turistas que han visitado, o visitarán, la ciudad.

Sin embargo, pese a esa nutrida agenda, un historiador no podría -de hecho, no debería- cerrar los ojos ante el hecho, fundamental, de que no hay, de momento, ni un sólo libro de Historia similar a esa “Historia de la reconstrucción de San Sebastián” firmada en 1963 por el profesor Miguel Artola, que nos explique, correcta y documentadamente, de qué circunstancias históricas reales sale esa “quema, destrucción y reconstrucción de Donostia/San Sebastián”.

Desde luego incógnitas en torno a la destrucción de la ciudad -según los indicios documentales disponibles, sistemática, y probablemente intencionada- no parecen, a fecha de hoy, ir a quedar resueltas -ni investigadas- en una monografía similar a la escrita por Artola por lo que se ha puesto hasta ahora al alcance de los lectores a raíz de esta conmemoración. La misma que parece pretender reducir unos hechos diversos y complejos únicamente a “la quema, destrucción y reconstrucción de Donostia/San Sebastián”, aislando todo eso del resto de acontecimientos históricos de los que fue el sobrecogedor producto final.

La aportación de información documental completamente inédita sobre ese asunto, ha sido, hasta este momento, poco más que irrelevante y no ha servido, desde luego, para esclarecer los hechos del incendio de ese mismo 31 de agosto de 1813, ni para situar esos hechos de armas claves en el desarrollo de la fase final de las guerras napoleónicas que se luchan, casi simultáneamente, en Vitoria o San Marcial, sí, pero también en Lützen y Bautzen, donde Napoleón aún cree posible derrotar la coalición de potencias -Rusia, Prusia, Portugal, Suecia, Gran Bretaña, España…- que lo van acorralando, poco a poco, en el hexágono francés, obligándole a retroceder a sus fronteras anteriores incluso a las guerras revolucionarias.

En ese panorama tan desolador para el historiador y para los que quieren leer Historia, ha habido, en el caso de San Sebastián, además, reclamaciones verdaderamente estrambóticas por parte de algunos colectivos y asociaciones culturales acerca de la necesidad de una mayor investigación sobre esos hechos.

Algo verdaderamente chocante teniendo en cuenta que algunos productos de esa conmemoración, avalados por dichas asociaciones -y, lo que es más preocupante, financiados con dinero público-, han ignorado -sistemáticamente- las más recientes aportaciones historiográficas sobre ese tema. Como podría ser el caso -por sólo citar los ejemplos que mejor conozco- del artículo “Cuatro años de traición” -firmado por el que estas líneas escribe-, donde se aclaraba, con documentos a la vista, hasta dónde había llegado realmente la supuesta inquina de la Corona española contra algunos de sus súbditos guipuzcoanos por el conato secesionista de adhesión a la república francesa de 1789 que promovieron en 1794, al amparo de las tropas de esa Convención.



Un tema que quedaba oficialmente olvidado por un perdón real fechado en el año de 1798, dejando esa cuestión zanjada y el camino abierto a los antiguos traidores -vistos así desde la óptica de la Corona española- para redimirse, a partir de 1808, alistándose bajo las banderas españolas que combaten a un Napoleón igualmente antipático para esos antiguos revolucionarios, como los Echave Asu y Romero, -que lo ven como un traidor a los ideales de 1794- y, también, para acérrimos absolutistas.

Igualmente quienes tal afán investigador piden ahora, casi al final del bicentenario de esa que, por exactitud histórica, deberíamos acostumbrarnos a llamar la batalla de San Sebastián, parecen ignorarlo todo sobre las recientes biografías del general Gabriel de Mendizabal -también firmadas por el que estas líneas escribe- publicadas en la Enciclopedia vasca de referencia -Auñamendi- y en el Boletín de Estudios Históricos sobre San Sebastián, basadas, principalmente, en documentación inédita del Archivo Histórico Nacional y del Archivo Militar de Segovia.

Una circunstancia, como decía, chocante, teniendo en cuenta que dichas asociaciones reclamantes de “investigación histórica”, y lo que ellas pretenden dejar como relato histórico homologado -¿quizás definitivo?- de esos acontecimientos de 1813, otorgan al general guipuzcoano Gabriel de Mendizabal un papel de benefactor, casi mesiánico, de un entonces inexistente “pueblo vasco”-si acaso todo lo más vascongado, según la denominación de la época-.

Algo bastante difícil de atribuir -ese papel de benefactor casi mesiánico de ese supuesto pueblo vasco independentista- a un militar profesional al servicio de la Corona española desde sus veinte años en regimientos como el África, en el que se fogueará combatiendo contra los habitantes del Norte de ese continente. Los mismos que no ven precisamente con buenos ojos la presencia de plazas fuertes del imperio español en lo que consideran -en buena lógica- su territorio. Eso hasta que el futuro general nativo de Bergara es destinado a los frentes catalán y vasco en 1794, para combatir a los secesionistas guipuzcoanos que, en esas mismas fechas, pasan a sangre y fuego poblaciones como Ondarroa y Eibar por negarse a secundar su proyecto de separación de la corona española…

Brillan por su ausencia también -pese a tales reclamaciones de investigación tan gratuitas que, por lo que se ve, sólo ocultan ignorancia de la que ya se ha realizado- nuevos estudios y sondeos de archivos a fondo sobre figuras como la del general Castaños, que ha sido convertido en el eje de gran parte de la actualmente estéril -para la Historia- controversia en torno a quién dio realmente las órdenes de incendiar San Sebastián en 1813.

Así por ejemplo, ninguna publicación de las realizadas hasta hoy en el marco de este bicentenario en torno a esa cuestión -que se ha convertido casi en el eje único, obsesivo, de la conmemoración de esos hechos históricos de 1813- ha analizado seriamente la correspondencia inédita de Francisco Xavier de Castaños -ese general español de origen vasco- en el momento en el que entra en territorio guipuzcoano en junio de 1813 y se pone en relación con las autoridades locales.

Tampoco parece que se haya revisado su larga hoja de servicios, depositada como muchas otras en el Archivo General Militar de Segovia, o, siquiera, que se hayan sacado conclusiones acerca de su forzada obediencia debida a la Regencia de Cádiz. La misma disciplina militar que le obliga a él, un reaccionario, un partidario del Absolutismo al menos hasta la muerte de Fernando VII en 1833, a proclamar la constitución de 1812 en territorio guipuzcoano, pese a odiar cordialmente esas novedades políticas de corte revolucionario. Una ideología reaccionara que, por cierto, compartía con los oficiales al mando en el asedio de San Sebastián en 1813, el general escocés Thomas Graham  y  Lord Wellington, sirviendo de base a una estrecha amistad con este último. Tal y como lo señalaba, por ejemplo, alguna prensa británica del momento que, por lo visto, tampoco se ha investigado por esas asociaciones que ahora reclaman más investigación.

Ese poco optimista panorama en el que, según todos los indicios, una politización de hechos históricos a la que no se ha querido o sabido poner coto -a causa de querer dar voz a todas las opiniones, sin mirar si dichas opiniones cumplían con un mínimo de requisitos de seriedad científica, historiográfica…-, nos conduce, al menos de momento, a esa ausencia de libros de Historia a la altura del ya mencionado que firmaba Artola en 1963.

Esa carencia de verdaderos libros de Historia sobre hechos como aquella luctuosa batalla de San Sebastián, parte capital de esa penúltima campaña de las guerras napoleónicas, es lo que se tratará de subsanar a lo largo de esta serie de artículos que empieza hoy y seguirá el próximo lunes con una reseña sobre la batalla de Vitoria. La misma que empieza a cambiar el curso de la guerra en Portugal y España y, de hecho, el de esta penúltima campaña que conduce, directamente, a la abdicación del que ha sido el árbitro -y el tirano- de Europa desde el año 1800 en adelante -Napoleón Bonaparte- en la, para él, aciaga primavera de 1814.

Detalle de la retirada hacia Francia a finales de 1813. Ilustración de Job para el "Napoléon" de Georges Montorgueil. Ejemplar de La colección Reding


Tengan listas pues las memorias de sus Kindle, sus Papyre, sus Ipad… porque, tal vez, no tengan otra oportunidad para reunir un conocimiento histórico sistemático contrastado y correctamente documentado sobre hechos históricos que aún siguen pesando, y mucho, en nuestro presente y, en cualquier caso, son un patrimonio cultural que nos pertenece y no deberíamos permitir que se perdiera, cayera en el olvido o fuera deformado hasta lo ridículo, hasta hacerlo simplemente absurdo, que es casi lo mismo que perderlo, que es casi lo mismo que olvidarlo…


FUENTE: DIARIO VASCO (Carlos Rilova) 17 JUNIO 2013 

LA GENERALITAT ORGANIZA UN SIMPOSIO TITULADO "ESPAÑA CONTRA CATALUÑA"

Acto institucional con motivo de la Diada de Cataluña de 2010. / TEJEDERAS

El Centro de Historia Contemporánea de Cataluña, que depende del Departamento de Presidencia de la Generalitat, ha organizado para el 12, 13 y 14 de diciembre un simposio bajo el elocuente título España contra Cataluña: una mirada histórica (1714-2014), que ha suscitado críticas de historiadores al considerar que parte de una visión sesgada. El simposio se inscribe en los fastos que está organizando de forma minuciosa el Gobierno catalán para conmemorar el próximo año el 300 aniversario de 1714, en el que se produjo la caída de Barcelona a manos de las tropas de Felipe V, con la aspiración de que culmine en la consulta soberanista.

La primera circular del programa de las jornadas establece que su objetivo es analizar de forma transversal la acción política “casi siempre represiva” del Estado español hacia Cataluña y que los ponentes tratarán las condiciones de “opresión nacional que ha sufrido el pueblo catalán a lo largo de estos siglos”. El simposio se divide en cuatro bloques temáticos que repasarán la relación entre España y Cataluña a lo largo de 300 años. El primero versará sobre la represión institucional política y administrativa; el segundo, sobre la represión económica y social; el tercero, sobre la represión cultural y lingüística, y el último tratará sobre el exilio. Las conferencias las dictarán profesores de Historia y de Economía de las Universidades catalanas.

Los fastos para conmemorar 1714 se han convertido en uno de los ejes del mandato de Artur Mas. La conmemoración se iniciará durante la próxima Diada con la inauguración del antiguo mercado del Born, conocido en círculos nacionalistas como zona cero de Cataluña, donde se encontraron restos de casas arrasadas por las tropas borbónicas. Durante la solemne presentación de los fastos, en abril pasado, el propio Mas defendió que la efeméride es una oportunidad histórica para difundir la reivindicación soberanista en el extranjero e instó a los ciudadanos a pasar de tener “sentido de país” a “sentido de Estado”. Tras decir que la celebración no pretende ir “contra nadie”, apuntó: “Dicen que la historia la escriben los vencedores. Pues convirtámonos nosotros esta vez en vencedores no con nuestras mejores armas sino con nuestras mejores cartas: democracia, espíritu pacífico y anhelo de libertad”. En su discurso, 

Mas afirmó que la relación entre Cataluña y España en estos 300 años ha sido de “conflicto permanente” y criticó la cultura “castellana y española de imposición” frente a la voluntad “pactista” de los catalanes.
Las ponencias tienen títulos tan llamativos como La apoteosis del expolio: siglo XXI, que será dictada por Núria Bosch, catedrática de Economía Pública de la Universidad de Barcelona y exasesora del Gobierno tripartito. O España contra el País Valenciano, realizada por Antoni Furió, catedrático de Historia Medieval de Valencia. Joaquim Nadal, exconsejero socialista con José Montilla, y catedrático de Historia, pronunciará la conferencia El catastro: el arranque del expolio económico: siglo XVIII. O la conferencia La falsificación de la historia,de Francesc Roca, profesor de Política Económica de la Universidad de Barcelona. La lección inaugural, titulada España y Cataluña, 300 años de conflicto político, ha sido encargada a Josep Fontana, catedrático emérito de la Pompeu Fabra, y clausurará las jornadas Salvador Cardús, catedrático de Ciencia Política de la Autónoma, con la conferencia La humillación como desencadenante de la eclosión independentista.

Jaume Sobrequés, director del Centro de Historia Contemporánea, exdiputado socialista y ya desvinculado de ese partido, defendió ayer la concepción de las jornadas al asegurar que se habían organizado con un absoluto “rigor científico y académico”. “El título España contra Cataluña: una mirada histórica es genérico. Al término de la Guerra de Secesión de 1714, se genera una unidad política con un solo Rey que abolió las instituciones de Cataluña, Valencia, Aragón... Y es entonces cuando empieza esa represión”. Sobrequés negó que el punto de salida sea ya claramente partidista y se basó en este argumento: “La defensa de Cataluña no puede serlo porque nos afecta a todos. La historia no es una ciencia aséptica ni tampoco lo somos los historiadores. Se puede partir de un compromiso”.

A su juicio, el enfoque de la represión que supuestamente ha sufrido Cataluña en estos últimos 300 años por parte de los sucesivos Gobiernos o regímenes de España está más que justificado. “Es que es una óptica científica. Es una realidad rigurosa que se analizará con todos los matices. No existe la menor duda de que ha existido un expolio ¿O es que no lo hay ahora? O la represión derogando instituciones, persiguiendo la cultura catalana o la lengua hasta ahora mismo con la ley Wert”, dijo, en referencia al proyecto impulsado por el ministro de Educación y criticado por todas las fuerzas políticas catalanas —salvo el PP y Ciutadans— por intentar acabar con la inmersión lingüística.

Sobrequés agregó que han querido incluir una ponencia sobre España contra el País Valenciano por la represión que sufrieron sus ciudadanos desde la derogación de la Generalitat por Felipe V, la prohibición de su idioma o la persecución durante el franquismo. El simposio se celebrará en el InstitutdÉstudis Catalans y está previsto que asistan un centenar largo de historiadores. Todos son catalanes o valencianos. “Los catalanes son los que han estudiado con más rigor estos temas. Y los que hemos invitado son los mejores”, señaló. “Todos los participantes son doctores y profesores de Historia. Es de un españolismo recalcitrante que se descalifique a los ponentes”. Y acabó asegurando que Francesc Homs, portavoz del Gobierno catalán, del que depende orgánicamente, no le había dado consigna alguna. “La responsabilidad es mía. Tanto en el mérito como en el demérito. Y es más: Homs ni siquiera ha sido informado”.

La inauguración de los fastos de 1714 se celebrará en esta Diada en el reformado Mercat del Born, donde hace años se hallaron restos de unas casas arrasadas por la Guerra de Secesión cuando se estaba construyendo una biblioteca. Las obras han durado un decenio. La idea del Ejecutivo catalán es que el recinto disponga de un mástil de 1.714 centímetros, jugando con las cifras de la fecha histórica, para que ondee la senyera todo el año. El Gobierno catalán invertirá un millón de euros en el evento. El simposio de los historiadores cuenta con un presupuesto de 8.000 euros.


FUENTE: EL PAÍS (Àngels Piñols) 7 JUNIO 2013

EL GRUPO VASCO EN EL CONGRESO RECLAMARÁ LOS PAPELES DE SALAMANCA QUE FALTAN POR ENTREGAR AL PNV

El portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha anunciado que su grupo va a llevar ante la Camara baja la reclamación de los 81 legajos de la formación nacionalista que faltan por entregar por parte el Centro Documental de Memoria Histórica.

"A pesar de que la mayoría de los documentos han llegado, no han llegado todos los documentos aprobados por la comisión técnica Gobierno Vasco-Gobierno español y solicitados por el PNV", ha denunciado el portavoz jeltzale' en el Congreso de los Diputados. En este sentido, los peneuvistas reclaman un total de 81 legajos que ya pidieron a finales de julio de 2011 al Centro Documental de Memoria Histórica.

El diputado Esteban considera que el cambio de Gobierno ha podido retrasar la entrega de esos documentos, aunque critica que el Ejecutivo de Mariano Rajoy "no se haya pronunciado al respecto".

Por ello, el Grupo Vasco va a pasar de la vía discreta, "que hasta ahora no ha funcionado" según Esteban, a la vía política a través de una pregunta parlamentaria en Pleno. "Si no da fruto, tampoco descarto que se pueda presenta una iniciativa en formato de proposición no de ley para que se produzca esta devolución".
Esteban ha anunciado esta medida durante la presentación del XX aniversario del Archivo del Nacionalismo Vasco donde darán a conocer los 15.000 documentos, repartidos en 232 carpetas, devueltos al PNV en 2011 por el Gobierno español y conocidos como los " papeles de Salamanca ".

Según el coordinador del Archivo del Nacionalismo Vasco, Eduardo Jauregi, los documentos devueltos por el Estado datan desde 1903 y llegan hasta mayo de 1937. "El grueso de la documentación se corresponde con los años 30". Se trata de la documentación generada por el nacionalismo vasco para la organización de las Asambleas Nacionales, por la diputación, las primeras actuaciones de los Consejos Regionales del PNV y del Euzkadi Buru Batzar (EBB).

Entre los documentos se han encontrado registros de contabilidad, hacienda, actas de reuniones, correspondencia con batzokis, juntas municipales, listas de afiliados, etc.

Jauregi ha anunciado que los papeles de Salamanca ' se reintegran finalmente con el resto de los documentos que forman parte del archivo del PNV y todos estos originales "ya están a disposición de los investigadores, sí como para los particulares que quieran consultarlos a través de Internet".

Por su parte, el presidente de Sabino Arana Fundazioa, Juan María Atutxa, ha indicado que los documentos han pasado a manos del Archivo del Nacionalismo Vasco "no para reprimir, no para juzgar, sino para hacer luz y comprender el pasado. Para dar cuenta de la labor realizada por el nacionalismo vasco durante décadas y hacer descargo de lo actuado".

Atutxa ha explicado que lo papeles "fueron redactados para dar cuenta del proceder administrativo del PNV" y que fueron incautados por el bando franquista durante la Guerra Civil "para informase de los antecedentes políticos de los militantes nacionalistas y proceder así contra ellos".

Con el tiempo, los papeles de Salamanca se convirtieron en "uno de los símbolos de las reivindicaciones de los que no querían hacer de la guerra y de la dictadura borrón y cuenta nueva", asegura Atutxa. "Finalmente los documentos han sido entregados a sus legítimos propietarios, en nuestro caso, al Partido Nacionalista Vasco", ha dicho para concluir.


DIARIO VASCO, 6 JUNIO 2013

HALLADA UNA LÁPIDA QUE ALUDE A POBLACIONES DE VASCONES CENSADAS POR ROMA

La inscripción funeraria era conocida y su existencia, corroborada pero su rastro se había perdido misteriosamente. Era la lápida funeraria del tribuno romano Cayo Mocconio Vero, fechada, según los historiadores, entre los siglos I y II después de Cristo donde, entre los hechos grabados en su inscripción fúnebre para loar la vida y obra del fallecido, se menciona que fue él quien llevó a cabo el censo de 24 poblaciones de vascones y várdulos.

La lápida ha sido encontrada por el equipo del colectivo Euskara Jendea durante el proceso de investigación para la elaboración de un documental en seis entregas, coproducido por Ibaizabal-Mendebalde y Zenbat Gara, que rastrea a lo largo de seis capítulos la historia y evolución del euskera y el pueblo vasco.

La lápida se encontraba durmiendo el sueño de los justos en los almacenes del museo del Louvre parisino donde, tras diversas indagaciones, dio con ella el equipo del documental. Para Mertxe Urteaga, directora del Museo Romano Oiasso de Irun, que interviene en el documental y trabaja para el préstamo del hallazgo al museo irundarra, «haciendo arqueología de la arqueología, han dado con el elemento material, físico y real que testimonia y permite constatar que vascones y várdulos estaban perfectamente integrados en la estructura del Imperio Romano porque sus habitantes fueron censados como el resto de las poblaciones del imperio».

Senda inédita

El dato pone de manifiesto que la integración de los vascones en el tejido administrativo del imperio romano era relevante desde el momento en que Roma se tomaba la molestia de actualizar y tener al día un control administrativo, fiscal y militar de la zona del imperio ubicada al sur de los Pirineos.

Para Urteaga, el hallazgo ha permitido abrir una nueva senda inédita que puede culminar con la presencia de la lápida en el museo Oiasso, una vez tramitada y cursada la petición correspondiente al museo galo por el centro irundarra.

El recuento de poblaciones del tribuno coincide con los escritos de geógrafos de la época y posteriores, como Ptolomeo, que también dejó constancia de la existencia a dichos efectos administrativos de 16 poblaciones de vascones y 8 de várdulos, como se denominaba a los habitantes de una amplia zona geográfica que cubría, en términos actuales, de Iparralde, Navarra y Aragón hasta la actual Cantabria.

Para Lutxo Egia, integrante de Euskara Jendea, la existencia de ese censo de vascones como parte del Imperio Romano corrobora y «viene a romper un mito acerca de la idea de que el euskera ha sobrevivido porque ha vivido aislado cuando esto viene a demostrar que, históricamente, no ha sido así».

Urteaga, a su vez, recordó que la elaboración de censos territoriales a cargo de Roma buscaba recoger 
«información de los ciudadanos del imperio, bien para recaudar impuestos, censar familias o reclutar soldados para el ejército», explicó ayer la arqueóloga y directora del Museo Romano Oiasso. Conocer la razón por la que Mocconio se tomó la molestia será complicado, pero según Urteaga, lo más interesante es el número de ciudades censadas: «La Guía Geográfica de Ptolomeo (100-170 d. de C.) también recogía la existencia de esas 24 ciudades».

No está claro con exactitud cuándo murió Mocconio pero sí que rondaba los 36 años de edad y que la VII Legión Gemina romana desplazada a Hispania de la que fue tribuno tenía su base de operaciones en la actual León. «Esto demuestra que los vascos, como otros pueblos, no estuvieron apartados sino que estuvieron dentro y bajo el dominio directo del apropio Imperio Romano», concluyó Lutxo Egia.


FUENTE: DIARIO VASCO (Arturo García) 4 junio 2013