EL "AFFAIRE" DE LA MEZQUITA DE CÓRDOBA (Eduardo Manzano)

La polémica sobre la Mezquita de Córdoba no tiene otro responsable que el Obispado de esa ciudad, cuyas decisiones unilaterales y el desprecio hacia el significado del monumento han creado una fractura creciente allí donde existía un consenso social mayoritario. Ese consenso se rompe en marzo de 2006, cuando la Diócesis inmatricula la mezquita como propiedad privada, a pesar de ser Monumento Nacional desde 1882 y Patrimonio de la Humanidad desde 1984. La base jurídica de esta inmatriculación es muy endeble, pues la orden dada en 1236 por el rey Fernando III para que la mezquita fuera convertida en iglesia, no puede considerarse una donación regia, sino la cesión de un derecho de uso.

La triquiñuela jurídica se ha ejercido sobre una joya del patrimonio histórico español, a cuyo mantenimiento las Administraciones públicas han destinado más de ocho millones de euros. Un mínimo de lealtad institucional hubiera exigido informar a esas Administraciones de lo que se pretendía hacer. Un mínimo de diligencia por parte de la Abogacía del Estado podría desmontar los argumentos jurídicos. Aún estamos a tiempo para ello.

Como propietaria del edificio, la diócesis de Córdoba puede actuar en él de mil maneras. Lo ha empezado a hacer ya. Ha forzado recientemente, por ejemplo, el disparate que supone modificar una de las puertas de acceso para permitir la salida de pasos en Semana Santa, contando ahora con el permiso de la Junta de Andalucía, que previamente lo había denegado y que ha dado muestras así, una vez más, de lo incoherente de su política patrimonial en los últimos años. El cabildo ha realizado actuaciones arquitectónicas tan discutibles como la construcción de cuartos de baño junto al mihrab de Al-Hakam II, y a todo esto se siguen postergando obras cuya resolución empieza a ser urgente en lugares como la cúpula de la maqsura.

A la apropiación material del edificio se le ha unido el secuestro de su memoria. La Mezquita de Córdoba ha pasado de ser un edificio que encierra un conocimiento de primera mano sobre la historia de al-Ándalus, a ser una herramienta de iniciación para catecúmenos. En los folletos que reciben los visitantes aflora un discurso ramplón y exclusivista, carente de consideración hacia los valores históricos y culturales que encierra el monumento y que incluso minimiza la influencia de su poderosa concepción artística. Al obispado de Córdoba sólo le obsesiona demostrar que antes de que allí existiera una mezquita se había levantado una basílica algo discutible con la evidencia arqueológica en la mano y que han sido sólo sus desvelos los que han permitido que el edificio siga en pie —algo aún más discutible—. Inútil pedir que se traduzcan las inscripciones árabes que adornan el edificio; inútil que el visitante pueda tener una visión siquiera aproximada del ritual musulmán que allí se practicaba; o inútil, en fin, instar a que esta pieza fundamental del patrimonio de la humanidad sirva para algo más que para engrosar las arcas del cabildo con beneficios libres de impuestos.

Pero si el papel de la Iglesia en todo este asunto ha sido lamentable, el de las Administraciones públicas no ha podido ser más decepcionante. Tanto la Junta de Andalucía como el Gobierno central han dado muestras de una desidia y una falta de contundencia impropias de unas Administraciones democráticas, obligadas por el artículo 46 de la Constitución a conservar y promover "el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad". En este caso, no sólo no se ha "enriquecido" el patrimonio histórico, sino que ha sufrido una merma más que notable. De un lado, el Ejecutivo andaluz ha hecho lo que mejor sabe hacer en estos casos: nadar y guardar la ropa, haciendo declaraciones altisonantes sin tomar ni una sola iniciativa seria. Su propia presidenta, Susana Díaz, ha llegado hasta el extremo de afirmar que "en elementos como el turismo tiene que haber una mesa donde todos estemos de acuerdo", como si todo este asunto fuera una mera cuestión de atracción turística y no de política patrimonial.

Por su parte, el Gobierno de Mariano Rajoy, ante una pregunta parlamentaria, ha respondido que no tiene previstas "actuaciones de defensa" del monumento, tras haber constatado que "no forma parte del patrimonio de la Administración general del Estado, de acuerdo con el informe emitido a tal efecto por la Abogacía del Estado en Córdoba". Ante este encogimiento de hombros, muchos nos hemos acordado de aquella impagable escena en la que el señor Rajoy devolvía obsequiosamente al arzobispo de Santiago el Códice Calixtino, después de que las Fuerzas de Seguridad hubieran recuperado el manuscrito robado en los turbios laberintos del cabildo compostelano.

Muchos nos hemos acordado de aquella escena en la que Rajoy devolvía el Códice Calixtino a Santiago
Una actuación razonable de las Administraciones debería tener como prioridad conseguir que la Mezquita de Córdoba sea un bien público, portador de valores de convivencia y de integración, proporcionando a sus cientos de miles de visitantes un conocimiento riguroso y respetuoso de su historia. En un mundo cada vez más global y multicultural, los poderes públicos deberían ser algo más conscientes de la enorme carga simbólica que ostenta este edificio único y de lo irresponsable que resulta el permitir que dentro de sus muros domine un discurso sectario, reivindicativo e ignorante del pasado.

Abogar por la titularidad pública de la Mezquita en absoluto implica que se impida a la Iglesia desarrollar allí su actividad en exclusiva. No conozco a nadie con un mínimo de conocimiento o de responsabilidad que defienda que allí se debe permitir el culto musulmán junto al cristiano, una ocurrencia disparatada que daría lugar a todo tipo de graves conflictos. Si ya es difícil lidiar con una religión monoteísta dentro de un edificio, imagínense lo que sería hacerlo con dos.

Tampoco es viable la idea de vaciar el edificio y convertirlo en un bien patrimonial, por mucho que esa opción sea la que más nos guste a algunos. El ejemplo de Santa Sofía en Estambul no es del todo apropiado, pues se olvida que a pocos metros del antiguo templo bizantino existe una grandiosa mezquita, la Mezquita Azul, que cumple con las necesidades del culto. No es ese el caso de Córdoba, donde no existe una catedral alternativa y en donde la comunidad de creyentes de esa ciudad "va a misa a la Mezquita" o "va a rezar a la Mezquita". Respetar la sensibilidad y creencias de esa comunidad debería ser un criterio importante en cualquier política patrimonial sensata e integradora. Tal política, sin embargo, en absoluto está reñida con la necesidad de consagrar en ese "monumento nacional" los valores de una sociedad avanzada en la que el conocimiento y el respeto a la diversidad deberían trazar el otro gran eje de este inmenso bien patrimonial, aquejado últimamente por las mediocres y sectarias visiones que de un tiempo a esta parte se han adueñado de nuestra escena pública.

Eduardo Manzano es profesor de Investigación del Instituto de Historia del CSIC. 

FUENTE: EL PAÍS, 14 ABRIL 2015


ERREPUBLIKANISMOA: IDEOLOGIA "MODERNOA, DEMOKRATIKOA ETA LAIKOA"

Unai Belaustegi, aurkeztu berri duen liburua eskuan duela. / MICHELENA
Errepublikanismoa izan zen XIX. mende bukaera aldera indar politiko nagusia Eibarren eta Irunen, eta baita Donostian ere zenbait legealditan. 1868tik 1923ra bitarteko bilakaera aztertu du Unai Belaustegi historialariak

"Errepublikanismoa oso gai ezezaguna da gaur egun, baina kontuan izan behar da nik ikertu dudan tartean -1868-1923 epean- bera izan zela indar politiko nagusia Eibar eta Irunen, eta baita Donostiako Udalean ere zenbait legealditan", adierazi du Unai Belaustegi historialariak.

Orain Erandioko institutuan lanean ari den ikerlari mutrikuar honek 'Errepublikanismoa Gipuzkoan (1868-1923)' liburua idatzi du. Lehenbiziko aldia da gai honi buruzko euskarazko liburu bat ateratzen dena.
Unai Belaustegi Bedialauneta doktorea da Historia Garaikidean, errepublikanismoaz egin du doktore-tesia eta Euskal Herriko Unibertsitateko Argitalpen Zerbitzuaren bidez plazaratu du emaitza.

Atzoko aurkezpen-ekitaldian Martin Garitano Gipuzkoako diputatu nagusia eta Esteban Antxustegi UPV/EHUko Balioen Filosofía eta Gizarte Antropologiaren Sailaren irakaslea izan ziren autorearekin batera.
Unai Belaustegik lau urte luzez egindako lanaren lehendabiziko emaitza da. Doktore honek nahi izan du Gipuzkoan nahiz Euskal Herri mailan dagoen hutsune historiografiko nabarmen bat betetzen hastea. Hau adierazi du: "Estatuan kultura politiko errepublikanoari buruz gero eta ikerketa gehiago burutzen ari badira ere, hemen oraindik asko falta da egiteko. Hori dela eta, liburuarekin nolabait, etorkizuneko lanen oinarri izan daitekeen informazioa zabaldu nahi izan dut, nahiz eta horrek hein batean, irakurketa zaildu. Ezin ahaztu daiteke gainera, hainbeste eztabaida sortzen dituen II. Errepublikari buruz gehiago jakiteko, ezinbestekoa dela 1931 aurretik errepublikanoek eta gainontzeko korronte politikoek egin zuten bidea ongi ezagutzea".

Unai Belaustegiren hitzetan, "oro har, bi errepublikanismo mota bereiz daitezke, bata burgesa eta kontserbadoreagoa, adibidez Donostiakoa. Industria bultzatu zuten gizon famatu haiek ?Brunet, Goitia, Gascue, Bermingham...? errepublikanoak izan ziren. Baina langile-mugimendua indartsuagoa zen herrietan? Eibarren, Irunen, Bergaran, Arrasaten...? errepublikanismoa erradikalagoa zen".
Tolosan, Justo Mª Zabala

Beste izen giltzarri batzuk: Tolosan, Justo Mª Zabala errepublikano federalista, 1868an bertan lanean hasi zena; Irunen, Iruretagoiena anaiak, alkate izandakoak; Eibarren, Antonio Iturrioz, hau ere alkate izandakoa.
Nola definitu errepublikanismoa? "Korronte politiko moderno bat izan zen, oso diskurso demokratiko eta laikoa zeukana. Gipuzkoan sasoi hartan jende tradizionalista asko zegoen eta Elizak indar handia zeukan. 
Hauteskundeak zetozenean, errepublikanoek hor hasten ziren segituan salatzen apaizen ezkutuko lan politikoa". 1868an hasi zen ideologia hau, urte hartako 'La Gloriosa' iraultzaren ondorioz Isabel II.ak agintea galdu zuenean. Gero, 1923an, Primo de Riveraren diktadura etorri zenean, guztiz debekatuta gelditu zen.

Unai Belaustegik egunkari ale zahar asko begiztatu ditu. Noski, Donostian zegoen egunkari errepublikanoa goitik begira miatu du, "La Voz de Gipuzkoa" zeritzana. "Berrogei urtetako aleak errepasatu ditut, 14.500 ale guztira. Bi urte eman ditut horretan. Egunkari hauxe zen salduena Gipuzkoan. Liberalek ere irakurtzen zuten, eta baita kontserbadore batzuek ere". Bertako zuzendariak Benito eta Joaquín Jamar anaiak izan ziren.

Hitzaurrerako hau idatzi du Martin Garitano diputatu nagusiak: "Askotan egiten denaren aurrean, ez da zuzena errepublikanismoa eta ezkerra uztartzea edo berdinak bailiran identifikatzea, nahiz eta modu ez kontziente batean ariketa hori sarri burutu. Izan ere, errepublikanismoaren baitan denetatik egon da, Unai Belaustegi Bedialaunetaren tesi bikainak eta tesitik ateratako lehenbiziko emaitza honek egiaztatzen duen bezala".

Liburua Euskal Herriko Unibertsitateak argitaratu du. 395 orrialde dauzka eta 20 eurotan dago salgai.

ITURRIA: DIARIO VASCO (Felix Ibargutxi), 2015-04-14


LOLA GONZÁLEZ RUIZ: "ME DESBARATARON MIS SUEÑOS"

La abogada laboralista Dolores González Ruiz / GORKA LEJARCEGI
·         La letrada, recién fallecida, perdió a su novio Enrique Ruano y a su esposo Javier Sauquillo, a manos de policías franquistas y fascistas en la Transición
·         Emoción, lágrimas y añoranza en el homenaje póstumo a la abogada Dolores González Ruiz, superviviente de la matanza de Atocha

La luminosa primavera madrileña se tiñó el viernes de conmovida tristeza en el en el Paraninfo de la Universidad Complutense, durante el homenaje allí tributado en memoria de la abogada laboralista y vecinal Dolores González Ruiz, fallecida en Madrid el pasado 27 de enero, a consecuencia de un cáncer de pulmón, apenas unas horas antes de la muerte a su lado de su segundo esposo, José María Zaera. Había nacido en León, en el seno de una familia dedicada al comercio. Contaba 68 años.

En enero de 1969 Lola, como la llamaban sus amigos, sufrió la pérdida mortal de su novio, el estudiante de abogacía Enrique Ruano, a manos de policías de la Brigada Político-Social franquista: tras ser torturado durante tres días, lo precipitaron por el hueco de la escalera de una vivienda que registraban. Lola y Enrique militaban entonces en una organización clandestina, Frente de Liberación Popular, y acababan de ser detenidos al salir de una reunión tras una siembra de octavillas de otro grupo distinto. A aquel crimen siguió un estado de excepción de amplio alcance represivo.

Ocho años después de aquel estremecedor episodio, el 24 de enero de 1977,tras reponerse Lola de la pérdida de su novio enamorado e inaugurar otra relación amorosa al casarse con el letrado y militante comunista Javier Sauquillo -con el que desde la militancia de ambos en el Partido Comunista de España, defendía a numerosos trabajadores y vecinos en nombre del sindicato clandestino Comisiones Obreras- un grupo fascista asaltó el bufete de abogados donde se habían reunido con otros letrados, en la céntrica calle madrileña de Atocha, 55. En apenas unos minutos, los asaltantes colocaron junto a una pared a los abogados y los ametrallaron a quemarropa: tres de los letrados, Enrique Valdelvira, Luis Javier Benavides, Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez Leal, empleado de la compañía Telefónica, murieron allí. Javier Sauquillo, con la cabeza reventada por las ráfagas de los disparos, caería ante su esposa Lola, igualmente acribillada, gravísimamente herida y sin poder moverse en su socorro. “Tuve la desgracia de no perder la conciencia entonces”, comentó ella en una entrevista televisada proyectada durante el homenaje. 
Sauquillo moriría un día después. Dos personas más, Luis Ramos y Miguel Sarabia, ya fallecidas, resultarían gravemente heridas, así como Alejandro Ruiz Huerta, presente en el acto de ayer.

El acto de evocación, con el Paraninfo lleno a rebosar, congregó a buena parte de la abogacía adulta madrileña, a representantes sindicales, trabajadores, dirigentes vecinales, docentes, políticos y amigos; había sido convocado por la Asociación para la Memoria Social y Democrática de España, AMESDE, además de por letrados amigos de Dolores González Ruiz como la abogada, Cristina Almeida, que ofició de conductora del homenaje en un acto presidido por el Rector Magnífico de la Universidad de Madrid, José Carrilllo.

El rector madrileño, hijo de quien fuera secretario general del Partido Comunista de España, Santiago Carrillo, glosó la figura de Lola González Ruiz; de ella dijo que fue “ejemplo de una generación que dio su tiempo, su juventud y su vida a la causa de la democracia y las libertades en España”. Posteriormente, se inauguró el homenaje con la proyección de una entrevista de Lola González Ruiz junto a Margot Ruano, su amiga y hermana del estudiante asesinado por la Policía franquista, que fuera novio de aquella. Margot reconoció que Lola le había confesado en una ocasión: “En el transcurso de mi vida me han desbaratado mis sueños”.

En la entrevista filmada, Dolores González Ruiz confirma que “a Enrique lo mataron sin más, porque había que matar”. Señala que en ningún momento se sintió “heroína de nada, sino víctima” y recordaba que en España no solo hubo represión mortal antes, durante y después de la Guerra Civil de 1936-1939, sino también a lo largo de la llamada Transición a la democracia (1975-1982) desde la dictadura franquista, de la cual la matanza de los abogados de Atocha sería en 1977 siniestra rúbrica.
Esfuerzos titánicos por sobreponerse

A lo largo del homenaje se conocieron algunos detalles más sobre el calvario que sufrió Dolores González Ruiz tras la pérdida de sus dos compañeros enamorados, y sus titánicos esfuerzos por sobreponerse a todo ello, por las secuelas que los disparos causaron en su propio rostro: le destruyeron la mandíbula y le provocaron el desplazamiento de una pieza molar que le quedó incrustada junto a la médula espinal; dos años de operaciones quirúrgicas ininterrumpidas, “más una década completa en riesgo de muerte física y psíquica”, como informó su amigo el letrado José María Mohedano, quien pese a su desenvuelta experiencia en el foro madrileño, no pudo vencer la emoción de su recuerdo y expresó su discurso entre sollozos al evocar de Lola González Ruiz “su completa ausencia de rencor”.

Jaime Ruiz, presidente de AMESDE, la asociación organizadora del homenaje, reivindicó: “La memoria y el ejemplo de lucha anti-dictatorial de Lola y sus compañeros abogados de Atocha, ha de ser patrimonio de las nuevas generaciones recién incorporadas a la política española”. Por su parte, Alejandro Ruiz Huerta, último superviviente, tras la muerte de Lola, de la matanza de Atocha, dijo de ella que “perteneció a una generación que decidió plantar cara a la dictadura de Franco y pagó caro por ello”. Un sindicalista de la empresa Fiat, de nombre Juan, subrayó que en los despachos de abogados comunistas de entonces, donde Dolores y sus compañeros laboraban, “los trabajadores hallamos refugio”. Bajo el franquismo, los sindicatos de inspiración comunista y socialista estaban ilegalizados y los despachos laboralistas como el de Atocha gestionaban la defensa de los intereses del mundo del trabajo en medio de enormes dificultades, bajo el acoso incesante de las autoridades policiales y los grupos parapoliciales. La matanza del despacho de 
Atocha se interpreta hoy como una provocación premeditada del residual, pero poderoso, aparato de 
estado franquista para tentar a la clase obrera de entonces, 1977, a alzarse contra el Gobierno posfranquista y brindar así la coartada a un golpe militar de cuño fascista para truncar la democracia un año antes de la firma de la Constitución de 1978.

La abogacía, un arma para la democracia
Tras la proyección de una filmación sobre un recital dado en Madrid el 18 de mayo de 1968 por el cantautor valenciano Raimon, punto culminante del movimiento estudiantil antifranquista en el que Lola González Ruiz militó “con su ideario marxista, su firmeza y entereza”, Cristina Almeida, anfitriona del homenaje, reivindicó apasionadamente “el legado de libertades obtenido por la generación de Lola González Ruiz, frente a quienes hoy parecen negarlo” y subrayó que juntas las dos amigas y compañeras habían descubierto que, cuando obtuvieron el título de abogadas recibieron asimismo “un arma” para luchar por la justicia y la democracia en la defensa de los trabajadores y las clases populares. “El día de la matanza de 
Atocha fue el más triste de mi vida”, confesó Almeida, que no quiso ayer, sin embargo, dejar una estela de amargura sobre el recuerdo de Lola, cuyo compromiso con la libertad elogió conmovedoramente, y para ello dispuso culminar el homenaje con el “Himno a la alegría”, de Ludwig van Beethoven, cantado por el artista progresista Miguel Ríos. Pese a ello, el recuerdo de la dolorida gesta vital de Lola, erguida tantas veces frente a la maldad y el infortunio, dejó anoche en los ojos y las gargantas de muchos de los asistentes a su homenaje un hirviente reguero de las lágrimas.

FUENTE: EL PAÍS (Rafael Fraguas), 11 ABRIL 2015

LOCALIZADOS EN EL PREPIRINEO RESTOS DE UN CAMPAMENTOS DE NEANDERTALES

Imagen de las excavaciones. / IPHES
Los restos líticos y huesos animales del Pleistoceno han sido hallados en la Conca de Dalt (Lleida) por investigadores del IPHES y la URV 

Restos líticos y huesos de animales del Pleistoceno, de hace 200.000 años, hallados ante la entrada de la Cueva de les Llenes, en el municipio de Conca de Dalt (Lleida), en el Prepirineo, evidencian la existencia de un campamento de neandertales que acudían a la zona para cazar. En el lugar, además de instrumentos de piedra que usaban los neandertales, han sido hallados restos de huesos de osos, lobos, megaloceros (una especie de ciervo gigante extinguida), zorros o rinocerontes. Una veintena de investigadores del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y de la Universidad Rovira Virgili (URV) de Tarragona finalizarán mañana la segunda campaña de excavación en esta cueva, donde, según el IPHES, han obtenido "resultados muy positivos para entender la dinámica de la población neandertal en este territorio hace 200.000 años". Los paleontólogos han estado excavando desde el pasado 30 de marzo con el fin de recuperar restos de las actividades neandertales en esta cueva prepirenaica habitada en el Pleistoceno.

Según ha informado el IPHES, las excavaciones han permitido constatar visitas continuadas de grupos neandertales probablemente relacionadas con la cacería de animales que vivían en los alrededores de la cueva como el tar (Hemitragus bonali), una especie de oveja salvaje extinguida en Europa occidental hace 100.000 años. Junto con estos animales han aparecido restos de otros ungulados como ciervos, uros, corzos, rinocerontes y megaloceros. Los campamentos de los neandertales, situados básicamente en la entrada de la cavidad, han podido ser reconocidos por la presencia abundante de herramientas líticas fabricadas con piedras locales procedentes del cauce del río Flamisell. Según los paleontólogos, sus características tecnológicas encajan con la industria típica neandertal llamada 'levallois' y 'discoide'. Los investigadores han concluido que la dinámica natural de la cueva está relacionada con madrigueras de carnívoros, principalmente hienas y leopardos, aunque se han encontrado restos de lobos, zorros y tejones.

Pero el principal protagonista de la cavidad es el oso de las cavernas, que frecuentaba la cueva con asiduidad para hibernar, tal y como demuestra la gran cantidad de restos de este animal que los paleontólogos han recuperado del fondo de la cueva, asociadas a arañazos en las paredes y en osarios (nidos de hibernación). Según el IPHES, los trabajos que se han efectuado en la Cueva de las Llenes permitirán contextualizar otros yacimientos que se han localizado en la misma zona y que por sus características no han permitido conservar elementos de la fauna. Está previsto continuar los trabajos no solo en esta cueva, sino en otras cavidades del desfiladero de Erinyà para llevar a cabo un proyecto territorial que permita estudiar el comportamiento neandertal en todo este territorio y las relaciones de estos homínidos con los grandes carnívoros.

FUENTE: EL PAÍS, 10 ABRIL DE 2015

EL MISTERIOSO Y ÚNICO ENTIERRO DE UNA MUJER QUE VIVIÓ HACE 19.000 AÑOS

Excavación de El Mirón en la campaña de 2010 cuando apareció el enterramiento. / MANUEL GONZÁLEZ MORALES

Encuentran en la cueva de El Mirón, en Cantabria, los restos de una mujer de unos 35 años pintados de rojo, un tratamiento que casi nadie recibía en el Pleistoceno en Europa

Hace 19.000 años, los humanos que vivían en Europa comenzaban a recuperarse de la etapa más dura de la última glaciación, que había cubierto de hielo buena parte del norte de Europa. Huyendo de las temperaturas extremas, muchos de aquellos humanos se habían refugiado en el sur de Europa, donde dejaron muestras de su cultura en cuevas como Altamira, en España, o Lascaux, en Francia. Las pinturas que dejaron en aquellas paredes no dejan dudas sobre la sofisticación de aquellos pueblos, pero aún se sabe muy poco sobre su estilo de vida, cómo organizaban sus sociedades o las creencias que compartían.
Cerca de Altamira, en la cueva cántabra de El Mirón se ha abierto una nueva ventana a través de la que mirar a aquella época. En esa caverna, que durante muchos años se creyó despojada del interés que pudiese haber tenido por “cazatesoros” o por la ocupación de ovejas,Manuel González Morales, de la Universidad de Cantabria, y su equipo, encontraron los restos de lo que parece una mujer muy especial. Después de explorar la cueva desde 1996, en 2010 descubrieron un gran bloque de piedra, de dos metros de largo por uno de ancho, que había caído del techo de la cueva. En él había una serie de misteriosas rayas grabadas. “Aunque es todo un poco especulativo, se veían dos líneas, que pueden ser un cuerpo esquematizado, con triángulos, asociados a vulvas que representarían a una mujer”, explica González.
Los restos se encontraron tras un bloque de piedra con rayas grabadas que podrían representar a una mujer
Detrás de ese bloque, precisamente, comenzaron a descubrir restos humanos cubiertos de una pintura rojiza. El hecho mismo de encontrar un enterramiento de una persona de aquella época ya era extraordinario. “Son muy escasos y se concentran en un periodo más antiguo a este, del gravetiense, hace más de 28.000 años”, apunta el investigador de la Universidad de Cantabria. “Después hay un periodo en el que apenas hay nada, y hace unos 19.000 años empieza a haber más, pero aún muy pocos: media docena en Francia y, hasta este, ninguno en la península Ibérica”, añade. “No se sabe que hacían con los cadáveres, y en casos muy contados los enterraban en las cuevas”, concluye.
La rareza de su entierro hace suponer que aquella mujer, que tenía entre 35 y 40 años cuando falleció, podía ser alguien especial. Por algún motivo que aún se desconoce, dejaron descomponer su cuerpo al aire libre (como sugiere el óxido de manganeso que cubre los huesos) y después, antes de enterrarlo, lo cubrieron con ocre. Esta pintura roja, hecha con óxido de hierro, que, según han desvelado los análisis, no se produjo con materiales autóctonos, es una muestra más de que aquellos humanos dedicaron un especial esfuerzo al funeral de la que se ha bautizado como “La Dama Roja”. La práctica de cubrir con tinte rojo los huesos de algunos muertos es antigua y ni siquiera es exclusiva de los Homo sapiens. De hecho, según comenta el responsable del hallazgo, la dama cántabra le debe su nombre a “La Dama de Paviland”, un esqueleto de 33.000 años de antigüedad cubierto de ocre que, finalmente, resultó haber pertenecido a un hombre.
Los cuidados especiales no libraron a la señora de sufrir algunas vicisitudes poco propias de un personaje que podría tener algo de sagrado. En algún momento tras el entierro, un perro o un lobo profanó la tumba y royó la tibia. Después, el hueso fue recuperado y se volvió a enterrar con el resto del cuerpo. Aunque el cadáver está bastante completo, faltan el cráneo y muchos huesos grandes, que probablemente fueron trasladados a otro lugar, de un modo similar al que se hacen con las reliquias en otras religiones.
Una dieta con mucha carne
La ventanita abierta en la cueva de El Mirón hacia el periodo Magdaleniense, como se conoce la época en que vivió “La Dama Roja”, también ha dejado otros detalles sobre la posible forma de vida de aquellos grupos humanos. El hallazgo de polen agrupado en el enterramiento podría significar que entre los honores que dispensaron a la difunta también se encontraban las flores. No obstante, González, tratando de ser cauto en la interpretación de los vestigios, comenta que otra posibilidad es que ese polen hubiese aparecido allí porque estuviese en el estómago de la enterrada, que habría podido consumir las flores por su valor medicinal.
Por último, el análisis del esmalte de los dientes de la mujer, el sarro acumulado en ellos y su desgaste ha permitido reconstruir cómo era su alimentación. Alrededor del 80% de su dieta la constituían animales terrestres, como el ciervo o el íbice, y en torno al 20%, peces marinos, probablemente salmón. Además, se sabe que también tenían un parte de alimentación vegetal y que comían hongos.
Para completar la información que ya se ha recopilado, y que se publicará este mes en un número especial de la revista Journal of Archaeological Science, se espera un análisis del ADN extraído de restos encontrados en la cueva de El Mirón. El responsable seráSvante Pääbo, el investigador del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig (Alemania) que ya dirigió la secuenciación del genoma neandertal. Esos datos servirán para saber si, como se sospecha, estos habitantes prehistóricos del sur de Europa fueron quienes repoblaron el norte del continente cuando los hielos lo permitieron. De momento, estudios anteriores ya han mostrado que la península Ibérica sirvió de refugio a los ancestros de los salmones que ahora habitan el Mar del Norte o el Báltico.


"LITTLE FOOT", LA NUEVA PROTAGONISTA DE LA EVOLUCIÓN HUMANA

Cráneo del 'Australopithecus prometheus' conocido como 'Little Foot' / JASON HEATON
Hasta ahora, la película que cuenta los orígenes de la humanidad tenía un primer protagonista clarísimo. 
Antes de que hubiese humanos sobre la faz de la tierra, existieron los australopitecos, monos con cerebro de chimpancé que andaban erguidos y apenas superaban el metro de estatura. Entre todos ellos destacaLucy, la australopiteca que vivió hace entre tres y cuatro millones de años en Etiopía y que es el supuesto ancestro de todos los miembros del género humano, incluidos los Homo sapiens.

Este protagonismo de Lucy (y el tronco del árbol genealógico de la humanidad) acaban de tambalearse debido a la nueva datación de los fósiles de Little Foot. Se trata de otra especie de mono erguido que vivió en Sudáfrica y que, según sus descubridores, tiene unos 3,6 millones de años, es decir, fue coetánea de Lucy y candidata a ser el primer ancestro conocido de todos los humanos.

Little Foot era una australopiteca, como Lucy, pero de una especie más grande y alta (medía algo menos de metro y medio). Tenía los hombros muy fuertes, los brazos largos y, aunque bípeda, sus pies aún estaban diseñados para colgarse de los árboles. Su nombre científico es Australopithecus prometheus.

Un mal día, Little Foot cayó en una sima y murió en lo que hoy es Sterkfontein, a 40 kilómetros de Johannesburgo. Sus restos no se localizaron hasta 1997, en la oscuridad de una cueva a más de 20 metros de profundidad y sepultados en roca. Ron Clarke, uno de sus descubridores, explica que su equipo tardó 13 años en separar los huesos del mineral y poder subirlos a la superficie, aún sepultados en un ataúd de sedimentos. Desde entonces han pasado tres años limpiando los fósiles y reconstruyéndolos, aunque todo ha merecido la pena: ha resultado ser el esqueleto más completo de un australopiteco. Está casi entero y, además de un brazo y una mano en articulación y los pequeños huesos del pie de los que recibe su apodo (pie pequeño en inglés), destaca su espectacular cráneo.

La gran pega para aceptar a Little Foot como protagonista de los primeros compases de la evolución humana es su controvertida antigüedad. El terreno de la cueva se ha removido y cambiado mucho, tanto por fenómenos geológicos como por la dinamita de los mineros que sacaron de la roca esquirlas de hueso que ayudaron, un siglo después, a que Clarke encontrara el esqueleto. Su equipo y el de otros especialistas han hecho diferentes dataciones. Las más favorables apuntan a que podría tener hasta cuatro millones de años. Otros grupos le dan poco más de dos millones de años, es decir, posterior a la aparición de los primeros humanos.

En 2014 se publicó una nueva datación de sedimentos supuestamente de la fecha de su muerte que indicaba una edad de al menos tres millones de años. Ahora, el equipo de Clarke recurre a la última técnica de datación que quedaba disponible: la cosmogénica. Se basa en el tipo de átomos de aluminio y berilio contenidos en el cuarzo que encapsula el fósil. Esos elementos cambian por el bombardeo de los rayos cósmicos llegados del espacio y los convierte en una especie de reloj dentro de la piedra. Los resultados, publicados hoy en Nature, concretan una antigüedad de 3,67 millones de años con un margen de error de 160.000 años, todo un embrollo científico, según Clarke.

“Hasta ahora la gente consideraba que los australopitecos más antiguos que se conocen [como Lucy] eran los ancestros directos de todo lo que vino después”, explica a Materia el paleoantropólogo de la Universidad del Witwatersrand (Suráfrica). “Ahora podemos demostrar que no eran las únicas especies que vivían hace 3,5 millones de años y la verdad es que no podemos saber cuál de ellas es nuestro ancestro directo”, recalca.

Caras poco humanas
Los rasgos físicos tampoco parecen ayudar demasiado. “Lucy es mucho más pequeña que Little Foot y menos parecida a un gorila, pero ninguno de los dos tiene rasgos humanos en su cara, es imposible decir cuál de ellas está más cerca de nosotros”, añade.

Así las cosas, el origen de los humanos antes de ser humanos se bifurca. Pudo empezar con Lucy en Etiopía hace entre tres y cuatro millones de años y luego desembocar en los primeros miembros del género Homo, una opción reforzada por el reciente hallazgo allí del humano más antiguo, hace 2,8 millones de años. Por otro lado, la nueva datación en Sudáfrica “mete a Little Foot de nuevo en la carrera” y podría ser este australopiteco que vivió en una zona reconocida por la Unesco como la Cuna de la Humanidad el que diese lugar a “Homo habilis, nuestro ancestro”, explica Laurent Bruxelles, coautor del presente estudio.

Expertos independientes reconocen la importancia del trabajo, pero recalcan que lo mejor está aún por llegar. “Este estudio casi cierra definitivamente la polémica de la datación”, opina Carlos Lorenzo, arqueólogo de Atapuerca e investigador del IPHES. El verdadero plato fuerte llegará, dice, cuando el equipo de Clarke desvele el estudio completo de todo el esqueleto de Little Foot, en especial de su cráneo y sus dientes que contienen rasgos claves para saber cómo de parecido era a los humanos que surgirían después y si se le puede considerar nuestro ancestro.

Clarke espera publicar las primeras descripciones de este excepcional espécimen el próximo año, aunque se la coge con papel de fumar desde ya: “Es posible que nuestro verdadero ancestro no sea ninguno de los australopitecos que conocemos”.

El australopiteco no robó el fuego
En 1948, el pionero de la paleoantropología Raymond Dart clasificó un homínido encontrado en Makapansgat, Suráfrica, como ‘Australopithecus prometheus’. El origen de su nombre científico viene de un error. Dart pensó que había huesos quemados en el yacimiento e interpretó que su australopiteco dominaba el fuego. Por eso le puso el nombre del titán griego que roba el fuego a los dioses para dárselo a los humanos. En realidad los huesos se habían ennegrecido por el manganeso.


LOS PRIMEROS HUMANOS ERAN TAN DIFERENTES ENTRE SÍ COMO LOS ACTUALES

A los humanos de hoy les gusta creerse los protagonistas del lema olímpico más rápido, más alto, más fuerte (Citius, altius, fortius). En nuestra diversidad, creemos que somos el último paso de la evolución humana, el fruto acabado del progreso. Sin embargo, una revisión de una gran cantidad de restos de los primeros homínidos muestra que ya hace casi dos millones de años, el género Homo era tan diverso como hoy. Sí, los había bajitos y rudos, pero también tan altos y fuertes como los actuales.

La idea del progreso como una sucesión de pasos hacia algo mejor, de lo más simple a lo más complejo, es una deformación de las ideas de Charles Darwin que aún tiene sus adeptos entre los científicos. Para muchos paleoantropólogos, el género Homo fue evolucionando desde especímenes más pequeños, menos bípedos y emparentados con los simiescos australopitecos hasta las formas refinadas del Homo sapiens. Lo peor es que, para muchos, fue ese refinamiento lo que permitió la expansión de los primeros humanos fuera de su paraíso original, África, al resto del planeta.

Sin embargo, una revisión de decenas de restos de aquellos primeros homínidos muestra una gran diversidad de tamaño corporal y estatura aún antes de la primera gran emigración humana. De hecho, hace entre 1,8 y 1,7 millones de años coincidieron especímenes africanos tan altos como los humanos actuales con especies de homínidos de metro y medio de altura que ya vivían en Europa.

"No podemos dar por hecho que la evolución a cuerpos más grandes y piernas más largas fue el principal motor que estuvo detrás de las primeras excursiones de nuestro género en Eurasia", dice en una nota el investigador de la Universidad de Tubinga (Alemania) y coautor del estudio, Manuel Will. Y no se puede dar por hecho porque los restos dicen lo contrario.

Los investigadores revisaron los estudios publicados sobre restos de unos 40 ejemplares de tres especies de Homo anteriores a la nuestra, elHomo habilis, Homo rudolfensis y elHomo ergaster. Estudios anteriores han sostenido que los dos primeros eran muy parecidos a los australopitecos de hace dos millones de años en masa corporal y estatura. El ergaster, de mayor estatura, tamaño y unas proporciones en las extremidades similares a la de los humanos actuales, habría estado en condiciones de iniciar la aventura por otras tierras. 
Sin embargo, hallazgos como el de Dmanisi (Georgia) de un ergaster de hace 1,8 millones de años con una estatura de 1,49 centímetros puso en aprietos a los defensores delCitius, altius, fortius.

En paleoantropología el tamaño y la estatura sí importan. Unas piernas más largas, mayor proporcionalidad entre las extremidades inferiores y posteriores y ser más alto dan ventajas adaptativas. Parejo a la mejora de la dieta y la ampliación del nicho ecológico iba el desarrollo del cerebro. Pero el problema es que la mayor parte de los restos encontrados, además de su dispersión temporal y geográfica, son craneales y de una pieza dental no se puede saber lo alto que era uno. Los trozos de huesos más largos, como la cabeza del fémur, son los mejores indicadores antropométricos, pero no abundan.

Lo que hicieron los investigadores fue comparar las dimensiones de los restos catalogados de los primeros homínidos con las de una veintena de actuales pueblos primitivos. No se trata de una desviación etnocentrista si no de que estas comunidades aún viven como se suponen que lo hacían nuestros antecesores y no se han visto influidas por la reciente mejora de la especie humana fruto de los avances de la Revolución Industrial. Con ese punto de partida pudieron hacer una serie de regresiones para obtener la estatura y peso corporal medios de nuestros antepasados.

Sus resultados, publicados en Journal of Human Evolution, muestran una mayor diversidad de peso y estatura de lo que se pensaba. Además, esta variabilidad no sigue un patrón temporal o geográfico. Hubo homínidos de 1,80 metros de altura y 80 kilogramos de peso, como los encontrados en el yacimiento de Koobi Fora (Kenia), de hace 1,7 millones de años, coetáneos de otros de apenas 1,35 cm y 30 Kg.

"Lo que estamos viendo es quizá el inicio de una característica única de nuestra especie, los orígenes de la diversidad", dice el antropólogo de la Universidad de Cambridge y coautor del estudio, Jay Stock. "Se puede interpretar nuestros resultados como una muestra de que hubo varias especies de primeros humanos, como Homo habilis, Homo ergastery Homo rudolfensis, o una única especie muy diversa", añade.

Para los investigadores, el mayor incremento en el tamaño corporal no fue un factor determinante para la expansión de los Homo fuera de África ya que el principal incremento se produjo decenas de miles de años antes de que elHomo erectus dejara el continente, en especial en la región de Koobi Fora.

Dudas con el método del estudio
Sin embargo, sus resultados y en especial como han llegado hasta ellos no convencen a todos. El profesor de prehistoria de la Universidad Complutense, Manuel Domínguez-Rodrigo, duda del sistema de regresión que han utilizado para llegar a las mediciones. "Hacer estimaciones del tamaño corporal a partir de huesos tiene un rango de error y por eso siempre lo hacemos con los huesos más fiables. Pero estos no son abundantes".

Para el codirector del Instituto de la Evolución en África (IDEA) y experto en el yacimiento de Olduvai (cuyos restos están incluidos en el estudio), aplicar una regresión a partir de humanos actuales, por muy primitivos que sean, es muy aventurado. "Si nos metiéramos en una máquina del tiempo, veríamos que si han acertado ha sido por puro azar", comenta. Otro problema es el tamaño de la muestra. A pesar de todos los especímenes revisados, se trata de un lapso temporal de al menos un millón de años. "Con etapas de mayor abundancia de fósiles que otras, esto debilita hacer una cronología fiable de las muestras", añade.

A pesar de esas limitaciones, el paleoantropólogo español coincide con una de las conclusiones del trabajo: la gran diversidad de tamaños y estaturas de los primeros humanos. Lo que niega es que esta diversidad se produjera después de la salida de África. "Hay restos de 1,7 millones de años de homínidos de más de 1,80 cm de altura". En Olduvai, por ejemplo, los restos ya catalogados pueden ser pequeños pero investigadores del IDEA están encontrando restos de alturas comparables a las de los humanos actuales.

"Tenemos que admitir que en los primeros Homo hay diversidad en cuanto a tallas corporales, pero lo que no hay es una tendencia lineal. Hace dos millones de años tenemos conviviendo habilis más pequeños y erectus mucho más grandes. Y medio millón de años después siguen conviviendo", recuerda. Y plantea un nuevo interrogante: "Con los últimos hallazgos, no se sostiene la creencia de que el erectus evoluciona del habilis clásico, el erectus viene de otra cosa". Así que el libro de historia de los primeros humanos aún está por encontrar un final.

FUENTE: EL PAÍS (Miguel ängel Criado), 27 MARZO 2015 

FRANCO SÍ FUE UN DICTADOR

La Academia de la Historia modificará su diccionario biográfico en su edición digital para dejar claro que Franco fue un dictador. Así lo ha explicado la nueva directora de la institución, Carmen Iglesias, en declaraciones a la Cadena SER. Este cambio, que parece que se podrá consultar a partir de otoño, matizará la entrada que al respecto escribió Luis Suárez, académico experto en Historia Medieval y miembro de la Fundación Francisco Franco.

"Montó un régimen autoritario, pero no totalitario, ya que las fuerzas políticas que le apoyaban quedaron unificadas en un Movimiento y sometidas al Estado", afirma Luis Suárez en su entrada. Una entrada que en opinión de Iglesias generó una "crispación exagerada".

El polémico Diccionario de la Real Academia de la Historia vio la luz en 2011, y tras la controversia inicial, el entonces ministro de Educación, Ángel Gabilondo, y los grupos parlamentarios presionaron para que se corrigiera la obra paralizando las subvenciones hasta que los contenidos no fueran revisados. En esa comisión estaba Carmen Iglesias, junto a otros tres académicos (Carmen Sanz Ayán, Vicente Pérez Moreda y Faustino Menéndez Pidal), además de dos historiadores externos, Juan Pablo Fusi.

Los miembros de la comisión examinaron 500 voces de personajes nacidos entre 1875 y 1931. En ese grupo se encontraban, sobre todo, militares, políticos y miembros de la Iglesia. Las conclusiones de la comisión fueron que una entrada debía excluirse, 14 revisarse completamente y 16 debían ser retocadas. Previsiblemente, las rectificaciones aparecerán en la edición digital del diccionario este próximo otoño.

Al ser elegida para sustituir a Gonzalo Anes al frente de la institución, Carmen Iglesias avanzó que su intención era que la consulta de la obra en internet, que en papel suma 50 tomos, fuera gratuita en algunas de sus partes, aunque no en la totalidad de las 40.000 biografías de las que dispone.


FUENTE: DIARIO VASCO,  7 ABRIL 2015

PEDRO DE MONDRAGÓN, EL PIRATA QUE ELUDIÓ LA SOGA

En el grabado de arriba, un navío del siglo XVI navegando a todo trapo. Al lado, unos religiosos católicos intermediando para obtener la liberación de cristianos apresados y esclavizados por piratas y corsarios norteafricanos. Fueron varias las órdenes religiosas que se dedicaron de forma exclusiva al rescate de los cautivos. 

Las historias de corsarios y piratas han estimulado desde siempre la imaginación de numerosos escritores y cineastas. El aura aventurera y romántica que la literatura y el cine han conferido a estos intrépidos navegantes ha modelado nuestra percepción de un fenómeno bien poco de fascinante para sus víctimas o incluso para sus verdugos. No pocos piratas acabaron colgados de la soga en cumplimiento de las disposiciones legales vigentes en reinos como el de España.

No fue el caso de uno de los más nombrados. Pedro de Mondragón, cuyo origen delata su 'apellido', fue uno de los más piratas guipuzcoanos más representativos de su tiempo. Escapó no sólo de la horca que le aguardaba por orden del rey Fernando el Católico, sino también de la persecución implacable de los portugueses que le querían ajustar las cuentas.

Este pirata natural u oriundo de Mondragón se las tuvo muy tiesas con españoles y portugueses. Lourdes Odriozola y Sagrario Arrizabalaga, en su libro 'Ur eta lur. El agua que nos une' (Fundación Kutxa), cuentan que «a comienzos del siglo XVI, este individuo se hizo con un navío en la bahía de Cádiz con el que se dedicó a sustraer lo ajeno en la zona del cabo de San Vicente». Corría el año 1508 y robó un navío genovés con mercancías por valor de 1.500 ducados.

Reconvertido en barco pirata, ese navío sería utilizado por Mondragón y sus hombres en su golpe más lucrativo: el apresamiento del navío portugués Santa Ana en tornaviaje desde la India. El abordaje tuvo lugar en noviembre de 1508, frente al cabo de San Vicente, situado en la punta de la barbilla de la península Ibérica.

Andreia Martins de Carvalho y Pedro Pinto, en su trabajo 'Da caça de Mondragon a guarda do Estreito de Gibraltar (1508-1513) describen la cacería emprendida por Portugal contra Pedro de Mondragón después de que en noviembre de 1508 el pirata guipuzcoano tuviera el dudoso honor de convertirse en el primer europeo en apresar un navío portugués de la carrera de las Indias.

El marino mondragonés se apoderó de la nao lusitana cuando regresaba acompañado de otro navío de la misma bandera de Mozambique a Portugal. Ambos barcos se había visto forzados a invernar en África tras quedar descolgados de la flota armada de la que formaban parte.

Mondragón dio el golpe de su vida con la captura del Santa Ana que capitaneaba Job Queimado. El barco llevaba abordo pimienta, clavo, lacre, piedras preciosas... por valor de la astronómica cantidad de 100.000 ducados de oro. Para empeorar las cosas, los piratas humillaron al capitán Queimado abandonándolo en tierra 'en camisa' junto con casi toda su tripulación. Se cree que fueron desembarcados cerca de Galicia.
Mondragón sólo conservó a los tripulantes vascos del navío lusitano, a los que liberaría a su llegada a Bermeo, de donde era natural su socio Juan de Salcedo. Previamente habían vendido parte de la mercancía en Francia.

Portugal envió a su marina de guerra a patrullar las aguas del Estrecho de Gibraltar por donde acostumbraba a merodear el pirata mondragonés, al tiempo que enviaba representantes de la Corona a emprender gestiones para la recuperación de la valiosa carga sustraída. Apelaron al rey Fernando el Católico para que arrestara al pirata, realizaron toda suerte de gestiones a lo largo de toda la costa cantábrica y el reino de Navarra para disuadir de comprar mercancías robadas «porque es un crimen» y se embarcaron en cuantos pleitos pudieron para intentar recuperar la carga. Dedicaron años a un esfuerzo que resultó infructuoso.

Mientras los portugueses rumiaban su fracaso y su quebranto económico, Pedro de Mondragón y sus hombres se forraban con lo rapiñado al Santa Ana. Pero tuvieron que permanecer vigilantes. Martins de Carvalho y Pinto afirman que «todo indica que Pedro de Mondragón vivía en Bilbao en 1511, donde era vecino de la calle Barrenkale».

Sin embargo, tuvo que interrumpir su acomodada vida en la capital vizcaína cuando, como consecuencia de las presiones diplomáticas portuguesas, la Corona española dictó una sentencia de muerte contra el pirata mondragonés. Este eludiría el cadalso refugiándose en el reino de Navarra, entonces en guerra con Castilla. Ante el temor de que Castilla, como finalmente ocurrió, conquistara militarmente el reino navarro, el pirata 'jubilado' parece que se estableció en Francia, «cuyos puertos tan bien conocía». De esta apostilla de Andreia Martins de Carvalho y Pedro Pinto se puede deducir que Pedro se instaló en la costa vasca labortana, con quienes había mantenido relaciones 'comerciales' durante su actividad pirata.

Corsarios y piratas
Los investigadores portugueses contextualizan las andanzas de Pedro de Mondragón en el «papel de los vizcaínos (vascos), los cuales tenían en las actividades marítimas su principal sustento; en el corso una actividad legítima y en la piratería un complemento de su rendimiento».

Los términos pirata y corsario suelen confundirse pero «jurídicamente son distintos. Mientras los primeros actuaban fuera de la ley y atacaban de forma indiscriminada a cualquier barco que tenía la desgracia de topar con ellos, los corsarios disponían de autorización regia», distinguen Odriozola y Arrizabalaga en 'Ur eta lur. El agua que nos une' (Fundación Kutxa).

Mientras a los piratas les aguardaba la pena capital, había ordenanzas que regulaban la actividad corsaria, que la Corona amparaba y fomentaba porque socavaba el comercio y los suministros de las potencias enemigas, y porque además reportaba ingresos mediante la entrega de la quinta parte del valor de las presas capturadas.

Sin embargo, en ocasiones, los límites entre corsarismo y piratería «fueron difusos», señalan estas autoras. «Muchos corsarios seguían actuando aun a pesar de haberse firmado la paz entre los países contendientes, hacían uso de las patentes (de corso) tras haber expirado el plazo de validez, evitaban seguir el procedimiento habitual para demostrar la legalidad de las presas, las licencias expedidas en favor de una embarcación concreta eran utilizadas por otra...».

Los corsarios, señalan las autoras, no eran sino simples ciudadanos de a pie que complementaba y compaginaban unas actividades profesionales -comercio, pesca, cargos públicos...- «con otra actividad más lucrativa: apoderarse de los ajeno».

El corsarismo, como una forma de servicio más a la Corona y un medio de lucrarse a costa de otros, fue una práctica extendida en toda la costa vasca. Pero además de los lógicos peligros que entraña asaltar un navío a mano a armada, los corsarios estaban sometidos a un riguroso código penal para prevenir los desmanes que se podrían producir entre gente armada ejerciendo la violencia. Sin embargo, en el caso de los vascos «no fue demasiado estricto. No podían ser condenados a muerte, ni siquiera por la comisión de delitos muy graves, pero sí se les imponían duros castigos como el paso por debajo de la quilla, en cuyo cumplimiento más de uno debió de perder la vida».

Cautivos
Sin duda la consecuencia más atroz de las acciones piratas y corsarias, más allá de botines y pérdidas materiales, fue el sufrimiento de las víctimas. Caer en manos de piratas o corsarios podría deparar la muerte, mutilaciones... o algo no mucho mejor: el cautiverio y la esclavitud en las galeras. Años y años al remo bajo la amenaza de los más crueles tormentos para los que no remaban al ritmo marcado: latigazos, extracción de los ojos, corte de nariz y orejas, degollamiento...

Lourdes Odriozola y Sagrario Arrizabalaga en 'Ur eta lur. El agua que nos une' citan a un personaje de El Quijote que decía que diez años de servicio en las galeras del Rey de España suponían una muerte lenta pero segura. Los musulmanes apresados por los cristianos y los europeos hechos cautivos por los «turcos y moros» corrían idéntica suerte. En el siglo XVI el número de guipuzcoanos cautivos en Argel, Marruecos y Turquía era considerable. Pero por duras que fueras las condiciones de su cautiverio, siempre les quedaba la esperanza de que alguien pagara su rescate o que alguna orden religiosa lograra su liberación.

Las Juntas General de Gipuzkoa «mostraron su preocupación en todo momento por el asunto y tomaron medidas para colaborar, en la medida de los posible, en la liberación de los cautivos». Se concedía una 'limosna' de 5.000 maravedíes, independientemente del monto del rescate. Ese dinero se recolectaba en las colectas en las iglesias y legados testamentarios, aunque en cada comarca «se ayudaba de forma prioritaria a sus naturales».

FDUENTE: DIARIO VASCO (Kepa Oliden), 5 ABRIL 2015