Esta es una página de bienvenida, de una manera especial, a los alumnos y alumnas de Historia de 2º de Bachillerato del colegio SUMMA-ALDAPETA (MCM) de Donostia-San Sebastián. Bienvenida extensiva a cualquier alumno de esta asignatura de cualquier centro y lugar.
También sed bienvenidos compañeros profesores, así como todos aquellos interesados en la Historia Contemporánea de España y del País Vasco que podáis considerar como útil este blog.
La finalidad del mismo es esencialmente didáctica: colgar en él algunos de los materiales que usemos en clase; y completarlos con otros materiales, noticias, artículos, vídeos... que ayuden a la información y, sobre todo, formación del alumnado.
La referencia de este blog es la programación de la materia en Euskadi, así como la programación de la UPV para la Selectividad.
LA SEGUNDA MUERTE DE SABINO ARANA (Antonio Elorza)
La convivencia surgida tras el fin del terror y el
reconocimiento de las ventajas económicas del Concierto, convertido en
auténtica Constitución vasca asumida por todos, han disipado la nube de
violencia sembrada por la mitología sabiniana
A principios del siglo XVII, en la segunda parte apócrifa
delGuzmán de Alfarache, un lacayo vizcaíno, “apasionado de su hidalguía y de su
tierra”, suelta un interminable discurso sobre la excepcionalidad de Vizcaya.
No faltan en él la idea de la independencia originaria, los fueros como
expresión de su libertad y de la nobleza de sus habitantes, la limpieza de
sangre protegida al impedir el avecindamiento de moros y judíos, la exaltación
de la lengua, ni siquiera el recuerdo de la batalla de Padura, luego llamada
Arrigorriaga por sus peñas tintas en sangre de los leoneses que quisieron
conquistar Vizcaya. Casi tres siglos más tarde, Padura es la primera de las
cuatro victorias de cartón piedra frente a León y Castilla, que constituyen en
1892 el núcleo político del libro-manifiesto de Sabino Arana Goiri, Bizkaya
por su independencia.
Los demás elementos siguen ahí, en
todo caso actualizados. Los fueros se convierten en leyes viejas,legitimación
de la independencia; la pureza de sangre se aplicará contra los inmigrantes maketos;
el euskera y la religión han de verse liberados de la contaminación española.
Pero el mensaje de guerra, ahora refrescado por las guerras carlistas,
constituye el núcleo de la propuesta, con el árbol de Guernica por emblema,
como ya lo fuera en la perorata del lacayo, de una “Vizcaya libre, soberana y
sin señor”. Horizonte luego ampliado a Euskadi y al conjunto de Euskal Herria.
Así que en el caso vasco, aun cuando el nacionalismo se
construyó sobre una tradición cargada de mitos, los mismos se encontraban ya
profundamente enraizados en la historia. Aunque la crisis económica y bélica
pareció dar la razón al diagnóstico de Engels hacia 1850, situando a los vascos
entre las “ruinas de pueblos”, condenadas por el atraso a desaparecer, no sin
antes sostener causas reaccionarias. Lo segundo se confirmó, con el
nacionalismo finisecular como heredero inmediato del carlismo; pero el impacto
de la industrialización en Vizcaya, con sus consecuencias de traslación de
poder, y cambios demográficos y culturales, hizo que el sentimiento agónico —el ill
da euskera!, ha muerto el vascuence, del poeta Arrese y Beitia— sirviera de
impulso al nacionalismo agresivo de Sabino Arana. Llevó al joven vizcaíno a
emprender una cruzada contra la dominación española y la “invasión” de los
inmigrantes, socialistas y ateos. Con la independencia como objetivo
irrenunciable.
Como el alemán, el nacionalismo
vasco de Sabino Arana es biológico, antes que étnico. Su clave de bóveda es la
raza. En torno a ella, la religión (que comparte con el integrismo), los fueros
como independencia (fuerismo también compartido), ambos reunidos en el lema
JEL, y el euskera (que Sabino nunca habló bien) fueron rasgos de su movimiento,
pero no exclusivos. El racismo venía de atrás los maketos como belarrimochas,
orejas cortas, en la estela de la discriminación pirenaica contra los agotes),
se reforzará con la satanización carlista de belchas o liberales, y
servirá luego contra los nuevos rivales en la lucha por el poder y en el
conflicto social. Cierra el círculo el anticastellanismo vivido en Barcelona
como estudiante. Es un fenómeno que se repite hasta hoy a escala europea,
cuando odio racial y xenofobia alimentan movimientos como el Frente Nacional en
Francia. La violencia nacionalista contra el otro aparece desde un principio
con el asalto a círculos liberales, en Bilbao, por admitir a maketos, o en
Gernika por exhibir la bandera española. Aquí gritan por vez primera: “¡Muera
España!”.
Tal es la cara oscura de la vertiente más atractiva de
Arana: desarrollar una acción agónica por superar el “esto se va”, que él mismo
diagnosticara para la lengua y la identidad vascas. A partir de ahí el
sabinianismo puso en marcha una fecunda iniciativa, al insertar el movimiento
patriótico en la sociabilidad y gestar la hegemonía apoyándose en una
microsociedad constituida por losbatzokis, centros socio-políticos donde se
piensa y se vive en nacionalista.
Sabino Arana admiró al único santo vasco disponible, Ignacio
de Loyola. La visión militante de la Compañía de Jesús, infalible a su juicio,
giraba sobre el concepto de enemigo, aplicable a españoles yeuskaldunes traidores.
Desde ahí, Ignacio pasa a inspirar la idea de una organización fuertemente
disciplinada, pensada para imponer los principios excluyentes del partido al
conjunto de los vascos.
Concepción bélica, pero también pragmática. Absolutismo
ideológico, flexibilidad en los medios (alianzas, objetivos parciales). De
Sabino a Arzalluz, habrá que “entrar con el enemigo”, no rehuir el ingreso en
su espacio político, siempre que se salga con uno mismo. Una férrea disciplina
evitará desviaciones.
Esto explica el mal entendido viraje
final hacia una Liga de Vascos Españolista en 1902. No se trató de moderación,
sino de ajuste táctico a una coyuntura de persecución, entrando con el
enemigo.Bajo la máscara regionalista, el objetivo final permanecía, y nada lo
prueba mejor que el melodrama Libe, del mismo año, donde el relato vuelve
a las batallas victoriosas contra Castilla. No hay dos almas en el nacionalismo
sabiniano, cuyos seguidores hasta ETA esgrimirán “la pureza doctrinal”, sino
dualidad táctica y tensiones con esa voluntad de adecuación que ya se afirma,
muerto Sabino, cuando el PNV defiende el Concierto
Económico en 1905 frente a
los zelotes de la independencia. Intereses frente a ortodoxia. Únicamente al
salir de escena ETA se ha resuelto el dilema.
Al llegar en noviembre de 2003 el centenario de la muerte de
Sabino Arana, era previsible su triunfo póstumo. Fue el año en que ETA asesinó
a Joseba Pagazaurtundua y en que Ibarretxe presentó en el Parlamento vasco su plan de
constituir un Estado Libre Vasco en nombre de la inevitable “soberanía
originaria”. Podía confirmarse lo que el amo dijera al lacayo del Guzmán:
“por hacer a Vizcaya querer deshacer a España”.
Cuando ya se han cumplido los 150 años del nacimiento de
Sabino, cabe anotar cambios sustanciales. La convergencia entre independentismo
político y lucha armada se estrelló con la pérdida del Gobierno por el PNV en
2009 (ocaso del maximalismo), y sobre todo contra la derrota inapelable de ETA
en 2011. Los mitos no han desaparecido, ni la voluntad abertzale de
mantener la tensión por el “proceso de paz”. Solo que la convivencia surgida
tras el fin del terror y el reconocimiento de las ventajas económicas del
Concierto, convertido en auténtica Constitución vasca asumida por todos,
disiparon esa nube de violencia sembrada por Sabino Arana. Se acabó, esperemos
que por siempre, Bizkaya por su independencia. Eso sí, como
compensación el PNV lleva a su antojo una construcción nacional vasca donde la
mitología sabiniana sigue vigente.
Antonio Elorza es catedrático de Ciencia Política y
autor de Tras la huella de Sabino Arana (2005).
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