El periodista Miguel Chavarría escribe en su columna del periódico DIARIO VASCO un artículo titulado Purificación de la memoria.
Parte de la facilidad de la sociedad de la información para instrumentalizar la verdad: así al hacer memoria no se hace el esfuerzo de comprender las cosas en toda su profundidad, sino en conseguir que las cosas calcen en el molde ideológico previsto. Así la llamada memoria histórica es una memoria contaminada, con arreglo a la cual no es dable rectificar los errores del pasado, que es lo que en el fondo valdría la pena.
Dice Chavarría: "(...) la tergiversación no es invento nuevo, como puede comprobar quien recuerde la historia de España desde 1923, con el papel promotor de la burguesía catalana en el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera. O desde 1931 hasta 1936, período rico en sucesos con el inicio de la persecución de la Iglesia, la matanza de los desesperados campesinos de Casas Viejas y con el general Franco llamado para salvar a la República ante la insurrección de Asturias. Y conste que no me olvido de la llamada Transición Pacífica que tuvo como saldo casi un centenar de muertos que en el libro de la contabilidad política cuentan lo que pelillos en la mar. Lo aconsejable es dejar de tomar en serio la babiecada de que basta con cambiar el signo para que las palabras huecas y las simplificaciones de hoy valgan más que las del pasado en orden a travestir la mentira para hacerla pasar como verdad."
Finalmente aboga por una purificación de la memoria histórica, en la que los individuos, los pueblos, los grupos sociales y los partidos políticos reconozcan y asuman los errores y los horrores cometidos formando parte de la entera colectividad.
Lee el artículo entero en este enlace de EL DIARIO VASCO.
Parte de la facilidad de la sociedad de la información para instrumentalizar la verdad: así al hacer memoria no se hace el esfuerzo de comprender las cosas en toda su profundidad, sino en conseguir que las cosas calcen en el molde ideológico previsto. Así la llamada memoria histórica es una memoria contaminada, con arreglo a la cual no es dable rectificar los errores del pasado, que es lo que en el fondo valdría la pena.
Dice Chavarría: "(...) la tergiversación no es invento nuevo, como puede comprobar quien recuerde la historia de España desde 1923, con el papel promotor de la burguesía catalana en el advenimiento de la dictadura de Primo de Rivera. O desde 1931 hasta 1936, período rico en sucesos con el inicio de la persecución de la Iglesia, la matanza de los desesperados campesinos de Casas Viejas y con el general Franco llamado para salvar a la República ante la insurrección de Asturias. Y conste que no me olvido de la llamada Transición Pacífica que tuvo como saldo casi un centenar de muertos que en el libro de la contabilidad política cuentan lo que pelillos en la mar. Lo aconsejable es dejar de tomar en serio la babiecada de que basta con cambiar el signo para que las palabras huecas y las simplificaciones de hoy valgan más que las del pasado en orden a travestir la mentira para hacerla pasar como verdad."
Finalmente aboga por una purificación de la memoria histórica, en la que los individuos, los pueblos, los grupos sociales y los partidos políticos reconozcan y asuman los errores y los horrores cometidos formando parte de la entera colectividad.
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