LOS NOMBRES DE LA PROVINCIAS: ¿GUIPUZCOA o GIPUZKOA?



El pasado 14 de octubre (2010) el PNV registró en el Congreso una proposición de ley para modificar la denominación oficial de las tres provincias vascas por los topónimos de Araba-Álava, Gipuzkoa y Bizkaia. Contará con el apoyo del PSOE, pero el PP vasco ya ha anunciado que se opondrá.

Dos artículos para reflexionar he leído en la prensa:

* El primero, cronológicamente, de Jose Luiz Lizundia, miembro de la Real Academia de la Lengua Vasca-Euskaltzaindia y ex-parlamentario de Euzkadiko Ezkerra, escribe en el DIARIO VASCO un artículo titulado Los nombres de las provincias y el Estado de Derecho".

Dice entre otras cosas:

" Veníamos de una situación pretérita en la que fueron prohibidos, en 1938, «nombres como Iñaki, Kepa, Koldobika. La España de Franco no puede tolerarlos»; en 1940, las marcas, nombres comerciales y rótulos en «dialectos distintos del idioma castellano»; en 1945, quedó «terminantemente prohibida toda designación de buques que no esté escrita en castellano»; y así en otros ámbitos de la vida pública. (...)

La cuestión se plantea con los nombres de nuestros tres territorios históricos que, a pesar de ser oficializados Bizkaia, Gipuzkoa y Araba/Álava y reconocidos como tal por las administraciones forales, autonómicas y locales, la Administración estatal no ha reconocido. (...).

Lo que resulta fruto de la ignorancia de la ciencia onomástica, toponomástica, en este caso, es afirmar que Vizcaya es un topónimo castellano. Pues resulta que no, ya que se escriba como se escriba es eusquérico, pues su tradución castellana sería diáfana: 'La loma'. Por lo tanto, en concordancia con la nueva realidad autonómica, al ser un topónimo euskaldun, como dice la Ley, la grafía ha ser Bizkaia, en paridad a las provincias catalanas y gallegas.(...)

Una última consideración, que a cualquier intelectual con un mediano conocimiento lingüístico le debería alcanzar, es que el euskera y, por consiguiente su topónimo Bizkaia, carece de fricativa labiodental sonora, es decir 'v', y que ha escribirse con 'b'. Conclusión: que solamente desde una visión nostálgica de un pasado totalitario-franquista, de un nacionalismo español excluyente o desde la ignorancia se puede entender la resistencia al cambio, meramente ortográfico, en este caso. Recordaría que el artículo 3.3. de la Constitución considera que «las demás lenguas españolas» son «una riqueza» y «que merecen especial respeto y protección». El Estado de Derecho también es esto."

Si quieres leer el artículo entero en este enlace.

* Por otro lado, el abogado donostiarra Jose María Ruiz Soroa, escribe un artículo con el título Perogrullo y la neolengua, en el que dice entre otras cosas:

"(...) la comunidad de hablantes del español ha llamado desde hace siglos a muchos lugares del planeta de una manera particular, exactamente igual que lo ha hecho la comunidad de hablantes del inglés, del francés, del árabe o del chino. Ha puesto a los sitios que iba conociendo unos nombres adaptados a su experiencia y su particular fonética y reglas, que a veces poco tienen que ver con los nombres que esos mismos lugares reciben en la comunidad de lengua de ese lugar o con los oficiales. Los lugares son de ellos, los nombres son nuestros, ésa es la idea latente en cualquier realidad lingüística. Así, llamamos Alemania, Holanda, Londres, Aquisgrán, Baviera o Múnich a países y lugares que sus nacionales llaman de otra forma en sus propias lenguas, y sería irritante incluso que alguien utilizara cuando habla en castellano el topónimo oficial o el nombre de allí, además de que probablemente no sería entendido por los demás. Si yo escribiera London, Polska o Aachen, para designar a Londres, Polonia o Aquisgrán, cuando escribo en castellano, provocaría al lector un mohín despectivo (¡será cretino éste!).

Perogrullada adicional: esta realidad puramente lingüística nunca ha molestado a nadie, por lo menos que se sepa. Ningún alemán se indigna por ser llamado 'tedesco', 'allemand' o 'german' cuando pasea por Italia, Francia o Estados Unidos, a pesar de que ellos se llaman a sí mismos en su lengua 'deutsche'. Ni el País de Gales protesta ante la Embajada española cuando así lo nombra el BOE diciendo que su nombre oficial es Cymru. Ni a los españoles nos molesta ser llamados 'spaniards' o 'spanish'. Ni a los gallegos que una ciudad como A Coruña sea llamada La Corogne o The Groyne. Justo al revés, es algo que gusta: porque es un signo de la riqueza de una lengua poseer nombres particulares para lugares lejanos, y porque es un signo de importancia para un lugar tener un nombre en otras lenguas lejanas, distinto del suyo vernáculo.

(...) Ha nacido un afán tal por subrayar los hechos diferenciales que se exige que ¡incluso cuando se habla en castellano! se utilicen sin embargo los topónimos propios de otra lengua. Hay que marcar patria. De manera que los lugares, según los mandarines de turno, sólo tienen un nombre (el oficial determinado por ellos) que deberán usar obligatoriamente todos los hablantes. Bueno, todos no, porque esta sensibilidad enfermiza se acaba en el español, no alcanza a otras lenguas ni a otros hablantes: nadie reclamará que los ingleses supriman el nombre de 'Biscay' o los franceses el de 'Bizcaye', ni se les acusará de fascistas-imperialistas por usarlos, pero sí se exige que los españoles borren de su idioma el de 'Vizcaya' y que la Administración española lo destierre de su lexicografía oficial. Por eso es una enfermedad aldeana, porque su influencia termina justo donde acaba el corral hispano. (...)

Más chirene es cuando se pretende cambiarle el nombre de la cosa a la misma comunidad que poseía tanto la propia cosa como su nombre, y que había mantenido éste durante siglos: cambiarles a los vizcaínos cuando hablan en su lengua común el nombre que siempre dieron a Vizcaya desde la primera vez que ese topónimo se escribió allá por el año 900 dentro de un texto en latín corrupto, o desde que el Señorío se institucionalizó allá por 1526, e imponerles uno oficial extraño a sus usos lingüísticos, por mor de que es el correcto hoy según la academia vernácula, resulta un tanto estrafalario.".

El artículo entero en este enlace.

* Sigue esta noticia con esta otra: Los territorios vascos se llamarán Gipuzkoa, Bizkaia y Araba/Álava. (FUENTE: DIARIO VASCO 23 JUNIO 2011)