75 AÑOS DE EUSKADI



El Estatuto de 1936 es un hito fundamental en la historia vasca al representar el momento fundacional de Euskadi y al sobrevivir a la Dictadura de Franco a través de los gobiernos vascos del exilio, hasta enlazar con el Estatuto de Gernika.

Los pueblos tienen su origen en la noche de los tiempos y algunos de ellos en el transcurso de la historia se convierten en naciones. Éstas no existen desde la antigüedad, sino que son fenómenos históricos contemporáneos, pues datan de los dos últimos siglos, cuando surgen y se desarrollan en procesos de construcción nacional de larga duración. En cambio, las instituciones jurídico-políticas, sean Estados o no, tienen una fecha concreta de creación, un momento fundacional determinado.

Desde esta perspectiva institucional, Euskadi cumple hoy 75 años, pues nació con el Estatuto de autonomía aprobado por las Cortes republicanas, reunidas en Madrid el 1 de octubre de 1936. En efecto, nunca antes de esa fecha había existido Euskadi como entidad jurídico-política; de ahí la trascendencia histórica de la aprobación de dicho Estatuto, gestado durante los cinco años de la II República española y ratificado al inicio de la Guerra Civil, como fruto del pacto político alcanzado entre el Frente Popular de Indalecio Prieto y el PNV de José Antonio Aguirre, quienes fueron los artífices del Estatuto de 1936. Su principal consecuencia inmediata fue la formación del primer Gobierno Vasco seis días después en la Casa de Juntas de Gernika, presidido por Aguirre y compuesto de cuatro consejeros del PNV y siete del Frente Popular: tres socialistas, dos republicanos, un comunista y uno de ANV.

Así pues, el 1 y el 7 de octubre de 1936 son los hitos históricos que marcan el nacimiento institucional de Euskadi y, como tales, han sido conmemorados por los gobiernos vascos que se han sucedido hasta el actual, todos ellos herederos del que surgió en plena Guerra Civil y sufrió el largo exilio durante el franquismo. También merece ser recordado otro acontecimiento ocurrido pocos días antes: el 25 de septiembre de 1936 se incorporó al Gobierno del socialista Francisco Largo Caballero como ministro sin cartera el dirigente del PNV Manuel Irujo, quien el mismo día de la aprobación del Estatuto afirmó: «Mi entrada en el Gobierno iba unida a la necesidad de proclamar la vigencia de la carta autonómica». Esas tres efemérides concatenadas supusieron la culminación de la alianza entre el PNV y el Frente Popular, que cambió de forma sustancial el curso de la Guerra Civil en Euskadi.

Por ello, cabe afirmar que los padres fundadores de Euskadi fueron los tres diputados de la República a los que los historiadores consideramos los políticos vascos más importantes del siglo XX por tener talla de estadistas y proyección nacional e internacional: el líder socialista Prieto, el lehendakari Aguirre y el mencionado Irujo. Éste fue el ministro vasco del Estatuto, pues su ingreso en el Gobierno republicano fue 'el precio del Estatuto', como él mismo reconoció.

Manuel Irujo, el único miembro del PNV que ha sido ministro del Gobierno español en la guerra y en el exilio, fue ministro por ser el más republicano de los jeltzales y, junto con Aguirre, el que más luchó por conseguir el Estatuto de autonomía durante la República. Ya en 1931 fue el primero que se desmarcó del polémico Estatuto de Estella, con su célebre Concordato vasco, y propuso al PNV «ir por el Estatuto (...) a cualquier precio», porque «la existencia del Estatuto es tanto como la existencia de Euzkadi», «es el reconocimiento de nuestra personalidad ante España y ante el mundo». Y en 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular, escribió que Prieto era 'el hombre del Estatuto'.

Como medio año antes, en su controversia con el diputado monárquico José Calvo Sotelo, Irujo había bendecido «la mano por medio de la cual nos llegue el Estatuto», ésta acabó siendo la mano del diputado socialista bilbaíno.

No en vano el Estatuto de 1936 ha sido denominado por los historiadores el 'Estatuto de Prieto', pues fue él, como presidente de la Comisión de Estatutos de las Cortes, el que indicó las pautas necesarias para su rápida aprobación parlamentaria: un texto breve y lo más parecido al Estatuto catalán de 1932, manteniendo la vigencia del Concierto económico de 1925. Pero es obvio que Prieto no lo hizo solo, sino de común acuerdo con Aguirre, el secretario de dicha Comisión. La entente cordial entre ambos líderes, rivales políticos hasta entonces, hizo posible que el Estatuto estuviese consensuado en vísperas de la Guerra Civil, la cual solo aceleró su ratificación final por el pleno del Congreso de Diputados: lo fue por aclamación de los diputados presentes en su sesión del 1 de octubre de 1936, con los ministros Prieto e Irujo sentados en el banco azul y con un importante discurso de Aguirre en defensa tanto de la autonomía vasca como de la democracia española.

Aunque solo pudo aplicarse en Vizcaya y en una pequeña parte de Álava y de Gipuzkoa, al estar casi todo el territorio de estas dos provincias ya en poder del ejército sublevado, y tuvo una vida efímera de apenas nueve meses, hasta la conquista de Bilbao en junio de 1937, el Estatuto de 1936 es un hito fundamental en la historia vasca al representar el momento fundacional de Euskadi y al sobrevivir a la Dictadura de Franco a través de los gobiernos vascos del exilio, hasta enlazar con el Estatuto de Gernika y con las instituciones democráticas de la actual Euskadi autónoma, que tiene en las creadas en la Guerra Civil su principal precedente histórico.

JOSÉ LUIS DE LA GRANJA SÁINZ, Catedrático de Historia Contemporánea de la UPV-EHU

FUENTE: DIARIO VASCO, 1 OCTUBRE 2011