INDALECIO PRIETO Y EL PAÍS VASCO. EN EL CINCUENTENARIO DE SU FALLECIMIENTO

Prieto y Alcalá-Zamora, presidente de la República, en la ría de Bilbao en mayo de 1933.
Foto: Archivo de la Fundación Pablo Iglesias
El cincuentenario del fallecimiento de Indalecio Prieto Tuero, acaecido en su casa de México el 12 de febrero de 1962, es una buena ocasión para recordar su figura y su trayectoria política en la primera mitad del siglo XX, cuando fue uno de los principales líderes del socialismo español y un destacado político como diputado, ministro de varios gobiernos de la II República y la Guerra civil y dirigente del exilio republicano durante la Dictadura de Franco. En la Historia de Euskadi, Prieto ha sido el líder más importante que ha tenido el socialismo y el político vasco con talla de estadista más relevante del siglo XX junto con el lehendakari José Antonio Aguirre. Ambos fueron los artífices del Estatuto de 1936 y los padres fundadores de la Euskadi autónoma en la Guerra Civil.


Nacido en Oviedo el 30 de abril de 1883, su familia se trasladó al Bilbao de la revolución industrial en 1891, al año siguiente de la gran huelga minera, cuyo éxito contribuyó a la hegemonía del naciente socialismo entre la clase obrera vizcaína. El niño y el joven Prieto entró en contacto con ella en los barrios altos de Bilbao, donde vivía, que eran el feudo de Facundo Perezagua, el fundador del PSOE en el País Vasco en 1886 y su líder indiscutible durante un cuarto de siglo. Con apenas 16 años Prieto se afilió a la Agrupación Socialista de Bilbao y en 1904 fue uno de los fundadores de la Juventud Socialista de Bilbao, promovida por Tomás Meabe. Para entonces ya trabajaba en el diario El Liberal, del cual fue redactor, director y al final su propietario, al adquirirlo en 1932 al empresario republicano Horacio Echevarrieta, quien fue su mentor en el periódico y en la vida política de la Restauración: a Echevarrieta, diputado por Bilbao de 1910 a 1918, Prieto le sucedió en ese escaño de 1918 a 1923 y, durante la República, de 1931 a 1936. En las siete elecciones generales en las que salió diputado, Prieto encabezó la coalición republicano-socialista, que fue una constante de su acción política desde 1911 hasta la Guerra Civil, siendo diputado provincial de Bizkaia (1911-1915), concejal y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Bilbao (1915-1918) y diputado a Cortes (1918-1936). Precisamente, su alianza con los republicanos de Echevarrieta fue la causa de su enfrentamiento con Perezagua, enemigo de ella, al que derrotó en su propio feudo en las elecciones municipales de 1915 y sustituyó como máximo dirigente del socialismo vasco.


A partir de entonces, el liderazgo de Prieto fue tan carismático que el PSOE de Euskadi fue sinónimo deprietismo. Este se caracterizó por ser un socialismo liberal (“soy socialista a fuer de liberal”, se definió) y republicano, no doctrinario ni marxista, reformista y democrático, según reflejó su actuación durante la crisis de la Restauración. Por un lado, en el seno del PSOE se opuso a los partidarios de dar el paso al comunismo, que se escindieron y fundaron el PCE en 1921. Por otro lado, atacó a la Monarquía, exigiendo a Alfonso XIII responsabilidades por el desastre de Annual en la guerra de Marruecos. Tras la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), en la que se exilió, Prieto fue protagonista del proceso revolucionario para traer la República, asistiendo al famoso Pacto de San Sebastián (1930) y polarizando a las fuerzas políticas en torno a su dilema “con el rey o contra el rey”, que transformó las elecciones municipales de 1931 en un auténtico plebiscito: Monarquía o República. Por tanto, su contribución fue decisiva para el advenimiento de la II República, proclamada primero por el Ayuntamiento republicano-socialista de Eibar el 14 de abril de 1931.


Ese mismo día, Indalecio Prieto pasó a ser ministro de Hacienda del Gobierno de Alcalá-Zamora y después fue ministro de Obras Públicas en los gabinetes de Azaña durante el primer bienio republicano, cuando era uno de los tres líderes nacionales del PSOE, situado en el centro, entre Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero. Como diputado por Vizcaya-capital, Prieto fue clave en el largo proceso autonómico vasco. En 1931 fue el mayor enemigo del Estatuto de Estella, el proyecto del PNV y el carlismo que contemplaba un Concordato vasco, descalificándolo como un Gibraltar del Vaticano. Una vez que fracasó por ser inconstitucional, en diciembre de ese año Prieto redactó el decreto regulador del proceso de elaboración del Estatuto, que dio lugar al proyecto de las Comisiones Gestoras provinciales, aprobado en referéndum en 1933 y bloqueado por las derechas en las Cortes del segundo bienio republicano. Y, en 1936, tras la victoria electoral del Frente Popular, Prieto se convirtió en “el hombre del Estatuto”, según reconoció el diputado nacionalista Manuel Irujo, al impulsarlo como presidente de la Comisión parlamentaria de Estatutos, hasta el punto de que los historiadores hemos denominado “el Estatuto de Prieto” al aprobado el 1 de octubre de 1936, iniciada ya la Guerra Civil, si bien fue fruto de su pacto con Aguirre, secretario de esa Comisión. La principal consecuencia de dicho Estatuto fue la inmediata formación del primer Gobierno vasco, de coalición PNV/Frente Popular, presidido por Aguirre.


Indalecio Prieto, el padre de la autonomía vasca, no pudo ver su aplicación en la Euskadi de 1936-1937, cuando era de nuevo ministro, primero de Marina y Aire en el Gobierno de Largo Caballero y después de Defensa en el Ejecutivo de Negrín, hasta su cese en abril de 1938. A finales de este año, fue enviado de embajador de la República a América, en donde permaneció casi todo su dilatado exilio. Nunca pudo regresar a su añorado Bilbao, sobre el que pronunció en 1946 tres “charlas en Méjico”, publicadas en su libroPasado y futuro de Bilbao. Empero, sí volvió a pisar tierra vasca cuando, en uno de sus viajes a Francia, negoció el Pacto de San Juan de Luz (1948) con los monárquicos de don Juan de Borbón con el fin de derrocar el régimen franquista. No logró su objetivo y Franco sobrevivió a Prieto y Aguirre, quien murió en París en 1960. Su antiguo rival político y ya viejo amigo Prieto le dedicó un emotivo artículo necrológico titulado “José Antonio y su optimismo”. Apenas dos años después, Indalecio Prieto falleció también en el exilio, sin poder retornar a la Euskadi autónoma, la que ambos crearon en 1936.

José Luis de la Granja Sáinz, catedrático de Historia Contemporánea de la EHU/EPV.
Jornadas organizadas por Eusko Ikaskuntza y UPV-EHU el 22 y 23 de febrero en Bilbao

FUENTE:  Euskonews 612 zbka. (2012-02-10)

COMPLÉTALO CON ESTA OTRA SEMBLANZA DE INDALCIO PRIETO, TITULADA "INDALECIO PRIETO; EN EL 50 ANIVERSARIO DE SU MUERTE" (Rafael Iturriaga, en EL PAIS, 13 FEBRERO 2012).