MENORCA, EL OTRO GIBRALTAR



"Hemos planteado la cuestión de la soberanía de Gibraltar". Estas palabras pueden atribuirse a cualquier presidente del Gobierno de España que haya visitado a su homólogo británico. El último en hacerlo ha sido Mariano Rajoy. Pero el jefe del Ejecutivo se ha encontrado las mismas reticencias en el lado británico que todos sus antecesores. Sin embargo, imaginen que además del Peñón, las autoridades españolas tuvieran que reclamar Menorca cada vez que visitaran Downing Street. No es una opción tan descabellada. De hecho, la isla fue un territorio inglés desde su invasión en 1708 hasta 1782, año del último gran intento armado de recuperar Gibraltar.

Menorca fue ocupada por los británicos en 1708 en el marco de la Guerra de Sucesión española. Cuatro años antes habían hecho lo propio con Gibraltar. El Tratado de Utrecht reconocía la soberanía del Reino Unido sobre ambos enclaves a cambio del reconocimiento de Felipe V como Rey de España. Sin embargo, pese a que recuperar el Peñón siempre fue una prioridad para la Corona española, Menorca quedó en un segundo plano. Al menos durante 70 años.

A través de los denominados 'Pactos de familia', Francia y España (ambos eran monarquías borbónicas) sumaron fuerzas contra el Reino Unido durante gran parte del siglo XVIII. En 1779 este pacto se renovó. España se comprometía a participar en la guerra de independencia de EE UU a favor de las colonias rebeldes y Francia contribuiría en la recuperación de Gibraltar y Menorca.
Una vez desatadas las hostilidades, pronto se vio que el mayor esfuerzo militar se centraría, una vez más, en el Peñón. Sin embargo, pasaban los años y el asedio permanecía estancado. El mantenimiento de un infructuoso cerco con un importante coste en vidas, provocó el malestar en la población. Ante el riesgo de un fracaso, el Conde de Floridablanca, máxima figura en la Corte de Carlos III, desvió su atención hacia Menorca con la esperanza de una rápida conquista que reforzara su posición y levantara el ánimo a las tropas. Floridablanca encargó la misión al Duque de Crillón, un militar de origen francés que llevaba décadas al servicio de la Corona española.

Apoyo local
Floridablanca sabía que la aristocracia y el clero isleño se oponían a las autoridades británicas, que les habían quitado privilegios y permitido la edificación de sinagogas e iglesias ortodoxas. Menorca contaba con dos enclaves principales: Mahón y Ciudadela. En la isla vivían unas 27.000 personas, pero los ciudadanos ingleses se reducían a la guarnición y su familia.

El 19 de agosto de 1781 desembarcaron cerca de Mahón los 12.000 soldados (3.000 de ellos franceses) a las órdenes de Crillón. Tomaron la ciudad sin resistencia. Los 2.600 militares británicos, informados de las maniobras españolas, se habían refugiado en el fuerte de San Felipe. La conquista por la vía rápida había fracasado. El asedio era la única opción, con el peligro de que se convirtiera en un fracaso al estilo de Gibraltar. Sin embargo, las fuerzas británicas, presionadas en sus colonias americanas y en el enclave gibraltareño, dejaron a su suerte al destacamento en la isla balear.

Tras varios meses para consolidar el control sobre el resto de la isla, el asalto a la fortaleza comenzó el 6 de enero de 1782. Ante la superioridad española y la imposibilidad de recibir refuerzos, los británicos al mando del general Murray firmaron la rendición el 5 de febrero. Menorca volvía a manos españolas. Carlos III instauró la Pascua Militar el 6 de enero en honor a esta conquista. Por su parte, el asedio a Gibraltar concluyó un año después sin éxito.

FUENTE: DIARIO VASCO (David Valera,) 27 FEBRERO de 2012