La historiadora Mª Rosa Ayerbe ha elaborado una extensa
historia del edificio que actualmente alberga el Museo San Telmo. Comenzó como
convento de dominicos en el siglo XVI, y luego en el XIX se usó como cuartel
militar. La obra, titulada 'El monasterio dominico de San Pedro González Telmo
(San Sebastián)', ha sido editada por Fundación Kutxa y se presentó ayer en
sociedad.
La historiadora ha llevado a cabo el trabajo a lo largo de
dos años, por encargo del Museo San Telmo, que se preparaba entonces para
acometer una remodelación arquitectónica. «No he tenido hijo científico que más
me haya costado gestar y parir», dijo ayer. «He tenido que hacer el trabajo sin
que la institución estudiada tenga archivo. Los descendientes del fundador del
edificio, Don Alonso de Idiaquez, eran los duques de Híjar, y he hecho muchas
visitas a su archivo, que está en Zaragoza. También he pasado en numerosas
ocasiones por el Archivo Diocesano de Pamplona. He encontrado algún dato
también en Bergara, porque, después de la exclaustración de los dominicos,
éstos se fueron a Francia, pero luego se trasladaron a Bergara, para llevar a
cabo tareas educativas».
Según dijo ayer en el acto de presentación la restauradora
del Museo San Telmo Ana Santo Domingo, los datos recogidos por esta
historiadora han sido de mucho interés a la hora de acometer ciertas reformas
en el edificio. Por ejemplo, las aportaciones de Ayerbe sirvieron para dejar
claro que la cripta encontrada en una excavación era la de los fundadores del
convento, Don Alonso de Idiaquez y Doña Gracia de Olazabal. Tras llegar a esa
conclusión, se optó por hacer una reconstrucción de la bóveda, empleando esta
vez hormigón blanco.
Hay que tener en cuenta que esta edificación fue en su
primera fase un convento de dominicos, bajo el patronazgo de ese matrimonio,
muy bien posicionado también en la Corte madrileña, y que decide realizar ese
gran desembolso con la condición de que sus restos reposen luego en un lugar
distinguido de la iglesia conventual.
En 1837, los dominicos dejan San Telmo, porque pierden la
propiedad tras la Desamortización de Mendizabal. Luego, el edificio pasó a las
manos del Ministerio de Guerra y se convirtió en cuartel militar. En 1921 pasó
a ser de propiedad municipal. El alcalde de la ciudad, Pedro Zaragüeta,
adquirió tanto el edificio como el monte Urgull, casi en su totalidad,
exceptuando el Cementerio de los Ingleses.
No fueron precisos muchos años para que aquello se
convirtiera en museo. Fue en el periodo de la Segunda República, en 1932,
cuando el alcalde Fernando Sasiain inauguró el nuevo museo.
Ayerbe ha dedicado el libro a Imanol Olaizola, «un hombre a
quien tanto debe la sociedad y que mañana [hoy] será operado».