CASTRO DE MURUMENDI: UN POBLADO DE HACE DOS MIL AÑOS



«Murumendi es un poblado de la última fase de la Edad de Hierro, de tamaño pequeño y con doble muralla concéntrica. Los objetos que hemos encontrado allí parecen algo más recientes que los de otros castros cercanos, como los de Intxur y Basagain», comenta Ander Arrese, el arqueólogo beasaindarra que este viernes inaugurará en su pueblo la exposición ‘Murumendi. Burdinarotik Aintzinarora’, que muestra los resultados de las excavaciones en esa cima tan visitada por las gentes del Goierri.

La cita es a las 19.00 horas en el Palacio de Igartza. Arrese ofrecerá una conferencia y, a continuación, se abrirá la exposición, que ocupa una de las alas del edificio. Se podrán ver varios paneles con explicaciones y diversos objetos de las excavaciones, junto a reproducciones relacionadas con otros yacimientos.

Ese enclave ha sido testigo de diversas civilizaciones a lo largo de la Historia. Ha aparecido una raedera del Paleolítico, fabricada en una piedra que parece limonita. Luego hubo allí un poblado de la Edad de Hierro, de hace dos mil años, y se han encontrado también algunos objetos de la Edad Media, como puntas de flecha. También ha aparecido una pieza relacionada con los fusiles de avancarga (de la época de las guerras carlistas, en el XIX). Otros vestigios son de la Guerra Civil de 1936: unos casquillos y una llave para abrir latas. En suma, se trata de un paraje con bastante sabor bélico.

«No hemos sido nosotros los primeros en excavar en la cima Murumendi. Desde siempre se sabía que allí había restos antiguos. Carlos Olaetxea y Josean Mujika hicieron algunas catas, pero hemos sido nosotros, los de Suhar, los primeros en conseguir una datación tan antigua», comenta Arrese.

Este enclave es, básicamente, interesante por los restos del poblado de la Edad de Hierro. Se trataría de un poblado pequeño, con dos murallas paralelas. Ya han aparecido restos de habitáculos. Se trataba de cabañas con suelo a base de cantos de arenisca, y en su capa más superficial tierra compactada. Las paredes estaban construidas a base de ramas con un manteado de arcilla en los intersicios.

En cambio, las catas en la zona comprendida entre las dos murallas han sido infructuosas. «Suponemos que esa franja iría destinada al ganado o a tareas agrícolas, pero no han aparecido restos».

La zona es de una gran pendiente. Y cuando acaba la cuesta asoma el precipicio. Una zona fácil de defender, y esa sería una de las razones que impulsaron a aquellas gentes a montar allí el poblado.
«Hoy en día va mucha gente a Murumendi. Se accede desde el monte Usurbe, desde Garin, desde Mandubia... Sopla mucho viento, y piensas cómo se les ocurriría vivir allí. La gente cree que aquello son pistas forestales, cuando en realidad son intervenciones de la Edad de Hierro, relacionadas con las murallas». Esos muros defensivos son diferentes a los de los otros castros del territorio guipuzcoano, pues son compactos, a base de lajas, sin relleno en la parte central.

En la parte más alta del peñasco hay una especie de cráter. «La gente de la zona ha creído siempre que era una cantera de piedra caliza, destinada a la elaboración de cal. Nosotros sospechamos que ya las gentes de la Edad de Hierro comenzaron a usar esa técnica. Pero, en cambio, en el suelo de la vivienda usaban piedra arenisca, porque ya sabían que conserva mejor el calor. La tenían que traer desde otros parajes».

«Me resisto a creer la teoría de que Murumendi y los otros castros eran satélites del gran poblado de Intxur. Al menos el de Murumendi, no es de la misma época. Se nota, por ejemplo, en la cerámica. Aquí, toda es elaborada a torno, y las piezas de molinos que hemos encontrado son del modelo llamado circular, más moderno que el modelo barquiforme», prosigue el arqueólogo.

En Murumendi han aparecido también muchas escorias. «Creemos que varios de los objetos encontrados allí fueron fabricados ‘in situ’». Y también han aflorado algunas piezas que nos hablan de una civilización amante de lo bello. Hay una cuenta de collar, de vidrio y de un color azul cercano al turquesa, y una pequeña plancha de hierro decorada con figuras circulares.

En la exposición se sabrán los datos y se verán los objetos resultantes de tres campañas de excavaciones. El equipo de Suhar trabajó allí en los agostos de 2010, 2011 y 2012. «Y quisiéramos seguir, porque el lugar va a dar de sí. Hemos descubierto la zona donde, según parece, estaba una torre que protegía la entrada al poblado, y conviene excavar ahí. Además, tenemos la sospecha de que el lugar tuvo otra ocupación una vez finalizada la Edad de Hierro». Los arqueólogos también han recuperado una pieza relacionada con los fusiles de avancarga, que podría datar de mediados del XIX, y también bastantes casquillos de la Guerra Civil de 1936. «Estos casquillos de fusil son habituales, en cambio estos otros, de pistola Mauser, no tanto. 
Pensamos que son munición del segundo batallón Euzko Indarra, de ANV, que pasó por Murumendi después de batallar en la Venta de Zarate».

Ander Arrese es miembro del colectivo de arqueólogos Suhar, que está compuesto por gentes de Gipuzkoa y Bizkaia. Se gana la vida, en parte, gracias a las llamadas «intervenciones arqueológicas» que son precisas llevar a cabo cuando se hacen obras en zonas susceptibles de contener restos antiguos, y también ofrece a escuelas y grupos diversos cursillos sobre técnicas prehistóricas, desde modos de hacer fuego hasta técnicas para trabajar el sílex. «Y luego viene la investigación, como lo que hemos hecho en Murumendi. También llevamos a cabo un trabajo en Jentilbaratza, de Ataun. Hicimos un catálogo con todos los yacimientos de ese pueblo. Cuando pones en un mapa todos esos sitios, realmente llama la atención».

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Esa gente no fue enterrada en los crómlech
El inicio de la Edad de Hierro se sitúa, según los diferentes territorios, entre el 800 y el 700 antes del cambio de era. Es una época de desarrollo metalúrgico y con avances en la alfarería, pues aparece el torno.

Ofreceremos aquí una serie de características de esta época, tomando como base la publicación ‘La Edad de Hierro en Gipuzkoa’ (Xabier Peñalver y Sonia San José, Diputación Foral de Gipuzkoa).

Los poblados del territorio de Gipuzkoa eran amurallados. Son murallas con bastante anchura, de entre 2 y 2,5 metros. En ningún caso se ha conservado la altura inicial, pero en el poblado de Intxur, en el barrio tolosarra de Aldaba, llegaron hasta nuestros días tramos con hasta un metro de altura.

En esa época la agricultura era una tarea habitual. Fueron las excavaciones en Intxur, a partir de 1985, las que desmontaron creencias erróneas y mostraron que también en la vertiente atlántica el cultivo del cereal era habitual. Las especies presentes son éstas: avena, cebada, panizo, espelta, haba, guisante y avellano.

En cuanto a la ganadería, los datos no son aún muy numerosos. Un pequeño número de huesos descubiertos en Basagain permite saber que disponían de ovejas, cabras, vacas y cerdos. Es de suponer que esas gentes se desplazaban durante el verano a los pastos de los Pirineos y demás cordales situados en el País Vasco, para luego en otoño volver a sus poblados.

La metalurgia del hierro, que sin duda se llevaba a cabo en estos poblados, no está aún muy estudiada. Se supone que habría numerosas ferrerías de monte, dedicadas a la reducción del mineral de hierro ‘in situ’.

Había comercio, como lo demuestra una pesa de bronce hallada en las excavaciones de Munoaundi. Esta pieza encuentra sus paralelos directos en un juego de ponderal descubierto en el poblado de La Hoya (Laguardia), datado en el siglo IV antes de nuestra era.

Aún no se sabe dónde estaban las necrópolis de estos poblados. Pero, si nos atenemos a los usos funerarios de la vertiente mediterránea de Euskal Herria, se supone que el cadáver era depositado en una pira funeraria levantada con madera, donde era quemado junto con su 
ajuar. Luego, las cenizas eran enterradas en tumbas individuales.

Los crómlech son tumbas que albergan cenizas y corresponden a este periodo de la Edad de Hierro, pero ocurre que este tipo de monumentos están alejados de los poblados. Aparecen al oeste del río Leitzaran. Así pues, no son los cromlech las tumbas de los habitantes de Intxur, Basagain, Burun-tza y Murumendi.


FUENTE: DIARIO VASCO (Felix Ibargutxi) 7 FEBRERO 2013