LORCA, 75 AÑOS DE ENIGMAS Y CERTEZAS

Setenta y cinco años después de su asesinato, la figura de Federico García Lorca no deja de agigantarse. Su universalidad es una certeza que se confronta al enigma sobre el paradero de sus restos. Lorca es, con Cervantes, la figura más universal de nuestras letras. Su vil asesinato y la tragedia que vivió en sus últimas horas forjaron la leyenda de un poeta que sabía que "solo el misterio nos hace vivir". Un mito que no tendría dimensión global sin el sostén de una obra dramática y poética tan poderosa como viva, con hitos como 'La Casa de Bernarda Alba', 'Bodas de sangre', 'Poeta en Nueva York' o el 'Romancero gitano'.

Historiadores, admiradores y detractores han tratado a lo largo de estas siete décadas y media de localizar sin éxito sus restos. En 2009 se dio por cerrada una polémica investigación oficial que se presumía definitiva y que podría reabrirse si prospera la demanda del historiador malagueño Miguel Caballero y del arqueólogo aragonés Javier Navarro.

La conmemoración de los 75 años sin Lorca hubiera sido muy distinta de haber fructificado la fallida y polémica investigación para recuperar los restos de Federico, asesinado en la madruga del 17 de agosto de 1936 en el barranco de Víznar. Aún desconocemos el lugar exacto en el que se enterró su cadáver y es muy probable que jamás se localicen sus restos, por más que se apunten nuevas posibilidades.

La última surgida de la investigación de Miguel Caballero Pérez para 'Las trece últimas horas en la vida de García Lorca' (La esfera de los libros) gracias a la cual conocemos al segundo los últimos instantes de la vida del poeta. Caballero, que ha dedicado a Lorca el grueso de su carrera, sostiene que el poeta fue asesinado al amanecer del 17, un día antes de lo que se venía recordando hasta ahora y haciendo que se fijaran los reconocimientos y conmemoraciones el 18 de agosto, fecha del asesinato según el hispanista y gran estudioso de Lorca Ian Gibson.

Asegura Caballero que el 16 de agosto de 1936, a la una y media de la tarde, un grupo de civiles y guardias de asalto detuvo a Federico García Lorca en casa de sus amigos, la falangista familia Rosales. En la madrugada del 17 fue asesinado y enterrado en una fosa. Para sustentar su tesis, Caballero argumenta que si el poeta hubiera permanecido retenido durante más tiempo, su familia, muy influyente en las esferas políticas y sociales granadinas, podría haber evitado su muerte.

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