LOS "NIÑOS VASCOS"

En 1986 el historiador británico Jim Fyrth señalaba que:
La historia de los niños vascos ha sido ignorada por la mayor parte de los historiadores de la época. A pesar de ello fue un gran acontecimiento en la historia de la sociedad británica. Afectó a casi la totalidad del país y cambió las vidas de mucha gente. Dejó lazos duraderos entre este país y las tierras vascas. 1
(Fyrth 1986:242)
Una década más tarde Bell (1996) y Alonso Carballés (1997) expresan la aún notable falta de atención escolar con respecto a dicho episodio histórico. Lo que es más, todavía hoy en día podemos señalar la falta de presencia de las narrativas de los “niños vascos” en el campo académico de investigación de migraciones humanas (Sabín-Fernández 2011).
Pero, ¿a qué nos referimos cuando hablamos de “niños vascos”?
Durante la guerra civil española y como parte de la feroz ofensiva de las tropas insurrectas contra el frente norte republicano, las poblaciones de Otxandio en 1936 y Durango en marzo de 1937 sufrieron ataques aéreos cuyo objetivo fue la población civil. Esto no fue suficiente para captar la atención de aquellos países (entre ellos el Reino Unido) que queriendo evitar que el conflicto se extendiera a su propio territorio, habían suscrito un Pacto de No Intervención en la guerra civil española que en teoría les mantenía alejados de la contienda. Sin embargo, cuando el 26 de abril de 1937 Gernika fue bombardeada por la aviación alemana con la ayuda de las tropas italianas como parte de su campaña de apoyo al bando nacional, se produjo un significante cambio de actitud a nivel internacional. A partir de este brutal ataque la presión popular de ciudadanos exigiendo a sus gobiernos la prestación de ayuda humanitaria creció extraordinariamente y un nuevo grado de interés se manifestó incluso en esferas en las que hasta entonces se había ignorado esta guerra. El Gobierno Vasco pudo entonces negociar una evacuación masiva de no combatientes, especialmente de niños y de niñas, a diversos países europeos.
El hecho de que una fuerza aérea bombardeara premeditadamente un objetivo no militar —y de que ametrallara a aquellos civiles que intentaban huir de una muerte inminente (ver Steer 2004)— afectó a la opinión pública británica de tal manera que el gobierno se vio obligado a reconsiderar su postura no intervencionista. Por ello, y a pesar de su firme oposición inicial a aceptar refugiados, finalmente aprobó una limitada evacuación de niños vascos con la condición de que no se utilizara ningún tipo de fondos o recursos públicos para esta empresa. Esto supuso que la operación correría totalmente a cargo de voluntarios, tanto a nivel de organizaciones no gubernamentales como de individuos, todos ellos dispuestos a colaborar impulsados en gran medida por razones humanitarias o políticas que frecuentemente discreparon con los intereses del estado.
Refugiados a bordo del SS Habana
Refugiados a bordo del SS Habana. Southampton, mayo 1937.

















Así pues el 21 de mayo de 1937, unos 3861 niños y niñas, con edades entre 5 y 14 años, acompañados por poco más de doscientos adultos, fueron evacuados del puerto de Santurtzi, en Bizkaia, en el buque transatlántico SS Habana, para terminar su viaje por mar en Southampton, al sur de Inglaterra. De allí fueron trasladados a un campo de refugiados improvisado en Eastleigh, a pocas millas del puerto de desembarque, de donde a lo largo de los meses siguientes les fueron dispersando a diferentes colonias por todo el país (para listado de colonias ver Arrien 1991).
Entrada al campamento de refugiados. Eastleigh, 1937
Entrada al campamento de refugiados. Eastleigh, 1937.
Tras la caída de Bilbao a manos de los nacionales empezaron las repatriaciones, y para cuando en 1939 empezó la segunda guerra mundial la mayoría de aquellos niños habían salido de vuelta hacia su país de origen. En algunos casos sus padres les habían reclamado, pero en muchos otros la repatriación fue debida a la gran presión ejercida por Franco, con la colaboración de ciertas instituciones británicas y en contra de la voluntad de sus padres. Obviamente, el hecho de que el Reino Unido continuara dando asilo a estos “refugiados de guerra” contradecía la existencia de las garantías de seguridad y protección a todos sus ciudadanos que el nuevo gobierno español proclamaba.
Esta fue solo una entre las múltiples situaciones paradójicas que rodearon la evacuación y que acompañaron a aquellos niños el resto de sus vidas. Por ejemplo, una vez que el gobierno de Franco fue reconocido a nivel oficial en el Reino Unido, el objetivo del gobierno británico —presionado en gran medida por las autoridades eclesiásticas— fue repatriar a todos los niños que permanecían en el país. Sin embargo esta decisión no era de su competencia, debido a las condiciones que dicho gobierno había impuesto inicialmente con respecto a quién era responsable de la evacuación y posterior estancia en el país de aquellos niños evacuados.
Según la Basque Children of ’37 Association UK:
Los alrededor de 400 que permanecieron en el Reino Unido o bien eligieron hacerlo (si tenían más de 16 años se les dio la opción de decidir por ellos mismos), o tuvieron que quedarse porque sus padres habían muerto o estaban en la cárcel. Para 1945, todavía quedaban mas de 250 niños y niñas en el Reino Unido y muchos de estos se quedaron permanentemente.2
Durante los años que siguieron a la evacuación, estos niños fueron sujetos a diversas categorizaciones normalmente dictadas por intereses ajenos a los suyos propios, pero entre todas las expresiones utilizadas para denominarles la única constante que se ha mantenido desde que llegaron al Reino Unido hasta el presente es “Basque children” (“niños vascos”). Este es también el término con el que ellos mismos se auto-identifican.
Empezaron como “evacuados” en su país de origen para convertirse en “refugiados” en el país de acogida. Durante la segunda guerra mundial y debido a una nueva ley aprobada por el gobierno británico en 1940, su estatus legal de refugiados fue sustituido por el de “enemy aliens” (“extranjeros enemigos”). El uso de este nuevo término tan marcadamente negativo tuvo indudablemente implicaciones desfavorables a muchos niveles. La consecuencia más inmediata fue que el hecho de que tuvieran estatus de refugiados reconocía la imposibilidad de su retorno a su país de origen y así pues su innegable derecho a amparo y protección, pero al perder ese estatus legal también perdían los derechos a él asociados.
Campamento de refugiados. Eastleigh, 1937.
Campamento de refugiados. Eastleigh, 1937.
Otra consecuencia importante fue que mientras que en un principio la opinión pública se había mostrado considerablemente comprensiva y había visto a los niños vascos como un grupo de personas necesitadas, ahora les empezaba a percibir como seres molestos y hostiles dada su nueva calidad de “enemy aliens”. En otras palabras, la cohesión del grupo había comenzado a desaparecer a los ojos del público y los niños vascos se estaban convirtiendo en un inconveniente social.
Testimonios orales indican algunos de los problemas con los que tuvieron que enfrentarse en sus vidas cotidianas, tales como los señalados por uno de aquellos niños vascos en una conversación mantenida en Londres en 2006:
Somos los olvidados, no nos dieron pasaporte, éramos “enemigos aliens”. Cuando nos casamos en el Reino Unido Franco no reconoció nuestras bodas, pues no eran católicas ni religiosas, y consideraron a nuestros hijos bastardos.
Al finalizar la segunda guerra mundial se les impuso una nueva categorización, esta vez como “stateless persons” o “ciudadanos apátridas”. Según escribe en sus memorias uno de aquellos niños vascos:
[éramos] residentes en el Reino Unido —ciudadanos de las Naciones Unidas con pasaportes y salvoconductos expedidos por esta organización (obviamente inservibles en la España franquista) que sólo nos permitían desplazarnos y volver al país de residencia—. La posición nos parecía insoportable.
(Santamaría 2008:183)
Finalmente y tras una serie de disputas y largos procesos burocráticos aquellos individuos que habían sido etiquetados y re-etiquetados durante años, de alguna manera consiguieron pasaporte y una nacionalidad, española en algunos casos y, en otros, inglesa.
Además de la prolongada falta de interés académico en lo concerniente a los niños vascos mencionada anteriormente, durante décadas también hubo un extraordinario silencio institucional tanto en el Reino Unido como en el Estado Español. Durante muchos años no se reconoció su presencia en ningún acto oficial ni se debatieron compensaciones de ningún tipo. Salvo escasas excepciones la historia de estos niños no apareció en escritos académicos, ni tampoco en currículos escolares, ni en formas de arte o de divulgación en general. Como resultado, esta vez los miembros del colectivo decidieron su nueva categorización, se empezaron a autodenominar “los olvidados”
A finales de los años ochenta por primera vez se celebró cerca de Bilbao una reunión de niños evacuados durante la guerra civil con motivo del 50 aniversario de su partida, a la que acudió un buen número de aquellos que habían sido evacuados al Reino Unido. Esta fue la plataforma que situó a este colectivo en la esfera pública. Una esfera que iba cambiando y en la que gradualmente se iba introduciendo un debate en torno a la “recuperación de la memoria histórica” que situaba su foco de atención en la guerra civil española y en sus consecuencias. Producto de esta guerra fue la migración forzada de miles de niños y niñas que habían sido evacuados de sus lugares de origen y separados de sus familias, y a los que se les empezaba a asignar una nueva categoría, la de “niños de la guerra”. Este término debido a su contenido impreciso y falta de exactitud ha sido en ocasiones disputado por aquellos que favorecen el uso de expresiones tales como “niños del exilio”, o más concretamente “generación de Gernika”.
La última década ha presenciado una fiebre memorialista que ha sacudido al mundo y que ha impulsado el aumento de prácticas conmemorativas relacionadas con los caídos y los refugiados de guerras. Recientemente el episodio vivido por los niños vascos evacuados al Reino Unido ha suscitado gran interés y ha generado una considerable producción académica y artística (ver Sabín-Fernández 2010), estrechamente unido a que 2006 fuera declarado el “Año de la Memoria Histórica”. En este contexto se ha puesto el énfasis en el aspecto emotivo y dramático de la historia, lo que si por un lado resulta entrañable y humano, por otro evade el tema de que todos estos niños fueron “refugiados de una guerra civil”. Es decir, deja de lado el aspecto de fondo del asunto que les llevó al Reino Unido y el hecho de que todavía no se les ha compensado de ninguna manera o encontrado el modo de reconocer plenamente su historia a nivel oficial.
Niño vasco en la comida anual de jubilados
Niño vasco en la comida anual de jubilados. Londres, diciembre 2007.
Foto: Susana Sabín.
Después de examinar algunas de las categorías utilizadas para designar a este colectivo que se caracteriza por su heterogeneidad y por estar compuesto de individuos con antecedentes y trayectorias de vida muy diferentes, resulta difícil encontrar una sola expresión que englobe toda esa diversidad y a la vez singularidad del grupo. Mi propuesta es que más que buscar una simple etiqueta necesitamos elaborar una frase que pueda expresar aquello que todos sus miembros tienen en común y que en definitiva les une y define como grupo diferenciándoles de otros colectivos. Esto es, “los niños vascos refugiados de la guerra civil española en el Reino Unido”.
Dos niñas vascas en la comida anual de niños vascos
Dos niñas vascas en la comida anual de niños vascos. Londres, mayo 2010.
Foto: Susana Sabín.
REFERENCIAS
Alonso Carballés, J. (1997) ‘La historiografía sobre “los niños del exilio”: la historia olvidada’, Exils et migrations ibériques au XXe siècle - Exilios y migraciones ibéricas en el siglo XX, Paris, 3/4, 168-185.
Arrien, G. (1991) Niños Vascos Evacuados a Gran Bretaña 1937-1940, Bilbao: Asociación de Niños Evacuados el 37 = 37.an Atzerriraturiko Haurren Elkartea.
Bell, A. (1996) Only for Three Months: The Basque Children in Exile, Norwich: Mousehold Press.
Moradiellos, E. (1999) ‘Un Triángulo vital para la República: Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética ante la Guerra Civil española”, Hispania Nova, Revista de Historia Contemporánea, 1.
Sabín-Fernández, S. (2010) ‘Conmemoracciones: Memoria y Memorialización de los Niños Vascos Refugiados de la Guerra Civil Española en el Reino Unido’, Les Cahiers de Framespa (online), 5.http://framespa.revues.org/287.
Sabín-Fernández, S. (2011) The ‘Niños Vascos’. Memory and memorialisation of the Basque Refugee Children of the Spanish Civil War in the UK, Donostia/Gazteiz: Eusko Jaurlaritzaren argitalpen Zerbitzu Nagusia.
Steer, G.L. (1938, ed. 2004) El Árbol de Gernika. Un ensayo sobre la guerra moderna, Tafalla: Txalaparta.
1Mi propia traducción del texto original en inglés.
2Mi propia traducción del texto original en inglés.

FUENTE: www.euskonews.com 599, zbk., 2011-11-04