LÍNEA DIRECTA CON LOS VASCOS DE HACE 15000 AÑOS

Cueva de Urdax
Un estudio sitúa a los habitantes de Baztan entre los linajes más antiguos de Europa. La investigación de un equipo de la UPV-EHU, que confirmaría que Europa se repobló desde aquí, será de utilidad en cuestiones de salud 

Un proyecto del Grupo Biomics de la UPV/EHU, dirigido por la doctora Marian Martínez de Pancorbo e integrado por investigadores especializados en diversas áreas de la genética, ha permitido, mediante el estudio del ADN mitocondrial de más de 200 habitantes de Baztan, establecer línea directa con los vascos de hace 15.000 años.

El estudio, que completa otros similares realizados con anterioridad en el valle vizcaíno de Arratia y en la comarca guipuzcoana de Goierri y que ha ganado en precisión gracias a los avances tecnológicos de los últimos años, sitúa a los habitantes de Baztan entre los linajes genéticos europeos más antiguos.

Sobre esa base, tiene dos interesantes derivadas: por una parte, todo parece indicar que volverá a confirmar la teoría que defiende que, tras la última gran glaciación, Europa se repobló desde la cornisa cantábrica; por otra, como subraya Martínez de Pancorbo, «esperamos que los resultados den bastante luz sobre cuestiones relacionadas con la salud y la enfermedad».

En los últimos años, se acumulan las evidencias que dan por buena la tesis planteada en los noventa por el genetista Antonio Torroni. El investigador italiano ponía en duda que tras la última gran glaciación el continente europeo se repoblara gracias a la llegada masiva de gentes procedentes de Oriente, que trajeron consigo conocimientos avanzados en materia de agricultura y domesticación de los animales.

Frente a esa propuesta, que hasta entonces parecía incuestionable, Torroni y su equipo comenzaron a sugerir que Europa continental, tras permanecer 10.000 años helada y volver a tener un clima que la hizo habitable, comenzó a recobrar vida gracias a las poblaciones que durante el denominado Último Máximo Glacial, que comenzó hace 20.000 años, lograron sobrevivir gracias a los refugios que encontraron en zonas como la Franco-Cantábrica -la nuestra-, y algunas áreas de Italia, los Balcanes y Ucrania.

Esa teoría, divulgada con éxito por genetistas como el británico Stephen Oppenheimer y
«bastante fundamentada» según Martínez de Pancorbo, implica admitir «que los que se desplazaron no fueron tanto las personas, sino los conocimientos y los avances en materia de agricultura y de domesticación de animales, y que quienes recolonizaron Europa fueron los que ya estaban asentados allí», y pasaron los miles de años del Último Máximo Glaciar refugiados, al igual que los animales de los cuales dependía su supervivencia, en las zonas donde el clima era más benigno.

El aislamiento, una ventaja
Son muy numerosas las investigaciones que sustentan esa teoría, y lo que busca el Grupo Biomics es «ver, estudiando las poblaciones actuales, qué linajes genéticos coinciden con la ola neolítica y ver cómo se difunden». Para esos fines, Baztan ha resultado un campo de pruebas privilegiado.

Por una parte, en sus trabajos previos habían comprobado que algunos tipos de linajes genéticos aparecían en el valle navarro con mayor frecuencia que en otras zonas, y «por esa razón elegimos hacer un estudio más extenso centrado en esa región». Por otra, «en zonas más aisladas es más fácil detectar esos linajes antiguos», y también en ese sentido Baztan se presentaba como la opción más idónea, porque tiene «una población asentada desde hace mucho tiempo, muy bien datada y con pocos aportes externos, que se ha mantenido más o menos aislada genéticamente». En ese sentido, Baztan sería una especie de «registro de los linajes genéticos de aquel refugio».

Esas circunstancias, que no se producen en el resto de los refugios europeos «que han recibido más aportes», también pueden encontrarse «en otras zonas del País Vasco y Navarra, por eso la población vasca es tan interesante y despierta tanto interés». Marian Martínez de Pancorbo reconoce, no obstante, que el tiempo corre en contra de este tipo de trabajos, porque esas condiciones tan ventajosas «se han mantenido y se mantienen, pero están cambiando rápidamente y dentro de 20 años va a ser muy difícil» obtener muestras tan genuinas.

Por fortuna, las que ya se han obtenido se conservan, y además se les puede sacar cada vez más partido: «Las técnicas han avanzado mucho. En linaje materno, que es el que nosotros estudiamos, son unas 15.000 bases del genoma mitocondrial. Cuando trabajábamos con las muestras de Arratia y Goierri, hace doce o catorce años, solo podíamos estudiar unas 500 bases. Ahora acabamos de recibir un equipamiento que nos permite estudiar las 15.000 bases completas». La diferencia es muy notable.

Los mejor adaptados
Los resultados, no obstante, se harán esperar y no se prevé que sean concluyentes. Los relativos al trabajo realizado en Baztan, que en muestra de agradecimiento a los habitantes del valle se presentaron el 19 de enero en Elizondo, permiten anticipar «conclusiones muy preliminares, y algunas que después no se sostendrán, porque para avanzar más necesitaríamos 3.000 o 4.000 muestras en lugar de 300 ó 400».

Por preliminares que sean las conclusiones, les han permitido encontrar entre los baztaneses linajes genéticos que se remontan a hace 8.000, 10.000 e incluso 15.000 años. «Cuando esos linajes se miran en el resto de Europa -dice Martínez de Pancorbo-, es como ver un mapa que aquí tiene un gran foco rojo que se va diluyendo a medida que la población se fue extendiendo y recibiendo otros aportes».

El estudio puede tener utilidad en el campo de la salud, ya que «los linajes que se han ido quedando son los que mejor se han ido adaptando a las condiciones». Teniendo en cuenta, además, «que las mitocondrias juegan un papel fundamental en la adaptación», los datos procedentes «de una población muy bien adaptada y asentada durante un tiempo muy largo» pueden abrir interesantes vías de trabajo.

No obstante, como los factores ambientales y el estilo de vida tienen mucha incidencia en las cuestiones relacionadas con la salud y con la enfermedad, también estudian a la población de la diáspora vasca en América para ver qué sucede «con la misma población viviendo en lugares y condiciones diferentes». Y, en colaboración con arqueólogos y prehistoriadores, seguirán buscando y analizando restos humanos «para ver si los genomas mitocondriales de los linajes de hace 4.000 o 6.000 años están en consonancia con lo que vamos encontrando». Es decir, que los cálculos que permiten afirmar que un linaje se remonta a hace 10.000 o 15.000 años coinciden con la realidad. «Con lo que vamos encontrando y por lo que vamos viendo, coinciden», afirma Martínez de Pancorbo pero, de momento, la constancia se remonta 'solo' a unos 6.000 años. «Nos gustaría tener la evidencia física de restos de hace 12.000 o 15.000 años para poder estudiarlos y comprobar si hay una continuidad». Es complicado, pero siguen buscando.

FUENTE: DIARIO VASCO (Nerea Aurmendi) 19 FEBRERO 2012