José Bono, a la derecha, en la colocación del busto de Manuel Azaña en el vestíbulo del Congreso en 2011. / PACO CAMPOS (EFE) |
Cuando se anunciaban mítines de Manuel Azaña, en los años
treinta, las tiendas de electrodomésticos vendían muchos más aparatos de radio;
y decenas de miles de personas acudían a escuchar sus discursos en campo
abierto. Azaña ha sido, incluso para sus enemigos, el parlamentario más
brillante de la España del siglo XX. Todo ello sin contar que fue primer
ministro en dos periodos (1931-1933 y 1936) y más tarde presidente de la
República (1936-1939). Estos argumentos, entre otros, justificaron que el
anterior presidente del Congreso, el socialista José Bono, decidiera con
el consenso de todos los grupos parlamentarios colocar un busto de Azaña en el
vestíbulo del palacio del Congreso de los Diputados, justo detrás de la llamada
puerta de los leones, y enfrente de una estatua de Isabel II. “Se trata de un
gesto de reconciliación que incluye el claro simbolismo de que en el salón más
noble del Parlamento figuren una reina de España y un presidente de la
República”. Fueron las palabras que Bono pronunció cuando se instaló el busto
el 28 de noviembre de 2011, en las últimas semanas de la pasada legislatura.
Aquel acto culminaba años de reivindicaciones de sectores de
la izquierda y republicanos que consideraban inaudito que la memoria de Manuel
Azaña, nacido en Alcalá de Henares en 1880 y muerto en el exilio en Montauban
(Francia) en 1940, estuviera ausente del Parlamento. Obra del escultor Evaristo
Bellotti, el busto de Azaña fue una donación de Izquierda Republicana (IR),
partido presidido por el político madrileño en los años treinta y en la
actualidad integrado en Izquierda Unida. A juicio de Isabelo Herreros,
dirigente de IR, “el Congreso quiere ahora esconder a Azaña. Parece una
obsesión del presidente del Congreso, Jesús Posada, y del PP que
lamentablemente han secundado en la Cámara tanto Convergència i Unió como el
PSOE”. La explicación para trasladar el busto de Azaña le parece a Herreros
“peregrina y absurda”.
“Alegan”, afirma Herreros, “razones
estéticas, técnicas o de agrupamiento de bustos de políticos ilustres. Lo bien
cierto es que han trasladado a Azaña a un edificio administrativo, al otro lado
de la carrera de San Jerónimo, sin ningún carácter institucional ni simbólico”.
A través de su diputado Gaspar Llamazares, Izquierda Unida pidió el pasado
jueves a la Mesa de la Cámara que reconsidere el traslado y el busto de Azaña
regrese a su lugar original. Llamazares ha indicado que la decisión se tomó “de
tapadillo” y que él no fue informado.
Frente a la solemnidad del vestíbulo del Congreso de los
Diputados, el busto de Azaña está instalado, desde el pasado mayo, en un
lateral del llamado patio de operaciones del edificio de ampliación, junto a
una puerta que conduce a los lavabos, sin ninguna placa que indique la
identidad del personaje y en un espacio reservado, por regla general, al paso
de diputados, funcionarios y periodistas. Por contraste, miles de personas
(jubilados, estudiantes y todo tipo de asociaciones) acuden todos los años a
visitas guiadas en el palacio del Congreso donde fue instalado el busto en un
principio.
El busto en su nuevo lugar en otro edificio, junto a los lavabos. / C. A. |
Portavoces de la Mesa del Congreso, órgano de gobierno del
Parlamento, declaran que la vicepresidenta Celia Villalobos, del PP, consultó con
los distintos grupos el traslado del busto de Azaña y que hubo consenso sobre
el tema. “La idea”, añaden estos portavoces, “pasa por instalar en el edificio
de la ampliación una galería de bustos de personajes ilustres que incluya una
futura donación del Ayuntamiento de Priego de un busto de Niceto Alcalá Zamora,
que también fue presidente de la República. El nuevo emplazamiento de Azaña es
muy digno y, de todos modos, la Mesa estudiará el recurso de Izquierda Unida
contra esta decisión”. La diputada socialista Teresa Cunillera, secretaria de
la Mesa del Congreso, admite que dio su acuerdo a la decisión del traslado del
busto e insiste en que el edificio de la ampliación resulta muy digno para
Azaña. No obstante, matiza que el tema no se trató de modo oficial en la Mesa.
“Tiene su miga”, comenta Isabelo Herreros indignado, “que
los retratos de tres presidentes de las Cortes de la dictadura permanezcan en
el edificio histórico del Parlamento mientras se envía a Azaña a una sede
moderna de ampliación. Es una gota que colma el vaso de nuestra paciencia,
porque luego la derecha nos acusa de estar obsesionados con la memoria
histórica”.
FUENTE: EL PAÍS (Miguel Angel Villena) 17 JUNIO 2012