Bernabé Sáez muestra una foto de su hermano Damián, cuyos restos acaba de recuperar. /ÓSCAR RODRÍGUEZ |
Bernabé Sáez tenía 10 años en 1936 cuando los falangistas
mataron a su padre y a dos de sus hermanos en menos de un mes. La misma edad
con la que vio a su madre sin pelo, con la cabeza rapada, después de haberle
gritado al falangista que la llevaba a rastras al Ayuntamiento con sus cuatro
hijos: “¡Asesino!. ¡Mátanos aquí a todos y ya no quedará nadie de Los Pelos!
[mote por el que era conocida la familia]”.
Por supuesto, Bernabé no pudo olvidar aquella imagen.
Acababa de perder a su padre y a sus dos hermanos. Ahora, acaba de recuperar
los restos de uno de ellos, Damián, que tenía solo 22 años cuando lo mataron.
Es uno de los 134 fusilados exhumados por la Agrupación de Familiares de los
asesinados en los Montes de La Pedraja (Burgos) en los veranos de 2010 y 2011.
"Llevaba buscándolo desde que tengo uso de razón", explica. Damián ha
sido el primer identificado por ADN. “Ahora tememos que el nuevo Gobierno
no nos dé el dinero que necesitamos para identificar al resto”, explica Miguel
Ángel Martínez, presidente de la asociación.
Después de que mataran a su padre, Damián había huído al
monte sin armas, porque no las tenía. "Un día vino al pueblo. Yo lo
vi. Estaba tan pálido...", recuerda Bernabé, emocionándose.
"Enseguida lo detuvieron y se lo llevaron a la prisión de Burgos y de ahí
a la Pedraja,fusilado, a la fosa. Lo mataron por sus ideas. Por ser de
izquierdas. Era un trabajador del campo. Además limpiaba botas en el café de
Santo Domingo de la Calzada. Muchos años después fui al bar, a ver si seguía
allí la caja de limpiabotas. Y estaba". Bernabé la llevó al emocionante
acto en el que más de 70 años después, pudo enterrar los restos de su hermano
junto a los de su padre.
Después de matar a su padre y a sus dos hermanos, los
falangistas les echaron del pueblo. Un hombre les prestó una caseta de campo.
Hasta allí fue a buscarles un falangista apodado El Tuerto, que después de
tirar el perol de patatas que Benita cocinaba para sus cuatro hijos, la llevó a
rastras hasta al Ayuntamiento para raparle la cabeza, darle aceite de ricino y
provocar la estremecedora escena que Bernabé no ha podido olvidar:
"¡Asesino! ¡Mátanos a todos!...". Después los metieron a todos en una
camioneta y los dejaron en el lavadero de un pueblo llamado Baños de Rioja.
"Dormimos allí y por la mañana el alcalde nos dijo que allí no nos
podíamos quedar y nos pusimos a caminar por carreteras hasta que llegamos a
Treviana, y allí mi madre se puso a trabajar en la siega y mi hermano el
mayor, de 13 años, la ayudaba..."
Pasaban hambre. "Yo quería
darle a mi madre una vida mejor, una comida mejor... y empecé a robar. Nos lo
habían quitado todo. Nunca robé otra cosa que no fuera comida en casas, en
tiendas...", recuerda Bernabé entre lágrimas. "Me detuvieron, salí de
la cárcel y delinquí otra vez. Estuve en muchas prisiones: En Madrid, en Gijón,
en Santander...Cuando salí, me echaron dos años más por deserción en un
batallón disciplinario en El Aaiun. Quedé libre en 1962. Jamás, jamás, volví a
robar a nadie".
Bernabé está “feliz” por haber encontrado a Damián. “Fue muy
emocionante. Ahora me falta recuperar los restos de mi hermano Eusebio.
Lo mataron en otro pueblo y está en una cuneta. Cuando lo encuentre, podré
estar tranquilo”. Tiene 88 años. Casi lo ha conseguido.