El artículo de esta semana nació de un modo digno de la
materia de la que voy a hablar. Es decir, con ciertas sorpresas
inesperadas, surgidas de un horizonte más o menos anodino, tranquilo,
rutinario, que trastornan esa cotidianeidad con noticias electrizantes. Fue el
24 de octubre. Ese día, el que esto firma había ido a Hondarribia para preparar
los detalles de la presentación de un libro sobre Brujería que se publica bajo
eso que antes llamaban los “auspicios” del Ayuntamiento de esa ciudad.
Eso me llevó al despacho de la archivera municipal, que,
lógicamente, es una de las partes más interesadas en esa publicación y quien,
justo es reconocerlo, más ha hecho para que “La Brujería en Hondarribia
(1611-1826)” pasase de ser la tesina de doctorado del que estas líneas escribe
a convertirse en un libro que ya pueden encontrar, valga la redundancia, en las
librerías y que se presentará oficialmente este 8 de noviembre en el
Ayuntamiento de esa ciudad, Hondarribia, que fue el escenario de uno de los episodios
más llamativos -aunque paradójicamente menos conocidos- de la oscura Historia
de la Gran Caza
de Brujas europea que abarcó, más o menos, desde el siglo XIV hasta algunos
últimos -y aislados- estertores a finales del XVIII.
Durante esa entrevista para preparar los arreglos de lo que
se iba a hacer este 8 de noviembre para dar existencia ya oficial a ese nuevo
libro sobre la Historia
de la Brujería
en Hondarribia y otras zonas del País Vasco, la archivera me comentó los
últimos hallazgos obtenidos de sus últimos sondeos en los ricos fondos
históricos que custodia.
En este caso los hallazgos no podían ser más oportunos. Se
trataba de cuestiones recogidas en las actas municipales de ese Ayuntamiento en
el año 1611, justo en el momento en el que la epidemia de pánico provocada por
las investigaciones de Pierre de Lancre en la provincia vasco-francesa de
Laburdi empieza a traspasar la frontera de los Pirineos, y también la del
Bidasoa, haciendo que el miedo a las brujas -y brujos, que también los había- prenda
como una chispa en medio de hierba seca…
Cualquiera que haya leído libros de Historia tan fascinantes
-sí, créanme, los hay- como “Brujería vasca” de Julio Caro Baroja o “El abogado
de las brujas” de Gustav Henningsen, quizás piense que poco hay ya que
descubrir -o decir- sobre brujas vascas de principios del siglo XVII y menos
aún sobre las que fueron acusadas en Hondarribia en el año 1611 y cuyo proceso
se arrastró hasta bien entrado el año de 1612.
De hecho, uno de los documentos del Archivo de la Inquisición que
utilizó con más profusión el mencionado profesor Henningsen para escribir “El
abogado de las brujas”, fue el contenido en el legajo 1679 de ese depósito bajo
el nombre de “Informe de Fuenterrabía”, que es como se conocía en la época a la
actual Hondarribia.
Sin embargo, en Historia siempre es preciso rendirse ante
las evidencias. Así, hay que constatar que, en efecto, el Archivo Municipal de
Hondarribia, como no podía ser menos, y era lógico suponer, guarda todavía unas
cuantas sorpresas inéditas sobre aquel turbio asunto que, quizás, debería ser
mejor conocido y más considerado entre las Historias de la Gran Caza de Bujas
europea, puesto que es uno de los primeros y más completos ejemplos de cómo esa
especie de locura colectiva que atormenta a Europa entre los siglos XIV y
XVIII, es frenada en seco por la determinación de un hombre -Alonso de Salazar
y Frías- que, fiel a las ideas de la Nueva Ciencia que en esas mismas fechas están
exponiendo hombres como sir Francis Bacon, se niega a aceptar cosas
tan inverosímiles como que se puede volar por los aires con la sola ayuda de un
ungüento aplicado en ciertas partes del cuerpo. O que determinadas catástrofes
naturales -rayos, aguaceros…- han sido causadas por personas que, en
realidad, no parecen tener ninguna clase de poder especial otorgado por pacto
alguno con el Diablo, pues de otro modo difícilmente se puede entender la
situación social y económica, bastante penosa, en la que se encontraban muchos
de esos presuntos brujos…
Sigue leyendo este interesante reportaje en este enlace de
EL DIARIO VASCO.