Calle María Angela de Eibar, en ruinas, después del bombardeo en 1937 (Archivo General de Gipuzkoa) |
Jesús Gutiérrez da fe de su faceta de historiador cuando
relata con indisimulada pasión cómo vivió su localidad natal, Eibar, la Guerra
Civil. Ahora está inmerso en los actos conmemorativos del 75 aniversario de los
bombardeos de los días 24 y 25 de abril de 1937 que supusieron su caída, y
destaca que la ciudad armera constituye «un ejemplo de recuperación de la
convivencia tras una guerra».
-¿Cuáles fueron los antecedentes de esos ataques aéreos?
-La ciudad armera sufrió desde septiembre de 1936 ataques
diarios de la aviación y la artillería rebelde, y se convirtió, junto con
Elgeta, en los únicos pueblos de Gipuzkoa que no estaban en poder de los
rebeldes. En marzo de 1937 se intensificaron porque Franco y Mola decidieron
lanzar una ofensiva final sobre Euskadi. Así, el día 31 de ese mes se produjo
el bombardeo de Durango, entre el 21 y el 24 de abril el de Elgeta, y los días
posteriores los de Eibar y Gernika. Además, hay que destacar que supusieron un
laboratorio de pruebas para la aviación alemana, que le serviría en la Segunda
Guerra Mundial, y un cambio en la estrategia militar, ya que la población civil
pasó a convertirse en objetivo de primer orden para los rebeldes.
-¿Cómo se vio en Gernika?
-El bombardeo de Gernika fue mucho más famoso que el de
Eibar o el de Elgeta ya que estos dos últimos estaban situados en el primer
frente de lucha y se había producido la evacuación de la población civil. Al
inicio de la guerra, la ciudad armera tenía 13.000 habitantes y en 1937
quedaron 5.000 personas, casi todos milicianos de izquierdas y gudaris para
defender el pueblo.
-¿Cuántos eibarreses murieron durante la Guerra Civil?
-Es muy complicado saberlo con exactitud. Tras estudiar
archivos eclesiásticos y el Registro Civil, desde julio de 1936 -cuando hasta
algunos eibarreses fueron a San Sebastián y murieron en el Hotel María Cristina
porque los rebeldes les ataron en sus verjas para evitar que les dispararan-
hasta el 23 de abril de 1937, hemos contabilizado 190 muertos, y solo del lado
de los defensores. Entre estas víctimas hay de todo, incluso cuatro niños que
fallecieron al coger del río una bomba que no explotó. Del ataque de la Legión
Cóndor alemana y la aviación legionaria italiana del 24 de abril de 1937
tenemos documentados 37 muertos, entre ellos por una bomba que destrozó el
refugio habilitado en el túnel de cubrimiento del río Ego situado en la calle
O'Donell (hoy Ego-Gain), junto al Hotel Arrate, cerca del Ayuntamiento, y 16 al
día siguiente. Pero hay que tener en cuenta que mucha más gente falleció las
semanas siguientes por las heridas sufridas. La cifra total que se maneja sobre
esos dos días es de 74 muertos y 97 heridos. El día 25 la aviación legionaria
italiana echó aproximadamente 7.250 kilos de bombas sobre Eibar. El que hubiera
dieciséis refugios posibilitó que la cifra de víctimas en esos meses fuera
baja.
-¿Qué efectos provocaron estos ataques sobre el casco
urbano?
-Según un estudio que efectuó la Dirección General de
Regiones Devastadas en 1940, en Eibar hubo 182 casas destruidas, que interesan
a 882 viviendas. La trama antigua medieval quedó absolutamente arrasada. Hay
que tener en cuenta que la ciudad está estructurada en base al cauce del río
Ego, por lo que sus calles son angostas y cortas. Esto hizo que fuera un
objetivo fácil para los aviadores y los cañones. Curiosamente la Iglesia se
mantuvo prácticamente intacta tras los bombardeos.
-Tras el bombardeo del día 25 hubo un incendio que se
atribuyó a republicanos, comunistas y anarquistas, a quienes se acusó de
arrasar la ciudad, ¿qué opina?
-Mi teoría es que después de tantos meses y meses de
bombardeos en Eibar no quedaba piedra sobre piedra. Es cierto que unas horas
antes de la evacuación un grupo anarquista tomó un blindado y provocó algunos
fuegos, pero su efecto fue algo residual frente a las bombas rompedoras e
incendiarias de los rebeldes. Si los milicianos hubieran querido hacer daño lo
lógico sería que incendiaran también las fábricas para quitar los medios de
producción a los que pugnaron por entrar en Eibar a sangre y fuego, y con saña
por ser un símbolo. Fue el primer lugar de España donde se proclamó la
República en 1931 y uno de los emblemas de lo que era el movimiento socialista
y de izquierdas; y existía, asimismo, el experimento cooperativista vasco con
la fábrica Alfa. La caída de Eibar y Elgeta facilitó el avance de los rebeldes
por Bizkaia, que se plantaron después a las puertas del cinturón de hierro de
Bilbao.
-Usted es asesor de un proyecto del Ayuntamiento de Eibar
llamado Espacio de Memoria Histórica referido a esos años, ¿en qué consiste
esta iniciativa?
- Estamos trabajando fundamentalmente en torno a los valores
más que a los episodios bélicos. En el global, en Eibar la represión no fue tan
feroz y la recuperación de la convivencia se hizo con un espíritu liberal y de
concordia, aunque lógicamente hubo problemas. Las vivencias de una guerra -los
muertos, la represión, los encarcelamientos...- es algo que no se puede
olvidar, pero insisto en que no con ese espíritu vengativo y de saña que se
produjo en otros lugares. Por ejemplo, el primer alcalde tras la guerra quemó
información que podía significar el fusilamiento de gente de izquierdas. Hay
una definición que me gusta para el caso de Eibar, el 'comunismo blanco', que
permitió a la ciudad resurgir de las cenizas.
-¿Podría explicarlo?
-El término pertenece al movimiento socialista y comunista,
pero referido a Eibar lo que quiero decir es que con independencia de las
ideologías, ya fueran carlistas, socialistas, nacionalistas..., los eibarreses
apostaron tras 1937 por un proyecto común igualitario en torno a la industria
armera que permitiría el bienestar de la ciudad. Hubo por las dos partes una
especie de entente de no agresión: 'hemos sufrido una guerra que trasciende
nuestro ámbito como ciudad pequeña y nos tenemos que amoldar a unas
circunstancias'. Había que poner en marcha otra vez la convivencia, levantar
edificios, fábricas... poner el contador a cero. Con la memoria histórica
queremos destacar que Eibar fue un ejemplo de recuperación de la convivencia
tras una guerra y de aprender de los errores del pasado.
-¿Y es ése el espíritu que mueve los actos conmemorativos
organizados para esta semana?
-Sí, ya era hora de que se recordara a mucha gente, de los dos
bandos, que sufrió las consecuencias de una guerra negativa para todos.
-¿La experiencia de la posguerra de Eibar podría servir
ahora tras el fin de años de terrorismo?
-Como historiador, el proyecto de convivencia en Eibar es un
referente de cómo se pueden hacer las cosas bien, salvando las muchas
diferencias si queremos aplicarlo ahora.
FUENTE : DIARIO VASCO (Antton Iparraguirre, 23 ABRIL 2012)