Exhumación de seis de los 10 fusilados en Barcones (Soria) llevada a cabo en julio de 2013 por el antropólogo forense Francisco Etxeberria. / RECUERDO Y DIGNIDAD |
Los mataron a plena luz del día, el 14 de agosto de 1936,
hacia las dos de la tarde. En el lugar donde iban a fusilar a 10 hombres,
Barcones (Soria), había en ese momento un grupo de niños jugando. Un falangista
los echó, pero los menores se escondieron y presenciaron la terrible escena.
Casi una vida después, en julio de 2013, Matías Bonilla, que tenía 9 años aquel
14 de agosto de 1936, señaló a antropólogos forenses el lugar donde habían sido
enterrados. Y con un auto del pasado 17 de marzo, la titular del juzgado de
instrucción 1 de Almazán acaba de iniciar, 78 años después, una investigación
por aquellos asesinatos.
Esta es la única causa abierta en
España por crímenes del franquismo y la primera después de la que le costó la
suspensión al juez Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional y un juicio por
prevaricación ante el Tribunal Supremo del que finalmente salió
absuelto. Hasta ahora, la única causa abierta en el mundo por crímenes del
franquismo se instruía en Buenos Aires. Precisamente este viernes, cuatro
expertos de la ONU —el presidente del grupo de trabajo para las desapariciones
forzadas y tres relatores especiales— reprendieron
con dureza a España en un comunicado por no atender la petición de
extradición de la juez argentina María Servini de Cubría, que quiere interrogar
a 17
excargos franquistas a los que imputa posibles delitos de lesa humanidad.
“El Estado español no puede escudarse en los principios de prescripción y extinción
de la responsabilidad penal [la ley de amnistía de 1977] para no extraditar o
juzgar a los responsables”, ya que los delitos de los que están acusados
[torturas y crímenes de lesa humanidad] “son imprescriptibles”, aseguran.
Iván Aparicio, presidente de la asociación Recuerdo y Dignidad de Soria, que acudió al juzgado de Almazán en representación de los familiares de los fusilados en Barcones, considera que la apertura de esta causa “es un paso de gigante”. Y su abogado, Eduardo Ranz, confía en que “se contagie” a otros juzgados españoles donde descendientes de cientos de víctimas del franquismo han planteado demandas similares.
El juzgado de Almazán sobreseyó inicialmente esta causa “por
no resultar conocido el autor de los hechos”. Pero la asociación de familiares
sugirió entonces a la juez la posibilidad de localizar documentación que
arrojara luz sobre la identidad de los asesinos, y la magistrada ha atendido su
petición. Así, ha librado un oficio a la Guardia Civil y a Falange para que le
envíen al juzgado “las hojas de servicio” de los agentes el 14 de agosto de
1936, así como “posibles órdenes de ejecución” o “puestas a disposición” de las
víctimas. La juez pide, asimismo, que “se averigüe” si esas ejecuciones fueron
“únicas o sistemáticas”, es decir, si como plantean Recuerdo y Dignidad y todas
las asociaciones de memoria histórica de España, no se trataba de delitos
comunes, sino de un plan de exterminio de quienes no apoyaban el golpe militar
de Franco.
El más joven de los 10 fusilados en Barcones tenía 25 años y
el mayor, 54. Juan Ballano y Cándido Muyo eran agricultores; Mariano González,
ferroviario; Juan Pablo Rica, concejal de cultura en San Esteban de Gormaz. Fue
precisamente la hija de este último, Amelia, quien impulsó la exhumación al
pedir ayuda a la asociación Recuerdo y Dignidad. Tenía entonces 92 años y
quería recuperar los restos de su padre antes de morirse. “Desgraciadamente
falleció a los 96, un mes antes de que lográramos abrir la fosa y exhumar los
restos.También a ella le habían hecho la vida imposible: le raparon la cabeza,
le hicieron beber aceite de ricino y la obligaron a pasear en camisón, sin
pelo, por el pueblo ”, lamenta Aparicio. Fue el antropólogo forense Francisco
Etxeberria, que acaba de participar en la identificación
de los restos de Cervantes, quien dirigió los trabajos. El equipo localizó
los cuerpos de seis de las 10 víctimas —no encontraron los de cuatro afiliados
a la CNT— y uno más que no esperaban: el esqueleto de una joven musulmana que
había sido enterrada allí en el siglo IX.
FUENTE: EL PAÍS (Natalia Junquera) 27 MARZO 2015