Restos humanos en la fosa de Teba (Málaga). / JORGE ZAPATA (EFE) |
El cementerio de Santo Toribio de Teba (Málaga, 4.300 habitantes) a los pies del imponente castillo de la Estrella, del siglo X, es un reflejo funerario de las dos Españas. En el centro del recinto, tras pasar el arco de medio punto de la entrada, destaca un conjunto formado por una docena de tumbas. Las lápidas, de mármol blanco, son de agosto y septiembre de 1936. En ellas se puede leer el nombre del difunto y la siguiente inscripción: “Vilmente asesinado por los enemigos de Dios”. Otras sepulturas hacen referencia a los “sin Dios” o a las “hordas marxistas”.
Veinte metros al sur del ordenado panteón de las víctimas
pertenecientes al bando nacional, un grupo de arqueólogos trabaja en la que se
considera la segunda mayor fosa común de simpatizantes republicanos de la
Guerra Civil y del franquismo. A ella fueron arrojados 125 vecinos de Teba
entre octubre de 1936, cuando las tropas de Franco entraron en el pueblo, y
1949, último año registrado en el archivo municipal. Ya se han recuperado 35
cuerpos.
Los asesinos no se molestaron en registrar a sus víctimas, y
entre los restos humanos se han hallado numerosos objetos personales, como
mecheros, monedas o medallas de la Virgen del Carmen, patrona de la localidad.
Al igual que sucedió durante la llamada Reconquista en la
Edad Media, Teba, a unos 60 kilómetros al norte de Málaga capital, estaba
atravesada por una de las líneas del frente sur de la Guerra Civil. El 23 de
febrero de 1937, cuando el frente ya se había roto y las tropas de Queipo de
Llano ya habían entrado a sangre y fuego en la capital, sucedió lo que en el
pueblo se conoce como “la noche de los ochenta”.
Esa noche, los falangistas vaciaron las dos cárceles
improvisadas en las que habían ido encerrando a los vecinos —ferroviarios,
maestros, peones camineros— que regresaron al pueblo confiados en las proclamas
que prometían perdón a quienes no tuvieran delitos de sangre. En grupos de
diez, los fusilaron en las tapias del cementerio y los tiraron a la fosa. Entre
los 83 asesinados esa noche había tres mujeres. “Una de ellas, de 22 años
estaba embarazada de siete meses. Su delito fue sacar la bandera
republicana el 1 de mayo”, cuenta José Camarena, un vecino de Teba que trabaja
en la excavación.
FUENTE: EL PAÍS (Fernando J. Pérez) 3 MAYO 2012