Lezetxiki se ha convertido en los últimos años en uno de los
yacimientos más reconocidos nacionalmente. Y no es para menos. Dos dientes
neandertales, un húmero de una mujer, fósiles de osos cavernarios, cabras
montesas y en los últimos años restos del llamado ratón de abedul, que hoy en
día se encuentra en los alrededores de Moscú y el fragmento de la mandíbula
inferior del posiblemente «último mono de Europa», el 'Macaca Sylvanus', son
entre otros los secretos que han visto la luz en la gruta arrasatearra.
El trabajo no cesa y como cada verano, desde 1996, Lezetxiki
acoge a una veintena de estudiantes de Geología e Historia, que trabajan codo
con codo en labores de excavación, muestreado y tamizado, bajo las direcciones
del profesor de Prehistoria de la Universidad del País Vasco, Álvaro
Arrizabalaga. Para el oñatiarra David, estudiante de Historia de 21 años de
edad, este es su segundo año en Lezetxiki por lo que cuenta con más
experiencia. «En el primer año siempre tenía que preguntar a los más veteranos,
y esa experiencia ha hecho que en este segundo año deje de hacerlo, aunque
sigues aprendiendo». A David le gusta el trabajo en Lezetxiki aunque asegura
que también le gustaría trabajar en otros campos de trabajo.
La campaña en la cueva arrasatearra finaliza hoy y aunque
Arrizabalaga no ha querido adelantar ningún hallazgo, sí que ha señalado que la
campaña ha sido fructífera. «Está habiendo una densidad de hallazgos muy buena,
por encima de la media», afirmaba Arrizabalaga. Entre otros, han sido hallados
huesos de una especie de oso y herramientas que siguen evidenciando la
presencia humana.
Las características de la cueva según Arrizabalaga «son
ahora del orden de 160.000 años de ocupación de sedimentación continuada. El
problema es que aparezcan secuencias entrecortadas. Sin embargo, Lezetxiki
cuenta en este momento con un registro continuo. Siete metros y medio de
secuencia en la que tenemos sedimento con la fauna que había en esos momentos y
con la industria de las ocupaciones humanas que se van alternando con la
presencia de los animales». Con una secuencia larga, Lezetxiki es «un
yacimiento paleontológico excepcional, en el que tenemos muy bien
contestualizado los comportamientos del ser humano de cara a explotar ese medio
animal, así como de los animales. Pero sobretodo, esa presencia de cuatro
primates, que es algo también extraordinario», añade Arrizabalaga.
La cueva se sigue extendiendo, por lo que según asegura
Arrizabalaga, hay trabajo para al menos tres años más. «El lugar más extremo al
que llegamos por una grieta que hay entre el sedimento del techo, alcanza al
menos un metro y no se llega a tocar el fondo. Ha habido suerte en este puntos
ya que queda mucho sedimento. La cueva se va extendiendo, con más materiales
arqueológicos».
Esperando su protección
Mientras que Lezetxiki ha alcanzado, gracias a sus
hallazgos, fama mundial, el yacimiento continúa a día de hoy sin contar la
protección legal que brinda la Ley de Patrimonio Cultural vigente desde 1990.
Inexplicablemente, la Consejería de Cultura no ha atendido las reiteradas
solicitudes formuladas por el arqueólogo, un silencio administrativo que
todavía hoy por hoy perdura. «En noviembre presenté la última solicitud. Luego
se adhirió el Ayuntamiento, Diputación, Aranzadi Zientzia Elkartea y Arrasate
Zientzia Elkartea. En febrero, con la presión de los medios, tuvimos una
respuesta vaga de que estaban considerándolo, pero los plazos siguen adelante,
y de hecho creo que estamos fuera de plazo, que deberíamos haberla recibido en
mayo, y no hay respuesta todavía, no se como interpretarlo», señala el profesor
de prehistoria. «También pedir como ciudadanos que si hay alguna cláusula que
establece que hay que responder por escrito y que hay que argumentar tanto si
se rechaza como si se acepta la solicitud, que se haga, ya que eso no se está
cumpliendo. Más no podemos hacer», añade. Este no es el único obstáculo al que
se enfrenta la arqueología. Y es que la crisis también ha llegado a los
yacimientos guipuzcoanos. En Lezetxiki han trabajado con menos presupuesto y en
Irikaitz (Zestoa), yacimiento al que acudirán a continuación, será el último
año de trabajo. «Irikaitz de momento no va a sobrevivir a la crisis», asegura
Arrizabalaga.
FUENTE: DIARIO VASCO (Nagore Goñi) 20 JULIO 2012