Un análisis de la diversidad genética y de las medidas
craneales de 10 poblaciones africanas y asiáticas indica que los humanos se
dispersaron fuera de África en dos tandas, y que la primera de ellas fue mucho
antes de lo que se pensaba. La segunda migración, que dispersó a los humanos
por el norte de Eurasia hace 50.000 años, viene a corresponder con lo que se
conocía hasta ahora como la única salida fuera de África. Pero, según el
estudio de la Universidad de Tubinga, fue precedida por una migración muy anterior,
que empezó hace 130.000 años, y de la que proceden los actuales aborígenes
australianos y pobladores de Papúa-Nueva Guinea y las islas de la Melanesia.
La idea simple de que la humanidad que vive fuera de África
procede de una pequeña población que salió de ese continente hace 50.000 años
está sufriendo notables revisiones. Primero como consecuencia de hallazgos
arqueológicos que han revelado la presencia de humanos en Arabia y Oriente
Próximo antes de esa fecha. Y segundo, por las comparaciones de los genomas de
las poblaciones actuales de todo el mundo, que revelan un cuadro bastante más
complicado de lo que se pensaba. Y no solo por los cruces de los humanos
modernos con neandertales y denisovanos.
El consenso actual es que nuestra especie, el Homo
sapiens, se originó en África hace de 100.000 a 200.000 años —según datos
paleontológicos y los genéticos—, pero su dispersión posterior por África y el
resto del mundo es objeto de controversia. “Nuestros resultados apoyan una
dispersión inicial hacia el este por el sur del continente asiático que empezó
tan pronto como hace 130.000 años, y otra posterior hacia el norte de Eurasia
hace 50.000 años”, dice la directora de la investigación, Katerina Harvati, del
Centro Senckenberg de Evolución Humana de la Universidad de Tubinga. Presenta
el estudio en PNASjunto a colegas de la Universidad de Ferrara y el Museo
Nacional de Historia Natural de París.
Harvati y sus colegas han estudiado múltiples individuos
(entre 10 y 215) de 10 de las poblaciones esenciales para discriminar entre los
posibles modelos de dispersión de los humanos modernos: habitantes nativos de
Australia (aborígenes), Asia central, África oriental, Japón, Melanesia,negritos del
norte de Filipinas (aeta/agta), Nueva Guinea, norte y sur de India y Sudáfrica.
Fuente: PNAS. / HEBER LONGÁS / EL PAÍS
PINCHA EN ESTE ENLACE
La hipótesis de esa doble migración se había propuesto hace
años, pero en una forma muy distinta. Según la idea antigua, la primera
dispersión habría ocurrido muy poco antes de la segunda, y habría dejado su
marca genética en los actuales pobladores de Australia, Melanesia, Papúa-Nueva
Guinea, los hablantes de lenguas dravídicas del sur de Asia y los aeta/agta (negritos)
de Filipinas.
Los nuevos resultados hablan de una primera migración
antiquísima, y que solo ha dejado huellas genéticas y morfológicas en los
aborígenes australianos y los melanésicos. Los negritos, o pobladores de corta
estatura, piel oscura y pelo rizado del sureste asiático, como el resto de los
habitantes nativos del sur de Asia, pertenecen a la segunda migración, o bien
se mezclaron tanto con ella que han perdido sus marcadores genéticos
ancestrales.
“Nuestros resultados”, escriben Harvati y sus colegas, “son
consistentes de forma general con el punto de vista de que los actuales
aborígenes australianos descienden de un linaje que ha permanecido
relativamente aislado desde el pleistoceno medio”, es decir desde hace unos
130.000 años. Eso no quiere decir que la colonización original de Australia
ocurriera en esa época remota —todo apunta a que data de hace unos 50.000 o
60.000 años—, pero sí que la salida de África de ese linaje fue muy anterior.
La interpretación directa de estos datos es que les llevó 80.000 años alcanzar
el continente australiano.
Los nuevos resultados pueden explicar algunas paradojas que
resultaban desconcertantes con el esquema previo. Por ejemplo, si solo hubo una
migración fuera de África, ¿cómo se explican las evidencias arqueológicas de
ocupación por humanos modernos en la península arábiga, que datan de hace
125.000 años? Es cierto que esas evidencias no incluyen por el momento ningún
fósil humano, pero sí artefactos de piedra muy parecidos a otros hallados en
Etiopía, que se clasifican como modernos y datan de unos 150.000 años atrás.
Una migración original de humanos modernos fuera de África, en cambio, cuadra
excepcionalmente bien con esos datos descolocados. De modo similar, cuadra
bien con las últimas interpretaciones sobre el clima primitivo en el
continente, que nos hablan de unas devastadoras sequías que empezaron a asolar
el este de África hace justo 135.000 años, de nuevo en una correspondencia
temporal casi perfecta con los nuevos datos de Harvati y sus colaboradores.
Y, por supuesto, la existencia de una migración hace 130.000
años hace innecesario encontrar una explicación para otra paradoja: los larguísimos
milenios que se suponía que habían transcurrido entre el origen de la especie
humana moderna y su salida de África. Por todo lo que sabemos ahora, es
perfectamente posible que nuestros ancestros emigraran del continente madre un
día después de su creación por los siempre asombrosos y a menudo enigmáticos
mecanismos de la evolución, los verdaderos hacedores de todo cuanto existe en
la biología del planeta Tierra.