EL LEGADO DE 1812 REVISADO

Raquel Martín

La conmemoración de los 200 años de la proclamación de la primera Constitución liberal española en 1812 mantiene justificadamente ocupados a constitucionalistas e historiadores. Por lo general, la interpretación da vueltas en torno a una idea que se repite hasta la saciedad. Esto es: con la aprobación de la Constitución gaditana en 1812, los españoles dejaron de ser súbditos para convertirse en ciudadanos. Sin embargo, si nos acercamos de nuevo a las dos situaciones que definen el antes y el después, se imponen tantas precisiones que al final queda poco de tan rotunda frase.

Empezando por el famoso súbdito del antiguo régimen, aquel sujeto sin atributos políticos aparentes, revisiones de las últimas décadas acerca de la ‘libertad de los antiguos’, obligan a repensar sus modos de actuar y las legitimaciones jurídicas y culturales que lo amparaban. El súbdito era un sujeto cargado derechos, que los Estados monárquicos trataron de sujetar con restricciones legales, el crecimiento de la administración y las finanzas estatales y una apología constante de la autoridad irrestricta del monarca. Esto último era más un deseo que una realidad. No obstante, la idea de ‘antiguo régimen’ y de absolutismo monárquico, la idea de un súbdito encadenado por un marco legal a medida del despotismo del Estado, se convirtió en un argumento central de la propaganda liberal. Era cierto que las instituciones de representación corporativa estaban perdiendo capacidad de interlocución frente al rey, en paralelo a un reforzamiento extraordinario del Estado con las guerras del siglo XVIII.

Las acrecentadas demandas estatales empujaron hacia dos soluciones políticas distintas. La primera consistió en una renovada importancia de las instituciones de representación local. Cuanto más lejos del núcleo monárquico, más oportunidades existieron de incrementar el peso de los cuerpos intermedios. El ejemplo por antonomasia se encuentra en la transformación de las asambleas de las 13 colonias británicas de Norteamérica en aguerridas instancias contra las demandas del sistema político británico (King in Parliament). Salvando todas las distancias, la renovación de los llamados cabildos abiertos en la América española se inscribe en esta dinámica, al igual que la autorización de formar asambleas (a la británica) en las ricas posesiones francesas de las Antillas.

La segunda posibilidad consistía en la imposición del esquema monárquico-administrativo como única vía de construcción estatal. De imponerse esta solución hasta el final, como sucedió en España, el bloqueo de las demandas de los grupos intermedios era la consecuencia inevitable, con el resultado de graves conflictos en los que la participación popular era insoslayable. Para los excluidos del sistema, el final del túnel era el mismo en cualquier caso: alcanzar la representación política plena. En síntesis: romper el escollo de la reclamación parcial en aras de la representación per se, aquella que se fundamentaba, como proclamaron las declaraciones de independencia norteamericana y la francesa de derechos del hombre y el ciudadano, en el derecho natural a la igualdad política. El sujeto que impone al complejo monárquico-estatal esta solución radical no era, en modo alguno, un parvenu de la política.
Todo lo contrario, es aquel súbdito cargado de derechos/privilegios en la medida en que forma parte de comunidades de lugar o de oficio, el súbdito leal a su rey aunque este se distancie y no corresponda, el súbdito que pleitea incansablemente en nombre de la justicia y de sus derechos/privilegios con los oficiales reales. Por esta razón, la palabra súbdito (subject) no tiene en inglés sentido peyorativo alguno. Sí lo tiene en países como el nuestro, donde la transformación posterior resultó insuficiente y problemática.

Truculencias al margen, todo ciudadano moderno es por definición y al mismo tiempo súbdito del Estado. Es por ello que debe cumplir las leyes incluso si las ignora. En momentos de crisis, el Estado se ocupa de que así sea, suspendiendo si es necesario la condición de ciudadano con el “estado de excepción”, como fórmula liberal por excelencia. Por consiguiente, y citando al filósofo político Gianfranco Poggi, una distinción nítida entre la categoría de súbdito y la de ciudadano no conduce a parte alguna.

Vistas las cosas desde esta perspectiva, lo que ocurrió en España a principios del siglo XIX se ordena mejor, se hace más inteligible. El agotamiento de las fórmulas transaccionales, las auspiciadas al principio por la élite del bando patriota, tuvieron que ser descartadas una tras otra, como Tomás y Valiente explicó magistralmente. En un contexto de resistencia agónico, la nación como suma de ciudadanos es proclamada como el principio esencial de la soberanía. Es este el momento cuando la idea de representación auspiciada por norteamericanos y franceses se condensa en el estatuto de ciudadanía. Pero es un recurso desesperado, forzado por la necesidad de forjar un punto de atracción de las fuerzas “centrífugas” en América y en la Península. Aquel centro de gravitación solo podían ser las Cortes Constituyentes y el pacto político que subyace en el texto gaditano. En la historia reciente española, es esta la única ocasión en la que la supervivencia misma del Estado dependió de la capacidad para forjar un consenso entre las partes, de Santiago de Chile a la Guadalajara novohispana, de Cádiz a la frontera con Francia. Era tal la necesidad de establecer la primacía de las Cortes, que se impondrá su autoridad a costa de abrir heridas en el mundo americano imposibles de cerrar.
Entre ellas figuraban la exclusión de la ciudadanía de individuos libres descendientes de esclavos (2/3 aproximados del total del censo); en segundo lugar, la negativa implacable a lo que llamaron “federalismo”, esto es, la fórmula estadounidense para conciliar la unidad de la nación con la capacidad legislativa de los 13 Estados fundadores.

La idea de un ciudadano como expresión de unos derechos inalienables (aunque no explícitos) desaparecerá junto con la Constitución de 1812, antes ya de su sustitución por la mucho más moderada de 1837, y así sucesivamente hasta el presente (puesto que en la de 1978 conviven “españoles”, “personas” y “ciudadanos” en importancia descendente). El ciudadano de 1812 recordaba demasiado a su precedente del momento revolucionario francés. Como advirtió con lucidez Danièle Lochack, el de “ciudadano” fue y es un “concepto jurídico vago”. Serán las leyes electorales las que se ocuparán de regular —más bien restringir y excluir (mujeres, penados, menores, personas sin residencia fija, no–nacionales, súbditos coloniales)— el derecho a votar y ser votado. Es lo que sucede cuando el restablecimiento constitucional a la muerte de Fernando VII. Sobre una población de más de 12 millones de habitantes, el cuerpo electoral fue reducido de tres millones de hipotéticos electores, con arreglo al sistema de 1812, a menos de 80.000 con las leyes electorales censatarias de 1836 y 1837 en la mano, para proseguir su descenso imparable hasta 1869. El sufragio general masculino regresará en esta última fecha con la Revolución de Septiembre, pero lo hará no como expresión renovada de la ciudadanía gaditana sino asociado a la condición de español. Incluso en los momentos en que el sufragio universal masculino y adulto se abre paso, se separan con precisión los derechos recogidos en la Constitución vigente (las de 1869 y 1876) de los electorales articulados por leyes específicas. La idea de ciudadanía no desaparece; transmigra a la lucha política, en un país en el que la división civil forma el reverso del cierre constitucional posterior a la abierta apuesta gaditana.

Florence Gauthier definió esta desaparición temprana de la figura del ciudadano como el triunfo y muerte del derecho natural. Frente a la evanescencia de la figura del ciudadano forjada durante el ciclo revolucionario, es la condición de súbdito la que garantizó la consistencia del “pacto social”, la transición al nuevo orden del conocido como Family o Blood Compact monárquico junto con muchas adherencias en la práctica de los cuerpos funcionariales y jurisdicciones antiguas. Con esta última constatación se cierra el círculo conceptual de identificación de lo que constituyó la sustancia del venerable texto gaditano. Si el argumento expuesto es válido, el debate sobre la continuidad o novedad de la primera Constitución liberal española tiene escaso sentido.

Josep M. Fradera es catedrático de Historia Contemporánea en la Universitat Pompeu Fabra/ICREA.

FUENTE: EL PAIS, 30 JULIO 2012

FALLECE GREGORIO PECES-BARBA, "PADRE" DE LA CONSTITUCIÓN



Gregorio Peces-Barba, expresidente del Congreso de los Diputados y uno de los padres de la Constitución Española,ha muerto esta mañana en Asturias a los 74 años, según han confirmado fuentes de su entorno.

Peces-Barba permanecía ingresado en la Unidad de Vigilancia Intensiva del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) desde principios de la semana pasada por una insuficiencia renal complicada por otra cardíaca. El exdiputado socialista, de 74 años, estaba pasando unos días de descanso en la localidad asturiana de Ribadesella.

La noticia de su muerte ha provocado una cadena de reacciones, tanto en el mundo de la política como en el intelectual, lamentando su pérdida. Entre ellas, la del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha elogiado el legado del expresidente del Congreso cuya trayectoria considera "un ejemplo de entrega y dedicación a la democracia española y al servicio público". En el telegrama de condolencia que ha enviado a los familiares del fallecido, el presidente del Gobierno expresa que "con su desaparición, perdemos todos una insustituible figura de la Transición y a un hombre ejemplar, cuya fecunda contribución a nuestro sistema constitucional quedará como un legado y referente que nos acompañará para siempre a todos los españoles".

La capilla ardiente con los restos mortales del expresidente del Congreso Gregorio Peces-Barba será instalada en su domicilio de la localidad madrileña de Colmenarejo, por expreso deseo de su familia, pese a que el Congreso había ofrecido la posibilidad de que se ubicara en lad dependencias de la Cámara. Peces-Barba será enterrado mañana en el cementerio de Colmenarejo

Gregorio Peces-Barba Martínez, presidente del Congreso de los Diputados de 1982 a 1986 y uno de los siete ponentes de la Constitución, nació en Madrid el 13 de enero de 1938. Su padre fue un abogado fiscal y capitán auditor del Ejército de la República, condenado a muerte en la posguerra, aunque posteriormente vio conmutada esta pena capital. Tras cursar el bachillerato en el Liceo Francés de Madrid, años en los que tuvo como compañeros a Miguel Boyer y Simeón de Bulgaria, entre otros, se licenció en Derecho por la Universidad deComplutense, donde obtuvo el doctorado cum laude con una tesis sobre el pensamiento social y político del católico progresista Jacques Maritain. En la Universidad de Estrasburgo obtuvo la licenciatura en Derecho Comparado.

Abogado en ejercicio desde 1962, durante la dictadura fue defensor de los condenados en numerosos juicios ante el desaparecido Tribunal de Orden Público, así como en diversos consejos de guerra, entre ellos, el proceso de Burgos en 1970, donde defendió a Víctor Aranda, acusado de ser miembro de ETA. En 1963 fue uno de los fundadores, junto a Joaquín Ruiz-Giménez, Pedro Altares y Javier Rupérez, entre otros, de la revista Cuadernos para el Diálogo, que aglutinó los esfuerzos de sectores profesionales comprometidos en la lucha contra la dictadura. Cuando Ruiz-Giménez creó Izquierda Democrática, Peces-Barba ingresó en ese grupo de inspiración democristiana.

Su carrera como docente universitario comenzó en 1966 como profesor numerario de Filosofía del Derecho en la Universidad Complutense de Madrid. En 1982 ganó, por concurso-oposición, la plaza de profesor agregado de Derecho Natural y Filosofía del Derecho en la misma Universidad, donde posteriormente fue catedrático.

Bajo la dictadura, inició una trayectoria de jurista comprometido con la defensa de los derechos humanos y del sistema democrático. En 1971 fue detenido y suspendido del ejercicio de la abogacía durante varios meses. Al año siguiente, en 1972, se afilió al Partido Socialista Obrero Español, PSOE,  entonces en la clandestinidad.

Iniciado el proceso de transición a la democracia, compatibilizó sus actividades políticas con las docentes. En 1976 fue vicepresidente del 272 congreso del PSOE, el primero de este partido en el interior de España tras el paréntesis del exilio. El 15 de junio de 1977 fue elegido diputado socialista por Valladolid. Sus primeros trabajos parlamentarios fueron la secretaría general del grupo socialista y la representación del PSOE en la ponencia constitucional, encargada de elaborar el borrador de la ley fundamental, aprobada en referéndum en 1978.

El 1 de marzo de 1979 fue reelegido como diputado por Valladolid, y nombrado secretario del Grupo Socialista, hasta su dimisión a finales de 1981. Renovó su escaño el 28 de octubre de 1982, elecciones en las que el PSOE consiguió mayoría absoluta. El 18 de noviembre fue nombrado presidente del Congreso con 338 votos a favor, 8 en blanco y ninguno en contra. En su primer discurso anunció que los criterios que iban a guiar su actuación eran la objetividad, la imparcialidad y la independencia. En 1983 obtuvo una excedencia especial para poder compaginar este cargo con su actividad docente, aunque disminuida y sin percibir remuneración. Tras finalizar la legislatura en junio de 1986, no se presentó a las elecciones para diputado y abandonó el Congreso. Se reincorporó entonces a la cátedra de Derecho Natural y Filosofía del Derecho, en la Universidad Complutense de Madrid.

A partir de ahí, centró sus esfuerzos en la creación de la Universidad Carlos III. En junio de 1989 presidió la comisión gestora. Fue su rector desde su puesta en funcionamiento, en el curso 1990-1991, hasta 2007. Además, en ella ejerció como catedrático de Derecho Moral y Político hasta su jubilación, en 2008.

El 5 de diciembre de 2003, el Consejo de Ministros le concedió, junto al resto de los ponentes de la Constitución, el Collar de la Orden del Mérito Civil. Ese año el líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatro, lo incluyó en su comité de sabios para las elecciones de marzo de 2004, que ganó el PSOE.

El 15 de diciembre de ese año el Gobierno anunció su nombramiento como Alto Comisionado para la Atención a las Víctimas del Terrorismo. Duramente criticado por la Asociación de Víctimas del Terrorismo, dejó el cargo a petición propia el 8 de septiembre de 2006 para dedicarse de lleno a su trabajo docente.

Desde entonces, había dictado conferencias y participado en seminarios y cursos. El 30 de mayo de 2007 fue nombrado presidente de la Comisión de Ética del Comité Olímpico Español. Fue, además, miembro del patronato de la Fundación Transición Política Española, constituida en 2007. Fue autor de una amplia obra relacionada con el derecho y la política. En enero de 2008, impartió su lección jubilar titulada Reflexiones sobre la Justicia y el Derecho.
Miembro de la Real Academia de Ciencias Políticas y Morales desde 1993, se le habían concedido, entre otras condecoraciones, la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort (1986), la Medalla de Honor con el grado de Gran Cruz (1983), otorgada por el presidente de la Cámara de Diputados de Perú, o la Legión de Honor francesa (1987). El 8 de septiembre de 2006 se le otorgó la Gran Cruz de la Real y Muy Distinguida Orden Española de Carlos III. El 22 de junio de 2007 le fue entregada la Gran Cruz del Mérito Naval, con distintivo blanco, y el 26 de enero de 2010 le fue impuesta la Gran Cruz del Mérito Militar.

En 1991 fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Educación a Distancia, UNED, junto a los otros seis ponentes de la Carta Magna, y el 14 de octubre de 2003, con motivo del XXV aniversario de la misma, recibió la Medalla de Honor de la Universidad Rey Juan Carlos. Por esta misma razón, en 2009 le fue concedida la Medalla de Oro de la Facultad de Derecho de la UNED.

Además, el 18 de noviembre de 2010 el Rey le entregó el Premio Pelayo para juristas de reconocido prestigio. En diciembre de ese mismo año, el Consejo de Ministros le concedió la Medalla al Mérito del Trabajo.

FUENTE: EL PAÍS, 24 JULIO 2012

* EL DESTERRADO QUE LLEGÓ A SER PRESIDENTE DEL CONGRESO, de Miguel Ángel Villena (EL PAIS 24 JULIO 2012)

* TODAS LAS TARDES DE VERNO EN EL GRAN HOTEL DE RIVADESELLA, de Maite Cunchillos (EL PAÍS 24 JULIO 2012)

ADIÓS, MAESTRO, de Jose Manuel Rodríguez Uribes (EL PAÍS 24 JULIO 2012)

* SOCIALISTA, POLÍTICO Y PROFESOR, de Juan José SOlozabal (DIARIO VASCO, 24 JULIO 2012)

* PECES-BARBA, LA BONHOMÍA INTELIGENTE, de Antonio Papell (DIARIO VASCO, 24 JULIO 2012)

*MÁS ARTÍCULOS EN ESTE ENLACE.

LA MINISERIE "GERNIKA BAJO LAS BOMBAS" SE ESTRENARÁ EN EL ZINEMALDIA


La miniserie de ficción para televisión 'Gernika bajo las bombas' se estrenará en el 60 Festival de San Sebastián, que se celebra del 21 al 29 de septiembre. Luego, posiblemente en el mes de octubre, será emitida por Euskal Telebista.

Consta de dos capítulos, de 75 minutos cada uno, y con dos tramas: por un lado, los preparativos y el bombardeo en sí del 26 de abril de 1937; y además de esos hechos históricos, varias historias de ficción ambientadas en esas mismas fechas, y que intentan mostrar cómo era la vida cotidiana de los gerniqueses.

Ayer se presentó esta miniserie de ficción en la sala de proyecciones del Museo de San Telmo. Acudieron los máximos representantes de las televisiones vasca, catalana y gallega, que junto con la andaluza financian esta 'tv movie'. Comparecieron Alberto Surio, director de EITB; Alfonso Sánchez Izquierdo, director de la Compañía de Radio Televisión de Galicia (CRTVG); Brauli Duart, director de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales; y, además, la consejera de Cultura del Gobierno Vasco, Blanca Urgell.
Las explicaciones técnicas corrieron a cargo de Edu Barinaga, de la productora Baleuko, que en este proyecto ha trabajado asociada a la casa madrileña Vértice Cine.

Barinaga habló así del director de la miniserie, Luis Marías: «Había escrito el guión, vimos que tenía en la cabeza cómo debía ser cada escena, y decidimos encomendarle la dirección. No es frecuente que los directores se ciñan a los plazos de la producción, pero Marías lo ha conseguido». El rodaje se ha llevado a cabo en las siete semanas previstas. Las imágenes de la feria de Gernika (el bombardeo fue un día de mercado) se rodaron en Oiar-tzun, y otras escenas se han tomado en San Sebastián, Oñati, Hernani y Burgos. Los interiores se han filmado en tres edificios de San Sebastián: el Palacio Miramar, el palacio de Aiete y Villa Soroa.
El productor Barinaga dijo ayer que «la serie quiere ser fiel a lo que fueron los acontecimientos históricos, y por eso aparecen personajes históricos como el general Mola, el lehendakari Agirre y el periodista inglés Steer; pero, además, quiere mostrar cómo era la vida cotidiana de la Gernika de 1937, los amores de aquellos jóvenes, las dudas, las inquietudes de la población civil».

El director del Zinemaldia, José Luis Rebordinos, agradeció ayer a Euskal Telebista «por contar con el Festival, como lo hizo el año pasado con 'El precio de la libertad', que ha ganado varios premios».
La consejera de Cultura, Blanca Urgell, tuvo una intervención de marcado carácter político. Acusó al Gobierno de España de «atacar a la cultura» y de «considerar las artes como un privilegio». Añadió que «no se puede tolerar que la cultura sea la pagana de la crisis». 

DATOS
Director: Luis Marías. Productor ejecutivo: Edu Barinaga (Baleuko).
Actores: Un total de 43, entre los que destacan Marc Clotet, Aitor Mazo, Lander Otaola, Teresa Calo, Egoitz Sánchez, Sara Casasnovas, Roberto Alvarez, Antonio Dechent, Pep Tosar y Ramón Barea.
Impulsores: Ha sido producida por Vértice Cine y Baleuko, con participación de Euskal Telebista, TV3 (Cataluña), TVG (Galicia) y Canal Sur (Andalucía).

 FUENTE: DIARIO VASCO (Felix Ibargutxi) 24 JULIO 2012

LOS SECRETOS DE LEZETXIKI


Lezetxiki se ha convertido en los últimos años en uno de los yacimientos más reconocidos nacionalmente. Y no es para menos. Dos dientes neandertales, un húmero de una mujer, fósiles de osos cavernarios, cabras montesas y en los últimos años restos del llamado ratón de abedul, que hoy en día se encuentra en los alrededores de Moscú y el fragmento de la mandíbula inferior del posiblemente «último mono de Europa», el 'Macaca Sylvanus', son entre otros los secretos que han visto la luz en la gruta arrasatearra.

El trabajo no cesa y como cada verano, desde 1996, Lezetxiki acoge a una veintena de estudiantes de Geología e Historia, que trabajan codo con codo en labores de excavación, muestreado y tamizado, bajo las direcciones del profesor de Prehistoria de la Universidad del País Vasco, Álvaro Arrizabalaga. Para el oñatiarra David, estudiante de Historia de 21 años de edad, este es su segundo año en Lezetxiki por lo que cuenta con más experiencia. «En el primer año siempre tenía que preguntar a los más veteranos, y esa experiencia ha hecho que en este segundo año deje de hacerlo, aunque sigues aprendiendo». A David le gusta el trabajo en Lezetxiki aunque asegura que también le gustaría trabajar en otros campos de trabajo.
La campaña en la cueva arrasatearra finaliza hoy y aunque Arrizabalaga no ha querido adelantar ningún hallazgo, sí que ha señalado que la campaña ha sido fructífera. «Está habiendo una densidad de hallazgos muy buena, por encima de la media», afirmaba Arrizabalaga. Entre otros, han sido hallados huesos de una especie de oso y herramientas que siguen evidenciando la presencia humana.

Las características de la cueva según Arrizabalaga «son ahora del orden de 160.000 años de ocupación de sedimentación continuada. El problema es que aparezcan secuencias entrecortadas. Sin embargo, Lezetxiki cuenta en este momento con un registro continuo. Siete metros y medio de secuencia en la que tenemos sedimento con la fauna que había en esos momentos y con la industria de las ocupaciones humanas que se van alternando con la presencia de los animales». Con una secuencia larga, Lezetxiki es «un yacimiento paleontológico excepcional, en el que tenemos muy bien contestualizado los comportamientos del ser humano de cara a explotar ese medio animal, así como de los animales. Pero sobretodo, esa presencia de cuatro primates, que es algo también extraordinario», añade Arrizabalaga.

La cueva se sigue extendiendo, por lo que según asegura Arrizabalaga, hay trabajo para al menos tres años más. «El lugar más extremo al que llegamos por una grieta que hay entre el sedimento del techo, alcanza al menos un metro y no se llega a tocar el fondo. Ha habido suerte en este puntos ya que queda mucho sedimento. La cueva se va extendiendo, con más materiales arqueológicos».

Esperando su protección
Mientras que Lezetxiki ha alcanzado, gracias a sus hallazgos, fama mundial, el yacimiento continúa a día de hoy sin contar la protección legal que brinda la Ley de Patrimonio Cultural vigente desde 1990. Inexplicablemente, la Consejería de Cultura no ha atendido las reiteradas solicitudes formuladas por el arqueólogo, un silencio administrativo que todavía hoy por hoy perdura. «En noviembre presenté la última solicitud. Luego se adhirió el Ayuntamiento, Diputación, Aranzadi Zientzia Elkartea y Arrasate Zientzia Elkartea. En febrero, con la presión de los medios, tuvimos una respuesta vaga de que estaban considerándolo, pero los plazos siguen adelante, y de hecho creo que estamos fuera de plazo, que deberíamos haberla recibido en mayo, y no hay respuesta todavía, no se como interpretarlo», señala el profesor de prehistoria. «También pedir como ciudadanos que si hay alguna cláusula que establece que hay que responder por escrito y que hay que argumentar tanto si se rechaza como si se acepta la solicitud, que se haga, ya que eso no se está cumpliendo. Más no podemos hacer», añade. Este no es el único obstáculo al que se enfrenta la arqueología. Y es que la crisis también ha llegado a los yacimientos guipuzcoanos. En Lezetxiki han trabajado con menos presupuesto y en Irikaitz (Zestoa), yacimiento al que acudirán a continuación, será el último año de trabajo. «Irikaitz de momento no va a sobrevivir a la crisis», asegura Arrizabalaga.

FUENTE: DIARIO VASCO (Nagore Goñi) 20 JULIO 2012

FITOTERAPIA PARA NEANDERTALES


Excavaciones en la cueva asturiana de El Sidrón. / EL PAÍS

Los neandertales eran menos carnívoros de lo que se pensaba, e incluían en su dieta plantas medicinales como la camomila y la aquilea. Lo publica en Naturwissenchaften-The Sicience of Nature un equipo de investigadores liderado por las universidades Autònoma de Barcelona (UAB) y de York y el CSIC. El trabajo se ha hecho con el material atrapado en 10 muestras de cálculos dentales de cinco neandertales de la cueva de El Sidrón (Asturias).

“La variedad de plantas que hemos identificado sugiere que los neandertales que vivieron en El Sidrón tenían un conocimiento sofisticado de su entorno natural, que incluía la habilidad para seleccionar y usar ciertas plantas por su valor nutricional y curativo. La carne era claramente primordial, pero nuestra investigación pone de manifiesto una alimentación bastante más compleja que la que creíamos hasta ahora que tenían”, ha dicho Karen Hardy, investigadora ICREA de la UAB.

FUENTE: EL PAÍS (Emilio de Benito) 18 JULIO 2012

NUESTROS PRIMOS NEANDERTALES


En los días previos, frente a la hoguera, el patriarca del grupo neandertal al que se había incorporado Ida tomó una difícil decisión. Llevaban semanas sin encontrar comida, el frío empeoraba las cosas y varios de sus miembros habían muerto de hambre. Lejos quedaban los tiempos en los que alimentaban el fuego con los huesos de las presas, mientras disfrutaban de la carne y la grasa asada, y reían con las historias contadas al calor de las llamas. Las niñas y el pequeño fueron los primeros en caer. Los dejaron bajo un montón de piedras en el fondo de la cueva. Ida tenía 20 años, los cabellos pelirrojos y los ojos claros, y sabía lo que significaba perder a alguien querido. Muchos meses atrás, antes de unirse al clan, en otro lugar más cálido, había enterrado a su padre, colocando encima la cuerna del gran ciervo. Le cuidó con cariño durante casi 10 años, desde el día en que aquel oso le destrozó de un zarpazo el nervio de su brazo izquierdo y parte del pie. Ahora, los del clan morían deprisa; a los niños les siguieron los muchachos y las mujeres, siempre después de esas extrañas toses nocturnas. El patriarca decidió que debían alimentarse de la carne de los muertos.

De forma ceremoniosa, arrastraron los cadáveres hasta la entrada de la cueva y comenzaron a despedazarlos con gran habilidad. Usando las hachas y los filos cortantes, los desollaron y separaron la carne de los huesos. En algunos casos rompían los más largos para extraer la médula de su interior. Aunque Ida sació su apetito, observó que el mal había hecho presa en todo el grupo, como un demonio saliendo de lo más oscuro de la cueva. Tuvo que cuidar de ellos hasta que murieron. El patriarca fue el último en caer. Ida comprendió que algo invisible y maligno anidaba en esa cueva y que moriría si se quedaba allí. Las zarpas del demonio la alcanzarían como las del oso que destrozaron a su padre.

Después de aprovisionarse de la carne del propio patriarca, Ida se encaminó hacia el sur. Su padre le había enseñado que cuando no hay animales que cazar convenía observar cuidadosamente todo lo que la naturaleza podía ofrecerle. Encontró algunas de las hierbas que maduraban en los pastos, en las llanuras. Buscó los granos en las espigas, duros como piedras, pero que podían ablandarse con el fuego si se echaban en agua muy caliente. Había que echar las piedras calentadas entre las llamas en el agua y arrojar allí los granos. Se podía hacer una deliciosa pasta que salía al machacarlos. Su padre le había explicado también una manera de sacar una sustancia muy pegajosa de la corteza de un árbol, después de cocinarla con fuego durante horas. Era ideal para pegar los filos de piedra del hacha a los palos.

Sigue leyendo este interesante reportaje en este enlace de EL PAÍS.

FUENTE: EL PAÍS (Luis Miguel Ariza), 13 FEBRERO 2011

SAN SEBASTIÁN, UNA CIUDAD 100


El teatro Victoria Eugenia, el Hotel María Cristina, el Ferrocarril de la Frontera, el Funicular de Igueldo y La Perla cumplen 100 años durante este año. Repasamos la historia de estos emblemas de la ciudad de San Sebastián.

Mira este enlace del DIARIO VASCO.

LA GUERRA CIVIL: UNA SUBLEVACIÓN MILITAR CON AYUDA FASCISTA


Eva Vázquez

El 1 de julio de 1936, el Gobierno de Mussolini firmó cuatro contratos por los que se comprometía a suministrar aviones y armas a los insurgentes españoles.
Faltaban diecisiete días para la rebelión

Se acerca lo que durante la dictadura fue la “Fiesta Nacional”. Es el momento de dar a conocer algunos pormenores que rodearon el “18 de Julio”. No gustarán a franquistas, neofranquistas, conservadores y neoconservadores. Menos aun a los “historiadores patrióticos”. Hay que reescribir un pelín la conspiración, los antecedentes del golpe y revalorizar, sobre todo, la conexión fascista.

Hechos.
a) El 1º de julio de 1936 se firmaron en Roma cuatro contratos. Detallaban el material que los italianos se comprometieron a suministrar a los futuros insurgentes. El primero fue el más importante: recayó sobre 12 aviones Savoia-Marchetti 81, bombas, carburantes y productos varios de aviación. Ascendió a 16.246.750,55 liras. Los aviones constituían la parte del león (14.400.000 liras). El lote debía entregarse en el mes de julio.

b) Los otros contratos abarcaron aviones, explosivos, municionamiento y diversos materiales, extremadamente detallados en larguísimos anexos. Debían entregarse antes de finales de agosto. Lo más significativo fueron los primeros: 24 Fiat CR 32, los famosos chirris; 3 hidroaviones de caza Macchi 41 y otros 3 SM 81.

c) El importe de los cuatro contratos ascendió a 39,3 millones de liras. Los precios se especificaron pormenorizadamente. Aplicando los tipos de cambio utilizados en uno de los pagos parciales, ello equivalía a 615.987 libras esterlinas, de las cuales 362.915 correspondían a los 42 aviones. Expresado en pesetas de la época los compromisos representaban unos 22.5 millones. Hoy, aplicando la fórmula utilizada por el profesor José Ángel Sánchez Asiaín, los suministros contratados supondrían al menos 337 millones de euros.

Implicaciones. 
La determinación del material y de sus precios tuvo que llevar tiempo. Los contactos operativos que desembocaron en los contratos debieron establecerse tras las elecciones de febrero de 1936. No había motivo para hacerlo antes. Probablemente, y como es habitual, en las negociaciones habría un toma y daca. Tuvieron lugar en Roma. Los nombres de los negociadores son desconocidos, pero entre ellos hubo aviadores italianos y probablemente españoles.

Mussolini entendió su apoyo en una clave ofensiva contra la República que databa, según Heiberg, de 1931. Esto revela el carácter agresivo de su política exterior. Acababa de demostrarla con éxito en Abisinia. Una España amiga le permitiría, por su posición geoestratégica, aspirar a la hegemonía en el Mediterráneo occidental. El Duce, que ya se aproximaba velozmente a Hitler, se disponía a sentar las bases para agredir, en su momento, a las decadentes democracias. Las elucubraciones de historiadores como Renzo de Felice y sus numerosos seguidores, que la caracterizaron de “oportunista”, deben descartarse. Los contratos dan la razón, por el contrario, a las interpretaciones de Mauro Canali, Lucio Ceva, John Gooch, Morten Heiberg, MacGregor Knox, Robert Mallet o Brian Sullivan. (El lector no encontrará demasiadas referencias a estos autores entre nuestros historiadores “patrióticos”).

Del lado español, es obvio que los conspiradores no retrocedían ante una guerra. La composición de los 42 aviones contratados, en general muy superiores a la aviación gubernamental, permitía combinar tres tipos de operaciones: de bombardeo, de transporte y de caza. También proteger ciertos territorios. Nos inclinamos a pensar que se trataba de las Baleares. Actividades, no es necesario subrayarlo, que eran estrictamente bélicas.

¿Quiénes lograron tan significativo éxito? Podemos eliminar a los falangistas (hiperexaltados en cierta literatura). También a los políticos de la CEDA (que se concentraron en otras actividades como las de excitar a la opinión pública y, en frase inmortal de Gil Robles, “desgastar a las izquierdas”). Sabemos que no fueron los carlistas. ¿Quiénes quedan? Algunos militares, que aportarían su know-how técnico, y sobre todo los monárquicos: la gente de Renovación Española y del Bloque Nacional. Con nombres y apellidos: Joaquín Calvo Sotelo, Antonio Goicoechea, Pedro Sainz Rodríguez. Los que gravitaban en torno a la revista Acción Española. Quienes predicaban la “contrarrevolución” y se preparaban para la guerra pura y dura. Los que durante años habían amamantado cuidadosamente los contactos con los italianos. Quienes no temían adentrarse por la vía fascista, como anunció orgullosamente Calvo Sotelo el 14 de junio en las Cortes. Precisamente cuando Goicoechea escribió a Mussolini pidiendo dinero. Por si las moscas.

Podemos tranquilamente dejar de lado a Luis Antonio Bolín y sus omnipresentes mentiras. Al igual que en la operación del Dragon Rapide, se autopresentó como un superman. Él solito habría detonado la ayuda italiana, camelo que se ha creído más de algún autor. Hasta ahora.

La realidad no fue la prevista. 
Los planes monárquicos se cumplieron en lo instrumental. Tan pronto como Goicoechea y Sainz Rodríguez se desplazaron a Roma el 24 de julio despejaron las incógnitas que habían hecho dudar a Mussolini durante varios días. Sus espías militares le habían informado desde Tánger que el golpe se hacía bajo la dirección de un desconocido general, Francisco Franco. ¡Pero nadie había negociado por Franco en Roma! Aclarada la cuestión, los 12 SM prometidos emprendieron raudos el vuelo hacia Marruecos, más fácil de alcanzar que Burgos. Aterrizaron solo 9. Mussolini cumplió a rajatabla y en plazo el primer contrato. También cumplió los otros, adaptándolos a las nuevas circunstancias de guerra.
¿Y Mola? Atascado en Burgos y desesperado. Las cosas no le habían salido como había previsto. No avanzaba hacia Madrid. Necesitaba aviones. Afirmó (en contra de la máxima de que a nadie le desagrada una perita en dulce) que no era para ganar la superioridad aérea. Lo que quería era aviones para apoyar las tropas de tierra, que podrían desmoralizarse fácilmente en cuanto se las bombardease, aunque fuera con bombitas. El conde de los Andes salió disparado a Roma a convencer a los italianos.

Este episodio no es anecdótico. Le otorgamos un interés relevante. Mola estaba dispuesto a adquirir aviones a cualquier precio. Tal era el inequívoco mensaje. Los italianos lo entendieron y cumplieron a rajatabla su deseo. No gustará a los historiadores neofranquistas que comparemos los precios de los aviones contratados el 1º de julio de 1936 con los suministrados al simpar Caudillo a lo largo de la guerra. Muestran un notable aumento. Los SM pasaron de 1,2 millones de liras por unidad a un máximo de 2 millones, con precios intermedios entre 1,35 y 0,954 millones según los niveles de equipamiento. Los chirris, valorados en los contratos a 175.000 liras (9 lo fueron a 250.000 porque tendrían un equipo superior), ascendieron hasta 664.000. Y ¿qué hizo Franco? Tragárselos. Como también se tragó los sobreprecios cargados por los nazis, siempre tan pulcros y aseados. (El lector debe saber que este reproche del trágala lo hacen algunos autores a los republicanos en relación con los precios soviéticos, aunque ninguno de ellos ha querido advertir que estuvieron en línea con los cargados a Franco, a pesar de partir de supuestos de atribución de costos de producción radicalmente diferentes).

Con la muerte violenta del “proto-mártir” Calvo Sotelo, el accidente mortal de Sanjurjo, el estancamiento de Mola y el fulgurante ascenso de Franco, supuesto general monárquico, los planes restauradores de Renovación Española y del Bloque Nacional no fructificaron. Se contentaron con lo que, en el fondo, más les importaba: anular las reformas económicas, sociales, educativas, políticas y culturales republicanas. Ni siquiera fueron capaces de reconocer su mayor logro: el haber apalabrado la ayuda fascista antes del 18 de julio. Si Alfonso XIII, en Roma, había estado al corriente de las negociaciones, lo cual es verosímil, tampoco dijo ni pío. Algunos, eso sí, maldijeron de Franco de puertas adentro. A Goicoechea Franco le compró con la suculenta prebenda de gobernador del Banco de España. Sainz Rodríguez, ministro de Educación Nacional, echó la vista hacia la España católica, imperial y sobre todo reaccionaria como modelo a emular.

Las interpretaciones propaladas en general por los republicanos (que presentan la sublevación un golpe militar fascista o la guerra civil como una de defensa contra el fascismo) se aproximan más a la realidad documentable que las de la derecha (un golpe para impedir que España cayera en los abismos del comunismo). Todavía algunos de sus prohombres continúan creyendo tal camelo.

Coda. 
Se ha defendido la no desclasificación de millares de documentos militares entre otras razones para no “perjudicar” las relaciones diplomáticas. Desvelar la fría agresión italiana, que es lo peor que un país puede hacer a otro, no dañará las relaciones con Italia. Un Gobierno temeroso del pasado y que tampoco se fía de sus ciudadanos da que pensar. En la Unión Europea, tras tantos años, España vuelve a ser diferente.

Ángel Viñas es historiador y catedrático emérito de la UCM. Este artículo adelanta  una investigación en curso.

FUENTE: EL PAIS 17 JULIO 2012

LA BATALLA DE LA RECONQUISTA: LAS NAVAS DE TOLOSA


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Las Navas de Tolosa fueron el escenario de la mayor victoria de los reinos cristiano sobre el Islam
·  Castilla, León, Aragón, Portugal y el imperio almohade se aliaron contra el califa Al-Nasir

Cuentan las crónicas que los caballos no podían avanzar sin tropezar con los cadáveres amontonados en el campo de batalla. Los cuerpos sin vida de miles de guerreros musulmanes y cristianos eran la consecuencia más dramática de las más de seis horas de desaforada lucha. La cruz contra la media luna y al revés. Un combate entre dos inmensos ejércitos que representaban dos culturas. Y un final épico propio de otra época con tres reyes al frente de una desesperada carga de caballería que resonaría en los ecos de la historia.

El 16 de julio de 1212 la fuerza de las armas decantó el futuro político-religioso de España con la victoria de los reinos cristianos sobre el islam en la batalla de las Navas de Tolosa, cuyo 800 aniversario están conmemorando por todo lo alto en Jaén. Sin embargo, su impronta en la memoria colectiva no alcanza el lustre de Bailén o de Lepanto. Para rememorar esta fecha se han celebrado durante todo el año actos culturales que tienen como eje central una recreación de la batalla este fin de semana muy cerca de la localidad jienense de la Carolina, el municipio más próximo al campo de batalla original.

A comienzo del siglo XIII la península Ibérica estaba dividida en cinco reinos: Castilla, León, Aragón, Navarra, Portugal y el imperio almohade, (bereberes procedentes del norte de África que llegaron a Al-Ándalus en 1147). Lejos de luchar contra los musulmanes, los cristianos se enzarzaban en guerras fratricidas. Sin embargo, en 1212 la amenaza almohade que representaba el califa Al-Nasir era tan seria que el mismísimo Papa Inocencio III atendió la petición de Alfonso VIII de Castilla y declaró la cruzada en España.

Mucho tuvo que ver con esta decisión el carácter insolente del líder almohade que mandó una misiva a los distintos reinos en el que amenazaba con «poner sus caballos en Roma», es decir, en el epicentro mismo del cristianismo.

El gigante Sancho
El primero en unirse al ejército castellano fue Pedro II de Aragón. Después lo hizo Sancho VII de Navarra, más conocido como 'El Fuerte' Este apodo se debe a su impresionante altura que su biógrafo, Luis del Campo Jesús, estableció en los 2,22 metros y cuya tumba puede verse en Roncesvalles. La literatura popular habla de enemigos que salían corriendo al ver su imponente figura.

Las órdenes militares, especialmente las de Calatrava y Santiago, pero también templarios y hospitalarios, aportaron cientos de caballeros. La lucha santa provocó la incorporación de miles de hombres procedentes de más allá de los Pirineos. En Toledo, punto de encuentro, se concentró un ingente ejército de entre 50.000 y 70.000 hombres. Enfrente, Al-Nasir reunió una hueste de 100.000 soldados. Aunque los últimos estudios han rebajado estas cifras, la concentración de tropas fue altísima para la época y todavía es posible encontrar puntas de flecha, hebillas o botones en el lugar del enfrentamiento.
Pero una gesta no sería tal sin sus mitos, y las Navas no es una excepción. Reza la leyenda que cuando las tropas cristianas se preparaban para atravesar Sierra Morena -momento muy delicado por el riesgo de emboscadas- apareció un arcángel (otras fuentes hablan de un pastor) que les enseñó un paso desconocido y sin riesgos, el llamado Puerto del Rey. La tradición también castiga a quienes no se unieron a la cruzada como el rey Alfonso IX de León. A este monarca enemistado hasta la obsesión con Castilla se le aparecieron, mientras rezaba en la iglesia de San Isidoro, los fantasmas de El Cid y de Fernán González montados en cadavéricos corceles.

Mitos a un lado, la batalla se inició con la llegada del alba. El rey Alfonso VIII comandaba el centro del ejército cristiano junto a las órdenes militares. A su izquierda, Pedro II de Aragón y a su derecha Sancho VII de Navarra. Las dos primeras oleadas fueron repelidas por los musulmanes con una táctica envolvente. Cuando la segunda estaba a punto de fracasar los tres reyes cristianos tomaron la determinación de realizar una última y casi desesperada carga de caballería. «¡Arzobispo, muramos aquí vos y yo!» dicen que espetó Alfonso VIII al prelado de Toledo Jiménez de Rada.

La ofensiva logró su objetivo y Sancho VII llegó al palenque de Al-Nasir para romper las cadenas que rodeaban su tienda protegida por la guardia negra -esclavos fanáticos procedentes del Sahel-. Para recordar esta hazaña las célebres cadenas se incorporaron al escudo de Navarra. El número de bajas abarca un amplio abanico, desde las apenas dos docenas que hablan los textos cristianos hasta los 2.000 que manejan los historiadores modernos. Los caídos en el lado almohade se multiplicarían como mínimo por tres y ya auguraban el inexorable declive que acabaría con las lágrimas de Boabdil casi tres siglos después

FUENTE: DIARIO VASCO (David Valera) 16 JULIO 2012

CUANDO EL MINISTRO DEL INTERIOR SE CONVIERTE EN MINISTRO DE DEFENSA. LA BATALLA DEL RIF



Jorge Fernández Díaz dedica parte de su visita a Melilla a ensalzar los “valores” por los que luchó el Ejército durante la guerra colonial del Rif 

El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz,  de 62 años, efectuó el lunes pasado su primer viaje oficial a Melilla y, con tal motivo, dio rienda libre a su pasión por la guerra colonial del Rif y los valores que la sustentan.  Llegó la víspera a la ciudad autónoma, con un grupo de amigos, y se subió a un autobús en el que también embarcaron el presidente de Melilla, Juan José Imbroda, y el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, el primer musulmán que en España ostenta ese cargo. A bordo también viajaba el historiador melillense  Santiago Domínguez Llosa que hizo guía de la expedición.
Cruzaron la frontera de Beni Enzar con Marruecos, saludaron a las autoridades locales, y escoltados por la Gendarmería se desplazaron hasta Alhucemas. Allí recorrieron las playas de Ixdain y La Cedacilla, donde en 1925 se produjo el célebre Desembarco de Alhucemas, al final de la guerra del Rif. Visitaron el cementerio español, en un manifiesto estado de abandono. Después de comer en el puerto fueron hasta la explanada del llamado Desastre de Annual, dónde se produjo, en agosto de 1921, la mayor derrota militar española en África.
Algo debió molestar a Rabat en los preparativos de la excursión ministerial. En un primero momento, el gobernador de Alhucemas recibió la orden de ofrecer un almuerzo el domingo a Fernández Díaz, junto con las principales autoridades de la ciudad, pero después canceló la invitación. Por boca de su portavoz, Mustafa el Khalfi, el Gobierno marroquí ha insistido ante la prensa en que el viaje era “privado”.
   Al ministro el periplo histórico-cultural le conmovió. Comentó en voz alta, según el diario El Telegrama  de Melilla, que después de pisar las tierras que en su día se empaparon de sangre española todavía admiraba aún más si cabe a esos hombres que antaño dieron su vida por la Patria y defendieron una bandera y unos valores.
   Antes de la visita también les ensalzaba. Por eso intervino el 1 de junio, en el Consejo de Ministros, para respaldar la concesión de la más alta recompensa militar al Regimiento de Cazadores de Alcántara 14 de CAballería por su “heroico” comportamiento, durante la batalla de Annual, contra la “insurrección” del Rif hace 91 años.
   Más tarde, este hijo de militar del Cuerpo de Caballería, confesaría a sus amigos que la imposición por el Gobierno de la Laureada de San Fernando Colectiva, la primera concedida desde 1943, fue uno de los momentos más emocionantes de su vida. La propuesta fue elevada al Ejecutivo por el ministro de Defensa, Pedro Morenés, quien expuso la “gesta” de ese regimiento protegiendo la retirada de los soldados españoles en Annual. Evitó que el número de bajas fuera mayor.
  De vuelta a Melilla, tras pasar ocho horas en Marruecos, empezó el lunes la visita oficial con exposiciones al ministro sobre la caótica situación en la frontera, especialmente este año, sobre los asaltos de subsaharianos a la verja que circunda la ciudad –uno horas antes de que llegase el ministro y otro, muy numeroso, horas después- etcétera.
   Pero el ministro de Interior concluyó su estancia convirtiéndose en ministro de Defensa. Hizo una ofrenda floral en el Panteón de los Héroes, en el cementerio de la Purísima Concepción, donde están enterrados los españoles caídos durante la batalla de Annual. Aprovechó y se hizo fotos ante otros monumentos erigidos en honor a los caídos españoles en otras batallas africanas.
   Acudió, por último, al acuartelamiento del Regimiento Cazadores de Alcántara 14 de Caballería. El coronel Juan L. Sanz y Calabria le nombró “cazador de honor” por su aprecio a los valores castrenses y su tesón y constancia en el logro de la concesión de la Laureada de San Fernando para el regimiento. A cambio el ministro le regaló una lámina que reproduce un cuadro de Augusto Ferrer Dalmau con el teniente coronel Fernando Primo de Rivera, que mandaba el regimiento en 1921, montando a caballo.
   Curiosa lectura de la historia la que hace el ministro. La guerra del Rif fue una guerra colonial, impopular en España porque se cobró 30.000 vidas y porque mientras los jóvenes de familias humildes morían en el Protectorado los de las familias acomodadas se libraban de la “mili” pagando una cuota al Estado.
   Sí hubo comportamientos heroicos durante la batalla, pero Annual fue una derrota sin paliativos a causa, en buena medida, de los errores cometidos por el general Manuel Fernández Silvestre, que estaba al frente de la Comandancia de Melilla. Ante la ofensiva rifeña un buen número de oficiales huyeron además abandonando a sus hombres a su suerte que con frecuencia era la muerte.
   La debacle de Annual provocó una crisis política que quebrantó los cimientos de la monarquía, de corte liberal, de Alfonso XIII. Propició el golpe de Estado de 1923, es decir la dictadura de Miguel Primo de Rivera.
   ¿Es a estos valores –el espíritu bélico y colonial, la cobardía de muchos oficiales y el golpismo de Primo de Rivera- a los que se refería el ministro?

FUENTE: EL PAÍS (Ignacio Cembrero) 10 JULIO 2012

LA MALARIA ASOLÓ DONOSTIA TRAS LA TRAGEDIA DE 1813






El historiador Iñaki Egaña ha publicado el libro 'Donostia 1813. Quiénes, cómo y por qué provocaron la mayor tragedia de la historia de la ciudad'. «Sobre esa tragedia está dicho todo, pero había un agujero negro en la contextualización. Ahí he intentado especializarme», dijo el autor en la presentación de ayer. El editor de la casa Txertoa, Martín Anso, añadió que «Iñaki Egaña sí que aporta datos nuevos, como por ejemplo, que la mayor parte de los muertos se produjeron después de las batallas, en el otoño de 1813 y los comienzos de 1814, a resultas de la epidemia de malaria que tuvo su foco inicial en los humedales de Ibaeta».

Egaña se remite a los testimonios de los 79 donostiarras que prestaron testimonio poco después de las batallas. De esas declaraciones se deducía que los grandes responsables de la masacre eran el general español Castaños y el duque de Wellington, comandante de las tropas inglesas.

«Este último trató siempre de negar su implicación en los desmanes de las tropas», comentó ayer Egaña. «Y cuando hace cincuenta años, con motivo del 150 aniversario de la tragedia, se publicaron tantos trabajos, la implicación de Castaños y Wellington se metió debajo de la alfombra. Entonces gobernaban los franquistas y mantener esa tesis no era políticamente correcto».

Se ha especulado mucho sobre el número de víctimas. «En conjunto, los 79 testigos identifican 41 víctimas mortales. La mayoría, sin embargo, no son capaces de dar una cifra exacta de víctimas, porque los cuerpos de muchas podrían estar sepultados entre los escombros. Además, no había manera de hacer un recuento, porque las familias estaban dispersas, y cabe pensar también que muchos de los heridos fallecerían en fechas posteriores. Son varios los testigos que dan la cifra de entre 400 y 500 víctimas mortales. Cuando el Ayuntamiento ofrece su informe en febrero de 1814, habla de 1.200; cuando lo hace el juez ya en mayo de aquel mismo año, se refiere a 1.500; más adelante, a 1.600».

Este libro aporta datos de los archivos ingleses. «Había mucha documentación en inglés que había pasado prácticamente desapercibida». Y Egaña se ha beneficiado también de la digitalización, por parte del Archivo Histórico Nacional, de los documento relativos a las guerras napoleónicas. «Hoy se puede acceder a esos fondos incluso mediante internet. Es un lujo». El historiador donostiarra cree que los trabajos de anteriores profesionales carecen de una visión global que relacione los sucesos de San Sebastián con los de otros puntos de Europa, y ha intentado interpretar los acontecimientos adentrándose en la mentalidad de la época, en lo posible. «Entonces el mundo era muy diferente. En 1808, cuando entran los franceses en la península, uno de los batallones afincados en Gipuzkoa vuelve a Galicia a pie, y otro regresa a su tierra originaria, Algeciras, también a pie. Los soldados franceses eran casi unos niños. Tras años en guerra, Napoleón recluta a chavales de 14, 15 y 16 años. Entre 1807 y 1808, 250.000 soldados franceses cruzaron la muga del Bidasoa. Aquello debió de producir un gran impacto entre los guipuzcoanos, el mayor impacto exterior de la historia, creo yo».

Egaña cree que los donostiarras no conocen bien los sucesos de 1813. «Lo que está extendido es el desconocimiento. Es lógico; sucedió hace 200 años. El sentimiento de la tragedia, en cambio, creo que forma parte de nuestro ADN colectivo. Se percibe cada año, en los actos conmemorativos; también en el interés por conocer las claves de lo que pasó realmente», dijo ayer.

Luego llegó la primavera de los especuladores. Hubo dueños de inmuebles que se hicieron de oro tras el incendio. El precio de la vivienda se multiplicó en poco tiempo. Un tal José Ignacio Sagasti cobraba antes del incendio por una casa en la calle Trinidad (la que luego se llamaría 31 de Agosto) 1.300 reales. Después del fuego, por la misma vivienda cobraba 10.905.

Iñaki Egaña (Donostia, 1958) es un prolífico autor, con más de treinta títulos en su haber, además de innumerables colaboraciones en diversos medios de comunicación, tanto en castellano como en euskera. Aunque no son raras sus incursiones en la narrativa de ficción, ha cultivado sobre todo la investigación histórica. Uno de sus últimas publicaciones es 'Los crímenes de Franco en Euskal Herria'. Es miembro activo de varias entidades dedicadas a la recuperación de la memoria histórica.

FUENTE: DIARIO VASCO (F. Ibargutxi) 4 JULIO 2012