19. NH REPÚBLICA Y FRANQUISMO

18. NH LA RESTAURACIÓN

17. NH LA ESPAÑA LIBERAL

16. NH LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN



PARTE I      00:00-01:12 Introducción 

PARTE II     01:12-03:06 Vida de Carlos IV (1788-1807)

PARTE III    03:07-05:24 Fontaineableau - Motín de Aranjuez y Abdicaciones de Bayona                                                        (1807-1808) 

PARTE IV    05:24-08:20 Goya 

PARTE V     08:22-14:02 Guerra y Revolución (1808-1814) 

PARTE VI   14:10-17:36 Constitución de Cádiz (1810-1814)

15. NH DESPOTISMO ILUSTRADO

14. NH DE LOS AUSTRIAS A LOS BORBONES

13. NH EL SIGLO DE ORO

12. NH LUCES Y SOMBRAS DE FELIPE II

11. NH EL SUEÑO IMPERIAL DE CARLOS V

10. NH EL NUEVO MUNDO

09. NH REYES CATÓLICOS

08. NH LA CORONA DE ARAGÓN

06. NH LA ESPAÑA DE LAS TRES CULTURAS

07. NH REINO DE CASTILLA

05. NH PRIMEROS REINOS CRISTIANOS

04. NH EL ESPLENDOR AL ANDALUS

03. NH EL REINO VISIGÓTICO

02. NH HISPANIA ROMANA

01 NH IBERIA SOLAR DE PUEBLOS

06. LOS REINOS BÁRBAROS (s. III-VIII) (MEMORIA DE ESPAÑA)

ANTONIO VENEGAS Y AZPEITIA (Javier Zudaire)


La posición del obispo ante el fenómeno brujeril fue valiente y clara: «Mucho de lo que publican de niños y mujeres mozas y de hombres es imputado falsamente» 

Hace 400 años, el 9 de julio de 1610, don Antonio Venegas de Figueroa, obispo de Pamplona, contestó con documento de su secretario, Gonzalo de la Palma, a la petición que le habían dirigido los alcaldes y regimiento, cabildo y clerecía de Azpeitia, en nombre de la villa. Le habían requerido al Padre Ignacio de Loyola como Patrón y Abogado y deseaban guardar fiesta el día 31 de julio, aniversario de su muerte, con culto de altar e imagen. Basaban su deseo en que el nuevo beato era natural de la villa y «en otras razones y causas, que hay para ello muy urgentes».

Contestó el obispo de Pamplona dando licencia a lo que se pedía, vistas las razones que se aducían y «otras, que en particular nos mueven». Desde entonces, Azpeitia celebra la fiesta de San Ignacio y le honra como Patrón, juntamente con San Sebastián, titular de la parroquia local. A lo largo de la historia, la fiesta y la devoción han tenido sus más y sus menos, que en este espacio no es posible relatar: ni en sus comienzos, pues ya en 1611 los festejos taurinos fueron tema de discusión; ni en su realidad actual, que es espejo de la compleja y contradictoria sociedad nuestra. Al recordar el contexto histórico en el que surgió el Patronazgo ignaciano, señalaremos tres puntos que suscitan especial interés :

1º) Azpeitia pertenecía a la diócesis de Pamplona en 1610, como también en tiempo de San Ignacio y durante siglos. Todavía más: por lo menos desde el siglo XII la mayor parte de Gipuzkoa perteneció a la diócesis iruñesa. Sabemos que Arnalt de Puyana, obispo de Pamplona, fue el primer obispo del que dependió la parroquia de Azpeitia, al ser creada la villa, en 1310 (ahora hace 700 años). Con razón escribió José Goñi Gaztambide, el más cualificado historiador de los obispos de Pamplona: «Porque así como Navarra fue madre de reinos, el Obispado de Pamplona lo fue de diócesis». Como es sabido, Azpeitia pertenece ahora al Obispado de San Sebastián, nacido en fechas recientes.

2º) Don Antonio Venegas trabajó notablemente en el cultivo del euskara en la catequesis y en las predicaciones de su diócesis, con un notable sentido del valor de la cultura. Ya que «no se puede hacer bien lo que es bueno, ni evitar lo que es malo, si no se sabe». Además, como atestigua Koldo Mitxelena, promovió el obispo un concurso literario en lengua vasca con ocasión de la fiesta del Corpus, «porque no es razón que la lengua matriz del Reino quede desfavorecida».

3º) No parece acorde con la historia el silencio que se ha hecho en torno a don Antonio en el tema de la brujería vasca, por ejemplo en los actos que tuvieron lugar en Zugarramurdi, el 27 de marzo del presente año, en recuerdo del aniversario del auto inquisitorial de Logroño, de 1610 (ver DV, 28.03.10, pg. 14). La posición del obispo ante el fenómeno brujeril fue valiente y clara, como escribió en más de una ocasión: «mucho de lo que publican de niños y mujeres mozas y de hombres es imputado falsamente, nacido todo de la demasiada diligencia que los comisarios de la Inquisición han hecho, ahora sea movidos de buen celo, ahora con fines particulares».

FUENTE: DIARIO VASCO (JAVIER ZUDAIRE | SANTUARIO DE LOYOLA), 14 JULIO 2010

"EL INTEGRISMO QUE SE INTRODUCE EN EL SIGLO XVIII ES EL GRAN DRAMA DE EUSKADI" (A. Otazu y J.R. Díaz de Durana)

Alfonso Otazu y José Ramón Díaz de Durana en Vitoria. / PRADIP J. PHANSE

Alfonso de Otazu (San Sebastián,1949), historiador y discípulo de Julio Caro Baroja, y el catedrático de Historia Medieval de la UPV, José Ramón Díaz de Durana (Vitoria, 1956), son dos expertos que han querido contar, fuera de toda mitificación, la historia apasionante de los vascos obligados a emigrar desde la Edad Media hasta el siglo XIX.

Cuando la historia se muestra apasionante. Así puede describirse el libro El espíritu emprendedor de los vascos (Silex Ediciones), que Alfonso de Otazu y José Ramón Díaz de Durana han publicado hace apenas un año. En él describen con todo rigor, gran amenidad y apabullante erudición, una historia del País Vasco desde la baja Edad Media hasta el siglo XIX: la de una sociedad que, empujada a emigrar a Castilla y más tarde a América huyendo de la pobreza, desarrolla ese talante práctico y emprendedor que la distingue aún hoy.

Pregunta. ¿Son realmente los vascos más emprendedores?
Alfonso Otazu. Claramente. El presidente del Círculo de Empresarios vascos afirmó hace unos meses que lo que nos diferencia del resto de España es que aquí nuestros abuelos sabían ya lo que era una empresa. Hace muchas generaciones que sabemos lo que es una compañía, sabemos asociarnos para ganar dinero, y eso no tiene que ver con razones étnicas, sino históricas.
Díaz de Durana. Hemos emigrado toda la vida porque la sociedad vasca expulsa a sus gentes, fruto de un sistema de herencia o de otras fórmulas más radicales. Eso, obviamente, acaba poniendo las pilas a todos para buscarse la vida y organizarse.
A. O. Y es que, además de la demografía adversa, los vascos han sido capaces de organizar esta emigración. Frente a la estamental sociedad castellana, los vascos disponían de un sistema sociológico peculiar, las hermandades de las villas, que se alían con la Corona, a la que interesaba nuestro territorio como salida al mar, mientras Castilla nos interesaba como sociedad de acogida para los excedentes de población. Para favorecer esa emigración decimos en Castilla, que es una sociedad dividida en dos estamentos, que todos los vascos son hidalgos.
D. de D. Eso suponía una gran ventaja para los que emigran frente a los otros. Porque los vascos eran hidalgos y, como tales, tenían privilegios fiscales. Pero también tenían capacidad de ejercer oficios viles, como trabajar la tierra, en las ferrerías y, por supuesto, en el comercio.
A. O. Hay que imaginar a un vasco que llegaba a Castilla con lo puesto y lo primero que hacía era inscribirse en el padrón de los hidalgos. Y mientras el resto de hidalgos responde más a la caricatura de Cervantes, éstos sudaban y trabajaban en actividades productivas. Eso provocaba escándalo y oposición, pero este sutil planteamiento se jugó con la complicidad de la Corona.

P. Destacan también en su obra la conciencia de clan que caracteriza a los vascos y que tanto les ha beneficiado.
A. O. Eran pocos, tenían un estatus legal similar y una lengua que contribuía a la identificación inmediata. En el momento de la gran emigración, en el siglo XVI, todo esto facilita mucho su unión. Además, el vascuence estimula la confianza, un factor clave en las relaciones comerciales. Todo ello va acentuando la conciencia de clan. Y otra cosa que nos ha llamado la atención, siguiendo la estela de Max Weber, es la influencia de la religión en el espíritu emprendedor, en el paso hacia el final del antiguo régimen. Los vascos usaron mucho a las comunidades religiosas, las órdenes mendicantes, que vivían donde había mercaderes y funcionaban como una multinacional a la hora de facilitar el intercambio.

P. El clan de los vascos tuvo gran protagonismo en América.
A. O. A América los vascos llegamos mucho más como una caravana del Oeste que como la hueste aguerrida y conquistadora que eran los extremeños, castellanos y andaluces. Estos hacían las tareas de conquista y, una vez abierto el terreno, aparecían los vascos con sus carromatos llenos de mercancías para intercambiar por la plata. Más tarde, además, demuestran que tienen conocimientos, de los que carecen los otros, para extraer el mineral de la plata, que son los mismos que se utilizaban en las ferrerías. En Potosí se hicieron así con el monopolio de la plata, provocando la sublevación de las demás comunidades. Aquí se da la gran paradoja: eran los más leales a la Corona y ésta confiaba mucho en los vascos.

P. Describen una realidad en la que no puede hablarse de conflicto, sino de colaboración entre los vascos y la Corona, y que se concreta en el régimen foral.
A. O. Colaboración que se va construyendo, porque no es algo estático. Pero, por razones intrínsecas del propio proceso, siempre se tendía a buscar el equilibrio, no la ruptura. El padre Larramendi, un jesuita fuerista que no era integrista, explica muy bien la naturaleza pactista que tiene este régimen foral, donde siempre hay que buscar el acuerdo. Porque el pacto hace que se funcione bien y elimina tensiones, las absorbe.

P. Hasta que ese pacto se convierte en conflictivo.
A. O. Eso lo explicamos en el epílogo. Ahí ha sido muy importante el integrismo implantado a través de la corriente rigorista de la Compañía de Jesús, que ya comenzó enfrentándose a los programas reformistas de Carlos III. Los rigoristas tenían mucha influencia en el mundo rural y también entre los notables rurales, que se negaron a reformar el fuero porque para ellos pactar era pecado. Este fue el problema. Al ser pecado, todo pacto suponía una dejación de parte de las ideas, mientras que el mundo ilustrado pensaba sobre todo que se puede pactar a cambio de cosas.
D. de D. Ese integrismo se fue conformando poco a poco. Con hechos como la negativa de las Juntas Generales de los tres territorios y del Reino de Navarra a la habilitación de los puertos vascos para negociar directamente con América, para romper así el monopolio de Sevilla y Cadiz. Dijeron que no compensaba, que había que mantener el statu quo. Otazu conoce y describe muy bien cómo se va generando ese integrismo a partir del XVIII, con la expulsión de los jesuitas, y en el XIX, cuando se va impregnando en la sociedad hasta adquirir la influiencia social y política que ha tenido.
A. O. Ese desencuentro social se agravó más tarde con la Revolución francesa y la ocupación de Guipúzcoa y Vizcaya. Una de las anécdotas que contamos, tomada del Duque de Mandas, relata una batalla de la Guerra de la Convención en la que el cura de Beizama, rodeado de quinientos hombres armados, se enfrenta a los franceses portando el pendón de la Virgen del Rosario y cantando letanías mientras, enfrente, los franceses cantaban La Marsellesa. Se trata de una caricatura que refleja muy bien dónde estamos y porqué estamos donde estamos.

P. ¿El último pacto, el Estatuto de Gernika, ha estimulado el espíritu emprendedor?
D. de D. El Estatuto es como una reencarnación del régimen foral: absorbe lo que quedaba y le da contenido. Y eso es lo que ha traído prosperidad, aunque con la violencia detrás.

P. ¿Considera, entonces, que no hay precedentes históricos que justifiquen la demanda de independencia?
A. O. En esto tiene mucha importancia el que el nacionalismo histórico no deja de reclamarse heredero de los carlistas que se echaron al monte, desvirtuando, desde el punto de vista histórico, el significado que eso tuvo. Y no han asumido que había otra corriente de pensamiento bien distinta, que era el vasquismo fuerista.

P. La convivencia se ha resentido en los últimos años, producto de la tensión que ha generado su línea soberanista.
A. O. La división de esta sociedad no pasa por el nacionalismo o no nacionalismo, sino por los demócratas o los no demócratas. Así como ser liberal y fuerista generaba tensión -por un lado, se aceptaba el fuero, que hundía sus raíces en el antiguo régimen, y por otro decían ser liberales-, ser nacionalista y demócrata también genera tensión. El integrismo es el gran drama de este país. Todos los que a lo largo de los siglos han hecho cosas y movido cosas no eran integristas. Como tampoco son integristas los empresarios de hoy día que se amoldan a las cosas.

FUENTE: EL PAÍS 7 SEPTIEMBRE 2009

LE DECISIÓPN DEL REY (J. Casanova y C. Gil Andrés)


Julián Casanova y Carlos Gil Andrés profundizan en los hechos más relevantes de nuestro pasado reciente. Uno de ellos fue la opción tomada por don Juan Carlos desde su coronación.

Juan Carlos I pronuncia su primer discurso como rey tras prestar juramento ante las Cortes. / EUROPA PRESS
A las 12 horas y 35 minutos del 22 de noviembre de 1975, los acordes del himno nacional anunciaron la entrada del príncipe Juan Carlos de Borbón y Borbón, vestido con el uniforme de capitán general, en el hemiciclo de las Cortes. En su interior, puestos en pie, le esperaban los miembros del Gobierno, los procuradores y consejeros nacionales y los invitados que llenaban la tribuna superior. Después de ocupar el sitio de honor dispuesto en la presidencia del estrado, el presidente de las Cortes y de los Consejos del Reino y de Regencia, Rodríguez de Valcárcel, procedió a tomar juramento al nuevo rey según lo dispuesto en la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado: "Juro por Dios y sobre los Evangelios cumplir y hacer cumplir las Leyes Fundamentales del Reino y guardar lealtad a los principios que informan el Movimiento Nacional". A continuación, Juan Carlos I pronunció su primer mensaje dirigido a la nación, un discurso de apenas doce minutos que contenía referencias esperanzadoras. El monarca declaró el inicio de "una nueva etapa en la historia de España", manifestó su deseo de alcanzar un "efectivo consenso de concordia nacional" y su intención de integrar a "todos los españoles", admitió la existencia de "peculiaridades regionales", la necesidad de realizar "perfeccionamientos profundos", el "reconocimiento de los derechos sociales y económicos" y la apuesta decidida de la Corona por la integración en Europa.

Pero esas frases no fueron las más celebradas por los concurrentes. La crónica de La Vanguardia recogió el detalle de la duración de los aplausos que interrumpieron el discurso del Rey. Treinta segundos cuando recordó con respeto y gratitud la figura de Francisco Franco, diez segundos después de invocar el buen nombre de su familia y la tradición monárquica de cumplimiento del deber y de servicio a España, diecisiete segundos cuando subrayó "las peculiaridades nacionales y los intereses políticos con los que todo pueblo tiene derecho a organizarse de acuerdo con su propia idiosincrasia". La interrupción más larga, treinta y cinco segundos, llegó después de que el Rey recordara la lucha "por restaurar la integridad territorial de nuestro solar patrio", una de sus más firmes convicciones. Los últimos aplausos no fueron para él. Al terminar el discurso, y después del grito unánime de "¡Viva España!", todos los procuradores y consejeros nacionales se volvieron hacia la tribuna de invitados para ovacionar durante veinte segundos a Carmen Franco Polo, "un último homenaje al Generalísimo Franco". En el mismo periódico, el dibujante Máximo San Juan publicó una viñeta con un mapa de España con terciopelo bordado sobre el que descansaba la corona y el cetro, y añadió un texto que resumía bien las esperanzas y las preocupaciones de quienes, fuera del hemiciclo, esperaban encontrar en las primeras palabras del Rey gestos que pudieran interpretarse como una apuesta por el cambio hacia una sociedad democrática.

(...) Pocos signos de cambio se pudieron ver en esos días. En el salón de columnas del Palacio de Oriente seguía abierta la capilla ardiente de Franco. Según las crónicas, ya habían pasado más de trescientas mil personas a despedir al dictador, y en las tiendas de confección de Madrid se habían agotado las existencias de corbatas negras. El mensaje del Rey a las Fuerzas Armadas, "salvaguarda y garantía" de las Leyes Fundamentales, volvía a hablar de las "virtudes de nuestra raza" y prometía la defensa "a cualquier precio de los enemigos de la Patria". Al día siguiente, el domingo 23 de noviembre, en el funeral de Estado, el cardenal primado de España y arzobispo de Toledo, Marcelo González Martín, recordó la comunión de la espada que Franco entregó un día al cardenal Gomá y la cruz que iba a coronar su tumba, dos símbolos que habían protagonizado "medio siglo de la historia de nuestra patria", y subrayó el deber de conservar la "civilización cristiana, a la que quiso servir Francisco Franco, y sin la cual la libertad es una quimera" y que el hombre muere "ahogado por un materialismo que envilece". Entre los mandatarios extranjeros, ausentes los representantes de las democracias europeas, destacaba la capa gris del general Augusto Pinochet. El dictador chileno alabó al "Caudillo que nos ha mostrado el camino a seguir en la lucha contra el comunismo", contra "el marxismo que siembra el odio y pretende cambiar los valores espirituales por un mundo materialista y ateo".

El recuerdo permanente de la Guerra Civil presidió el funeral del "Generalísimo". El cortejo fúnebre que salió del Palacio de Oriente llegó hasta el Arco de Triunfo de la Ciudad Universitaria y desde allí emprendió el camino hacia la basílica de la Santa Cruz del Valle de los Caídos. La multitud congregada en la explanada exterior entonó el Cara al sol, el Oriamendi y el himno de la legión, con la presencia destacada de grupos de ex combatientes, que iban a ser recibidos por el nuevo Rey en su primera recepción oficial. En el interior del templo, detrás del altar mayor, esperaba la fosa abierta junto a la tumba de José Antonio Primo de Rivera.
(...) Lo que entonces empezaba no tenía un curso fijo ni un plan determinado. Había tanta ilusión esperanzada y expectación como ambigüedad e incertidumbre. Todo el mundo, dentro y fuera de España, salvo los nostálgicos del espíritu del 18 de julio, reconocía que se iba a abrir una nueva época histórica, que a corto o a medio plazo el cambio político sería inevitable, pero eran muy pocas las coincidencias en torno a la manera de llevar adelante ese proceso, quiénes serían sus protagonistas y cuál sería su alcance y resultado final. Desde luego, el grueso caparazón del régimen franquista que controlaba el poder no contenía el embrión de la democracia y tampoco el nuevo jefe del Estado ofrecía las mejores garantías. Al PSOE no le había sorprendido el mensaje del Rey en las Cortes, que a su juicio renovaba su compromiso con la dictadura. En octubre del año anterior, el congreso del partido había subrayado su apuesta por la república como forma de Estado. Para Santiago Carrillo, el dirigente del PCE, el nuevo monarca pasaría a la historia como Juan Carlos "el breve". En aquellos momentos, la oposición democrática no se planteaba otro escenario que no fuera el de la ruptura política, la movilización social y la constitución de un Gobierno provisional sin ataduras con el pasado.

En el discurso de su proclamación, el Rey había basado su legitimidad en tres principios diferentes: la tradición histórica, las leyes fundamentales del Reino y el mandato del pueblo. Pero lo cierto es que la corona no le llegaba por sucesión real -el derecho al trono seguía en manos de su padre, don Juan, que permanecía en el exilio- y que los parlamentarios que le escuchaban en las Cortes no representaban, ni mucho menos, la voluntad de la soberanía nacional. Su única legitimidad en esos momentos, por tanto, procedía del testamento político del dictador, de la legalidad franquista vigente. Si quería salvaguardar la monarquía, tenía que servirse de ella para iniciar un proceso de reforma, controlado desde el interior de las instituciones, que permitiera la creación sin sobresaltos de un régimen representativo homologable dentro del marco político europeo. Un difícil equilibrio entre la continuidad y el cambio.

Historia de España en el siglo XX, de Julián Casanova y Carlos Gil Andrés. Ediciones Ariel.  Precio: 29,90 euros.

HERNÁN CORTÉS, PRIMER CRONISTA DE INDIAS


El historiador francés, Christian Duverger, asegura que el autor de 'La historia verdadera de la conquista de la Nueva España' fue el conquistador y no Bernal Díaz del Castillo

Christian Duverger, con su libro. / PEP COMPANYS
El historiador y antropólogo francés, Christian Duverger, profesor de la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales de París, acaba de arrojar una bomba en las tranquilas aguas de la historia de la literatura en español y en la percepción del pasado de españoles y mexicanos. En su libro Crónica de la eternidad, fruto de 10 años de investigación y presentado el jueves en la capital mexicana, demuestra que Bernal Díaz del Castillo nunca pudo escribir La historia verdadera de la conquista de la Nueva España y que su autor no fue otro que el propio Hernán Cortés como señalan las pruebas reunidas. El cronista-soldado, el testigo crítico de la Corona y de la versión oficial de la historia, el viejo cascarrabias sentimental, obsesionado con la recompensa económica y el reconocimiento de su gloria, el gran periodista de la Conquista de México se desvanecería para dejar su lugar al conquistador. El bachiller de Salamanca, el aventurero renacentista, el señor de la guerra satanizado por la historia, se convertiría así en un líder humanista y, como añade Duverger, “en el verdadero fundador, como dijo Carlos Fuentes de Bernal, de la novela latinoamericana”.

Crónica de la eternidad, escrita como una investigación policial que hace su lectura amenísima –“decidí no enfocar mi mensaje para el mundo académico y sus polémicas sino para el gran público”-, va señalando paso a paso las incongruencias de la Historia verdadera que impiden que Bernal Díaz del Castillo sea su autor. Pero ¿cómo nadie reparó en ellas en todos estos siglos? Duverger responde: “Muchos dudaron, pero la fuerza de los esquemas mentales, de los prejuicios, los disuadió. Yo pertenezco a una escuela de historiadores que fomenta la duda cómo método. Y lo primero que me sorprendió es que Bernal abre su crónica diciendo “terminé de escribirla el 26 de febrero de 1568 en Santiago de Guatemala, sede de la Audiencia (de los Confines)…”, cuando la Audiencia en esos años estaba ¡en Panamá! Nadie revisó eso, ¿por qué mis colegas no lo descubrieron?”

Esa fue la primera pista, pero vendrían más. Por ejemplo, Díaz del Castillo, que hace gala en su crónica de gran intimidad con Cortés durante la Conquista, no es citado por éste en ninguna de sus Cartas de relación ni aparece en ninguna lista de la época de los poco más de 500 hombres que le acompañaron; comienza a escribir a los 84 años lo que sería un caso portentoso de memoria; lo hace para enmendar la plana a la supuesta versión oficial de fray Francisco López de Gómara, pero suHistoria de la conquista de México publicada en Zaragoza en 1552 fue prohibida por la Inquisición al año siguiente y jamás viajó a América; presume de ser un soldado raso pero despliega una gran erudición con citas de clásicos griegos y latinos o de la Biblia impensables en alguien de su condición.

'Crónica de la eternidad' retrata al conquistador como un líder humanista satanizado por la historia
Además, sostiene el historiador francés, un análisis del estilo de la crónica revela que su autor estaba impregnado de prosa latina y construcciones propias del náhuatl, que solo alguien como Cortés, según Duverger, fascinado con México e “inmerso en un proceso de mestizaje pudo dejar que penetraran en su manera de escribir en castellano”. Dos características que coinciden con las Cartas de relación del conquistador.

Duverger va eliminando candidatos a la autoría entre la docena de compañeros de Cortés que sabían leer y escribir –ninguno pudo ser testigo de todo lo relatado- hasta toparse con el conquistador. Crónica de la eternidad, una segunda parte de Cortés, la biografía más reveladora, publicada también en México por Taurus en 2010, comienza a desvelar el misterio al entrar en los años finales de éste cuando vuelve a España, un periodo al que se ha prestado poca atención.

Frente a la idea tradicional de un Cortés aislado y perdedor, el historiador se centra en la etapa (1543-1546) que pasó en Valladolid y descubre a un hombre intelectualmente muy activo, que organiza en su casa una academia en la que se dan cita los notables de la ciudad y se discute sobre temas como “el cronista y el príncipe” o “la historia oral y la historia documentada”.

En esos años, asegura Duverger, es cuando el conquistador, que ha visto cómo todas sus cartas al emperador Carlos V “no solo han sido prohibidas sino también quemadas en plaza pública” en 1527, concibe su plan. “Cortés decide que su público es el futuro. Está orgulloso de lo que hizo y es consciente de que la marca que el hombre deja en la tierra es más fugaz que los libros. Si la Corona quiere matar su memoria, borrarle de la historia, él sabe que su aliada es la posteridad”.

Cortés contrata a López de Gómara, a quien confía sus archivos para que escriba la historia oficial –en su testamento dejará dicho que se le paguen 500 ducados por el trabajo- al tiempo que él escribe sus memorias, “inventando al personaje del soldado anónimo con la libertad de un novelista”, dice el historiador, que subraya que la estructura de las dos obras es idéntica.

Cortés muere en 1547, la obra de Gómara es prohibida –“su poseedor corría el riesgo de pagar una multa altísima, equivalente al precio de 20 mulas”- y su manuscrito permanece oculto durante dos décadas. Pero la sublevación de los tres hijos de Cortes en México al frente de los herederos de los conquistadores contra las Leyes de Indias que amenazaban con confiscar sus propiedades en 1566 resucita el texto. La crónica escrita por Cortés viaja a América con intención de convertirse en el gran golpe de efecto que legitime la causa de los primeros criollos. La conspiración fracasa y los hijos del conquistador son detenidos y enviados al exilio. Antes, los hermanos envían “el documento a Guatemala, donde vive Bernal, uno de los pocos supervivientes de la Conquista” y cuya existencia está por primera vez documentada en 1544.

Su hijo, Francisco Díaz del Castillo, afirma Duverger, aprovecharía la oportunidad de mejorar su posición en sus pleitos “convirtiéndose en hijo de héroe”, haciendo modificaciones para incluir el nombre de su padre e incurriendo en flagrantes contradicciones “como criticar algunos párrafos de Gómara que nunca aparecieron en su versión dada a la imprenta” y que solo pudo conocer Cortés. El manuscrito sufriría algunas manipulaciones más hasta su definitiva impresión en Madrid en 1632 con el título que conocemos y la autoría de Bernal.

En la obra de Duverger, Cortés aparece como un héroe y Carlos V como un villano. “Para Cortés, el emperador es un personaje débil, que pasa el tiempo guerreando por Europa. No entiende que en plena era de las exploraciones, de la apertura de nuevas rutas comerciales, se desaproveche la oportunidad. Tras 15 años en Santo Domingo y Cuba, cuando entra en México instala una convivencia diferente a la de la Corona. Impone su visión mestiza y no la genocida que se ha practicado en el Caribe”.

“El México mestizo que conocemos hoy es producto de la visión de Cortés”, afirma el historiador, que espera impaciente la reacción del público de ambos lados del Atlántico a su hallazgo y sueña con que algún día la Historia verdadera se publique bajo el nombre de su verdadero autor: Hernán Cortés.

FUENTE: EL PAÍS Luis Prados) 10 FEBRERO 2013

DIOS ENTRA EN LAS LEYES; LAS CASAS Y LAS ESCUELAS


Julián Casanova revisita en su nuevo libro la Guerra Civil Española. En este extracto, el historiador relata cómo el franquismo se apresuró, aún en plena contienda bélica, a dinamitar el laicismo republicano. La revitalización religiosa acabó con el divorcio y el matrimonio civil e impuso el crucifijo en todos los órdenes de la vida

Un niño efectúa el saludo fascista. / ARCHIVO SANDRI
La fusión entre la tradición católica y el ideario fascista tenía como vínculo común la destrucción de las políticas y de las bases sociales y culturales de la República. Antes de que apareciera en escena Francisco Franco como generalísimo y caudillo de los militares rebeldes, la Junta de Defensa Nacional de Burgos ordenó, el 4 de septiembre de 1936, "la destrucción de cuantas obras de matiz socialista o comunista se hallen en bibliotecas ambulantes y escuelas" y la supresión de la "coeducación", de la enseñanza de niñas y niños juntos en las escuelas, uno de los caballos de batalla de la jerarquía eclesiástica y de los católicos contra la política educativa republicana.

La revitalización religiosa llegó hasta el último rincón de las tierras en poder de los militares sublevados, con el cambio de calles, la restauración del culto público, el restablecimiento de la enseñanza religiosa y la "reposición" de los crucifijos en las escuelas. El "regreso" de los crucifijos a las escuelas, que habían sido retirados de ellas durante los años republicanos, adquirió una especial carga simbólica, con los niños como testigos. Alcaldes y sacerdotes dirigieron en la mayoría de los casos las ceremonias, mientras que los obispos solían aportar el discurso.

En la primera reunión del primer Gobierno de Franco, el jueves 3 de febrero de 1938, se decidió "revisar" toda la legislación laica de la Segunda República, y así, a golpe de decreto derogatorio, se anularon los matrimonios civiles (marzo de 1938) y cayó una ley tras otra, desde la Ley de Divorcio (agosto de 1938) hasta la de Confesiones y Congregaciones Religiosas (febrero de 1939), aquella ley de junio de 1933 que había marcado el punto álgido de desencuentro entre la Iglesia católica y la República.

La "renovación" legal fue tan rápida que solo unos meses después, el último día de junio de 1938, José María Yanguas Messía hacía balance de la "catolicidad" de su Gobierno en el discurso de presentación de credenciales como embajador ante la Santa Sede: "Ha devuelto ya el crucifijo y la enseñanza religiosa a las escuelas, ha derogado la Ley del Matrimonio Civil, ha suspendido el divorcio, ha restaurado ante la ley civil la Compañía de Jesús, ha reconocido en letras oficiales la personalidad de la Iglesia católica como sociedad perfecta, la santidad de las festividades religiosas y ha llevado al Fuero del Trabajo una concepción auténticamente católica y española".

Agradecida y feliz estaba la Iglesia católica ante tanta obra reparadora por parte del Gobierno. En primer lugar, con el "gloriosísimo Caudillo", a quien se le consideraba sin ninguna duda el "hombre providencial, elegido por Dios para levantar España", según rezaba el Catecismo patriótico español que el dominico Ignacio G. Menéndez Reigada publicó en Salamanca en 1937, anticipo del rosario de catecismos que iban a publicarse en los primeros años de la posguerra.

España volvía a ser católica, una, grande y libre, pero para consolidar eso había que meter "a Dios y sus cosas en todo", en las leyes, en la casa y en las instituciones. Y había que arrojar a los "falsos ídolos intelectuales", expurgar las bibliotecas, pedía Enrique Pla y Deniel, obispo de Salamanca, en su carta pastoral de mayo de 1938, "sobre todo las populares y aun escolares y pedagógicas, en las cuales tanta mercancía averiada y venenosa se había introducido en los últimos años".

La Iglesia pedía todo eso y mucho más a los gobernantes, a cambio del apoyo prestado a la sublevación, de la bendición de la violencia emprendida contra republicanos y revolucionarios. La "reconstrucción espiritual" pasaba sobre todo por las escuelas. "Se acabó el desdén por nuestra historia", decía Pedro Sainz Rodríguez, monárquico fascistizado, ministro de Educación en el primer Gobierno de Franco, en una circular a la Inspección de Primera Enseñanza que envió a comienzos de marzo de 1938. Y unos meses después, desde el mismo Ministerio, se marcaba el camino a seguir en la reorganización de la enseñanza pública en Barcelona, cuando cayera conquistada por las tropas de Franco: "Debe llevarse a las escuelas crucifijos, retratos del jefe del Estado, banderas nacionales y algunos letreros breves con emblemas y leyendas sintéticas, que den la idea a los niños de que se forma un nuevo Estado español y un concepto de patria que hasta ahora se desconocía".

No todo era religión, sin embargo, en la retaguardia franquista. Y para escapar del viejo concepto de caridad y beneficencia y plasmar los sueños de "justicia social" falangistas, la lucha en plena guerra contra "el hambre, el frío y la miseria", nació en octubre de 1936 Auxilio de Invierno, convertida en Delegación Nacional de Auxilio Social en mayo de 1937. Fue la obra de Mercedes Sanz Bachiller, viuda de Onésimo Redondo, y de Javier Martínez de Bedoya, un antiguo amigo de estudios de Onésimo, quien, tras pasar una temporada en la Alemania nazi, volvió a España en junio de 1936 y en otoño de ese mismo año le propuso a Sanz Bachiller, que era en ese momento jefa provincial de la Sección Femenina de Valladolid, crear algo similar a la Winterhilfe nazi para recoger donativos y repartir comida y ropa de abrigo entre los más necesitados. En menos de un año, lo convirtieron "en una institución al servicio de la política demográfica del nuevo Estado franquista", defendiendo la maternidad, con la puesta en marcha de una obra de protección a la madre y al niño: "Necesitamos madres fuertes y prolíficas, que nos den hijos sanos y abundantes con que llevar a cabo los deseos de imperio de la juventud que ha muerto en la guerra".

La formación de ese nuevo Estado y del nuevo concepto de patria destrozó las conquistas y aspiraciones políticas de intelectuales, profesionales y sectores de la Administración que habían desarrollado una cultura política común marcada por el republicanismo, el radicalismo democrático, el anticlericalismo y, en algunos casos, el mesianismo hacia las clases trabajadoras. Maestros, médicos, funcionarios y profesores de universidad eran perseguidos por haber desarrollado una labor "perturbadora". El castigo, en forma de asesinato, alcanzó a los rectores de algunas universidades. Famosos fueron los casos de Leopoldo García-Alas, hijo del escritor Leopoldo Alas Clarín, jurista y político republicano, profesor y rector de la Universidad de Oviedo, fusilado en febrero de 1937. Y Salvador Vila Hernández, rector de la Universidad de Granada, notable arabista, discípulo de Miguel de Unamuno, fusilado en octubre de 1936 en Víznar, en el mismo lugar que había caído asesinado dos meses antes el poeta Federico García Lorca.

FUENTE: EL PAÍS 10 FEBRERO 2013

Crítica edita España partida en dos. Breve historia de la Guerra Civil española, de Julián Casanova, el 12 de febrero.

30 AÑOS A VUELTAS CON LA LTH

El ex diputado general de Álava, Emilio Guevara y detrás Antonio Caño, Mario Fernández y Pedro Luis Uriarte en uno de los debates de la LTH, en 1983. / EL PAÍS

La reforma del sistema institucional es uno de esos debates cíclicos que aparecen y desaparecen, sobre todo, vinculados a situaciones, o bien de estrechez económica, o a intereses partidistas. En una mezcla de ambas, el ex presidente del Gobierno, José María Aznar, abrió el debate la pasada semana, en Madrid, al pedir una "profunda reforma" del modelo territorial español que frene a aquellas "comunidades autónomas que aspiran a convertirse en mini-Estados".

En Euskadi ese debate lleva treinta años emergiendo a lo público y ahogándose después, pero sin materializarse en nada, pese a que todos los grupos políticos coinciden en que la distribución de las competencias entre provincias e instituciones podría mejorarse y abaratarse sustancialmente.
El Parlamento vasco encargó el jueves al Gobierno la tarea de elaborar un informe que describa las duplicidades y los costes adicionales que genera el especial entramado vasco en el que conviven tres administraciones -Gobierno, diputaciones y ayuntamientos- con amplia capacidad de gasto, pero en el que sólo una recauda, la foral.

Se trata de analizar los puntos de fricción que genera la Ley de Territorios Históricos, un texto diseñado en 1983 por el PNV y que todos los partidos quieren cambiar, salvo, paradójicamente el PNV y el PP. El caso es que después de casi 30 años como un "tótem inmutable", ha generado duplicidades de gasto, ineficiencia en la prestación de los servicios y rivalidades competenciales entre instituciones vascas que encarecen el sistema.

La pregunta es ¿por qué si todo esto es conocido y en algunos casos está incluso cuantificado, no se ha corregido antes? Las respuestas son múltiples, y oscilan desde quienes opinan que el problema no son las duplicidades, fácilmente subsanables- sino las diputaciones y por lo tanto habría que eliminarlas del sistema institucional, hasta quienes defienden su vigencia a ultranza, con mínimas correcciones. "La LTH es como el undécimo mandamiento, se cumple con obediencia incuestionable", caricaturiza un académico experto en el tema, como una manera de criticar esa especie de bloqueo político ante una cuestión como esta que, sigue dando ejemplos a diario de su inoperancia.

El último enfrentamiento, esta vez entre el Gobierno y la Diputación de Vizcaya por el autobús de Galdakao hasta el metro de Basauri es elocuente. La competencia del Gobierno es el transporte por vía férrea, la diputación capitaliza el transporte por carretera. Una diferencia de criterio entre ambas ha puesto en jaque durante varios días la lanzadera para conectar el metro, perjudicando seriamente al usuario.

El catedrático de Economía Aplicada de la UPV, Felipe Serrano, que ha analizado el asunto en dos informes de 1996 y 2006, sostiene que "hay que abordar dos reformas, acabar con las diputaciones como estructuras arcaicas y caras, y desmontar después la parte innecesaria de sociedades públicas que se ha creado alrededor de las instituciones por puro clientelismo".

En su opinión la inmovilidad de los políticos en este asunto se basa en que "reformadores y reformados no pueden coincidir", y en este caso sucedería si se da la reforma. Según esta tesis, las tres diputaciones representan una reserva de poder y clientelismo político al que, de verdad, ningún partido está dispuesto a renunciar en serio, por si acaso. En el otro lado, la parlamentaria del PNV, Ane Urkiola, está radicalmente en contra de "poner el país patas arriba" con la reforma de una ley que sigue contribuyendo al desarrollo de Euskadi. "Se puede solucionar con retoques que estamos dispuestos a hacer pero siempre en un marco de lealtad institucional que ahora creemos que no se da", sostiene.El acuerdo de gobierno que en 1999 firmaron PNV y EA ya recogía que, tras veinte años de vigencia de las instituciones autonómicas "era aconsejable abordar el estudio de la LTH desde la óptica de conseguir el funcionamiento más eficiente de los diferentes niveles institucionales y proceder, en su caso, a una eventual redefinición de funciones". Esa propuesta, con una redacción similar figuró también en los posteriores programas de coalición nacionalista de 2001 y 2005, sin que llegara siquiera a iniciarse el más mínimo estudio para su puesta en marcha.

EA, que nació de una escisión del PNV precisamente tres años después del nacimiento de la LTH, y en parte por discrepar del modelo institucional que consagraba, lo analizó en su anterior congreso. "Este no es un problema de modelo administrativo centralizado o descentralizado, sino una cuestión política previa: la convicción de que no se puede configurar una nación ni un estado con instituciones y poderes debilitados por pretensiones provinciales o territoriales en constante competencia o desgaste".

El análisis de EA es compartido, de alguna manera, por algunos sociólogos y economistas que atribuyen a la LTH que, un cierto modo de provincianismo y localismo esté calando en la sociedad y con él algunos efectos indeseados como la justificación de otro tipo de duplicidades. "A la gente, no solo no le preocupa que el despliegue de algunas facultades en los campus universitarios sea más caro que trasladar a todos sus alumnos en helicóptero a otra provincia, o que haya que triplicar instalaciones, con lo que supone de gasto inútil", asegura un profesor universitario, sino que demanda que ese tipo de servicios se den en cada ciudad.

El abogado, negociador del Estatuto, y ex diputado general de Álava, Emilio Guevara, asegura que el sistema institucional vasco carece de una alternativa que suscite al menos igual consenso y estabilidad que el actual. En uno de los documentos solicitados por el PSE durante la precampaña de las elecciones autonómicas que provocaron el cambio de Gobierno, sostiene que "el cambio" en este momento pasa por la depuración y eliminación de los vicios que se han producido en ese cuarto de siglo largo de su vigencia. 
Luego aclara que esos vicios no son atribuibles al propio modelo, sino "a la actuación errónea de nuestros representantes en las instituciones comunes y forales vascas".

Una conclusión que el PSE ha hecho suya y que aleja cuanquier ánimo reformista, pero que devuelve la crítica a las consecuencias negativas de la lucha diaria entre instituciones, es decir de la defensa a ultranza de la exclusividad de sus competencias y de sus territorios.

Ese concepto casi localista de desarrollo interior y exterior choca diametralmente con lo que proponen todos los expertos como la única vía para resituarse en la actual coyuntura que está dibujando la crisis financiera mundial. Una coyuntura en la que empresarios y teóricos sostienen que es mejor difuminar el control para ganar influencia y se esa manera beneficios para la sociedad a la que sirves. El catedrático de Hacienda Pública de la UPV, Ignacio Zubiri emplazó el jueves a las diputaciones a aliarse con grupos de presión, institucionales o no, para lograr regiones más grandes, en este caso para que la UE descentralice los impuestos indirectos.

El polémico pulmón del foralismo
La Ley de Territorios Históricos, de noviembre de 1983, es la que restableció, actualizó y desplegó el autogobierno foral, después del franquismo, fijando las relaciones y el reparto competencial entre las diputaciones y el Gobierno.
Diseñada en su día a imagen y semejanza del PNV, tres años después ya empezó a dar problemas al convertirse en una de las causas de la escisión que partió a la organización que presidía Xabier Arzalluz con la salida del entonces lehendakari, Carlos Garaikoetxea y la creación de EA.
La LTH reserva al Parlamento vasco y al Gobierno autonómico la supremacía política e institucional de la administración de Euskadi. Otra cosa es la económica.
Las diputaciones, al ser las únicas entidades reacaudadoras, condicionan y mediatizan todas las políticas económicas de Gobierno y ayuntamientos. El Ejecutivo no dispone de instrumentos para abordar reformas tributarias y mejorar sus ingresos, sólo los tienen las diputaciones con lo que todo el presupuesto del Gobierno depende de las aportaciones forales.
Los ayuntamientos están todavía mucho peor. En estos últimos 30 años los sucesivos gobiernos del PNV no han sido capaces de aprobar la Ley Municipal, dejando incompleto el modelo institucional y a los ayuntamientos pendientes de las decisiones de la diputación de turno para sacar adelante sus proyectos. Ahora está intentado sacarla adelante el PSE. La Ley de Aportaciones es la tercera pata del entramado, y ésta regula los flujos económicos entre la administración foral y la vasca.
El encaje de la LTH en la Constitución es a través de la disposición adicional primera. El Estatuto de Gernika la canaliza a través del artículo 3 de su texto.

FUENTE: EL PAIS (Pedro Gorospe) 8 FEBRERO 2011

ESPAÑA MASACRADA (Tereixa Constenla)


Queipo de Llano encontró focos de resistencia en los barrios obreros de Sevilla. En la imagen, dos vecinas lloran por la muerte de sus familiares, ejecutados en una calle de Triana. 
Los horrores de la guerra civil siguen saliendo a la luz. Lejos del frente hubo casi tantos muertos como en las batallas. Una represión salvaje contra inocentes que Paul Preston denuncia ahora en 'El holocausto español'.

El capitán Manuel Díaz Criado no admitía peticiones de clemencia. Admitía, eso sí, la visita de mujeres jóvenes. En la aterrorizada Sevilla de agosto de 1936, tomada ya por tropas sublevadas contra el Gobierno republicano, Díaz Criado disfrutaba a sus anchas día y, sobre todo, noche. "Después de la orgía, y con un sadismo inconcebible, marcaba a voleo con la fatídica fórmula 'X2' los expedientes de los que, con este simplicísimo procedimiento, quedaban condenados a la inmediata ejecución", relató un antiguo gobernador civil. Quienes pululaban a su alrededor le consideraban "un degenerado" que rentabilizó su misión represora para "saciar su sed de sangre, enriquecerse y satisfacer su apetito sexual".

Ese mismo agosto, Pascual Fresquet Llopis, matón de la anarquista FAI, se afanaba en ser digno merecedor del nombre de su patrulla: la Brigada de la Mort. Desde Caspe (Zaragoza) comandaba operaciones de limpiezaideológica en el Bajo Aragón, Teruel y Tarragona, rastreando derechistas a los que ejecutar. La brigada se desplazaba en un autobús de 35 plazas, conocido como el cotxe de la calavera, el mismo símbolo que lucían sus ocupantes en las gorras. Donde los inocentes veían matanzas, Fresquet veía actos de "justicia" revolucionaria. Cuando la CNT decidió frenar sus crímenes, en octubre de 1936, habían asesinado a 300 personas.

Díaz Criado y Fresquet son algunos de los numerosos depravados con poder que entre 1936 y 1939 contribuyeron a que ocurriese algo salvaje: las víctimas causadas lejos del frente (200.000) casi se equipararon con las bajas del campo de batalla (300.000). La crueldad hermanó a individuos enfrentados, pero no igualó los acontecimientos. Ni por alcance, ni por duración, ni por origen. El alcance: por cada muerto en zona republicana (casi 50.000) se registraron tres en la franquista (entre 130.000 y 150.000). La duración: los crímenes rojos se concentraron en los primeros cinco meses de la guerra, hasta que el Gobierno se rehizo y recobró las riendas, mientras que el terror franquista siguió hasta el final y se adentró en la posguerra. El origen: el exterminio del enemigo -o del sospechoso de serlo formaba parte del plan de los golpistas para doblegar a la población y arrancar la raíz del mal; por el contrario, las autoridades republicanas combatieron a los colectivos extremistas que ajusticiaban por su cuenta aprovechando el colapso del Estado ocurrido tras el 18 de julio. Huelga añadir que unos habían dado un golpe de Estado y otros defendían un Gobierno democrático.

Al espanto de la retaguardia durante la Guerra Civil viaja el hispanistaPaul Preston (Liverpool, 1946) en su nuevo libro, El holocausto español(Debate), donde se recogen las fechorías del capitán Díaz Criado y el matón Fresquet. Y, aun sin conocerlo, el ensayo de Preston también habla de la vida de Valentín Trenado Gómez (Puebla de Alcocer, Badajoz, 1917), que pagó su paso por la milicia republicana con 12 años de encierro en campos de concentración y cárceles. En 1936, el joven Valentín tenía más deseos de divertirse que de hacer la revolución. Hay acontecimientos que, sin embargo, no preguntan. Así que, tras el golpe, recibió un fusil y la orden de dirigirse al frente. "No había cogido un fusil en mi vida", revive ahora en su piso de Sevilla. Pasó la guerra en Extremadura, le hicieron sargento y, cuando recibió la orden de rendirse, caminó igual de obediente hasta Ciudad Real, donde entregó un fusil que para entonces era un viejo conocido. Tras un consejo de guerra, en Sevilla le destinaron a la construcción de un gigantesco canal para regar latifundios de amigos de la causa franquista. Pasaba hambre y miedo, dormía en barracones. En Tetuán le hicieron picar piedra para una carretera. "No había más paga que la comida: lentejas, patatas y calabaza", recuerda Valentín Trenado, consciente de una etiqueta que incomodaría a otros: es ya uno de los pocos supervivientes de la guerra, "el último rojo", le dice su médico.

La biografía de Valentín demuestra que, para los vencidos, no hubo paz, ni piedad, ni perdón. El ensayo de Preston delata la fragilidad de la capa civilizada que recubre a una sociedad. Incomodará, empezando por su título ("Un holocausto es la masacre de un pueblo. Y yo diría que el sufrimiento y el dolor del pueblo español justifican ese título", defiende) y siguiendo por su contenido: los teóricos y los ejecutores del exterminio de las izquierdas, los robespierres revolucionarios, los alimentadores de checas (centros de detención y tortura en zona republicana) y los pequeños héroes tienen nombre y apellidos. Una gran síntesis histórica sobre el drama de la retaguardia que, poco a poco, se va desvelando sin miradas parciales. La dictadura aireó los excesos republicanos y silenció los suyos. Tras la muerte de Franco, en 1975, los historiadores comenzaron a buscar otras piezas del puzle para recomponer los hechos. Con dificultades: faltan documentos y abundan fosas cerradas. Pero el puzle, empujado por investigadores y asociaciones de memoria histórica, progresa. 
Lo que aflora, estremece. "Dejando de lado la guerra civil rusa y las dos guerras mundiales, en términos relativos, la española fue una sangría sin paralelo en Europa", subraya el historiador Ángel Viñas.

Lo averiguado hoy nada tiene que ver con la verdad oficial asentada cuando Preston era un estudiante que sobornaba a bedeles de la hemeroteca en Madrid para leer diarios de la Segunda República para su tesis. El fantasma de la represión le rondó en sus investigaciones sobre el siglo XX español hasta que en 1998, el año en que publicó Las tres Españas del 36, comenzó a recopilar material y tejió una red de contactos con los historiadores que le han mantenido al día de cada avance. Desde 2003, el libro se ha comido toda la energía del profesor de la London School of Economics. También sus emociones. En su casa de Londres, mientras toma café en una taza donde se puede leer "No pasarán", en honor de las Brigadas Internacionales, el hispanista confiesa que lloró a menudo. "La inmensa mayoría de los que murieron, donde fuera, no tenían que haber muerto. No me había dado cuenta hasta este libro de la represión en zonas donde no hubo resistencia. Hay una crueldad tan gratuita que el coste emocional ha sido altísimo". "Mi esperanza", añade, "es que se pueda leer como una contribución a la reconciliación, lo que no quiere decir olvido, sino comprensión".

Preston cree que un historiador suma varias actitudes. Una es la detectivesca, otra, la de empatizar con los demás. Sabiendo esto es fácil entender por qué su esposa, Gabrielle, le encontraba llorando con frecuencia al volver del trabajo. ¿Qué otra cosa puede hacer alguien cuando se pone en la piel del doctor Temprano o de Amparo Barayón para reconstruir el derrumbe de sus vidas?

Tras la ocupación de Mérida por los rebeldes, se dejó en manos de Manuel Gómez Cantos, un brutal guardia civil, la supervisión de lalimpieza. Preston narra su retorcida triquiñuela: "A diario, durante un mes entero, Gómez Cantos recorrió el centro de la ciudad en compañía del doctor Temprano, un republicano liberal, para tomar nota de quienes lo saludaban. De esta manera identificó a sus amigos y pudo detenerlos, tras lo cual él mismo mató al doctor".

Ramón J. Sender, escritor de éxito y de izquierdas, y su esposa, Amparo Barayón, estaban de vacaciones en Segovia con sus dos hijos en julio de 1936. El novelista regresó a Madrid. Amparo y sus hijos se refugiaron en su Zamora natal por considerarlo un lugar más seguro. El 28 de agosto, Amparo, junto a Andrea, su bebé de siete meses, fue encarcelada por el delito de protestar por la ejecución de su hermano. 
La maltrataron, la vejaron y, el día antes de ejecutarla, le arrancaron a su hija de los brazos para internarla en un orfanato católico.

Es probable que el historiador también hubiera llorado con el testimonio de Mercedes, el nombre falso de una anciana real que perdió a 18 familiares. En el pueblo de Toledo donde ocurrieron los hechos, hace unas semanas revivía lo ocurrido: "En el 36 yo tenía 12 años. Echaron al río Tajo a los dos primeros tíos que mataron, pero el cuerpo de mi tío médico orilló en un pueblo y el forense lo reconoció porque habían sido compañeros de estudio. Al terminar la guerra nos lo entregó. Eran forasteros los que venían a asesinar a la gente que señalaban los del pueblo. A otros tíos los mataron detrás del cementerio. A mi padre lo dejaron morir desangrado, después de tirotearlo por intentar escapar. Yo creo que Dios quiso mucho a mi abuela porque murió el 22 de enero de 1936 y no vio lo que les esperaba a sus 14 hijos".

Las mujeres de la familia sobrevivieron con el alma en vilo, entre amenazas y humillaciones. "Nos llamaban los cuervos negros porque íbamos de luto, a veces venían milicianos a exigir que les diéramos cena y cama, y acabaron echándonos del pueblo". Salieron adelante gracias a gestos solidarios (recibían pan gratis a hurtadillas) y a bordados a destajo de hoces y martillos para la ropa de hombres que odiaban.
Al final de la guerra volvieron al pueblo, enterraron con honores a sus muertos y acudieron a los consejos de guerra como espectadoras. A veces, Mercedes se encuentra a cómplices de los verdugos en el centro de salud o en la carnicería.

Los vencidos no pudieron enterrar a sus muertos ni pedir justicia. Ya con Franco en el poder, unos 20.000 republicanos fueron ejecutados, entre ellos Lluís Companys, a pesar de que había salvado a millares de religiosos y otros amenazados por la furia revolucionaria mientras presidió la Generalitat de Cataluña (10.000 personas salieron en barco gracias a sus pasaportes). Después de muerto, un tribunal confiscó los bienes de la familia Companys y se los adjudicó al Estado. La represión se heredaba. Una anomalía que ya habían anticipado los rebeldes durante la guerra en Burgos, donde Preston ubica el fusilamiento de varias mujeres por el "derecho de representación" de sus maridos huidos.

A las mujeres no bastó con matarlas. Falangistas y soldados usaron con saña la violencia sexual, aunque resulta imposible delimitar su impacto: la violación se borraba a menudo con el asesinato. Preston diferencia la actitud en zona republicana, donde las agresiones sexuales fueron aisladas, y en zona rebelde, donde los mandos militares alentaron los abusos. "Legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad. Y a la vez a sus mujeres. Esto es totalmente justificado porque estos comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora sabrán lo que son hombres de verdad y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen", inflamaba en sus discursos radiofónicos Queipo de Llano.

"La colosal diferencia entre ambas zonas", señala Preston, "tiene que ver con que uno de los principales fundamentos de la República era el respeto hacia las mujeres. En la zona rebelde, la violación sistemática por parte de las columnas africanas se incluye en el plan de imponer el terror". Durante dos horas, las tropas disponían de libertad plena para dar rienda suelta a instintos salvajes en cada localidad conquistada. Las mujeres entraban en el botín. Preston describe la escena que presenció en Navalcarnero el periodista John T. Whitaker, que acompañaba a los rebeldes, junto a El Mizzian, el único oficial marroquí del ejército franquista, ante el que conducen a dos jóvenes que aún no habían cumplido 20 años. Una era afiliada sindical. La otra se declaró apolítica. Tras interrogarlas, El Mizzian las llevó a una escuela donde descansaban unos 40 soldados moros, que estallaron en alaridos al verlas. Cuando Whitaker protestó, El Mizzian le respondió con una sonrisa: "No vivirán más de cuatro horas".

El periodista John T. Whitaker escribió sobre algunos de los episodios más salvajes del avance rebelde: la matanza de 200 heridos indefensos en un hospital de Toledo o la masacre de la plaza de toros de Badajoz. Preston recupera la respuesta del general Yagüe a Whitaker, que dio la vuelta al mundo: "Claro que los fusilamos. ¿Qué se esperaba usted? ¿Cómo iba a llevarme a 4.000 rojos, cuando mi columna avanzaba contrarreloj? ¿O habría debido dejarlos en libertad para que volvieran a convertir Badajoz en una capital roja?".

Al otro lado: Paracuellos. Las conclusiones de Paul Preston no gustarán a Santiago Carrillo. "Decir que no tiene nada que ver es tan absurdo como declararle el único responsable", resume el hispanista en Londres. Tras un denso capítulo dedicado a las sacas de prisioneros militares para ser ejecutados mientras las tropas de Franco asediaban un Madrid rebosante de ira contra el enemigo, el historiador concluye que Carrillo estuvo "plenamente implicado" en la decisión y la organización de las ejecuciones, a pesar de sus desmentidos. En sus memorias, Carrillo asegura que se limitó a ordenar la evacuación de presos para evitar que se perdiese Madrid (los rebeldes habían llegado a la Ciudad Universitaria) y que el convoy fue asaltado. 
El odio a los militares hizo el resto.

Pero los grandes perseguidos en la zona republicana fueron los curas. "Vestir sotana era suficiente para acabar ante un piquete en alguna tapia o cuneta", escribe José Luis Ledesma en Violencia roja y azul(Crítica). Casi 6.800 religiosos fueron asesinados, a los que se sumaron un sinfín de ataques contra templos y conventos, que fueron incendiados y profanados. "Las iglesias eran saqueadas en todas partes y como la cosa más natural del mundo, puesto que se daba por supuesto que la Iglesia española formaba parte del tinglado capitalista", escribió George Orwell, tras su experiencia como combatiente en las filas del POUM. En Homenaje a Cataluña (1938) relata que durante sus seis meses de estancia en la zona de España donde también se ponía en pie una revolución solo vio dos iglesias intactas. Los clérigos sufrieron a veces torturas, amputaciones y agonías feroces. Para medir el impacto de esta persecución, el historiador Stanley G. Payne recurre a una comparación: "La fase jacobina de la Revolución Francesa acabó con la vida de 2.000 sacerdotes, menos de un tercio del número de asesinados en España".

El anticlericalismo fue un rasgo específicos del conflicto. El brote no fue espontáneo, claro. "La Iglesia católica, que agita la revolución, era vista como parte del statu quo", señala Julián Casanova, catedrático de Historia Contemporánea. Para entender esta persecución son esenciales los capítulos que Preston dedica a describir la placenta del golpe de 1936. La República había aprobado leyes que relegaban a la Iglesia, aliada histórica de la oligarquía y freno modernizador, al plano privado. Se les retira de los colegios y se establecen normas laicas. Amparados en ellas, algunos alcaldes imponen tasas por tocar las campanas o multan por lucir crucifijos. En respuesta a estas provocaciones, la represión del bienio negro (1934-1936) contra la izquierda es jaleada desde los púlpitos, así que los extremistas se van cargando de plomo.

Casi un millar de religiosos asesinados han sido ya beatificados por el Vaticano, que los honra como "mártires". Es una memoria selectiva, sin embargo. La Iglesia sigue sin pedir perdón a las víctimas de los curas que empuñaron armas. Unos cuantos. Preston señala que al comienzo de la guerra en numerosas localidades de Navarra faltaban sacerdotes para decir misa porque se habían largado al frente. La violencia de falangistas y militares recibió bendiciones a tutiplén. Entre las rescatadas por el hispanista figura la del canónigo de la catedral de Salamanca, Aniceto de Castro: "Cuando se sabe cierto que al morir y al matar se hace lo que Dios quiere, ni tiembla el pulso al disparar el fusil o la pistola, ni tiembla el corazón al encontrarse cara a la muerte".

A Unamuno, que había apoyado en las primeras horas el golpe en Salamanca, le horrorizó: "A alguno se le fusila porque dicen que es masón, que yo no sé que es esto, ni lo saben los bestias que fusilan. Y es que nada hay peor que el maridaje de la dementalidad de cuartel con la de sacristía".

Vencidos los ateos, anticlericales y masones, la Iglesia se afanó en salvarlos a partir de 1939. Incluso contra su voluntad. Marcos Ana (Alconada, Salamanca, 1920), que se convertiría a su pesar en el preso político más veterano del franquismo, asistió a escenas dantescas en la cárcel: "Vi a un capellán golpear con un crucifijo a un condenado a muerte porque no quería confesarse". Ninguna superó, sin embargo, lo que vio en el puerto de Alicante el 31 de marzo de 1939, cuando 20.000 desesperados republicanos se descubrieron atrapados en una ratonera, entre las ametralladoras de la División Littorio en tierra y dos minadores en el mar: "Había gente que se tiraba al agua y otros que se saltaban la tapa de los sesos".

Escuchando a Marcos Ana y leyendo a Preston cobra todo su sentido lo escrito por Arthur Koestler en Diálogo con la muerte (1937) mientras esperaba en una cárcel franquista una ejecución por espionaje que finalmente esquivó: "Otras guerras consisten en una sucesión de batallas, esta es una sucesión de tragedias".

FUENTE: EL PAIS (Tereixa Constenla) 27 MARZO 2011
libro PAUL PRESTON, El holocausto español, editorial Debate.

NUESTROS PRIMOS NEANDERTALES (Luis Miguel ARiza)


En los días previos, frente a la hoguera, el patriarca del grupo neandertal al que se había incorporado Ida tomó una difícil decisión. Llevaban semanas sin encontrar comida, el frío empeoraba las cosas y varios de sus miembros habían muerto de hambre. Lejos quedaban los tiempos en los que alimentaban el fuego con los huesos de las presas, mientras disfrutaban de la carne y la grasa asada, y reían con las historias contadas al calor de las llamas. Las niñas y el pequeño fueron los primeros en caer. Los dejaron bajo un montón de piedras en el fondo de la cueva. Ida tenía 20 años, los cabellos pelirrojos y los ojos claros, y sabía lo que significaba perder a alguien querido. Muchos meses atrás, antes de unirse al clan, en otro lugar más cálido, había enterrado a su padre, colocando encima la cuerna del gran ciervo. Le cuidó con cariño durante casi 10 años, desde el día en que aquel oso le destrozó de un zarpazo el nervio de su brazo izquierdo y parte del pie. Ahora, los del clan morían deprisa; a los niños les siguieron los muchachos y las mujeres, siempre después de esas extrañas toses nocturnas. El patriarca decidió que debían alimentarse de la carne de los muertos.
No tan lejanos. Los restos encontrados han demostrado que los neandertales hablaban y compartían experiencias alrededor del fuego. / MAURICIO ANTÓN

De forma ceremoniosa, arrastraron los cadáveres hasta la entrada de la cueva y comenzaron a despedazarlos con gran habilidad. Usando las hachas y los filos cortantes, los desollaron y separaron la carne de los huesos. En algunos casos rompían los más largos para extraer la médula de su interior. Aunque Ida sació su apetito, observó que el mal había hecho presa en todo el grupo, como un demonio saliendo de lo más oscuro de la cueva. Tuvo que cuidar de ellos hasta que murieron. El patriarca fue el último en caer. Ida comprendió que algo invisible y maligno anidaba en esa cueva y que moriría si se quedaba allí. Las zarpas del demonio la alcanzarían como las del oso que destrozaron a su padre.

Después de aprovisionarse de la carne del propio patriarca, Ida se encaminó hacia el sur. Su padre le había enseñado que cuando no hay animales que cazar convenía observar cuidadosamente todo lo que la naturaleza podía ofrecerle. Encontró algunas de las hierbas que maduraban en los pastos, en las llanuras. Buscó los granos en las espigas, duros como piedras, pero que podían ablandarse con el fuego si se echaban en agua muy caliente. Había que echar las piedras calentadas entre las llamas en el agua y arrojar allí los granos. Se podía hacer una deliciosa pasta que salía al machacarlos. Su padre le había explicado también una manera de sacar una sustancia muy pegajosa de la corteza de un árbol, después de cocinarla con fuego durante horas. Era ideal para pegar los filos de piedra del hacha a los palos.

Ida volvió a ver el mar y estableció contacto con otro grupo de los suyos. La acogieron en su cueva. Cocinaban algo que olía a mar, una grasa deliciosa. Le contaron que el animal quedó atrapado en las aguas más superficiales de la playa. Asaban carne de muy buena calidad de otro animal con bigotes que se arrastraba de manera muy torpe por la arena. Durante los días siguientes, Ida acompañó a unos hombres para ver cómo lo cazaban. Se apostaron detrás de las rocas y esperaron el momento en el que una de las crías se quedaba a solas mientras sus padres se zambullían para pescar. Dos de ellos la asustaron empujándola a las manos del que tenía el filo cortante.

Aprendió de ellos otra cosa sorprendente. Recogían las conchas que el mar arrojaba a la arena de la playa y que venían ya agujereadas. Pasaban por ese agujero una cuerda y se las colgaban del cuello. Ellos pintaban las conchas del mismo color que el pelo de Ida, y la enseñaron varios collares en negro y en rojo para que eligiera. Los hombres y mujeres se pintaban la cara, el cuello y el pecho con llamativos colores. A veces caminaban kilómetros hacia el interior para contactar con otros grupos cuyos miembros tenían un aspecto distinto e intrigante, más altos y menos robustos. Ida, que no sobrepasaba el metro y medio de estatura, se fijó en uno más alto y, tras un par de encuentros, decidió finalmente irse con él para aparearse, tal y como había visto hacer a otras mujeres en el clan de su padre.

Esta historia pudo ocurrir hace casi 50.000 años en España, entre lo que hoy es Asturias y la costa de Murcia. Nuestro país es un paraíso de hallazgos neandertales. La última hora procede de la sima de las Palomas en Murcia. El equipo del antropólogo Michael Walker acaba de desenterrar un excepcional esqueleto de una mujer que vivió hace entre 45.000 y 50.000 años del que se conserva el 85% y que apenas sobrepasaba el metro y medio. Sus huesos aún permanecían unidos "en conexión anatómica, algo que no se había encontrado desde hace 35 años", asegura este experto. "Excavamos la mujer como si hubiera estado enterrada en un cementerio".

Ida, por supuesto, es una recreación ficticia de una mujer neandertal. Inteligente, curiosa, su tecnología era sofisticada y quería a los suyos. Quizá no fuera muy alta, pero, ¿le parece a usted la vida de una salvaje embrutecida? Los últimos hallazgos fósiles han acercado como nunca a neandertales y a Homo sapiens. ¿Quién dudaría hoy en calificar a un pigmeo africano y a un esquimal como especies distintas?

Sí, el esqueleto y la morfología del neandertal eran diferentes: más robustos, con un saliente de hueso encima de los ojos, un cráneo y un cerebro mayores, y de menor estatura. "Muchos de los rasgos que usamos para discriminar a los humanos modernos de los neandertales son detalles de la anatomía del esqueleto interno y no se aprecian desde fuera, a menos que tengas visión de rayos X", explica a El País Semanal el paleoantropólogo portugués João Zilhão, profesor de investigación en la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados en Barcelona. Zilhão lleva estudiando desde hace muchos años a los neandertales y cree, básicamente, que eran tan humanos como nosotros. Sugiere que echemos un vistazo al luchador ruso Nicolai Valuev. Su aspecto recuerda al neandertal, pero "está dentro de la variabilidad humana". La cuestión no radica en preguntarse hasta qué grado fueron diferentes a nosotros, sino hasta qué punto nos parecemos a ellos. ¿Y si fuéramos, en cierta forma, como ellos?

Maestros del fuego. En el yacimiento de Abric Romaní, en Tarragona, se han identificado al menos una docena de clases de fuego: para iluminar, cocinar, calentar… / MAURICIO ANTÓN
El yacimiento de la cueva de El Sidrón, en Piloña (Asturias), ha proporcionado en los últimos años valiosos fósiles procedentes de una galería a 200 metros de la entrada. El equipo de Antonio Rosas, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) y autor del libro Qué sabemos de los neandertales (CSIC-Catarata), analizó los restos de 12 individuos. Hallaron marcas en sus huesos que mostraban que habían sido probablemente devorados en un acto de canibalismo.

Quizá, opina Rosas, "pasaran por épocas de carencias alimenticias y fueran comidos". Hace unos 49.000 años, el clima sufrió enfriamientos sucesivos. Hubo épocas en que llegaron bloques de hielo al Cantábrico. El estudio de Rosas, publicado el pasado diciembre en la revistaProceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), desvela los lazos familiares analizando el ADN de los huesos. Los hombres estaban relacionados; podían ser primos, tíos o hermanos. Las mujeres, en cambio, no formaban parte de la familia cuando se incorporaron al clan.

Estos grupos, a menudo intercambiaban las mujeres para preservar la diversidad genética. "Es un sistema muy extendido entre los cazadores recolectores. Hablamos de grupos pequeños, de un número bajo, entre ocho y treinta personas, y con una cierta movilidad. Si estos grupos no se relacionan con otros, diez generaciones después hay un deterioro genético y cultural. Y una manera de mantener lazos de amistad resultaría del intercambio de mujeres, probablemente adolescentes".

¿Qué pudo ocurrir con esta familia para que todos sus restos aparecieran con señales de haber formado parte de un festín caníbal? Puede que una muerte catastrófica o una epidemia acabara con ellos, y otros se los comieran. O que se tratara de un ataque por parte de neandertales acuciados por el hambre, quienes los eliminarían, pero sin dejar pistas en sus huesos. No lo sabemos.

Rosas advierte de que existen pocas evidencias de violencia entre neandertales, y le incomoda proyectar una imagen violenta de este homínido, aunque mantiene que ellos fueron una especie distinta, si bien estaban tan próximos a nosotros, que su cultura forma parte de la nuestra. Uno de los miembros fue pelirrojo. El análisis del ADN de sus huesos dio con "un gen, MC1R, implicado en la pigmentación de la piel, que da una coloración pelirroja, en un neandertal de El Sidrón, y otro en Italia".

Ida sentía compasión. Y hay numerosos casos en el registro arqueológico que demuestran que los neandertales cuidaban de los suyos. El más espectacular es el del hombre "viejo de Shanidar", cuyos restos fueron encontrados en una cueva de Irak; sufrió heridas gravísimas en un brazo, deformaciones en ambas piernas y un golpe en la cabeza que le dejó casi ciego cuando era un adolescente. Según la antropóloga Penny Perkins, de la Universidad de York, en su libro The prehistory of compassion (La prehistoria de la compasión), este hombre sobrevivió entre 20 y 35 años a sus heridas. No podría haberlo logrado, en un mundo tan duro, de no recibir cuidados y alimentos de los suyos.

Lejos de comportarse como seres embrutecidos de dieta restringida a la carne, los neandertales cocinaban los alimentos. Además, eran unos maestros del fuego. En el yacimiento de Abric Romaní, en Tarragona, el equipo del arqueólogo Eudald Carbonell lleva examinando más de 200 hogueras desde 1983 hechas por estos homínidos, de las cuales ya han identificado al menos una docena de clases de fuegos, destinadas a la iluminación, a proporcionar calor, o a cocinar.

Hablar y compartir experiencias al calor del fuego es habitual hoy en día y lo fue en el pasado. Entre los restos microscópicos de estas hogueras han encontrado fragmentos de hueso, madera, restos de planta, lascas de piedra y grasa asada, presumiblemente de las piezas que descarnaban. Y en un estudio publicado en PNAS en diciembre del año pasado, la antropóloga Amanda Henry, de la George Washington University, encontró pruebas de la dieta vegetariana de los neandertales, en dientes fósiles de hace unos 40.000 años, en la cueva de Shanidar, Irak, y en un yacimiento en Bélgica: restos microscópicos de semillas de dátil en la placa dental, además de almidón procedente de granos de trigo salvaje, cebada, centeno y leguminosas.

"Todo lo que podemos deducir es que hubo cocina en presencia de agua, quizá mediante el hervido, o el asado, o cualquier otro método por el que el agua añadida era lo que cocinaba el alimento", explica Henry. "No sabemos cómo lo hacían. Probablemente disponían de una variedad de contenedores hechos de algún material orgánico, aunque no tenemos ningún registro de ello. Lo que sabemos sobre los métodos de cocina procede de los estudios etnográficos. Podríamos comparar estos registros arqueológicos de los neandertales con lo que esperamos encontrar en los de las sociedades cazadoras y recolectoras. Pero en los neandertales no hemos encontrado las piedras calentadoras que transfieren a los contenedores con agua".

Nuestra ficticia Ida probó la carne humana. ¿No es eso prueba de que ella era más primitiva? Esta falsa idea fue hábilmente explotada en una magnífica película con pobre base científica, En busca del fuego, del director francés Jean-Jacques Annaud. El canibalismo aún se practica en muchas tribus humanas. Es casi una prueba de humanidad. "Si ellos fueron caníbales en situaciones de estrés alimenticio o por razones de naturaleza ritual, eso los hizo más humanos, no menos", explica João Zilhão.

Ida conoce neandertales que viven cerca de la costa, capaces de capturar delfines y focas. Restos de vértebras de los cetáceos y huesos de focas se han encontrado en dos ocupaciones neandertales en cuevas de Gibraltar, de acuerdo con las investigaciones de la antropóloga española Yolanda Fernández-Jalvo. ¿Cómo lo lograban sin redes? Quizá matando los delfines varados en las playas, y a las crías de focas en las estaciones de reproducción.

Y a este comportamiento ya de por sí sofisticado se le añade el pensamiento abstracto y simbólico, facultad negada a los neandertales desde tiempos históricos: otro tópico derrumbado. Los recientes trabajos de João Zilhão y sus colegas demuestran que los neandertales fabricaban adornos y se pintaban. Eran coquetos. Hay dos cuevas en Murcia, la de Los Aviones -excavada por el arqueólogo Ricardo Montes, y a menos de cinco kilómetros del mar-y la Cueva de Antón, en el interior, a unos 80 kilómetros de la costa. "Encontramos allí conchas perforadas. Y están pintadas. No tienen ninguna función que no pueda ser la de adornarse. En la cueva de Los Aviones las descubrimos en asociación con recetas bastante complejas de pigmentación, hechas a base de mezclas de diversos tipos de minerales, para conseguir efectos que no existen en la naturaleza", dice Zilhão.

Ocurrió hace 50.000 años, antes de que los seres humanos modernos entraran en contacto con los neandertales europeos. Se acepta que el primer contacto entre ambas especies humanas se produjo en Europa hará unos 40.000 años. ¡Pero 10 milenios antes los neandertales ya se adornaban y pintaban sus cuerpos! Los tabúes, según Zilhão, han impedido ver la evidencia desde los años cincuenta, cuando se desenterraron adornos y colgantes asociados a neandertales en Francia, fechados en esa época del contacto. Hasta 1996 no se empezó a admitir que los autores de esos collares eran neandertales y no humanos. "La gente se resistía a aceptarlo".

Los adornos, o habían sido fabricados por humanos y se mezclaron con restos neandertales, o bien estos copiaron a los humanos, "en una imitación sin comprensión, como una niña que se pone el collar de perlas de su madre sin tener conciencia del significado social de ese collar", añade este experto. "Se llegó a escribir que los neandertales serían como esos nativos de Nueva Guinea que jamás han visto un transistor; solo observan que los tienen los blancos, y como no saben para qué sirven, se los cuelgan como trofeos". El prejuicio que pesa sobre los neandertales se explica, en su opinión, por el "pecado original de ser la primera humanidad fósil conocida" desde los tiempos en que el primero fue desenterrado en Alemania, en 1856.
En nuestra historia, Ida se apareó con un ser humano moderno. ¿Hay que echarse las manos a la cabeza? El debate es fascinante. Los detractores de esta idea afirman que el ser humano moderno se concibió como una especie biológicamente diferente; y aunque todo el mundo acepta el origen africano de la humanidad actual, los Homo sapiens desplazaron a los neandertales, que habían dominado el continente europeo y la parte más occidental de Asia durante 200.000 años. No hicimos el amor con ellos, sino la guerra. Disponíamos de una mejor tecnología y los condenamos a la extinción (quizá hace unos 30.000 años). Es cierto que hoy no vemos neandertales andando entre nosotros. ¿Pero han desaparecido totalmente, o se mezclaron con nosotros?

João Zilhão y el paleoantropólogo Erick Trinkaus, de la Washington University en San Louis (EE UU), mantienen desde hace años que hubo mezcla. El hallazgo en 1998 en Lagar Velho (Portugal) del esqueleto de un niño de 24.000 años con rasgos neandertales se suma al de los restos de individuos en Rumania y la República Checa en los que se aprecian una mezcla de caracteres que hacen pensar que fueron el resultado de un cruzamiento entre neandertales y humanos modernos. En este sentido, cuando hablamos de la extinción de los neandertales, habría que referirse a los últimos neandertales puros. Zilhão estima que el proceso de contacto y asimilación pudo ocurrir hace 37.000 años, y que las fechas que sitúan a los neandertales en Gibraltar entre 28.000 y 30.000 años son "pura fantasía".

¿QuiÉn tiene razón? Esta película de suspense tuvo el año pasado un tercer acto para muchos inesperado. Científicos del Instituto Max Planck en Alemania ensamblaron el 60% del genoma del neandertal a partir de 400 miligramos de polvo de tres huesos de mujeres neandertales encontradas en una cueva de Croacia, en un logro tecnológico sin precedentes. Compararon esa secuencia genética de mil millones de pares de bases con los genomas de cinco humanos actuales procedentes de Nueva Guinea, China, Francia y África Occidental y Oriental. El resultado fue una sorpresa que ni ellos esperaban: los europeos y asiáticos contenían genes neandertales.

"Aquellos de nosotros que vivimos fuera de África llevamos dentro un poco de ADN neandertal", aseguró el director del proyecto, el genetista Svante Pääbo, en una nota de prensa del instituto. Es probable, dicen ahora, que esta mezcla tuviera lugar en Oriente medio, entre hace 50.000 y 80.000 años. Las noticias dieron la vuelta al mundo, pero para Eric Trinkaus, la sorpresa no fue tal. "El estudio genético no confirma nada", aclara este paleoantropólogo, que lleva estudiando neandertales desde hace 40 años. "Nosotros ya lo sabíamos, pero los genéticos han proporcionado la evidencia. Lo que tenemos es un número de fósiles de humanos modernos que contienen en un cierto grado una ascendencia neandertal, aunque son todavía humanos modernos. A medida que los humanos modernos se extendieron después de unos 50.000 años se encontraron con poblaciones neandertales. Sabemos por la arqueología que vivían de una manera muy parecida, y seguramente encontraron en la población que acababa de aterrizar compañeros adecuados y las poblaciones se mezclaron en un cierto grado. Probablemente ocurrió en lugares y tiempos diferentes".

Si los genes neandertales se incorporaron a nuestro acervo genético, ¿cómo es posible que dos especies, en el caso de ser distintas, se crucen y produzcan descendientes fértiles? En la actualidad, señala Trinkaus, ocurre que dos especies muy próximas pueden hacerlo, pero al ser una más dominante y numerosa, la otra termina siendo absorbida. "En Norteamérica hay dos especies, el coyote y el lobo. En condiciones ecológicas normales se comportan como especies separadas, compiten entre sí y no se mezclan. Pero si la ecología se perturba, los machos y hembras de especies distintas se aparean libremente y producen una descendencia completamente fértil y viable. El lobo rojo, en la parte sureste de Estados Unidos, es híbrido entre el coyote y el lobo".

Para Trinkaus, la resistencia a considerar a los neandertales como nuestros antecesores no tiene que ver con la biología o con el registro fósil, sino con esa percepción de que somos tan especiales. Tenemos que estar separados del resto del mundo y no podemos mezclarnos con los neandertales. "Cuando publicamos los resultados del niño de Lagar Velho hace 12 años hubo gente que reaccionó de una manera entusiasta a la interpretación que dimos del esqueleto". Para este experto, el cruzamiento entre seres humanos modernos y neandertales constituía la interpretación más sencilla de la evidencia fósil. Y si hubiera ocurrido al revés, "lo habría aceptado de buena gana. Muchos de los que rechazaron lo que yo y otros mostramos como una clara evidencia lo hicieron en términos filosóficos. Hablamos de los orígenes humanos y el lugar que ocupamos en el mundo. Si lo abordas de forma científica o religiosa hay un prejuicio del que uno debe ser consciente".

De brutos inhumanos a familiares
La historia de los neandertales, a la luz de las nuevas pruebas científicas, es un fascinante relato de prejuicios. Diez hitos de la recuperación de unos 'parientes'.
El primero. 1856. Valle de Neander, cerca de Düsselford (Alemania). Estrictamente no fue el primer fósil de neandertal -se habían descubierto otros restos-, pero cuando la pala de un trabajador tropezó con un cráneo nació la paleoantropología moderna. Caló la idea de que era una versión brutal de la humanidad.
leyenda de brutos. 1864. Los neandertales fueron clasificados como especie distinta del Homo sapiens, y el británico William King escribió un histórico artículo incluyéndolos por debajo de los nativos de la isla de Andamán, entonces en el nivel más bajo de las razas.
primer enterramiento. 1908. Los restos de un anciano sin apenas dientes y con claras patologías fueron hallados en La Chapelle-aux-Saints (Francia) en lo que parecía ser una tumba. Su análisis, publicado por el científico Marcellin Boules, concluyó que estaba más próximo al mono.
Villanos y héroes en la literatura. 1909.
Los neandertales irrumpen en la ficción. Los hermanos franceses Joseph Henry Honoré Boex y Séraphin Justin François Boex firman una novela clásica de la ciencia-ficción, En busca del fuego, llevada al cine con éxito por Jean-Jacques Annaud en 1981.
Cambia el paradigma en St. Cesaire. 1979. Un esqueleto encogido en un enterramiento hallado en Francia junto con instrumentos de piedra, que por su elaboración habían sido adjudicados a humanos modernos, muestra que los neandertales ya tenían cierta cultura 45.000 años atrás.
El buen neandertal. 1983. El paleoantropólogo Erik Trinkaus publica un sensacional estudio sobre los restos de Shanidar (Irak) que incluye a un individuo discapacitado que sobrevivió gracias a los cuidados de los suyos.
Primer ADN. 1997. Corresponde a los restos del famoso ejemplar de Neander (Alemania). La genética entra en juego, aunque habría que esperar años para alcanzar una tecnología más perfeccionada.
niño de Lagar Velho. 1998. Se enciende el debate. João Zilhão y Erik Trinkaus publican un histórico artículo en el que sugieren que sí existió hibridación y mezcla. Un niño de hace unos 24.000 años contiene rasgos neandertales, a pesar de ser de nuestra especie.
la hibridación. 2010. El primer borrador del genoma neandertal
extraído del núcleo celular arroja una profunda sorpresa: los seres humanos actuales comparten entre el 1% y 4% de los genes neandertales.
inteligencia simbólica. 2010. Se pintaban y adornaban con colgantes de conchas en la península Ibérica hace 50.000 años. Se derrumba la tesis de que no tenían pensamiento simbólico.

FUENBTE: EL PAÍS 13 FEBRERO 2011